Recomiendo:
0

La esperanza de las elecciones israelíes está en los que no pueden votar

Fuentes: 972mag

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Más de 200.000 personas sin estatus legal viven en Israel hoy. Hay otros 4 millones en la Ribera Occidental y la Franja de Gaza. Todas estas personas están directamente afectadas por las elecciones israelíes, pero no tienen derecho a voto. Esto es lo que tienen que decir sobre la derecha y la izquierda, la «amenaza demográfica», la paz, la guerra, la democracia y la dictadura.

Palestinians wait to cross into Israel at the Qalandiya checkpoint outside the West Bank city of Ramallah. (Photo by Oren Ziv/Activestills.org)

  Un grupo de palestinos espera para cruzar a Israel en el puesto de control de Qalandiya fuera de la ciudad cisjordana de Ramala. (Foto Oren Ziv / Activestills.org)

Un pueblo ocupado no puede votar a su ocupante

Bassam Almohor

La discusión se acalora en una de las mesas en este café, sólo para hombres, en una ciudad palestina.

Las elecciones israelíes son un tema candente de discusión de los palestinos aquí. En esta mesa un hombre con un traje y corbata sostiene que si la fórmula Herzog/Livni ganara consguiríamos un acuerdo de paz a nuestro favor y revoca el histórico apretón de manos de la Casa Blanca entre Arafat y Rabin hace 22 años. Lamenta que no haya habido ningún político israelí valiente con las agallas necesarias como el difunto primer ministro Rabin para firmar un acuerdo histórico con los palestinos.

Un hombre con un bigote oscuro y grueso, en el otro lado, dice que la izquierda está muerta desde hace 25 años, cuando el colapso de la Unión Soviética. Sólo la derecha, el Likud, dice, puede firmar un acuerdo y acordar el retiro de los territorios ocupados, como hizo el difunto Sharon, que se retiró de Gaza hace 10 años.

Un hombre ruidoso de cabeza rapada argumenta que necesitamos a la derecha -o incluso la extrema derecha- para ganar. La derecha es extremista y con sus medidas contra los palestinos, su indiferencia a las resoluciones internacionales y sus violaciones de los derechos humanos y crímenes de guerra contra el pueblo ocupado perderían en la arena internacional. Los palestinos obtendrían más apoyo en las instituciones internacionales, lo que a su vez daría lugar a una gran presión sobre Israel para que se rindiera. El movimiento BDS tiene una amplia difusión y gana impulso en Europa Occidental y EE.UU., acorrala a Israel y le obliga a aceptar una paz justa y duradera.

Hay otro hombre bajito con anteojos redondos que dice no, no nos importa quién gana: la izquierda israelí y la derecha son dos caras de la misma moneda. La moneda tiene muchos lados con los nombres de los políticos, sin embargo, para nosotros, es la misma: Israel, nuestro ocupante durante los últimos 48 años o 67 años. Estas elecciones no nos conciernen; es una lucha política entre gigantes políticos que luchan por cuestiones internas que no nos conciernen. La política israelí con los palestinos no cambia si el ganador es el Likud, los laboristas, el centro, los religiosos, los colonos, los rusos o quien sea.

Otro palestino tercia, con el rostro de un filósofo, se sienta enfrente para escuchar el argumento pero no participa. Me dice: «es horrible, absurdo y estúpido ver al ocupante votar, ejerciendo la denominada democracia. Mi ocupante practica la democracia en mi tierra, mi ocupante no es sólo un opresor, mi ocupante es un hipócrita malvado. Esta cosa de la «democracia» me pone enfermo. Cada vez que ejercen la democracia en Israel, siento más guerras por venir, más miseria, más destrucción, más imágenes de cuerpos destrozados y edificios rotos, más oscuridad que se avecina en el cielo. Me siento mal. Siento que lo peor todavía está por venir».

Yo también escucho y pienso en estas elecciones: Estas no son nuestras elecciones. Un pueblo ocupado no puede votar a su ocupante. Israel no es «un Estado de sus ciudadanos». «Yo no soy un resuelto creyente en la democracia».

Me callo.

Bassam Almohor es fotógrafo y guía turístico en Ramala. Su blog tiene un enlace con el sitio en hebreo de + 972, Llamada Local.

Apoyo a cualquier persona que no me vaya a deportar

Mutasim Ali

African asylum seekers jailed in the Holot detention center protest behind the prison's fence, February 17, 2014. (Photo by Activestills.org)

Solicitantes de asilo africanos encarcelados en el centro de detención Holot protestan detrás de la cerca de la prisión, 17 de febrero de 2014. (Foto por Activestills.org)

La verdad es que realmente no quiero involucrarme en la política israelí porque soy residente y no tengo absolutamente ninguna intención de permanecer en Israel. Además no quiero añadir combustible a las pretensiones de los políticos de la derecha israelíes que dicen que somos una amenaza demográfica.

