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Israel y sus patas cortas

Fuentes: Rebelión

Israel como entidad y la ideología que la sustenta, el sionismo, están marcadas por la mentira como esencia de su nacimiento y actuar. Su visión de mundo y la conducta seguida contra otros pueblos está basada en el carácter mesiánico de aquellos que han permitido el surgimiento, tanto del régimen israelí como del desarrollo de su doctrina mesiánica.

Un antiguo refrán afirma que “las mentiras tienen patas cortas” pero, cuando el paso de los años va marcando una política de quimeras proferidas por una entidad nacida, igualmente, mediante acciones falsarias, de farsa tras farsa, acumulándose pesadamente sobre las espaldas de un pueblo, se va generando también la idea que los mitos, las falacias, los engaños pudiesen tener algo de verdad. Y así, esas mentiras van mutando, dando un segundo paso con patas cada vez más largas, con el objetivo de tender un manto de olvido sobre ocupaciones, colonialismo y crímenes.

Esa es la realidad de una entidad autodenominada Israel, nacida a la luz internacional un día de mayo del año 1948 justificando ese inicio a la luz de mitos fundacionales, propios de cuentos infantiles. Una de esas ficciones refiere a un supuesto pueblo judío (1) como si la religión formase la concepción y características de lo que se conoce como pueblo, que habría recibido la gracia divina de ser considerado la niña de los ojos de un dios, un pueblo elegido por obra y gracia del poder supremo y omnipotente de una divinidad que prefirió a estos seres humanos por encima del resto de la humanidad.

Idea, que a lo largo de la historia ha sido también usada como argumento para dominar a países y sociedades, como es el caso de Estados Unidos y su destino manifiesto, junto a asociaciones cristianas de ese país – aliadas algunas de ellas con el sionismo – que suelen argumentar que tienen una misión divina cuyo objetivo es promover los valores cristianos y de luchar activamente contra los enemigos de esos valores y del estilo de vida estadounidense. Noción manifestada también en el nacionalsocialismo cuya idea principal era que un pueblo elegido (lo que llamaban la raza superior aria) estaba destinada a dominar sobre el resto de la humanidad y con la necesidad de un espacio vital (el denominado lebesraum)

Otro de los mitos esgrimidos por el sionismo refiere, a que ese supuesto pueblo elegido, no puede andar errando por el mundo como un mendicante, sino que deben tomar posesión de una tierra, que al parecer el mismo dios que les dijo que eran “la créme de la créme” les habría prometido su propiedad, sin exhibición alguna de título que demostrara esa presente anunciado a Abraham. Pero, al parecer el dios judío tenía características de cartógrafo y si bien, tanto en los libros del Génesis como del Éxodo los límites de la dádiva divina no son tan precisos y hablan de extensiones “desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos y desde el desierto hasta el río Éufrates” en el Tanaj (también conocida como Biblia hebrea) esos límites parecen haber sido ejecutados con un GPS (2)

A las mencionadas fábulas se une otra idea fantasiosa, que así haya sido mencionado por restauracionistas o sionistas en su origen, refleja exactamente lo que deseaban colocar en la discusión aquellos que perseguían con apoyo del imperialismo británico, establecer una punta de lanza de la hegemonía de ese poder global en Oriente Medio. Palestina, en esa creencia, era un objetivo para ocupar y colonizar porque sostenía este sionismo que era “una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra”. Aunque en el momento en que dicha máxima comienza a adquirir fuerza tras los congresos sionistas celebrados a fines del siglo XIX, existieran en Palestina 700 mil nativos y sólo 15 mil árabes de creencia judía. Una idea que no sólo va en el camino de justificar la necesidad de un supuesto retorno, sino que le da el carácter fundacional al sionismo como ideología.

Otro de los mitos, que comienza a establecerse como una verdad irrefutable y hasta punible cuando se discute y se critica al sionismo como ideología criminal, es atribuir elementos de discriminación – denominándolo erradamente como antisemitismo o antijudaísmo – frente a la legítima critica del actuar político, como ocupante y colonizador de ese sionismo concretado a partir del año 1948 como entidad israelí. El oportunismo de la denominación antisemita, para generar así solidaridad con Israel, apelando al supuesto carácter semítico de aquellos colonos extranjeros, que comienzan a instalarse en Palestina.

Gran parte de esos inmigrantes llegan a tierras de Palestina desde tierras europeas, nacionales de Alemania, Inglaterra, Francia, Polonia, Rusia, muchos de ellos de habla Yiddish (idioma que mezcla de elementos del francés antiguo, alto alemán, hebreo y dialectos del norte de Italia) hablado, principalmente, por las comunidades alemanes askenazis, gran parte de ellas escasamente creyentes, considerados como judíos conversos (de origen jázaro en forma preponderante) por tanto, el carácter identitario semita suele ser uno más de la ficción narrativa sionista. En este marco de mitos se desenvuelve la fantasía sionista, destinada a justificar la ocupación y colonización de Palestina, que ha transitado por guerras de ampliación, como fue la guerra de junio del año 1967.

