Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Las directivas para refugiarse en casa pueden estar aplanando una curva, pero han llevado a un aumento en la violencia doméstica y de género y el Gobierno israelí aún no ha ofrecido soluciones adecuadas.
Manifestantes contra la violencia de género por el asesinato de una mujer de 50 años a manos de su esposo el 4 de mayo de 2020. (Tomer Neunerg/Flash/90)
Un hombre decidió que su esposa e hija pasaban demasiado tiempo en sus teléfonos móviles durante la cuarentena, por lo que las ató y las golpeó. Una noche una mujer llamó a su puerta para encontrar a su vecina que sangraba por la nariz después de que su esposo la maltratara, de pie con su hijo, pidiéndole que llamara por teléfono. Una sobreviviente de abuso dejó de tomar su medicamento y desarrolló tendencias suicidas después de que su terapeuta se negase a tratarla por Zoom, porque no cree en la terapia remota.
Estos son solo algunos casos a los que las organizaciones de mujeres en Israel han tenido que responder desde que comenzó el brote de coronavirus en el país. Las directivas gubernamentales para refugiarse en casa pueden estar aplanando una curva, pero han llevado a un aumento en otra, ya que los incidentes de violencia doméstica y de género se han multiplicado, una tendencia global que ONU Mujeres ha descrito como «la pandemia en la sombra«. Seis semanas después de un cierre nacional -dicen los defensores de los derechos de las mujeres- el Gobierno israelí aún no ha ofrecido soluciones oportunas, dejando en peligro a las sobrevivientes de abusos.
Desde el 1 de marzo cinco mujeres y una niña de 10 meses han sido asesinadas por hombres de sus familias. Según el supervisor nacional sobre violencia doméstica, quien habló en una reunión de emergencia de la Knesset el domingo, dos hombres y dos mujeres se suicidaron debido a las amenazas que enfrentaban en sus propios hogares. Durante el mismo período la policía observó un aumento del 16 por ciento en los delitos de abuso doméstico y los informes a la línea directa de abuso doméstico del Ministerio de Trabajo, Asuntos Sociales y Servicios Sociales se han más que duplicado.
Orit Sulitzeanu, directora ejecutiva de la Asociación de Centros de Crisis por Violación en Israel (ARCCI siglas en inglés), dice que hubo un aumento del 50 por ciento los reportes al chat de emergencia en línea de la organización en abril en comparación con el mismo período de 2019. Mujeres contra la violencia, que opera una línea directa en árabe para ciudadanas palestinos, registró un aumento del 42 por ciento del 15 de marzo al 15 de abril en relación con el año anterior.
El confinamiento de las mujeres con sus abusadores, agravado por la incertidumbre de cuándo terminará la crisis del coronavirus y el creciente estrés económico, es una olla a presión, dice Michal Gera Margaliot, directora ejecutiva de la Red de Mujeres de Israel. «Esta es la peor de las situaciones para la violencia doméstica».
Los israelíes realizan una vigilia en una protesta contra la violencia de género luego del asesinato de una mujer de 50 años por su esposo, Bat Yam, 4 de mayo de 2020. (Tomer Neuberg / FLASH90)
En emergencias nacionales pasadas los informes de violencia doméstica tendieron a disminuir al principio y aparecieron solo más tarde -agrega Gera Margaliot- no porque los incidentes de abuso no ocurrieran, explica, sino porque los sobrevivientes no se sintieron seguros o no pudieron presentarse. Con el estallido de la pandemia, sin embargo, hubo un aumento inmediato en los números.
«Los breves descansos que darían a las mujeres maltratadas algo de espacio para respirar, cuando su maltratador sale de la casa para ir a trabajar, por ejemplo, se han ido», dice Samah Salaime, directora de Na’am, una organización de mujeres que opera en Ramleh, Lyd y Jaffa, y un colaborador de la revista +972. «Todas estas mujeres se quedan con la tensión».
Las amenazas a las que se enfrentan las mujeres maltratadas van más allá de la violencia física: es el colapso de los sistemas de apoyo formales e informales en los que muchas personas han confiado lo que las ha dejado angustiadas y particularmente vulnerables. Al comienzo de la crisis del coronavirus el Gobierno cerró sus servicios de asistencia social como medida preventiva contra la propagación de la enfermedad. Después de la presión de las organizaciones de la sociedad civil, los trabajadores sociales fueron devueltos a su capacidad total.
Los consejeros tampoco fueron reconocidos como trabajadores esenciales y todavía están de licencia. Parte del trabajo de Mujeres contra la Violencia en la crisis implica clamar por su regreso, para que puedan continuar trabajando en los casos. La organización también está pidiendo que se permita a las madres solteras calificar para recibir subsidios a nivel nacional y estar exentas del impuesto a la propiedad a nivel municipal, al igual que las empresas y los grupos de la sociedad civil.
