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Entrevista a Paul Craig Roberts

«La desregulación convirtió a Wall St. en un gran casino»

Fuentes: Ámbito financiero

En esta entrega de «El Mundo en Crisis», el economista e historiador Emilio Ocampo entrevista a Paul Craig Roberts, un economista que se considera liberal pero no un ideólogo o un dogmático. En la búsqueda de respuestas a las crisis de Estados Unidos y Europa, Craig considera que ambas situaciones «reflejan una conducta irresponsable de los bancos». Cree que «sólo un ciego incapaz de ver la realidad puede pensar que los mercados financieros no deben ser regulados», pues «los ejecutivos de los bancos que provocaron la crisis se enriquecieron gracias a ella».

Paul Craig Roberts fue subsecretario de Política Económica del Tesoro de Estados Unidos durante la administración Reagan. Estudió ingeniería en Georgia Tech, obtuvo su doctorado en Economía de la Universidad de Virginia y luego continuó sus estudios en Berkeley y posteriormente en Merton College (Oxford) donde su mentor fue Michael Polanyi. Fue editor asociado y columnista de The Wall Street Journal, columnista de Business Week, Senior Research Fellow de la Hoover Institution en la Universidad de Stanford y titular de la cátedra de Política Económica William E. Simon en la Universidad de Georgetown. Recibió la medalla de plata del Tesoro de Estados Unidos y la Legión de Honor de Francia. Es escritor de nueve libros, entre ellos «The Capitalist Revolution in Latin America». Es columnista regular del Foreign Policy Journal, Lew Rockwell (blog libertario) y también escribe en su propio blog: www.paulcraigroberts.org.

Roberts es un iconoclasta que no refleja en absoluto el consenso de los economistas.

Emilio Ocampo: Se ha escrito mucho sobre la crisis, pero al final de cuentas, ¿fue consecuencia de mucha o poca intervención del Gobierno?

Paul Craig Roberts: La actual crisis financiera en Estados Unidos ha sido sin duda causada por la desregulación. La desregulación permitió una enorme concentración en el sector bancario, la mezcla de la actividad de la banca de inversión con la banca comercial, alentó un masivo apalancamiento y fomentó la creación de nuevos productos financieros de alto riesgo, convirtiendo a Wall Street en un gran casino.

E.O.: ¿Qué opina de la tesis de Raghuram Rajan de que la crisis refleja en gran medida una respuesta del sistema político a una creciente desigualdad del ingreso?

P.C.R.: No veo respuesta alguna del sistema político a la creciente desigualdad del ingreso en Estados Unidos.

E.O.: ¿Qué encuentra de similar entre la crisis que afectó a Estados Unidos y la que afecta actualmente a Europa?

P.C.R.: Ambas crisis son similares en que reflejan una conducta irresponsable de los bancos y la falta de diligencia debida de sus ejecutivos. Ambas crisis difieren en que los países de Europa, con excepción del Reino Unido, no tienen un banco central que pueda extender crédito a los gobiernos o comprar emisiones de deuda pública como lo hace la Reserva Federal en Estados Unidos. Hay iniciativas para permitirle al Banco Central Europeo financiar a los gobiernos y así puedan pagar los intereses de su deuda y amortizar el capital de los bonos que están en poder de los bancos. Hasta ahora esto significa rescatar los bancos privados pero no los países endeudados. Parte del acuerdo es la austeridad impuesta por los gobiernos supuestamente para liberar ingresos que puedan ser utilizados para repagar su deuda. La austeridad, como bien saben los keynesianos, contribuye a la recesión y por lo tanto frustra cualquier intento de reducir el ratio de deuda pública sobre el PBI. Quizás la consecuencia más importante de la crisis de deuda soberana en Europa es que llevará hacia una centralización de la política fiscal de sus países miembros, lo cual significa el fin de su soberanía política.

E.O.: El profesor Simon Johnson de MIT sostiene que en Estados Unidos los banqueros tienen demasiado poder político. ¿Cree usted que esto también es así en Europa?

P.C.R:: Simon Johnson tiene razón. De hecho la situación es aún peor de lo que él dice. Los bancos demasiado grandes para caer significa que tenemos bancos privados subsidiados por el Gobierno. Al final son los contribuyentes los que financian la desmesurada compensación que se pagan los ejecutivos de estos bancos. También significa que el capitalismo ya no funciona, ya que es imposible que estos bancos caigan. Por lo tanto, la tesis de que el capitalismo asigna eficientemente los recursos al eliminar aquellas empresas que pierden dinero deja de ser válida.

E.O.: El mundo desarrollado exhibe ratios de Deuda Pública sobre PBI no vistos desde el fin de la 2ª Guerra Mundial y altísimos déficits fiscales. Además, la mayoría de los países tienen una población que envejece lo cual aumentará la presión sobre el gasto público. ¿Cómo podrán los gobiernos manejar la situación sin recurrir al default o a la reestructuración de su deuda?

