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Elecciones y disonancia en Oriente Medio

Israel, la cruz de Obama

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Obama llegó al poder prometiendo resolver la cuestión palestina. También afirmó que enfocaría con civismo y diplomacia todas las cuestiones relativas al Oriente Medio, especialmente a Irán, y que trataría de resolver los problemas que afectan a ambos países. El plan, de doble frente, perseguía eliminar la cuestión palestina de la agenda regional, es decir, despejar los nubarrones para mejorar las relaciones con los estados de la zona, resolviendo así los problemas existentes entre EEUU y el Oriente Medio. Las elecciones celebradas en Israel el pasado mes de febrero dieron paso a Netanyahu como Primer Ministro para presidir un gobierno ultraderechista. Netanyahu rechazó el llamamiento de Obama a establecer un estado palestino. Alegó que el programa nuclear iraní, con su supuesta amenaza a los intereses israelíes y estadounidenses, era la principal cuestión a atender, no Palestina. Con el triunfo electoral de junio del anti-imperialista, anti-sionista y negador del Holocausto Ahmadineyad, Netanyahu proclamó que había aumentado el peligro que Irán representa, reclamando actuaciones agresivas. Por tanto, la cuestión de Palestina tenía que quedarse aparcada. La disonancia pública entre EEUU e Israel, en cuanto a las agendas palestina e iraní de Obama, se amplió tras las elecciones presidenciales en Irán. Y tal disonancia está amenazando los esfuerzos de Obama a fin de desactivar la volatilidad en Oriente Medio.

El Presidente Obama llegó al poder haciendo una promesa no muy habitual. Aunque los objetivos de la política exterior estadounidense no habían cambiado, Obama insistió en la prioridad del diálogo y la diplomacia para conseguirlos, excluyendo de tal intención a Afganistán (y Pakistán). Obama articuló dos objetivos inmediatos para Oriente Medio: 1) Resolver el conflicto israelo-palestino de acuerdo con el consenso internacional de una solución de dos estados, sin necesidad de distanciarse significativamente de Israel. Sigue valorándose aún en alto grado la importancia de Israel -en contra de las consideraciones de Mearsheimer y Walt («The Israel Lobby«, LRB; 23 de marzo de 2006)- a la hora de asegurar los intereses económicos y la hegemonía política de EEUU en aquella región. Por tanto, EEUU debe garantizar los intereses clave de Israel en Oriente Medio, incluido su dominio en la zona. Y , 2) Disolver, o al menos dar jaque mate, a la única alianza regional capaz de desafiar los designios israelíes en Oriente Medio, i.e., la alianza de Irán, Siria, Hizbollah, Hamas y determinados elementos políticos en Iraq. Obama considera que al tratar de resolver la cuestión palestina está contribuyendo a desinflar la alianza anti EEUU-Israel que Irán encabeza, eliminándolo como caso célebre, haciendo así que los miembros esenciales de esa alianza se muestren bien dispuestos respecto a su programa. Piensa que al conseguir esos dos objetivos interdependientes reducirá la dificultad de la maniobralidad estadounidense a la hora de domesticar los movimientos islamistas en la región e imponerse allí en el gran juego energético.