Violencia doméstica en una sociedad militarizada
La Oficina del Primer Ministro inició una mesa redonda a fines de marzo para abordar el impacto de la crisis del coronavirus en las mujeres en Israel. La mitad de sus miembros son agencias estatales, incluidos representantes del Ministerio de Servicios Sociales y la policía, y la otra mitad, presidida por Gera Margaliot, son organizaciones de la sociedad civil.
Mujeres israelíes participan en una huelga nacional que protesta por la violencia contra las mujeres, Tel Aviv, 4 de diciembre de 2018. (Miriam Alster / Flash90)
Las discusiones en las mesas redondas han llevado a cierta acción. El Ministerio de Servicios Sociales ahora está operando una línea directa «silenciosa», que permite a las sobrevivientes que no pueden llamar mientras están en cuarentena con sus abusadores reportar sus casos a través de mensajes de texto. También se está planeando una campaña multilingüe para publicitar este recurso.
Esta semana se abrirá un nuevo refugio para mujeres maltratadas que necesitan estar en cuarentena, luego de que grupos de la sociedad civil expresaran la necesidad de algo así. Los 14 refugios existentes en el Estado están cerca de su capacidad total, una estadística que es poco probable que cambie, dado que las sobrevivientes no tienen a dónde ir, incluso si están listas para volver a ingresar a la sociedad.
Si bien los funcionarios del Gobierno han estado escuchando y tomando medidas en la dirección correcta, sus respuestas aún «no son efectivas», dice RelaMazali, cofundadora y coordinadora de Mesas de cocina sin armas, una coalición de 17 organizaciones que busca frenar la proliferación de armas en Israel.
Según una investigación global (Israel no recopila datos nacionales oficiales sobre delitos con armas de fuego), las posibilidades de que las mujeres sufran abusos o sean asesinadas son mucho mayores cuando hay armas en el hogar -afirma Mazali- quien también participa en la mesa redonda intersectorial del Gobierno.
A veces la violencia no es letal, explica. «Un arma puede ser muy amenazante para oprimir a una mujer, restringir sus acciones y subyugarla totalmente, solo por estar allí».
A mediados de marzo el Ministerio de Seguridad Pública ordenó a las compañías que recolectaran las armas de los guardias de seguridad que fueron puestos en licencia, que, según un tuit del ministerio de Seguridad Pública, Gilad Erdan, ascienden a más de 5.000 unidades. Pero las autoridades aún tienen que decir cómo se está haciendo cumplir este esfuerzo y quién tiene la tarea de supervisarlo, dice Mazali.
Tampoco está claro qué porcentaje representan esas armas de todas las armas en Israel, agrega. Según las estimaciones de Mesas de cocina sin armas, hay cientos de miles de portadores de armas en el país, no solo miembros de la fuerza policial y del servicio penitenciario, sino también empleados de empresas privadas o residentes de comunidades cerradas que están autorizados a portar armas.
La dificultad para comunicar la amenaza que representan las armas de fuego a las mujeres maltratadas es un testimonio del grado de militarización en la sociedad judía israelí, explica Mazali. “Los judíos israelíes no consideran las armas militares como una amenaza. Son etiquetadas casi automáticamente como protectoras, defensivas, por lo que aprendemos muy pronto, como niños pequeños, a no verlas”.
Israelíes protestan contra la violencia de género luego del asesinato de una mujer de 50 años por parte de su esposo, BatYam, 4 de mayo de 2020. (Tomer Neuberg / FLASH90)
El equipamiento para la ocupación y el de la opresión de las mujeres en sus hogares es el mismo, armas, dice ella. Uno de los objetivos de su organización es trabajar contra esa militarización, “solo para lograr que los judíos israelíes se den cuenta de que las armas son en realidad una amenaza, que matan y se vuelven contra las personas que se supone que deben proteger».
Esta normalización de la seguridad también dio forma a la respuesta de Israel a la pandemia. «Bajo el coronavirus todo fue redactado y conceptualizado inmediatamente en términos militarizados», dice Mazali. Más allá de eso, los esfuerzos para combatir la propagación de la pandemia fueron entregados a las autoridades militares, agrega.
“Involucrarse en presunciones y apagar incendios”
Para Naila Awwad Rashed, directora de Mujeres contra la Violencia, con sede en Nazaret, la respuesta del Gobierno ha sido una debacle, como se espera cuando se trata de asuntos civiles y sociales, dice. «El estado, en todos los aspectos, no demostró responsabilidad hacia sus ciudadanos, y más aún cuando se trata de ciudadanos palestinos», agrega, y señala que las mujeres palestinas están sujetas a varios estratos de negligencia.
