La invasión de Gaza por parte de Israel entra en su sexto mes y su impacto en los niños ha sido devastador. En los próximos meses solo puede empeorar.
Las agencias de la ONU estiman que 17.000 niños han quedado huérfanos o aislados de sus familias, y uno de cada 6 niños menores de dos años sufre malnutrición aguda. El ministro de sanidad de Gaza informó de la muerte de 23 niños por malnutrición o deshidratación en las últimas semanas. De las más de 31.000 personas asesinadas en Gaza, más de 13.000 son menores.
El muelle flotante temporal propuesto por Joe Biden y los lanzamientos aéreos de suministros son insignificantes ante esta catástrofe humanitaria que está teniendo lugar ante nuestros ojos. La ONU ya ha advertido que alrededor de 580.000 palestinos (una cuarta parte de la población de Gaza) están “a un paso de la hambruna”.
Estos datos y esta situación me resultan demasiado familiares. Siendo una refugiada palestina, viví buena parte de mi vida en el Líbano con mi familia. Viví la guerra civil y la invasión israelí en 1982, el asedio de Beirut, la posterior ocupación de Líbano, así como la invasión de 2006.
La experiencia del desplazamiento y de enfrentarme a la muerte a diario sigue clavada en mi mente hoy en día. Recuerdo haber saltado por encima de cadáveres desparramados después de que un ataque aéreo israelí alcanzara un edificio cercano a la casa donde nos refugiábamos.
Tengo muchos recuerdos horribles de este tipo. Los traumas psicológicos causados por los estragos de la guerra son cicatrices que duran toda la vida.
Ayuda estadounidense, armas estadounidenses
Israel continúa impidiendo que la ayuda humanitaria llegue a los palestinos de Gaza y ha atacado a los que intentan recibir esa ayuda. El último día de febrero fue testigo de cómo las tropas israelíes masacraron a más de 100 palestinos desarmados que esperaban recibir harina y ayuda humanitaria. Tres días más tarde, Israel asesinó a nueve civiles palestinos que hacían cola para conseguir harina en dos ataques separados.
Después de haber vetado en tres ocasiones las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU en las que se solicitaba un alto el fuego, la administración Biden también bloqueó una declaración que condenaba la “Masacre de la harina”, porque, supuestamente, “todavía no disponía de todos los datos sobre el terreno”.
A pesar de que Washington ha suministrado ingentes cantidades de municiones y ha proporcionado cobertura política al ejército israelí, ha declarado una y otra vez que es incapaz de influir en la política israelí.
En vez de eso, la administración Biden inició el lanzamiento aéreo de «comidas preparadas» en Rafah. Los lanzamientos aéreos son absolutamente insuficientes teniendo en cuenta las terribles necesidades de la población. Y el 8 de marzo las cajas que caían mataron a cinco personas, entre ellas dos niños, cuando uno o varios paracaídas no se abrieron. El puerto provisional propuesto por Biden tardará semanas en completarse mientras crecen las enfermedades y la desnutrición.
Mientras tanto, Israel ha continuado su campaña y está empleando armas estadounidenses. Mientras se entregaban las primeras gotas de ayuda, un ataque israelí con aviones no tripulados disparó a palestinos que se apiñaban en tiendas de campaña frente al hospital emiratí de Rafah. Al menos 11 civiles, entre ellos niños y dos trabajadores sanitarios, murieron y al menos 50 personas resultaron heridas.
Durante cinco meses, la administración Biden ha defendido las acciones de Israel y solo ha rrealizado críticas moderadas. Washington se ha mantenido firme en su apoyo a pesar de las abrumadoras pruebas de crímenes de guerra, incluida la determinación por parte del Tribunal Internacional de Justicia de un genocidio plausible.
Los portavoces de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional, así como el presidente Biden y el secretario de Estado Antony Blinken, han desestimado o restado importancia en repetidas ocasiones a los informes de Naciones Unidas, periodistas y organizaciones humanitarias sobre la catástrofe humanitaria que está siendo retransmitida en directo a una horrorizada audiencia mundial.
Incluso después de la «Masacre de la harina», el portavoz del Congreso de Seguridad Nacional, (NSC), John Kirby, insistió en que Israel «ha intentado ayudar con la entrega de ayuda humanitaria». Sin embargo, un puñado de manifestantes israelíes ha conseguido bloquear la entrada en Gaza de los camiones de ayuda. El ambiente carnavalesco de estos manifestantes israelíes en el paso fronterizo se ha producido a la vista de los medios de comunicación internacionales, así como del ejército israelí.
Israel también ha impedido la entrada en Gaza de artículos de primera necesidad y ha contribuido al dolor y sufrimiento de los niños palestinos. La CNN ha informado de que se ha prohibido la entrada en Gaza de kits de maternidad, sacos de dormir y compresas. Anestésicos, bombonas de oxígeno y muletas también figuran en la lista de artículos rechazados.
Nunca perdonarán
Las impactantes escenas de niños sometidos a operaciones quirúrgicas y amputaciones sin anestesia se han convertido en rutinarias, al igual que el acrónimo WCNSF, que describe a los “niños heridos sin familiares supervivientes”. Las declaraciones del secretario general de la ONU, Antonio Guterres advirtiendo el 6 de noviembre de que Gaza se estaba convirtiendo en un “cementerio de niños” se han hecho realidad.
Hind Rajab, una niña de seis años que hizo una llamada telefónica pidiendo ayuda cuando soldados israelíes dispararon contra el coche en el que viajaba con su familia, matando al resto de sus familiares e inmovilizándola a ella, fue asesinada tras una larga espera, junto a los auxiliares médicos que acudieron a salvarla.
Bebés como Mahmud Fattouh, de 45 días, que murió por deshidratación severa y malnutrición, o Ahmad, un niño que fue rescatado después de nueve días bajo los escombros, en estado esquelético, o Taleen, de 10 años, que reconoció el cadáver de su madre por el pelo.
Hay innumerables historias de madres que sostuvieron en brazos a sus hijos cuando exhalaron el último aliento. Y esto es solo una relación parcial. Hay otras miles de historias que no conocemos. Cuando quedan todavía miles de cadáveres enterrados bajo los escombros, posiblemente nunca lleguen a saberse las historias de muchos niños muertos.
Sin embargo la administración Biden insiste repetidamente que necesita más pruebas antes de condenar o criticar las acciones de Israel, normas que no ha aplicado a los palestinos, ni a las agencias de la ONU, ni al Tribunal Internacional de Justicia.
Los niños de Gaza han sufrido la pérdida de sus familiares más cercanos, en muchos casos sus padres, hermanos, abuelos y otros parientes. Sus casas y escuelas han sido destruidas, sus vecinos asesinados o desplazados, sus libros y juguetes se han perdido, sus mascotas han muerto, su parque favorito ha sido arrasado.
Sometidos a constantes bombardeos, los niños siguen enfrentándose a los graves peligros del asedio, la destrucción, el desplazamiento y el hambre. Estos peligros no harán más que aumentar en las semanas y meses posteriores al fin de los combates.
Y los niños nunca perdonarán el silencio y la complicidad de quienes apoyaron este horror.
Lo sé, yo fui una de ellos hace tiempo.
Dalal Yassine es colaboradora del Jerusalem Fund/Palestine Center en Washington
Fuente: https://electronicintifada.net/content/appalling-toll-children-will-leave-lasting-scars/45201
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