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Judíos, jazz y socialismo

Fuentes: Tlaxcala

Traducción Manuel Talens

¿Que pensarían ustedes de un programa de radio especializado en música clásica aria que sólo presentarse compositores e intérpretes arios?

Supongo que conozco la respuesta: se sentirían inquietos e incluso algunos desearían protestar. Sin embargo a Mike Gerber, uno de los autores que escriben en la revista británica Jewish Socialist Magazine, que además es miembro del Grupo Socialista Judío, de Gran Bretaña, ha tenido una ocurrencia muy similar: va a lanzar un programa de radio con jazz «únicamente de judíos». He aquí un resumen de su comunicado de prensa, que ha difundido esta mañana: «Soy Mike Gerber, autor del libro Jazz Jews [Judíos del Jazz], por el cual me han encargado que presente un programa sobre los judíos del jazz en la emisora de Internet UK Jazz Radio… Mi programa incluirá jazz fusions judías de todo tipo; música étnica judía como el klezmer; jazz israelí y también se centrará en los grandes compositores judíos usamericanos. Irán apareciendo en él algunos de los muchos músicos judíos que han contribuido al jazz…»

Supongo que no aceptaríamos un programa radiofónico de música clásica aria, pero un programa de jazz judío debe ser kosher, al menos lo suficiente como para que www.jazzradio.com le dé cobertura. Conocí a Mike Gerber hace diez años. Vino a mi casa para hacerme una entrevista sobre los judíos y el jazz y se sentó a mi lado durante muchas horas mientras trataba desesperadamente de arrancarme alguna idea sobre el vínculo inherente entre el jazz y los judíos. No pude ayudarlo, no soy musicólogo. Además, no encuentro ninguna influencia particular de la música judía en el jazz. También es verdad que algunos de los grandes intérpretes y compositores del jazz eran de etnia judía (esto, en sí mismo, merecería un estudio), pero el jazz, como forma artística, está lejos de ser judeocéntrico o judío. La grandeza de la música del jazz se basa en su capacidad de unir a la gente de todas etnias y colores. Si el jazz se convirtió en un lenguaje cosmopolita y en un símbolo de libertad se debió a su diversidad de sonidos, ritmos y culturas. Y, con todos los respetos que merecen Michael Gerber y su obsesión por la importancia cultural judía, no logro escuchar al judío en Gershwin o en Michael Brecker. En cambio sí que escucho en ellos a África, a Cuba, el blues, el barroco, Nueva York, París. De hecho, escucho todo en ellos, salvo el gueto judío. Durante nuestro encuentro, le insinué a Gerber que para muchos artistas judíos el jazz es en realidad una manera de escapar del gueto, de la sopa de pollo, del pescado gefilte, del sionismo y de otros símbolos característicos del pueblo elegido. Esto mismo también lo comenté con el batería Asaf Sirkis, con el compositor Chaz Jankel y con el legendario saxofonista neoyorquino Bob Berg y, obviamente, todos estuvieron de acuerdo conmigo. Por mi parte, doy testimonio de que cuando inicié mi camino en el jazz, al cabo de doce compases me olvidé por completo del sionismo, de Israel y del ejército israelí. No me apetecía morir en el altar sionista, prefería el swing en París o el bop en Nueva York. Para muchos de nosotros, israelíes y músicos judíos, el jazz era una puerta abierta hacia la liberación. A Gerber no le gustó mucho mi idea, porque podía desbaratarle fácilmente su proyecto judío. Se pasó siete años escribiendo un gigantesco tratado sobre los judíos y el jazz que, en mi opinión, es uno de los libros más inquietantes de la historia de la literatura jazzística. Tal como puede leerse en el sitio web de Gerber, el libro «explora el papel que tuvieron los judíos en el fin de la discriminación racial en el jazz usamericano, así como en el uso del jazz como un instrumento contra el apartheid y contra la represión soviética». Pero en esas afirmaciones hay un problema que salta a la vista: por muy importante que sea para Gerber el presentar el jazz judío como «un movimiento progresista», no está nada claro por qué los músicos judíos de jazz no se implican activamente en el movimiento antisionista. Si los músicos judíos de jazz son maravillosamente progresistas, ¿cómo es que ninguno de sus colectivos denuncia el sionismo o a Israel? Está claro que Gerber no tiene ni idea de lo que es el jazz ni el espíritu del jazz. No se da cuenta de que tocar música es una manera fundamental estar entre los demás. Cuando uno está tocando jazz, el racismo, la identidad, la política y las barreras culturales se dejan de lado. El hecho de producir belleza con otros es en sí mismo la manifestación más exaltante del jazz. Los músicos de jazz no tienen que decir gran cosa, porque es su música la que transmite el mensaje. En nuestro Jazza Festival, que tuvo lugar la semana pasada, actuaron al menos cuatro artistas judíos, pero lo hicieron como seres humanos ordinarios: no llevaban ni banderas ni pancartas y tampoco pidieron ningún tratamiento especial. Gerber, sin embargo, no vino a nuestro concierto (incluso si siempre suele llamarme de antemano para pedirme un «pase de prensa» y entrar de gorra al Ronnie Scott cuando toco allí). Tampoco los Grupos Socialistas Judíos ni ninguna otra organización judía apoyaron el festival. Pero me apresuro a decir que muchos judíos sí lo hicieron. Vinieron como seres humanos ordinarios. Al contrario de lo que hacen Mike Gerber y sus socialistas judíos, ellos sí que se han asimilado en la humanidad.