Para conseguir el primer objetivo, se nombró al ex Senador George Mitchell como enviado especial para acercar a las partes y resolver el conflicto. También se encargó a Mitchell de facilitar una paz amplia en la zona que incluyera las cuestiones pendientes del Líbano y Siria con Israel. El segundo objetivo requería de otras iniciativas relacionadas y simultáneas: a) Asegurar que en las elecciones parlamentarias del Líbano la coalición pro-estadounidense del 14 de Marzo se impusiera a la alianza del pro-iraní y pro-sirio Hizbollah con el partido del Movimiento Patriótico Libre del General Aoun; b) Tratar de captar de nuevo a Siria anunciando el regreso de un embajador estadounidense a Damasco, abriendo posibilidades de negociaciones serias sobre el Golán sirio ocupado por Israel, y eliminando de forma sistemática algunas de las sanciones estadounidenses impuestas por la Administración Bush ; c) Alentar, a través de la cobertura de los medios, la elección del supuestamente reformista Mir Hossein Musavi como Presidente de Irán; y d) Recurrir a «expertos» de organizaciones no oficiales, como el Forum Beirut, co-dirigido por un ex operativo del M16, Alastair Crooke (Claude Kandiyoti, «The Boomerang Effect», Haaretz, 17 de julio de 2009), para dialogar con los movimientos islamistas nacionales, i.e., Hizbollah y Hamas, confiando en guiarles hacia unas relaciones «positivas» con Occidente. Si todas esas iniciativas hubieran tenido éxito, el resultado esperado habría debilitado a los actores regionales y habría conseguido que se mostraran menos hostiles en sus intentos de obstruir los intereses estadounidenses y la «normalización» de un Israel dominante en Oriente Medio. ¿Qué es lo que ha pasado hasta la fecha?

Resolviendo la cuestión palestina

Inmediatamente después de la toma de posesión de Obama, el Senador Mitchell se fue a Oriente Medio para hacer su primera ronda de valoración de las cuestiones de Palestina y de la zona. A pesar del regreso de Netanyahu como Primer Ministro tras las elecciones de la Knesset de febrero de 2009, Mitchell prosigue sus relativamente no muy divulgados esfuerzos para negociar una solución de dos estados y abrir discusiones preliminares con Líbano y Siria. Aunque Netanyahu se destaca por su rotunda disposición a no cooperar, su política hacia Palestina no es básicamente diferente de la de otros dirigentes de partidos israelíes. Sin embargo, su retórica está muy lejos de ser conservadora. En cualquier caso, considerando la fragmentación y disminución de la tierra palestina a causa de las confiscaciones israelíes, la posibilidad de conseguir un estado palestino parece ser completamente nula.

La capacidad y disposición de Obama para presionar realmente a Israel, y que cumpla con el consenso internacional, podrían posiblemente cambiar los resultados. Sin embargo, el nivel de contrapresiones llevado a cabo por parte de Israel a través de su lobby en EEUU y la percepción que de él se tiene en Oriente Medio es importante ( Alexander Cockburn , «The Biden and Clinton Mutinies», Counterpunch, 31 de julio-2 de agosto). Hasta la fecha, Obama no ha desafiado abiertamente ese apalancamiento israelí. Aunque Netanyahu ordenó «congelar» la construcción de unas 900 casas prefabricadas en el asentamiento de Pisgat Zeev, situado en Jerusalén Este, fue más bien algo simbólico que un indicio real de cooperación inminente (Roufic Haddad, «Sticks and Carrots: Israel’s ‘Settlement Freeze’«, Faster Times, 2 de agosto de 2009). No está en absoluto claro que Obama pueda realmente recoger los apoyos necesarios en el Congreso como para poder desafiar el aparente bloqueo israelí a la política estadounidense hacia Oriente Medio.

Jaque mate a la alianza encabezada por Irán: Hizbollah y el Líbano

En el Líbano, la Secretaria de Estado Clinton, el Vicepresidente Biden y el Vicesecretario de Estado para el Oriente Próximo, Jeffrey Feltman, así como el discurso que el Presidente pronunció en El Cairo, dejaron muy claro que EEUU quería que la coalición pro-estadounidense del 14 de Marzo ganara las elecciones parlamentarias de junio, y así fue. Sin embargo, la coalición Hizbollah /MPL obtuvo un buen resultado. Y recientemente, el líder druso, Walid Jumblatt, se ha salido de la coalición del 14 de Marzo. Y de nuevo se ha acercado a Hizbollah y a Siria. La consecuencia es que puede que se unan a la oposición los tres ministros drusos del próximo gabinete de Hariri y los nueve parlamentarios de su bloque. En ese caso, la opositora alianza del 8 de Marzo tendría la mayoría en el Parlamento. (Sami Moubayed, «U-turn puts Hezbollah in the driving [sic] seat«, Asia Times, 5 de agosto de 2009). Por tanto, Hizbollah conserva toda su fuerza en la ecuación libanesa y en la alianza que Irán dirige. También tiene el apoyo oficial libanés respecto a la zona de las Granjas de la Shebaa, ocupadas aún por Israel.