P.C.R.: Esta es una pregunta bastante común y creo que lleva a confusión. Por ejemplo, en Estados Unidos se dice comúnmente que el envejecimiento de la población va a alterar dramáticamente el ratio de jubilados por cada trabajador, y por lo tanto los impuestos sobre los salarios no alcanzarán a financiar las pensiones de la seguridad social y el sistema de salud Medicare. Sin embargo, Estados Unidos tiene desde hace décadas una alta tasa de inmigración legal e ilegal. Las estimaciones varían, pero entre 20 y 30 millones de hispánicos han entrado a los Estados Unidos y tienen una alta tasa de natalidad. Además, la deuda que el Gobierno está acumulando no es por el sistema de seguridad social, que opera rentablemente y genera un superávit de ingresos de 2 billones de dólares, que el Gobierno pide prestados y gasta. Las administraciones de Bush y Obama duplicaron la deuda pública norteamericana con sus guerras multimillonarias y con los rescates al sistema financiero desregulado, que ya no tiene una utilidad económica. Un país con un banco central nunca debe entrar en cesación de pagos porque puede repagar sus bonos emitiendo billetes. La inflación es la consecuencia, no el default.

E.O.: ¿Cómo ve la economía mundial de acá a diez años? ¿Cuáles países serán ganadores y cuáles perdedores una vez que el mundo salga de la crisis?

P.C.R.: En mi opinión, la crisis financiera es la mejor de dos crisis. La crisis más importante a mi juicio es la relocalización de puestos de trabajo fuera de Estados Unidos. El colapso de la Unión Soviética y la apertura de las economías del este y el aumento de la velocidad de Internet ha hecho posible que las empresas con alta productividad y altos sueldos reemplacen sus trabajadores en Estados Unidos con trabajadores que cobran menor salario en China e India, donde hay un exceso de oferta laboral. Este exceso de oferta mantiene los salarios bajos y el resultado es que los chinos y los indios reciben menor compensación de lo que contribuyen a la producción. La diferencia es la ganancia para estas empresas. Consecuentemente en Estados Unidos aumentaron tanto la rentabilidad empresaria como la compensación de los ejecutivos mientras que el ingreso medio ha caído. Los puestos de trabajo de la clase media desaparecen y la escalera de movilidad social que había hecho de Estados Unidos la sociedad de las oportunidades está siendo desmantelada. Los ejecutivos de relaciones públicas de las empresas y los economistas liberales han confundido la relocalización de la producción con el libre comercio y concluido erróneamente que nuestro país se beneficia con la transferencia de ingresos de nuestros consumidores a países como China, India y otros. Este error fundamental ha persistido durante tanto tiempo que es difícil que pueda corregirse. Al comenzar el siglo veintiuno, pronostiqué que en 20 años Estados Unidos sería una economía del Tercer Mundo. Mantengo esa predicción. Los países ganadores serán aquellos que puedan producir con su propia fuerza laboral los bienes y servicios que consumen y se resistan a relocalizar su PBI offshore para lograr una rentabilidad en el corto plazo. Esto no significa que no pueda existir el intercambio comercial tradicional sino que las empresas de un país no reemplacen el trabajo doméstico con el extranjero y relocalizen su producción fuera de sus fronteras.

E.O.: ¿Cuál es la relevancia de Keynes hoy? ¿Las teorías de Hyman Minsky son útiles para entender la dinámica de la crisis actual?

P.C.R.: La tesis de Keynes de que una caída en la demanda agregada antes provocaría ajustes en el nivel de empleo que en el nivel de precios sigue siendo válida. Las advertencias de Hyman Minsky sobre las burbujas especulativas son sensatas y estaba en lo cierto respecto a que los mercados no se autorregulan. Sólo un ciego incapaz de ver la realidad puede pensar que los mercados financieros no deben ser regulados. Sin embargo, la crisis iniciada en 2007 es más que una burbuja especulativa tradicional. Es la historia de un fraude gigantesco y una especulación irresponsable para lograr ganancias de corto plazo. Los ejecutivos de los bancos que provocaron la crisis se enriquecieron gracias a ella. Las ganancias de los bancos ya no provienen de financiar la inversión privada productiva, sino que son el resultado de la especulación en mercados y de la manipulación de las tasas de interés, como lo demuestra el escándalo Libor.

E.O.: Hay quienes sostienen que esta crisis significa el fin del capitalismo ¿Cuál es su opinión?

