Recomiendo:
0

La fluctuación de las posturas de Paraguay hacia Palestina, entre los intereses y la justicia

Fuentes: Rebelión

La importancia de los Estados no siempre se mide por su tamaño geográfico o su número de habitantes, sino por su capacidad de tomar decisiones que generan debates más allá de sus fronteras. Paraguay (menos de medio millón de kilómetros cuadrados y alrededor de siete millones de habitantes), este pequeño país en el corazón de América del Sur, se ha encontrado durante la última década en el centro de la ecuación de Oriente Medio, oscilando entre el reconocimiento oficial de Palestina en 2011 y pasos prácticos que suscitaron un amplio debate, en particular el traslado de su embajada a Jerusalén, luego su retractación, antes de volver a confirmarla nuevamente.

Esta inestabilidad no fue producto del azar, sino el resultado de una compleja red de factores, entre los que destacan el cambio de gobiernos y la pugna interna entre partidos, las presiones de países como Estados Unidos e Israel, y cálculos económicos relacionados con alianzas energéticas y comerciales. En contrapartida, la voz de la comunidad palestina en Paraguay permanece presente, aunque con recursos limitados, intentando equilibrar la ecuación e impulsar posturas más coherentes con el derecho internacional y los derechos del pueblo palestino.

Antecedentes históricos y desarrollos recientes

Paraguay no es ajeno a la memoria de los grandes conflictos; así como sufrió la Guerra de la Triple Alianza en el siglo XIX, que le dejó una derrota devastadora, hoy se enfrenta a otra ecuación: cómo construir una presencia diplomática mayor a su tamaño sin pagar el precio de un alineamiento equivocado. En 2011, Paraguay dio un paso significativo al reconocer al Estado de Palestina sobre las fronteras de 1967, en el marco de una ola de reconocimientos regionales que reflejaban la voluntad de alinearse con el derecho internacional, aunque ello no se convirtió en un compromiso sostenido. Pocos años después, Paraguay trasladó su embajada a Jerusalén en 2018, para revertirla tras un cambio de gobierno, y volver a fijarla en 2024, confirmando así la naturaleza fluctuante de su política exterior.

Esa inestabilidad alcanzó su punto culminante recientemente, cuando Paraguay votó en contra del proyecto de resolución de la Asamblea General de la ONU el 12 de septiembre de 2025, que apoyaba la Declaración de Nueva York sobre la implementación de la solución de dos Estados y la creación de un Estado palestino independiente. Este último paso refleja la persistente dificultad de un Estado pequeño por equilibrar un compromiso simbólico con los derechos palestinos frente a las presiones de aliados mayores, y evidencia la fragilidad de sus posturas frente a factores internos y externos, lo que convierte la política paraguaya hacia Palestina en un asunto fluctuante y abierto al cambio.

Raíces de la fluctuación: política interna y presiones externas

El examen de la toma de decisiones en Paraguay revela un hilo conductor: el cambio de gobierno significa un cambio en la brújula exterior. El presidente Horacio Cartes (2013–2018), por ejemplo, optó por alinearse con Washington y Tel Aviv al trasladar la embajada a Jerusalén, mientras que su sucesor, Mario Abdo Benítez, intentó restablecer el equilibrio devolviéndola a Tel Aviv. Con la llegada al poder del presidente Santiago Peña en 2023, la decisión volvió a inclinarse hacia el fortalecimiento de las relaciones con Israel.

Pero los factores internos no son los únicos responsables. Las presiones y los incentivos externos han desempeñado un papel central: Estados Unidos presiona a través de la ayuda y las alianzas, mientras que Israel ofrece cooperación en materia de seguridad y economía, lo que acerca a Paraguay aún más al bloque de aliados de Washington. Estas interrelaciones explican cómo un país puede reconocer a Palestina y, al mismo tiempo, votar en contra de resoluciones que la apoyan en la ONU.

La comunidad palestina en Paraguay: presencia limitada y legado pesado

Aunque el número de palestinos en Paraguay no es tan grande en comparación con sus comunidades en Chile, El Salvador o Brasil, su presencia posee un valor simbólico y político. Muchos llegaron en oleadas migratorias desde mediados del siglo XX, algunos mediante programas oficiales de inmigración, otros de manera forzada o en circunstancias controvertidas. Este trasfondo histórico genera una memoria colectiva sensible, pero también cimenta una presencia palestina en la sociedad paraguaya.