Siria, Hizbollah y Hamas

Tras las visitas de las autoridades estadounidenses a Damasco, la Administración Obama anunció el nombramiento de un Embajador en Siria. Y más recientemente empezó a levantar algunas sanciones específicas. Siria ha dejado claro que está interesada en mejorar sus relaciones con EEUU y confía en su ayuda para que Israel le devuelva el Golán. Aunque se entiende que hay implicado un quid-pro-quo israelo-estadounidense, i.e.: que rompa todas sus lazos con Irán, Hizbollah y Hamas, no parece muy probable que Siria vaya a aceptarlo (Marwan Al Kabalan, «Syria’s cautious approach», Gulf News, 30 de julio de 2009). Hasta dónde Siria puede estar dispuesta a llegar para conseguir el favor estadounidense y que se le devuelva el Golán, es algo que nadie sabe, pero no parece muy inclinada a emular a Egipto. Siria ha dejado claro en una serie de ocasiones que no renunciará a sus alianzas de apalancamiento y seguridad para ocupar simplemente una rendija en la órbita israelo-estadounidense. Y los funcionarios israelíes han dejado claro que, en ningún caso, van a devolver el Golán. Hasta la fecha, Siria no ha hecho concesión alguna a EEUU que pueda servir para debilitar la alianza.

Irán y los medios occidentales

Oficialmente, el públicamente anti-estadunidense, anti-sionista y negador del Holocausto Ahmadineyad, con el apoyo del Líder Supremo, el Ayatollah Jamenei, ha sido reelegido Presidente de Irán frente al supuesto reformista Mir Hossein Mousavi, preferido de EEUU y de los exiliados iraníes. También era el candidato de la clase media privilegiada de Irán aunque varios expertos han desafiado esa creencia. Los seguidores de Mousavi proclamaron que las elecciones eran fraudulentas y tomaron las calles para manifestarse a favor de un recuento de los votos. Los seguidores de Jamenei y Admadineyad lamentaron la intromisión exterior en la instigación de las manifestaciones públicas. La cobertura de los medios se hizo a través de Twitter, Facebook y las cámaras de los móviles favoreciendo a los manifestantes anti-Ahmadineyad. El ex alto funcionario de política exterior retirado del Departamento de Estado, Ferry Arnold, señala lo difícil que es evaluar la extensión, las fuentes y el impacto de la ciber-interferencia como para poder «incitar en Irán una escala china de paranoia hacia la Red». Indica además que «[Scott] Ritter se refiere a tal actividad cibernética como una táctica de la democracia digital de Obama» (Terry Arnold, «The Modern Tools of Meddling», Rense.com, 22 de julio de 2009).

La cobertura de los medios dejaba claro que EEUU quería que ganara Mousavi, creyendo, sin un fundamento real, que sería más manejable a la hora de discutir las cuestiones regionales, incluido el programa nuclear de Irán. Por otra parte, Israel quería que ganara el odiado Ahmadineyad para desviar la atención del intento de Obama de resolver la cuestión palestina, fortaleciendo así la proclama israelí de que Irán es la mayor amenaza ante los objetivos de EEUU/Israel en la región. Israel prefiere reducir a Irán por medios militares y destruir cualquier capacidad nuclear/militar que pueda desarrollar. Los objetivos finales israelíes son los de eliminar a Irán como potente actor competitivo en Oriente Medio, aislando por tanto, y arrancándole los colmillos, a Siria, Hizbollah, Hamas y los elementos chiíes pro-Irán en Iraq. EEUU comparte los mismos objetivos, aunque en estos momentos difiere en gran medida en cuanto al tono, el estilo y los medios. EEUU quiere separar a los países de la alianza dirigida por Irán a través de la puerta palestina utilizando el diálogo y la diplomacia. Israel quiere destruir esa alianza por medios militares sin tener que pasar por la puerta palestina. Esta es la razón por la que para Israel era esencial que el demonizado Ahmadineyad ganara las elecciones presidenciales. La victoria facilitaría la acción militar israelí contra Irán y presionaría para que EEUU apoyara esa acción. En el pensamiento israelí, esto serviría también para poner a Palestina en el quemador de atrás, y, de ser posible, para siempre.