Zelig en el desayuno

Hace tres semanas, Gerber me pidió que le enviase alguna música para su programa de radio «sólo para judíos». Obviamente, me negué. Le sugerí que el día que decida programar y promocionar música de gentiles no dude en contactarme de nuevo y lo tendré en cuenta. Esta mañana, después de leer el comunicado de prensa de Gerber le envíe un mensaje sarcástico: le dije que mi amigo (imaginario) alemán «Klaus Hoffman quiere lanzar un programa de Jazz Ario». Pensé que sería estupendo que hubiese dos programas de radio racistas al mismo tiempo. Gerber se sintió ofendido y me contestó de inmediato: «Una parte fundamental del programa es el jazz judío y también hay mucho jazz israelí». Y añadió: «Si es normal que haya programas de jazz latino, también lo es que haya programas del subgénero del jazz judío». La respuesta de Gerber me sorprendió. A pesar de que es miembro del Grupo Socialista Judío y de que los socialistas judíos pretenden que son también antisionistas y apoyan el boicot cultural de Israel, Gerber de repente ha decidido apoyar al Estado judío como una Meca cultural. Incluso se ha convertido en un portavoz activo del arte israelí (en vez de boicotearlo). Es lo que pasa, cuando uno arrincona a un socialista judío, éste suele cambiarse de chaqueta. Incluso se las ha arreglado para apoyar la cultura sionista. Puedo aceptar que Israel sea un pozo sin fondo de increíbles talentos del jazz, pero todavía nadie ha respondido a mi pregunta: ¿Existe el jazz judío? O bien Gerber nos está engañando o bien es él quien se ha dejado engañar. La diferencia entre el jazz latino y el jazz judío es enorme: el jazz latino es sin duda alguna un género musical asociado intrínsicamente a una región geográfica. Los músicos del mundo entero pueden definir con facilidad el jazz latino en términos musicales y cualquiera puede unirse a un combo de jazz latino siempre que conozca razonablemente su lenguaje musical. Por el contrario, el jazz judío no es una forma artística ni tampoco un género musical. No existe fuera de la cabeza de Gerber. Supongo que para aparecer en su libro lo único que uno necesita es una madre judía, lo cual es exactamente lo mismo que uno necesita para emigrar a Israel y vivir en una tierra que pertenece a los palestinos. Me alegra tanto ver que Israel muestra su verdadera naturaleza como ver que Mike Gerber lleva adelante su proyecto. Fue él quien hace diez años me abrió los ojos con su extraño orgullo colectivo judío. Fue él quien inspiró mi invento del personaje satírico Artie Fishel, un músico usamericano totalmente convencido de que el jazz no es ni americano ni africano, sino judío de punta a rabo. Al igual que Gerber, Fishel quiere devolver el jazz a donde pertenece, es decir, a la Banda Prometida [1]. Por muy trágico que parezca, la verdad es que la política judía es siempre una forma de sionismo. Los invito a escuchar a Artie Fishel y su Promised Band mientras reflexionan sobre Mike Gerber y su socialismo kosher.

Nota

[1] Chiste intraducible, pues juega con la similitud en inglés entre Promised Land (Tierra Prometida) y Promised Band (Banda Prometida). [N. del T.]

Fuente: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=2070