La ocupación de sitios sagrados del pueblo palestino, que tejen otro manto de ficción religiosa, tratando de presentar las lógicas acciones de resistencia palestina como parte de una guerra religiosa. Ello, bajo un supuesto ataque a lo “judío” de tal manera de atraer opiniones favorables de potencias occidentales donde la islamofobia y la desconfianza, por ejemplo, contra lo árabe, ha logrado ser sembrado en suelo fértil. Un marco también dotado de impunidad gracias a la labor de los lobbys como se dio a conocer en segundopaso.es en su programa opinión sin mordaza.

En estos días, donde el gobierno del procesado primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, en una administración conjunta con el ex jefe del estado mayor del ejército ocupante Benny Gantz (responsable militar de los crímenes contra la población de Gaza en la agresión del año 2014) han decidido, al amparo de la “imposición del siglo” acordado con Washington, anexionar el 30% de tierras cisjordanas bajo el eufemismo de “extender la soberanía israelí sobre Judea y Samaria”; estos mitos se han hecho más presentes que nunca, para tratar de argumentar en una forma, que no parezca que son un gobierno y simpatizantes esquizofrénicos.

La campaña de Hasbara y limpieza de imagen de los crímenes del sionismo, incluyen las orientaciones entregadas al cuerpo diplomático sionista, entre ellas a la actual embajadora de la entidad sionista en Chile, Marina Rosenberg, que con su acento porteño y sus videos edulcorantes y fantasiosos, pretende hacer creer que Israel es una maravilla y que todo lo que realiza va en función de vivir en paz y prosperidad. La Sra. Rosemberg, formada en la estrategia de la Hasbara, ha sostenido en una declaración pública, que nada sabe de los intentos de su gobierno de anexionar tierras palestinas. Su Twitter publicado el día 30 de junio del 2020 a las 10:27 de la mañana asevera: “En las últimas semanas he visto especulaciones, que rozan el fake news, sobre una posible extensión de la soberanía israelí en Judea y Samaria. Nadie tiene la bola de cristal, para saber que decide el nuevo gobierno de unidad. Lo único seguro es que Israel sigue comprometida con la paz”.

Tal declaración presenta a esta embajadora, ya sea como una verdadera inepta en materia de conocer lo que el gobierno que la envió a Chile piensa y hace o simplemente es un maniquí puesto allí sin capacidad de razonar. Esto, pues resulta evidente, que el Twitter difundido es un insulto a la inteligencia y un atropello al derecho internacional. No es raro, los sionistas se comportan así, mucha parafernalia, fuegos de artificio en los avances tecnológicos, en su autocalificación de país gayfriendly, en la utilización que hace de los recursos acuíferos (usurpados al pueblo palestino por supuesto) en sus capacidades de crear empresas emergentes, pero imposibilitados de mostrar un mínimo de decencia, dignidad y humanidad.

Tal vez, porque en su autodenominación de pueblo elegido, piensan que todo el resto de la humanidad (los Goyim) son una masa de idiotas, incapaces de estar a la altura de esta “niña del ojo de dios”. En mi caso suelo recordar, como prueba de ese mesianismo, las expresiones de su ex primer ministro, Menachem Begin, quien en un discurso ante la Knesset el año 1978 revela en toda su dimensión a este régimen y su ideología: Nuestra raza es la raza maestra. Nosotros somos dioses sobre este planeta. Somos tan diferentes de las razas inferiores como ellos lo son de los insectos. De hecho, comparadas con nuestra raza, las otras son bestias, ganado a lo sumo. Las demás razas son consideradas como excremento humano. Nuestro destino es gobernar sobre las razas inferiores. Nuestro reino terrenal será gobernado con vara de hierro por nuestro líder. Las masas lamerán nuestros pies y nos servirán como nuestros esclavos”.

Ante ese tipo de declaraciones no se ha escuchado ni leído nunca una declaración de condena de la comunidad judía de Chile. Pero, sí la defensa irrestricta de una entidad extranjera. En una misiva, enviada a sus miembros el día 30 de junio del 2020 solicitan, vanamente, no subirla a las redes sociales, demostrando en ella la misma supuesta ignorancia respecto a los objetivos expansionistas y de robo de tierras de su gobierno. Y no hablo del gobierno chileno, pues si algo ha demostrado esta comunidad es la absoluta lealtad a un gobierno extranjero, que suelen defender con dientes y uñas y al cual incluso, suelen mandar sus hijos para hacer el servicio militar, generalmente en los territorios de un estado ocupado como es el palestino.

