Podrá estar seguro el pueblo de una cosa, que es que podemos equivocarnos una y muchas veces, lo único que no podrá decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos (Fidel en Santiago de Cuba, 1 de enero de 1959) Esa Cuba humillada y triste que vio sus calles llenas de niños con caras […]
Podrá estar seguro el pueblo de una cosa, que es que podemos equivocarnos una y muchas veces, lo único que no podrá decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos (Fidel en Santiago de Cuba, 1 de enero de 1959)
Esa Cuba humillada y triste que vio sus calles llenas de niños con caras sucias y vientres hinchados, no precisamente por la llenura de un banquete; esa que sufrió el llanto de muchos padres por no poder traer a casa un bocado de comida; esa que bajó la mirada ante la vergüenza del campesino ultrajado frente a su prole; esa que sonrojada compartió con sus mujeres la humillación de la inferioridad.
De esa Cuba dio cuenta un censo realizado por una asociación católica en el año 1957, cuyos resultados publicó luego la entonces Revista Carteles:
·El obrero agrícola cubano no disponía, como promedio, de 25 centavos diarios para comer, vestir y calzar.
·El 60% de ellos vivía en bohíos de techo de guano y de piso de tierra, sin servicio, ni letrina sanitaria, ni agua corriente.
·El 85% de esas covachas -rezagos increíbles de la vivienda aborigen precolombina- solamente tenían una o dos piezas en las que debía hacinarse toda la familia para dormir.
·El 85% carecía de servicio de agua corriente.
·El 44% no asistió, no pudo asistir jamás, a una escuela.
Daba cuenta además la revista que «cuando cae la tarde, en el 88 % de esos bohíos hay que encender el quinqué… cuando se dispone de luz brillante. Y de refrigerador o nevera ¿qué decir? Solamente el 3% de los hogares rurales cubanos disponía de alguno de estos artefactos. La conservación de los alimentos, pues, apenas se conoce».
El alimento fundamental de esas familias era a base de arroz, frijoles y viandas. Solamente un 4% comía carne; un 2% consumía huevos; y un 11% tomaba leche. Su alimentación tenía un déficit de más de 1.000 calorías diarias, con ausencia de vitaminas y minerales fundamentales.
A la desnutrición, la ignorancia y la insalubridad habría que añadir la enfermedad y el parasitismo. La encuesta mencionada probó que el 14% de los obreros agrícolas de este país padeció de tuberculosis; que el 13% sufrió la tifoidea.
La capital, con el 22% de la población disponía del 65% de los médicos y el 62% de las camas hospitalarias. Resultaba paradójico que a pesar de ser Cuba un país de población mayoritariamente campesina, solamente había un hospital rural con 10 camas y sin ningún médico. La mortalidad infantil superaba los sesenta fallecidos por cada mil nacidos vivos, y la esperanza de vida apenas llegaba a los 58 años.
El seguro de enfermedad nunca existió y sus instituciones tenían siempre un gran déficit financiero. Durante casi siete años, el régimen de Batista llegó a manipular más de tres mil millones de pesos obtenidos por la vía de las recaudaciones y las emisiones de valores públicos.
Fuente:http://www.cubadebate.cu/especiales/2010/01/01/la-cuba-de-antes-de-1959-duele/