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Israel teme a sus judíos árabes

Fuentes: Znet

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

La semana pasada, con una medida poco conocida, el ministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman, le prohibió a un funcionario cercano al presidente palestino, Mahmoud Abbas, la entrada a Israel. Mohamed Madani está acusado de «actividades subversivas» y «terror político».

Vale la pena considerar cuáles son sus crímenes, tal como los define Lieberman. Ellos sugieren que el conflicto de Israel con los palestinos tiene sus raíces menos en temas de seguridad y más en el colonialismo europeo.

En su rol como presidente del comité de Palestina para la interacción con la sociedad israelí, Madani había utilizado, comprensiblemente, sus visitas a Israel para encontrarse con los judíos israelíes, pero eligió a las personas equivocadas.

Trató de abrir un diálogo con los que se conocen en Israel como mizrahim, los israelíes descendientes de los judíos que emigraron de los estados árabes tras la creación de Israel en 1948. Hoy en día estos judíos árabes representan alrededor de la mitad de la población de Israel. Es conocido que Abbas es un entusiasta de la idea de forjar lazos con ellos.

La mayor parte de los dirigentes del país se identifican como judíos europeos o askenazíes. Desde el principio, esta élite europea desconfiaba de los judíos árabes, los veía como una población «retrasada» que podría socavar la afirmación de Israel de ser un puesto de avanzada del Occidente «civilizado» en el Medio Oriente.

Pero más específicamente, los askenazíes temían que un día los judíos árabes podrían hacer una alianza política con la población nativa, los palestinos. A continuación, los askenazíes estarían en inferioridad numérica. Los mizrahím, que procedían de países tan diversos como Marruecos e Irak, tenían mucho más en común con los palestinos que con los recién llegados de Europa.

Originalmente, los fundadores de Israel habían tenido la intención de no incluir a los judíos árabes en su proyecto de nación. Se vieron obligados a reconsiderarlo sólo porque el genocidio de Hitler en Europa les privó de un número suficiente de judíos «civilizados».

Los archivos revelan que Israel diseñó gran parte de la migración de los judíos árabes, induciéndolos con falsas promesas o realizando operaciones de bandera falsa para fomentar su sospecha en sus países de origen. Eran vistos como mano de obra barata útil, para reemplazar a los palestinos que habían sido expulsados.

David Ben Gurion, un polaco que se convirtió en el primer jefe de gobierno, describió a los mizrahim exclusivamente en términos negativos, como «chusma» y «polvo humano». Eran una «generación del desierto». Los inmigrantes mizrahim fueron sometidos a un programa de «des-arabización», su supuesto retraso se trató como si fueran portadores de una enfermedad. Se los roció con DDT en los vuelos a Israel.

Hay documentos que muestran al ejército debatiendo enérgicamente si sus nuevos reclutas judíos árabes eran retrasados ​​mentales, tratándolos como una causa perdida, o simplemente primitivos, una condición que debía ser extirpada con el tiempo.

Para Ben Gurion, Israel debía «luchar contra el espíritu del Levante que corrompe a individuos y la sociedad… No queremos que los israelíes se conviertan en árabes».

Esa tarea se hizo más difícil porque, a pesar de una agresiva campaña de expulsión en 1948, Israel todavía incluía una importante población de palestinos que se habían convertido en ciudadanos.

Israel l mantuvo alejada a la población palestina de los mizrahim por medio de la segregación: comunidades y sistemas educativos separados. A los niños mizrahim se les prohibió hablar en árabe en sus escuelas judías, y se les hizo sentir vergüenza por las maneras ignorantes de sus padres.

Siempre hubo quienes se resistieron a los estereotipos negativos. En la década de 1970, incluso crearon una versión local de las panteras negras, el nombre del grupo afroamericano militante en los Estados Unidos, haciéndose eco de sus demandas para el cambio revolucionario.

Hoy en día, esto es historia antigua. Un pequeño número de mizrahim se ha unido al Arcoíris Democrático, que se centra en la justicia social para los judíos árabes. Otros han buscado consuelo en el fundamentalismo religioso.

Aún muchos han internalizado el auto-odio cultivado para ellos por el estado. Muchos ahora votan por la extrema derecha, incluyendo el partido Likud de Benjamin Netanyahu, el rival oficial de los fundadores del partido Laborista.

La fanática plataforma anti-palestina del Likud ha resultado atractiva. La advertencia de Netanyahu en la víspera de las elecciones acerca de que los «árabes están saliendo a votar en masa» reunió a los votantes mizrahím alrededor del Likud y, probablemente, lo devolvió al poder

El odio de los mizrahím a los palestinos se puede ver cada fin de semana en las gradas del club de fútbol principal de Jerusalén, donde se escucha el grito de «muerte a los árabes».

Uno de ellos, Elor Azaria, un soldado israelí, llevó el lema a la práctica. En marzo fue captado por la cámara ejecutando a un palestino que yacía herido en una calle de Hebrón. Netanyahu y Lieberman le han ofrecido su respaldo.

Por su parte, los askenazíes más «moderados», incluyendo el mando del ejército, , se han distanciado de Azaria, por temor a los daños que sus acciones muy públicas podrían ocasionar a las credenciales «occidentales» de Israel.

Sin embargo, su aversión a todo lo árabe no es menos intensa que la de los fundadores del país.

La semana pasada un grupo de ex generales del ejército y políticos askenazím que apoyan una solución de dos estados, emitió un video en el cual se imaginaba el «escenario de pesadilla» en el cual palestinos dejan las armas y se dirigen a las urnas para elegir a uno de los suyos como alcalde de Jerusalén.

Fue precisamente este tipo de «terror político» que llevó a Lieberman a prohibir a Madani ingresar a Israel la semana pasada. Con los judíos árabes del lado de los palestinos, el conflicto con Israel podría ser finiquitado en las urnas. Realmente, esto sí sería subversivo.

Una versión de este artículo apareció por primera vez en la Nacional, Abu Dabi.

Jonathan Cook ganó el Premio Especial Martha Gellhorn de Periodismo. Sus últimos libros son «Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East» (Pluto Press)   ) y »   «Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair» (Zed Books). . Su sitio web es www.jonathan-cook.net .

Fuente: https://zcomm.org/znetarticle/israels-fear-of-the-desert-jews-in-its-midst/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.