A confesión de parte relevo de pruebas se suele decir en el ámbito jurídico y en su comunicado señala esta comunidad: “sepan que cumpliremos, férreamente, con nuestro mandato de cuidar a nuestra comunidad, al pueblo judío y el apoyo al estado de Israel”. No hay referencia ninguna al país en el cual muchos de ellos nacieron o fueron acogidos y donde han desarrollado su vida. Estamos en presencia de una comunidad con cero críticas a una potencia extranjera que viola el derecho internacional, ocupa tierras que no le pertenecen, que extermina a su población, que asienta colonos violando el IV Convenio de Ginebra, que ejecuta asesinatos selectivos, bombardea países gozando de la impunidad de su alianza con Washington. Es una comunidad obcecada, cómplice y aval del sionismo. Su silencio, manifestado en su advertencia a sus miembros, evidencia la imposibilidad de defender una postura criminal. No se puede estar ocultando permanentemente la mano del que asesina y justificándolo contra viento y marea.

Veremos cómo reaccionará tanto el gobierno israelí como la comunidad judía chilena frente a la decisión del senado chileno, que el día viernes 1 de julio, con 29 votos a favor, 0 en contra y seis abstenciones, resolvió solicitar a la presidencia a través de la cancillería “revisar todos los tratados entre Chile e Israel para asegurar de que ellos incluyen referencia específica a las fronteras de Israel, reconocidas como las fronteras anteriores a la guerra de junio de 1967, de acuerdo a la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU, que reconoce al Estado de Palestina sobre la frontera de 1967 con Al Quds Este como su capital”.

Lo más probable es que tenga la misma opinión expresada contra la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien declaró que “la anexión sea un 5% o un 30% es ilegal y punto”. Palabras que no gustaron a Tel Aviv quien acusó a la alta funcionaria de unirse a la campaña palestina conjunta, aún antes que el gobierno sionista haya decidido avanzar con la decisión final que se tomó sobre el asunto. “Durante mucho tiempo, Israel ha perdido la confianza en la capacidad de la comisionada para promover los derechos humanos en nuestra región de una manera justa”, señaló el comunicado demostrando que las denuncias y presiones internacionales han hecho mella en un Netanyahu que, soberbio, decidió avanzar contra viento y marea en su decisión de seguir usurpando tierras palestinas.

Sostuve, hace un tiempo, que de nada sirven las operaciones de lavado de imagen que pretende mostrar a Israel una sociedad “democrática y de corte occidental” pues la porfiada realidad manifiesta que el criminal podrá vestirse de ropajes de demócrata, pero la sangre que chorrea de su vestimenta lo denuncia y condena, al igual que las patas cortas de sus crónicas mentiras. Nuestro deber es impedir que esas patas muten y más bien las cortemos de raíz.

Notas:

  1. En la presentación del libro del historiador israelí Shlomo Sand, la Editorial Akal señala “Todo moderno Estado-nación cuenta con una narración de sus orígenes, transmitida tanto por la cultura oficial como por la popular; entre tales historias nacionales, sin embargo, pocas han sido tan escandalosas y controvertidas como lo es el mito nacional israelí. El muy conocido relato de la diáspora judía del siglo I d.C. y la reivindicación de una continuidad cultural y racial del pueblo judío hasta el día de hoy, resuenan más allá de las fronteras de Israel. Pese a su abusivo empleo para justificar el asentamiento de judíos en Palestina y el proyecto del Gran Israel, se han realizado muy pocas investigaciones académicas sobre su exactitud histórica. En este valiente y apasionado libro, Shlomo Sand demuestra que el mito nacional de Israel hunde sus orígenes en el siglo XIX, no en los tiempos bíblicos en los que muchos historiadores judíos y no judíos reconstruyeron un pueblo imaginado con la finalidad de modelar una futura nación. Sand disecciona con la minuciosidad de un forense la historia oficial y desvela la construcción del mito nacionalista y la consiguiente mistificación colectiva. https://www.akal.com/libro/la-invencion-del-pueblo-judio_34755/
  2. “Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, esta será la tierra que os ha de caer en herencia, y estos serán sus límites: tendréis el lado del sur desde el desierto de Zin hasta la frontera de Edom, y su límite estará en el extremo del mar Salado, hacia el oriente. Este límite os irá rodeando desde el sur hasta la subida de Acrabim, y pasará hasta Zin; se extenderá del sur a Cades-Barnea, continuará a Hasar-Adar y pasará hasta Asmón. Rodeará este límite desde Asmón hasta el torrente de Egipto y terminará en el mar. El límite occidental será el mar Grande; este límite será el límite occidental. El límite del norte será este: desde el mar Grande trazaréis una línea hasta el monte Hor. Del monte Hor trazaréis una línea hasta la entrada de Hamat, y seguirá aquel límite hasta Zedad. Seguirá luego hasta Zifrón y terminará en Hazar-Enán. Este será el límite del norte. Como límite al oriente trazaréis una línea desde Hazar-Enán hasta Sefam. Este límite bajará desde Sefam a Ribla, al oriente de Aín. Seguirá descendiendo el límite y llegará a la costa del mar de Cineret, al oriente. Después descenderá este límite al Jordán y terminará en el mar Salado: esta será vuestra tierra con los límites que la rodean” Números 34:1-12