Intervención del autor en el panel «Sesenta años de la cultura como escudo de la Revolución» dentro del encuentro 60 años de la Revolución: Reflexiones y miradas interdisciplinarias a su sociedad y su cultura, celebrado en La Habana los días 10 y 11 de abril de 2019
Al destacar los sesenta años de la Revolución Cubana, centrados en esta ocasión en la cultura como escudo de la Revolución, resulta de gran importancia el legado de las ideas que Fidel Castro dejó a la juventud. En el acto en homenaje a los mártires del asalto al Palacio Presidencial, pronunciado en la escalinata de la Universidad de La Habana, el 13 de marzo de 1962, él dijo:
«¿Y qué juventud queremos? ¿Queremos acaso una juventud que simplemente se concrete a oír y a repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense. ¿Una juventud, acaso, que sea revolucionaria, por imitarnos a nosotros? ¡No! Sino una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, una juventud que se convenza a sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su pensamiento (APLAUSOS)».
Paralelamente a la actual ofensiva de Trump contra Cuba y Venezuela, Cuba aún enfrenta la guerra cultural dirigida por Estados Unidos (aunque no es la modalidad en marcha con Trump) reeditada con una «nueva apariencia» desde el 17D y profundizada con la visita de Obama a La Habana. Esta apunta, con mayor hipocresía que la línea de Trump y otros, al impenetrable escudo que Cuba siempre ha empuñado entre sus manos.
Como lo explica Fidel, la resistencia ideológica requiere una nueva manera de pensar, es decir, la capacidad de pensar las cosas por sí mismo. Esto implica también la iniciativa de examinar hechos sin anteojeras, por supuesto, siempre desde la perspectiva de la Revolución.
No obstante, si la ideología de Estados Unidos debiera abrirse camino en la cultura socialista cubana (aun cuando pudiese parecer superficial que esto consista en un evento o una declaración relativamente inocuos), a largo plazo el resultado podría ser fatal. La juventud cubana, a quien se dirige especialmente la agresión ideológica, está además mejor equipada para resistir.
Tomemos un ejemplo reciente. En La Habana Vieja fue organizado un desfile de modas con mucha fanfarria. Este fue unánimemente aplaudido por todos los medios corporativos internacionales y disidentes, incluyendo el Nuevo Herald de Miami, que adoptó convenientemente el eslogan del desfile de modas como su propio titular de noticia, es decir, «país en construcción». ¿Por qué ese interés? ¿Tiene esto algo que ver con el hecho de que el tema del show de moda era «Cuba en construcción»? Por supuesto, no se refiere a la Cuba de aquella lucha constante desde 1959 para construir el socialismo, sino más bien a la orientación de algunas pequeñas empresas, no tan «pequeñas», para construir el capitalismo de abajo hacia arriba.
El desfile de modas fue organizado por Google y una pequeña empresa cubana que, entre otros artículos, produce pullovers. Este evento fue declarado por la prensa internacional y la de la disidencia. El nombre de esta empresa es ahora una famosa tienda de marca: Clandestina. Pero, ¿se refiere de nuevo este al término tal como se conoce en Cuba y, en situaciones similares en otros países de América Latina, es decir, al movimiento clandestino contra las dictaduras apoyadas por Estados Unidos como la de Batista en Cuba o Pinochet en Chile?
Alguien podría decir que estoy exagerando. No obstante, el propietario de esta pequeña empresa, que de alguna manera se las arregló para obtener la concesión para vender sus productos en cruceros con destino a Cuba, fue homenajeado por Obama en su encuentro con las pequeñas empresas en La Habana.
Algunos de los eslóganes en sus pullovers parecen seguir el mismo mensaje oculto que el nombre dado al desfile de modas, por ejemplo «resistir y vencer». Me pregunto, ¿a qué resistir? ¿Resistir a las actuales políticas de Estados Unidos hacia Cuba que, como bien lo dijo Raúl el 1º de enero de 2019, consisten en diferentes grados de la hostilidad mantenida desde 1959? El propietario de nuestro pequeño negocio seguramente no aprendió esto mientras asistía al curso de negocios para países del Tercer Mundo en la Universidad de Colombia, puesto que su beca era uno de los resultados de la campaña de Obama dirigida a la promoción de propietarios de pequeñas empresas en Cuba.
Otra indicación acerca de cómo se refleja su ideología en medidas concretas. Por ejemplo, el 23 de noviembre de 2018, esta persona de negocios cada vez más prominente fue escogida entre un puñado de cubanos de la oposición, de la «tercera vía», reunida con el Primer ministro español, Pedro Sánchez, en La Habana, durante su visita allí. La foto de los participantes, publicada en El Nuevo Herald (Miami) se titulaba alegremente, «Pedro Sánchez alienta a la sociedad civil que quiere ‘transformar a Cuba'».