Dicho esto, nadie puede negar el hecho de que los solicitantes de asilo son una comunidad de 47.137 personas, no es un número pequeño.

Independientemente de cómo funciona la política en Israel, en la comunidad solicitante de asilo nos hemos organizado adecuadamente. Y la política es una forma en que gente diferente puede llegar a vivir junta. Punto.

No hay duda de que estamos muy afectados por la política y los políticos israelíes. Por lo pronto ahora, a menos de un mes y medio de las elecciones, ¿le sorprendería si le dijera que cada uno de nosotros está expectante y preguntándose cómo se verá el próximo Gobierno? ¿Quién será el próximo primer ministro?

Algunas personas han ido tan lejos como para preguntar si Ehud Olmert podría regresar otra vez. Es el que dio estatus a cientos de habitantes de Darfur, situación diametralmente opuesta a la forma en que se trata a todos los demás solicitantes de asilo africanos en Israel.

No me importa quién gane, pero me sitúo al lado de quien me apoye en mi situación y que dice que no va a castigar retroactivamente por la forma en que entré en Israel. Apoyo a quien no me va a deportar a un lugar donde siento un temor fundado por mi vida y mi libertad.

Una vez que los que estamos en mi situación obtengamos un estatus legal, creo que vamos a empezar a ver el final de los problemas en muchos barrios y ciudades israelíes, no sólo el sur de Tel Aviv, sino también en otras áreas. Como cuestión de hecho, ayudé en el desarrollo de una campaña por la ciudad sin fronteras, en 2012, no porque quiera ser parte del complejo conflicto entre izquierda y derecha, sino porque estoy hecho a la falta de políticas y el engaño político. Sentí que tenía que empezar la campaña debido a la forma en que el asunto de los solicitantes de asilo se utilizaba con fines políticos.

Creo que para ser un buen político hay que ser honesto y creer en lo que se lucha. Por ejemplo ver la contradicción de algunos de los partidos que votaron a favor de la ley contra la infiltración en diciembre pasado, pero también creen profundamente que no es del todo justo y que tampoco es para el bien de los residentes israelíes del sur y otras áreas de Tel Aviv.

Si me preguntan a quién me gustaría votar, si pudiera, me inclinaría hacia la izquierda. Porque nací liberal. Fui educado por padres liberales para no pensar nunca desde una caja cerrada y paraa creer firmemente que las diferentes razas y colores pueden vivir juntos. Eso sería cierto en cualquier país, independientemente de mi situación legal.

Para los israelíes, por supuesto, usted sabe mejor que yo a quién votar. Pero si me pregunta yo diría ir con los candidatos que mejoren sus vidas diarias y hagan frente a los problemas reales.

No apoyen a quienes difunden el odio, el rencor, el miedo, el racismo y por supuesto tampoco a los que tomaron para sí los reembolsos del reciclaje de las botellas del público. Por cierto, tengo un montón de botellas de agua vacías y algunos refrescos en mi habitación, pero debido a que en Holot no hay lugar para reciclarlos, probablemente debería traerlas a Jerusalén. He oído que allí saben qué hacer con ellas.

Por último, deseo la mejor de las suertes a sus candidatos y espero que esta vez sea diferente. Realmente quiero lo mejor para la sociedad israelí. Nosotros, los extranjeros, vinimos después.

Mutasim Ali, de 28 años, originario de Darfur, ha estado en Israel desde 2009. Ha sido encarcelado en el centro de detención Holot para solicitantes de asilo africanos durante ocho meses.

La inevitabilidad de los derechos civiles para todos

Sam Bahour

Hebron demonstrators were calling upon Obama to remember the civil rights movement in the US (Oren Ziv / Activestills)

 Un palestino en Hebrón lleva una máscara del Martin Luther King Jr. (Foto: Oren Ziv / Activestills.org) 

Entre el mar Mediterráneo y el río Jordán hay una única entidad gubernamental y es el Parlamento israelí, llamado Knesset. Esto viene desde junio de 1967 hasta la actualidad, sin interrupción.

Aproximadamente a la mitad de los gobernados se les niega cualquier representación dentro de ese Parlamento. ¿Qué significa esto en realidad? Significa que un conjunto de legisladores israelíes toma las decisiones que condicionan cada aspecto de la vida de unos 4,5 millones de palestinos que viven en Cisjordania y en la Franja de Gaza.