Todas las organizaciones de mujeres podrían haber anticipado el salto en la violencia doméstica, a diferencia del Gobierno, que no tenía planes de acción listos, dice Awwad Rashed. Ahora, está ocupado haciendo conjeturas y apagando incendios. “No digo que no haya trabajadores profesionales en estos ministerios que carguen con el peso, ¿pero quién determina las políticas? Los dirigentes», afirma.
Dada la lenta, y a veces ausente, estrategia de respuesta del Gobierno al coronavirus en las ciudades y pueblos palestinos, el Alto Comité de Seguimiento, una organización paraguas que representa a los ciudadanos palestinos del país, creó la Autoridad Árabe de Emergencia, de la cual Awwad Rashed es miembro. Incluso allí los expertos inicialmente no pudieron identificar y planificar los asuntos de las mujeres, dice ella. «Tuvimos que exigir que discutan la violencia de género, que publiquen los números de la línea directa en la página oficial de Facebook de la Autoridad y que las autoridades locales también compartan estos recursos», explica.
“Estamos haciendo el trabajo para [el Gobierno]. Le estamos sirviendo soluciones en bandeja de plata”, dice Salaime de Na’am, quien también participa en la mesa redonda. Durante la primera semana del brote ayudó a organizar una protesta en línea contra la violencia de género en la que, según Salaime, participaron más de 100.000 personas.
«Nos encontramos no solo teniendo que responder a casos en el terreno, sino también teniendo que hacer un seguimiento de las políticas gubernamentales, cuando el Gobierno mismo está confundido», continúa. «Estamos saliendo lentamente de la crisis y las autoridades todavía están contemplando modelos apropiadosde implementación».
Mujeres protestan contra la violencia de género en Tel Aviv, 20 de diciembre de 2019. (TomerNeuberg / Flash90)
En una anterior mesa redonda -recuerda Salaime- el ministerio de Servicios Sociales dijo que estaba trabajando en un formulario de Google para que las mujeres maltratadas lo llenen, de modo que el ministerio pueda identificar sus necesidades. ¿Pero cómo puede una mujer en una aldea no reconocida, por ejemplo, sin acceso a infraestructura básica, completar este formulario?, pregunta.
Salaime sugiere que -en cambio- las autoridades deberían verificar activamente con las mujeres maltratadas, al menos aquellas que ya están en sus sistemas. También pide al Gobierno que reconozca los gastos en que han tenido que incurrir las organizaciones de mujeres debido al aumento de la violencia y que los compense retroactivamente.
No obstante los defensores dicen que sin un cambio de sistema continuarán los mismos descuidos y fallas para proteger a las mujeres. Para Sulitzeanu de ARCCI, el problema no está en los representantes estatales en la mesa redonda, de la cual ella también forma parte, el personal del Ministerio de Servicios Sociales «es profesional», dice ella. Su problema es con el descuido sistemático de Israel de los grupos marginados en la sociedad. Sin poder político estos grupos, incluidas las mujeres maltratadas, se quedan atrás, haciendo que cualquier cosa que no sean soluciones de parches sea casi imposible de lograr.
Las organizaciones de mujeres carecían de recursos suficientes antes de la pandemia, dice la doctora Yael Hasson, jefa de investigación de género en el centro de avanzada Adva Center, porque abordar la violencia doméstica y de género no está en la lista de prioridades del Estado. En su investigación Hasson identificó dos problemas estructurales principales: la ausencia de una autoridad estatal central responsable de implementar un plan nacional y racionalizar la coordinación entre las diferentes organizaciones relevantes y una grave escasez de fondos que crea una brecha entre los servicios que las mujeres maltratadas necesitan y lo que realmente obtienen.
Para Gera Margaliot el cambio necesario no vendrá a menos que las mujeres puedan participar activamente en la formulación de políticas, dice.
“Lo realmente sorprendente es que no somos una prioridad en el nivel de toma de decisiones. Es increíble», dice, y señala que el equipo reunido por el Consejo de Seguridad Nacional para sacar a Israel de la pandemia no tiene mujeres expertas.
La solución es integrar el género en la formulación de políticas, afirma.»No hay otra alternativa más que incluir las perspectivas de género en el nivel de toma de decisiones».
Corrección: Una versión anterior de este artículo decía que hay alrededor de decenas de miles de armas en Israel. Una estimación más precisa es de cientos de miles y el artículo se ha actualizado en consecuencia.
Henriette Chacar es editora y reportera palestina en la revista +972. También produce, presenta y edita el Podcast +972. Graduada de la Columbia Journalism School, Henriette trabajó anteriormente en un periódico semanal en Maine, Rain Media para PBS Frontline y TheIntercept.
Fuente: https://www.972mag.com/women-domestic-violence-coronavirus/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.