De esta manera, vemos que las palabras clave de «construcción» y «resistencia» están basadas en una perspectiva ideológica que irrumpe abruptamente en la escena política con objetivos concretos. No obstante, el escenario de promoción de este negocio es de importancia, como lo es el desfile de modas promovido y de la misma manera el conglomerado internacional de medios de comunicación.
La cultura como escudo no puede permitirse el lujo de ser contaminada incluso por este empujón indirecto hacia el capitalismo. Este enfoque de «clandestinos» puede ser incluso más peligroso que los círculos dirigentes estadounidenses de Trump, la cruda promoción del capitalismo para Cuba, desacreditado tanto en la Isla como a escala internacional.
Si el escudo es perforado por una flecha, en este caso la flecha envenenada de la conciliación dentro de una perspectiva subversiva y su estrato social (esta no es la característica de la gran mayoría de las pequeñas empresas), así el escudo entero estaría en peligro de desintegrarse a largo plazo.
Una flecha golpea sin tregua el escudo aquí y otra allí. Las ideologías del oportunismo y del eclecticismo van de la mano. Una vez que se baja la guardia, en este caso el escudo, y se permite que sea perforado, puede resultar muy difícil recuperarlo.
En la compleja situación de agresión cultural en este 60 aniversario de la Revolución, la mayoría de los jóvenes son más propensos, no solo a mantener un control firme del escudo, sino a encontrar formas de fortalecerlo aún más, añadiendo asas más innovadoras, más sólidas. Según mi experiencia, ellos pueden verlo más fácilmente en las manipulaciones de Estados Unidos al interesarse en la resistencia, en la medida en que esta les concierne. Su futuro está en juego. La juventud revolucionaria cubana no tiene miedo de confrontar la ingenuidad ni de llamarla por su nombre.
Permítanos presentar brevemente otro ejemplo que indica el peligro de los desafíos ideológicos a este escudo y, sobre todo, a la resistencia cubana por parte de los jóvenes: la guerra masiva de los medios de comunicación contra Venezuela y contra el Presidente Maduro.
La Revolución Bolivariana enfrenta no solo una guerra mediática abierta casi sin precedentes, sino además enfrenta su forma encubierta. Mientras algunos afirman por ejemplo que «se oponen a la intervención de Estados Unidos», proporcionan la lógica y la narrativa que alimenta pretextos para dicha intervención.
Escriben por ejemplo que la elección de Maduro en mayo de 2018 fue «deficiente», obstaculizada por «irregularidades electorales» y «manipulaciones».
De la misma manera, las acusaciones contra Maduro refiriéndose a su «estilo autoritario, a su mala gestión económica, a la corrupción y a la polarización», alimentan la propia narrativa de Trump, a quien tanto odian estos liberales.
Si bien son considerables las declaraciones malintencionadas contra Maduro, por otra parte son generosas con respecto a Guaidó. Niegan por ejemplo su largo historial terrorista como títere de Estados Unidos, mientras lo describen como solo un «inexperto joven político».
La mayoría de los jóvenes cubanos están a la vanguardia en la defensa de la Revolución Bolivariana como parte de la defensa de la Revolución Cubana, puesto que ambas están intrínsecamente más vinculadas que nunca.
Cuando Fidel, citado anteriormente en esta ponencia, afirma que la juventud necesita a quienes piensan por sí mismos, no simplemente repetir consignas o imitar, «sino una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria», esto es exactamente lo que la juventud cubana ha venido haciendo especialmente desde esta última fase del intento de golpe de Estado en Venezuela, iniciado el 23 de enero de 2019.
Como fruto del trabajo de Fidel en el ámbito de la informatización de la sociedad, es de importancia histórica en este 60 aniversario que los jóvenes cubanos sean capaces de utilizar su propio pensamiento, mediante el uso de los medios sociales de comunicación. Estos medios favorecen el concepto de «revolucionarios en formación». Los jóvenes están tan acostumbrados a los móviles y a Internet como sus contrapartes occidentales. Así, ellos no necesitan esperar ninguna «señal de arriba», ni tampoco desean dudar. En lugar de ello, tuitean y publican en Facebook basándose en sus propios análisis a medida que evolucionan los acontecimientos. Esta diaria resistencia ideológica acerca de la problemática venezolana también contribuye significativamente a la resistencia por medio del blindaje cultural socialista de Cuba, que también es el de Venezuela.
Cuba ha venido desarrollando la cultura política de la resistencia ideológica desde 1959. No obstante, la mayoría de la juventud, dadas las nuevas condiciones de informatización y el contexto internacional con Venezuela en el epicentro mundial del antimperialismo, la cultura política cubana de resistencia ideológica adquiere una nueva dimensión. Se trata de una manera adecuada de resaltar el 60 aniversario de la Revolución cubana.
Esperemos que esta conferencia contribuya, aun cuando modestamente, a la reflexión y al debate acerca de la cultura cubana de resistencia ideológica como un escudo para defender su propia cultura socialista.
Fuente: http://www.lajiribilla.cu/articulo/la-cultura-politica-de-la-resistencia-ideologica
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