Todo el mundo en Gaza pasa hambre. Alrededor de 2,2 millones de personas sobreviven día a día con casi nada y se quedan sin comer de manera rutinaria. La búsqueda desesperada de alimentos es permanente y por lo general infructuosa, lo que deja a toda la población –incluidos bebés, niños, niñas, mujeres embarazadas o lactantes y ancianos– expuesta al hambre.
La Franja de Gaza ya estaba inmersa en una crisis humanitaria antes de la guerra debido principalmente a los 17 años de bloqueo israelí. Alrededor del 80% de la población ya dependía de la ayuda humanitaria. Un 44% de los hogares sufría inseguridad alimentaria y otro 16% corría el riesgo de padecerla. Habida cuenta de este punto de partida resulta evidente por qué Gaza se ha sumido tan rápidamente en situación de catástrofe.
El 21 de diciembre de 2023 el Comité de Revisión de la Hambruna (FRC, por sus siglas en inglés) de la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC, por sus siglas en inglés) publicó un informe sobre la situación en Gaza. El FRC, integrado por expertos y expertas independientes, utiliza la clasificación internacionalmente aceptada de los niveles de inseguridad alimentaria, siendo el más grave la Fase 5 – Catástrofe/Hambre. Según este método, a partir de la Fase 3 – Crisis o peor, se requiere una intervención urgente para proteger a la población.
El informe del FRC está basado en la información recogida en la Franja de Gaza entre el 24 de noviembre y el 7 de diciembre de 2023. El comité ha hallado que durante este periodo, en cuatro de cada cinco unidades familiares del norte de Gaza y en la mitad de las familias de desplazados internos del sur, los residentes pasaron días enteros sin comer y muchos se saltaron comidas para poder alimentar a sus hijos e hijas. Alrededor del 93% de la población de Gaza –unos 2,08 millones de personas– sufría inseguridad alimentaria severa en la fase 3 o superior, y más del 15% –378.000 personas– se encontraba ya en la fase 5 – Catástrofe/Hambre.
El informe prevé igualmente que para el 7 de febrero de 2024 toda la población de la Franja de Gaza estará en la fase 3 o peor. Se calcula que al menos uno de cada cuatro residentes –más de 500.000 personas– se encontrará en la fase 5, haciendo frente a una escasez extrema de alimentos, hambre y agotamiento. Según el informe, de persistir las actuales condiciones, existe un riesgo elevado de que en un plazo de seis meses se declare la hambruna en toda la Franja de Gaza. Dicha situación se produce cuando el 20% de las unidades familiares alcanza la fase 5, cuando el 30% de los niños y niñas sufren desnutrición aguda y cuando mueren de hambre cada día dos adultos o cuatro niños o niñas de cada 10.000.
Asimismo una encuesta de UNICEF del 26 de diciembre de 2023 ha revelado que un número cada vez mayor de niños y niñas no satisface sus necesidades nutricionales básicas. Alrededor del 90% de los menores de dos años en Gaza únicamente consumen alimentos de dos grupos o menos. En una encuesta realizada dos semanas antes, la cifra era del 80%. La nutrición de las mujeres embarazadas y lactantes también se ha visto gravemente comprometida: el 25% sólo consume un tipo de alimento, y casi el 65% sólo dos.
Esta realidad no es consecuencia de la guerra sino el resultado directo de la política manifiesta de Israel. Los residentes dependen ahora totalmente del suministro de alimentos procedentes del exterior de Gaza, pues ya no pueden producir casi ningún alimento por sí mismos. La mayoría de los campos cultivados han sido destruidos, y en todo caso el acceso a zonas abiertas durante la guerra es peligroso. Panaderías, fábricas y almacenes de alimentos han sido bombardeados o cerrados por falta de suministros básicos, combustible y electricidad. Las reservas de las casas particulares, tiendas y almacenes se han agotado hace tiempo. En estas condiciones, las redes de apoyo familiar y social que al principio de la guerra proporcionaban asistencia a los residentes también han colapsado.
Sin embargo, Israel niega deliberadamente la entrada en Gaza de alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de la población. Sólo permite la entrada de una fracción de la cantidad de alimentos que entraba antes de la guerra, e impone limitaciones en los tipos de productos, en cómo se introducen y en cómo se distribuyen dentro de Gaza.
Por ejemplo, casi todas las mercancías entran por el paso fronterizo de Rafah, un paso de pasajeros que no está equipado para grandes transportes comerciales, lo que limita el número de camiones que pueden acceder y crea un cuello de botella. Aunque Israel ha permitido recientemente la entrada de camiones también por el paso de Kerem Shalom, diseñado para el transporte comercial, se trata de una medida simbólica que no ha aliviado las dificultades. Además, Israel obliga a las organizaciones asistenciales a adquirir los alimentos en Egipto y les impide comprarlos en Israel, lo que permitiría transferir las mercancías de manera más eficaz y rápida. Israel también prohíbe al sector privado de Gaza comprar alimentos, lo que podría aumentar significativamente el suministro.
Bajo las condiciones actuales las organizaciones asistenciales tienen serias dificultades para operar, y la mayor parte de la limitada ayuda que se permite entrar se queda en Rafah en lugar de llegar a los residentes de toda la Franja. Martin Griffiths, Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia de la ONU, ha enumerado las razones por las que la ayuda no se puede distribuir eficazmente. Entre otras señala que los camiones se inspeccionan varias veces antes de que Israel les permita el acceso a Gaza, e incluso entonces se forman largas colas debido a las condiciones del paso fronterizo de Rafah. Los pocos alimentos que llegan son muy difíciles de distribuir debido a los bombardeos constantes, a las carreteras destruidas, a los frecuentes cortes de comunicaciones y a que los refugios están desbordados por los cientos de miles de desplazados internos que se hacinan en zonas cada vez más pequeñas.
Israel puede cambiar esta realidad si quiere. Las imágenes de niños y niñas mendigando comida, de gente haciendo largas colas para recibir míseras limosnas y de residentes hambrientos cargando contra los camiones de ayuda son ya inadmisibles. El horror crece por momentos y el peligro de hambruna es real. Aun así Israel mantiene su política.
Cambiar dicha política no es sólo una obligación moral. Permitir la entrada de alimentos en la Franja de Gaza no es un acto de benevolencia sino una obligación positiva en virtud del derecho internacional humanitario: la inanición como método de guerra está prohibida, y cuando una población civil carece de lo necesario para sobrevivir, las partes en conflicto tienen la obligación positiva de permitir el paso rápido y sin trabas de la ayuda humanitaria, incluidos los alimentos. Estas dos normas se consideran derecho consuetudinario y su violación constituye un crimen de guerra según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Artículo original: https://www.btselem.org/gaza_strip/20240108_israel_is_starving_gaza Traducción: Loles Oliván Hijós para viento sur
Fuente: https://vientosur.info/israel-mata-por-hambre-en-gaza/