Aunque la cuestión del resultado de las elecciones iraníes está aún sin resolver, lo cierto es que sigue siendo una cuestión problemática para los progresistas y ha servido para dividir sus filas. Por una parte, tienen al pública e internacionalmente respetado intelectual árabe Azmi Bishara, quien, aunque criticó a Ahmadineyad por negar el holocausto, tiende a apoyar la reelección de Admadineyad y expresa admiración por sus críticas del colonialismo y el racismo occidental (Azmi Bishara, «An Alternative Reading», Al Ahram Weekly, 25 de junio-1 de julio de 2009), y Scott Ritter «Learning to Live with the Devil We Know», Trudhdig, 16 de junio de 2009). Por otra parte, Juan Cole cree que es probable que gane Mousavi, señalando que la cuestión iba de guerra de culturas y no de clases (Juan Cole, «Class versus Cultura Wars in Iran Election», Informed Comment, 14 de junio de 2009). Hamid Dabishi tiene una postura diferente. No aborda el tema de quién ganó las elecciones sino que sencillamente afirma que se ha convertido ya en un «hecho social» que se ha percibido que la elección estaba amañada. Cree que lo que se está dando en Irán es un auténtico movimiento por los derechos civiles, integrado por un amplio espectro de clases y grupos de mujeres, no simplemente por la denominada clase media, algunos de cuyos miembros son considerados admiradores de la monarquía (Hamid Dabishi, «Left is Wrong in Iran«, Al Ahram, 16-22 de julio de 2009). Cree, además, que el Presidente Obama ha adoptado un «tono perfecto», i.e., discreto, en su respuesta ante las elecciones iraníes y las subsiguientes manifestaciones (en un programa panel de Al Yasira, Empire, julio de 2009). Obama no se decantó por quién ganó las elecciones. Mantuvo la puerta abierta para dialogar con Admadineyad o Mousavi, quien quiera que ganara, mientras expresaba desconcierto por la forma en que eran tratados los manifestantes. Sin embargo, Jamenei y Admadineyad insisten en que fue la intromisión occidental, especialmente mediante la cyber-interferencia, la que estimuló las protestas públicas en Irán. EEUU y diversos intelectuales progresistas insistieron en que Adhmadineyad había resultado elegido y que EEUU estaba por tanto entrometiéndose en Irán a favor de Mousavi. Basaban su acusación en la larga historia de interferencias estadounidenses en Irán.

