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La escena de la diferencia

Fuentes: IPS

Ellas actúan, guían al público que asiste a las salas de teatro en Cuba, cosen y diseñan el vestuario. Sin embargo, permanecen a la saga en profesiones de poder como la dirección y dramaturgia, una diferencia que pretende zanjar el proyecto «Escena con aroma de mujer».

«Salvo en la actuación, en el resto de los planos es necesario hacerlas visibles», aseguró a IPS la dramaturga cubana Esther Suárez, coordinadora de la iniciativa que surge como una forma de apoyar a las mujeres, en toda su diversidad, dentro del teatro nacional.

Aunque los rostros y desempeños inolvidables de las actrices Violeta Casal, Raquel Revuelta, Alicia Bustamante, Myriam Acevedo y la recién fallecida Adela Escartín, entre otras, dejaron una impronta evidente, la memoria histórica de las mujeres en las artes escénicas suele estar dispersa y hasta inexistente.

De ahí que el principal antecedente del proyecto, acompañado por el gubernamental Consejo Nacional de las Artes Escénicas, haya sido la última edición del Taller Rine Leal 2010, el cual reconstruyó la vida y obra de 24 actrices, desde el período conocido como de modernización de la escena cubana en 1940 hasta 1970.

En el cierre del taller en abril, Suárez anunció la creación de «Escena con aroma de mujer», convencida de la «necesidad» del enfoque de género para una comunidad que, sólo en grupos profesionales, cuenta con un total de 2.171 personas, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).

Fundado en junio, el proyecto define «tres líneas de trabajo: el apoyo, estímulo y promoción de la labor de la mujer dentro de la escena» en las diversas especialidades y oficios, explicó la también investigadora del Centro Nacional de Investigaciones de las Artes Escénicas (CNIAE).

Pero el panorama en el que aspira incidir «Escena con aroma de mujer» carece de registros estadísticos e investigaciones desde el género, y la presencia femenina contrasta en dependencia del área dentro del teatro cubano, en tanto arte y espacio de recreación.

El número de féminas en las tablas cubanas no está disponible. «Podemos hacer una foto, una instantánea; pero esas cifras pueden moverse ya mañana», especificó Suárez. Tampoco, el tema de la mujer «ha estado de manera directa, o como un objetivo de investigación» en el CNIAE, añadió.

No obstante, en los periodos de la historia del teatro cubano de Roberto Gacio, científico del mencionado centro, sobresalen en cada época figuras femeninas como las actrices, acotó Suárez. Además, la investigadora Norah Hamze lleva un extenso estudio sobre la mujer y marginalidad en obras teatrales cubanas.

Con la recuperación del teatro, una manifestación artística muy golpeada por las restricciones que caracterizaron la política cultural cubana de la década del 70, sobrevino «una presencia femenina significativa en las diversas profesiones y oficios, incluyendo labores como el diseño de luces, la jefatura de escena y asistencia de dirección», se apunta en el documento base del proyecto.

Al frente de una escasa parte de las 218 compañías teatrales del país figuran mujeres como Orietta Medina, directora de la compañía Hubert de Blanck; Flora Lauten, en Teatro Buendía; Nelda Castillo, de El ciervo Encantado; y Antonia Mercedes Fernández, de Estudio Vivarta, entre otras.

«Desde que el director aparece en el teatro contemporáneo es un personaje importantísimo, es el personaje del poder, quien decide la obra que se va a poner. Tenemos que lograr que las mujeres tengan su espacio, porque ese mundo ha sido en Cuba bastante masculino», aseguró Suárez.

Con ese fin, la aparición del sitio web de «Escena con aroma de mujer» promocionará las puestas en escena de directoras y las obras escritas por ellas, en un contexto donde florecen las iniciativas, como un próximo encuentro de dramaturgas que planea la escritora Susana Pineda, en la ciudad de Santa Clara, a 300 kilómetros de La Habana.

«Es como un volcán, que solito comienza a bullir», calificó Esther Suárez al despertar en el teatro cubano de programas específicos en beneficio de las mujeres.

La firma femenina en la dramaturgia de esta isla caribeña también requiere de ampliación, aunque ha recibido el empuje indirecto del Festival Internacional «La escritura de la diferencia», que tendrá su primera edición itinerante en marzo de 2011, en la ciudad de Santiago de Cuba, a 860 kilómetros de La Habana.

Dramaturgas cubanas participan desde la segunda edición en el festival y concurso para Italia, España, Cuba y Argentina, que «trata de dar la posibilidad de que se vea, se oiga y se note lo que escribe la mujer», explicó a IPS su directora, la italiana Alina Narciso, que estuvo este verano en Cuba.

Sólo para escritoras con publicaciones, «La escritura de la diferencia» provocó que las cubanas se buscaran y apoyaran mutuamente. «De hortensias y de violetas», de Esther Suárez, «El vuelo del Quijote», de Raquel Carrió, «Yo no soy Charlot», de Liliam Ojeda, y «Teresa: muerte sublime», de Ana María de Agüero han ganado por Cuba.

Aunque el concurso no exige el tema mujer, la pieza de Suárez «habla de un tema muy fuerte, en Italia por lo menos, que es la posibilidad de una mujer de tener un hijo sin un marido o en una pareja homo. La obra de Ana María de Agüero también habla del amor de una mujer con otra mujer», dijo Narciso.

«Escena con aroma de mujer», de Cuba, «La escritura de la diferencia», de Italia, y otro proyecto por Argentina iniciarán este año una red internacional de dramaturgas, «entre las que tenemos una historia juntas, un trabajo hecho», detalló Narciso.

«Vamos a lanzar esa red, a ver quién contesta», aventuró.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=96251