Excepto como soldados en el ejército israelí o como colonos ilegales, la mayoría de estos legisladores nunca han puesto un pie en Cisjordania (muy pocos, incluso, caminaron por Jerusalén Oriental) o en la Franja de Gaza.

Tampoco tenemos 3G en nuestros teléfonos móviles debido a que quienes toman las decisiones en Israel lo prohíben. Los estudiantes de Gaza y Cisjordania no pueden asistir cada uno a las universidades del otro porque los israelíes que hacen las leyes en el Parlamento no pudieron encontrar estas universidades palestinas en el mapa, entonces prohíben la posibilidad de que los universitarios de esos territorios ocupados interactúen libremente. Esta lista draconiana es larga y sus ramificaciones son duras.

Es interesante que Israel tenga en cuenta los siguientes datos con respecto a la forma en que dicta la política de nuestras ‘vidas, las de los palestinos, bajo la bota de la ocupación israelí. Históricamente en EE.UU., y en muchos otros lugares, cuando se priva a una población de sus derechos durante mucho tiempo surge el malestar que obliga a una mayor igualdad. Los judíos israelíes que viven en la negación perpetua deberían tomar nota cuando se dirijan a sus centros de votación este mes de marzo por el bien de ellos, si no por el nuestro. La señal que viene en camino para nosotros es «Estado palestino» o «derechos civiles para todos». Si bien la idea de la primera es prescindible, la llegada de esos últimos es inevitable.

Israel finge que su sociedad es normal como un crisol de culturas al estilo estadounidense, pero hay dos problemas: no hay nada siquiera remotamente «normal» en la composición social de Israel. Y por otra parte por el diseño de las políticas, los distintos factores que la componen, aún no se han fusionado.

Las destructivas divisiones sociales entre la población de Israel se manifiestan en cada elección; esta vez no es diferente. Mientras la ocupación militar de casi cinco décadas sobre los palestinos es lenta pero segura, saca a Israel de su zona de confort global, ningún candidato electoral arriesgó una palabra acerca de cómo llegará a su final la ocupación.

Del mismo modo mientras el racismo dentro de Israel contra palestinos cristianos y musulmanes -ciudadanos de Israel de pleno derecho- ha alcanzado niveles tales que incluso provocó que algunos judíos israelíes lo denominen fascismo, los partidos políticos de Israel están actuando como si fuera lo normal. La única jugada electoral audaz y algo refrescante, hasta el momento, es que Avraham Burg se unirá al partido Hadash. E incluso allí el debate inmediatamente se centró alrededor de si los partidos políticos palestinos se presentan en una lista única, en vez de abarcar el cambio radical que representa la trascendental movida de Burg entre personalidades sionistas de Israel.

Sam Bahour es consultor de negocios palestino-estadounidense en Ramala y colabora como asesor de política de Al-Shabaka, the Palestinian Policy Network . Tiene un blog ePalestine.com .

 

Espero que los israelíes voten por alguien que no piensa sólo en sí mismo

Marife Adriano

Filipino migrant workers participate in a protest against deportations, Tel Aviv. (photo: Activestills)

 Trabajadores migrantes filipinos participan en una protesta contra las deportaciones en Tel Aviv. (Foto: Activestills)

Es muy extraño que después de haber estado en Israel tantos años no tenga derecho a expresar mi opinión sobre el Gobierno.

Los gobiernos toman decisiones que nos afectan a nosotros, los extranjeros. He estado viviendo aquí 19 años, me encanta este país. Pero a las personas como yo, y a otras que llevan aquí más tiempo, todavía se nos clasifica como «extranjeros» y nos deportan regularmente. Otros mueren porque cambian de estado legal y de repente no tienen acceso a la atención médica.

La gente trabaja en este país durante años, pero no le dan la oportunidad de formar parte de él. Si yo no hubiera dado a luz a mi hijo sería uno de los que están en peligro de deportación. Viví aquí sin ningún estatus legal durante 13 años antes de obtener estatus de residente en 2008. Pero, ¿qué pasa con todos los demás en mi situación que no tienen hijos?

Si pudiera votar sería en apoyo a cualquier persona que avanza en el proceso de paz y a cualquier político que proponga un nuevo camino para hacer frente a los problemas del país. Espero que los israelíes voten a alguien que no sólo piensa en sí mismo, sino en todas las personas que viven aquí y a quien traiga la paz para todos.

Marife Adriano es una trabajadora migrante de Filipinas que está en Israel desde 1995. Es madre de un hijo que nació en Israel y tiene la residencia permanente, pero no es ciudadana.

Una versión de este artículo se publicó en hebreo en el sitio hermano +972′s Hebrew

Fuente: http://972mag.com/no-voice-hopes-for-israeli-elections-from-those-who-cannot-vote/102332/