El derrocamiento de Mossadegh en 1953, urdido por EEUU, y el regreso del Shah al trono son bien conocidos de todos. No obstante, desde la revolución de Jomeini en 1979 ha habido muchos intentos de socavar la teocracia chií de Irán. Lo que ha ido desarrollándose en todos estos años es que se ha añadido a la ecuación el factor israelo-sionista. Desde sus comienzos, Israel había identificado a tres países árabes nacionalistas como potenciales amenazas a su colonización de Palestina y a su escalada como hegemonía política y económica regional. Esos países eran Egipto, Iraq y Siria. Después del derrocamiento del régimen del Shah, Israel añadió al no-árabe Irán a su lista de contendientes hostiles frente a su legitimidad y dominio en la zona. Egipto fue aplastado en la guerra de 1967 y finalmente firmó un acuerdo de paz con Israel una década después. En marzo de 2003, EEUU, incitado y animado por Israel y sus seguidores en aquel país, invadió y posteriormente destruyó físicamente a Iraq. Hoy en día, Iraq es políticamente inestable y vulnerable a la influencia e intereses regionales de Irán. El Primer Ministro iraquí Maliki ha desarrollado relaciones importantes con Irán. Siria no tiene el peso militar y político que Egipto e Iraq tuvieron en otro tiempo. Sin embargo, juega aún un papel crucial en el Oriente Medio a causa del apalancamiento de su alianza con Irán y con los movimientos asociados islamistas no estatales de Hizbollah y Hamas. Siria reemplazó a su difunto patrón (1991), la URSS, con Irán como la única fuerza regional anti-Israel y EEUU en la región, a pesar de la sorpresa de octubre de 1980 (Don Hopkins, «The October Surprise: The Iranian Hostage Rescue Misión and the 1980 Presidential Elections», www.donhopkins.com, diciembre de 1998). Israel vio el ascenso de Irán como una amenaza grave, no a su existencia por mucho que tal proclame, sino a su dominio en la región y a sus afirmaciones de legitimidad. Por tanto, aunque Israel vio que Egipto e Iraq habían sido ostensiblemente sacados del «campo de batalla», el ascenso de un Irán aliado con Siria, Hizbollah, Hamas y los elementos pro-iraníes en Iraq, reemplazó al primitivo desafío nacionalista árabe.

Por consiguiente, el AIPAC, el American Enterprise Institute, el Hudson Institute, el Jewish Institute for Nacional Security Affairs, Americans for Victory over Terrorism, Washington Institute for Near East Policy, Foundation for the Defense of Democracy y otros institutos y organizaciones pro-Israel entraron en acción. Se congregaron tras Reza Pahlavi, el hijo del Shah que vive en Virginia, y trabajaron con miembros del Congreso para dar paso a una legislación contraria a Irán. Dos de los senadores más importantes al frente de todo este esfuerzo eran/son Sam Brownback (Kansas) y Joe Lieberman (Connectica). Apoyaron la financiación del Congreso a la Voz de América y Radio Farda, que transmitían programas en farsi de los exiliados iraníes en California para Irán. Su objetivo era/es cambiar el régimen en Irán. La Administración Bush puso en marcha una serie de programas para desestabilizar Irán y socavar el régimen iraní confiando en cambiar así el régimen (Seymour M. Hersh, «Preparing the Battlefield: The Bush Administration steps up its secret moves against Iran», The New Yorker, 7 de julio de 2008).

Israel y los miembros de sus lobbys estadounidenses insistieron en que Irán era no sólo una amenaza para Israel y el Oriente Medio sino también para el mundo entero, debido a que su supuesto programa nuclear perseguía desarrollar un arsenal de bombas nucleares. Sí, está claro que Irán tiene un programa de energía nuclear y es posible que esté buscando tener capacidad para construir una bomba como elemento de disuasión ante un posible ataque de Israel y EEUU. Pero todos los informes parecen indicar que por ahora no tienen, y no tendrán en un futuro próximo, un arsenal de bombas nucleares. Israel es el único estado en la región con ojivas nucleares. Sin embargo, con la elección de Ahmadineyad en 2005, su imprudente retórica ha servido para alimentar las descripciones que Israel hace de Irán como un estado «islamofascista» dispuesto a destruir a Israel, con lo que este país ha conseguido ganar la guerra de las relaciones públicas ante la opinión mundial, especialmente ante la opinión estadounidense. Bush elaboró la demonización de Irán, y de su Presidente Ahmadineyad, incluyendo al país en su «Eje del Mal», agrupándole junto a Corea del Norte e Iraq. La anunciada reelección de Ahmadineyad añadió más forraje al argumento de Israel.

Además de la posible cyber-interferencia, ¿se entrometió allí EEUU, como piensan un grupo de progresistas occidentales y de otras zonas? ¿Autorizó la Administración Obama a los agentes que tiene allí desde la época de Bush para que fomentaran la disensión? El siguiente resumen del artículo de Jeremy Hammond del 23 de junio implica que