P.C.R.: Todas las sociedades colapsan tarde o temprano, incluso las más prósperas y dominantes, como lo fue Roma y es Estados Unidos. El comunismo soviético y chino colapsó hace más de 20 años. Francia y el Reino Unido privatizaron sus empresas estatales en los ochenta (yo fui asesor del ministro francés Edouard Balladur que lideró la privatización en Francia). El capitalismo colapsó en Estados Unidos en 1930 y una década antes en Reino Unido, cuando el Gobierno intentó reimplantar el patrón oro a la paridad de la preguerra. Tanto en EE.UU. como en el Reino Unido el colapso económico ocurrió por una contracción de la oferta monetaria. En la Unión Soviética y la China de Mao la ausencia de precios de mercado significó que las autoridades económicas no podían saber si la producción era más valiosa que los insumos. El socialismo y el capitalismo son en cierto sentido abstracciones. Pero la gente y la ambición no lo son. La crisis financiera y de relocalización de Estados Unidos son la consecuencia de la codicia humana. Los economistas se olvidan que la regulación no regula los mercados, regula la conducta de los seres humanos en los mercados. La codicia es lo que es regulado. Un mercado libre significa que la abundancia y la escasez no son impuestas, que los mercados son libres para equilibrar la oferta y la demanda a través de un cambio en los precios. Es la libertad de precios lo que es esencial para los mercados libres, no la ausencia de regulación.

E.O.: ¿Es sostenible el crecimiento económico que China ha experimentado en las últimas dos décadas?

P.C.R.: A menos que haya graves errores de política, el crecimiento de China es sostenible por un largo tiempo. Esto no quiere decir que la economía china sea inmune a los ciclos económicos. Inicialmente China se enfocó en el crecimiento a través de las exportaciones, beneficiándose de la relocalización industrial desde Estados Unidos. En 2006 expliqué al departamento económico del Comité Central del nominalmente «comunista» Gobierno chino que esta política tenía un horizonte limitado ya que el mercado de consumo norteamericano se estaba reduciendo como consecuencia de la relocalización de puestos de trabajo fuera de Estados Unidos. Les expliqué que China tenía un vasto mercado de consumidores que era potencialmente cuatro veces mayor que el norteamericano y que la política económica china debía enfocarse en desarrollar ese mercado. El problema es que para tener suficientes recursos para poder educar y dar asistencia social a su población el Gobierno chino estableció la política de un solo hijo. Creyó que de otra manera sería imposible dar una buena educación y contar con los recursos de inversión necesarios para transformar su economía. El impacto de esta política de un solo hijo sobre el sector agrícola fue que los campesinos, al negárseles la posibilidad de contar con una prole que los sostuviera en la vejez, pusieron su dinero bajo el colchón y se negaron a gastar. Por lo tanto, para vender productos a una amplia proporción de la población china requiere una política de pensiones financiadas por los contribuyentes como es el sistema de seguridad social en Estados Unidos. Mi opinión es que los líderes chinos son capaces de superar este problema y convertir a China en el mercado de consumidores más grande del planeta. Los pronósticos oficiales que indican que China pronto superará a Estados Unidos confirman esa opinión. La única pregunta es si los Estados Unidos recurrirán a la guerra para bloquear el acceso de China a los recursos que necesita para así poder preservar su supremacía.

E.O.: La crisis europea y el crecimiento chino que impulsa el precio de los commodities agrícolas presentan una oportunidad histórica para que la Argentina cierre la brecha de ingreso per cápita con el sur de Europa. ¿Qué opina de la política de aumentar la carga impositiva del sector agropecuario, que es el más eficiente de la economía?

P.C.R.: Aumentar los impuestos a los sectores más productivos hará que estos sectores sean menos productivos. Tiene más sentido promover esos sectores. Mi opinión es que los argentinos deberían preocuparse por proteger sus recursos naturales y no sacrificarlos para obtener ganancias de corto plazo. Un estándar de vida sustentable es suficiente para gozar de la vida. Vivir una buena vida no requiere que uno consuma más todos los años. Si los argentinos son inteligentes, evitarán el globalismo explotador que está arrancando a nuestro planeta de su capacidad de sostener la especie humana a largo plazo.

E.O.: ¿Qué economistas contemporáneos tienen las ideas más claras respecto de cómo resolver la crisis actual?

P.C.R.: Además de mí, los únicos que conozco son Ralph Gomery, Herman Daly, Michael Hudson y Nomi Prins. Seguramente hay otros pero no son tan conocidos porque no representan los intereses de aquellos que se benefician de la crisis.

E.O.: ¿Qué le ha enseñado la crisis a los economistas?

P.C.R.: No creo que los economistas sean capaces de aprender. La mayoría de la profesión está perdida en abstracciones. Reaccionan en base al dogma al que están intelectualmente comprometidos o a los intereses de los grupos de presión que los contratan como consultores y financian sus investigaciones.

Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=648103