Hoy en día, el rol de la comunidad se concentra más en los ámbitos cultural y humanitario que en el político. Iniciativas en redes sociales, organización de actividades culturales y campañas de recaudación de fondos humanitarios para Palestina constituyen intentos por generar conciencia social en Paraguay. Sin embargo, la escasez de recursos y el reducido tamaño de la comunidad limitan su capacidad de incidir en decisiones oficiales, influenciadas en gran medida por aliados externos.

El comercio como herramienta diplomática potencial

Aunque las importaciones de Paraguay desde los países árabes no alcanzan el nivel de sus principales socios, como Brasil, incluyen bienes de consumo e industriales estratégicos, como aceites esenciales y cosméticos de Emiratos Árabes Unidos, petróleo y vidrio de Argelia, ropa y trajes de Jordania, y derivados plásticos y vestimenta de Túnez. Todo esto otorga a los países árabes un margen de influencia económica que puede aprovecharse en un diálogo diplomático para animar a Paraguay a adoptar posturas más moderadas hacia Palestina.

Del mismo modo, no puede entenderse la política exterior de Paraguay sin considerar la influencia del gigante vecino, Brasil, con el cual mantiene una relación que va más allá de lo diplomático hasta un profundo nivel de interdependencia. Esto se refleja en la represa hidroeléctrica de Itaipú, que provee la mayor parte de la electricidad de Paraguay y constituye al mismo tiempo una fuente esencial de energía para Brasil, además de ser su principal socio comercial y comprador clave de productos agrícolas paraguayos. Esta interdependencia somete las decisiones de Asunción a complejas variables económicas y políticas difíciles de ignorar.

A partir de esta influencia, Brasil puede orientar las posturas de Paraguay, incluidas las relacionadas con Palestina. Si Brasilia adopta un discurso firme en defensa de los derechos palestinos, Paraguay se enfrenta a la disyuntiva entre alinearse incondicionalmente con Washington y Tel Aviv o mantener la armonía con su aliado mayor. Así, Palestina se convierte, indirectamente, en una carta dentro del juego de equilibrios. Gracias a su peso económico y diplomático, Brasil puede, mediante incentivos, coordinación regional y simbolismo diplomático, impulsar a Paraguay hacia posiciones menos hostiles, aunque solo sea absteniéndose en lugar de votar en contra de resoluciones favorables a Palestina.

Recomendaciones

La causa palestina en Paraguay no se limita a los votos en la ONU, sino que está vinculada a la imagen pública y a la narrativa local. Para fortalecer la solidaridad, resulta esencial producir contenido mediático bilingüe que documente las historias de las familias palestinas e integre a Palestina en la memoria nacional paraguaya. Esta dimensión narrativa ofrece a la causa un lugar más profundo que el de un simple expediente internacional.

En paralelo, la sociedad civil constituye un pilar fundamental: universidades, sindicatos e iglesias pueden organizar actividades culturales y humanitarias que resalten la dimensión ética de la causa palestina. En el plano político, es clave aplicar una presión inteligente cuyo objetivo sea que Paraguay adopte posturas más neutrales, al menos pasando de votar en contra de las resoluciones palestinas a abstenerse, un cambio simbólico pero con impacto diplomático real.

Asimismo, es posible aprovechar los vínculos regionales, en especial con Brasil en el marco del “Mercosur”, para impulsar a Paraguay hacia posturas más equilibradas. Finalmente, iniciativas humanitarias —como caravanas de ayuda médica y alimentaria— representan un medio eficaz para reforzar el vínculo emocional con Palestina y desafiar el discurso proisraelí.

Conclusión

La experiencia de Paraguay con la cuestión palestina revela el dilema de los Estados pequeños al intentar equilibrar principios e intereses. El reconocimiento de Palestina en 2011 fue un paso simbólico valiente, pero no se transformó en una postura estable, como se refleja en la oscilación respecto a la embajada en Jerusalén y en su reciente voto en contra del proyecto de resolución de la Asamblea General de la ONU del 12 de septiembre de 2025 en apoyo a la solución de dos Estados. Estos hechos confirman la fragilidad de los compromisos simbólicos frente a las presiones de los grandes aliados y los intereses internos, lo que hace que la política paraguaya hacia Palestina sea, por naturaleza, fluctuante.

No obstante, existen oportunidades para reforzar la solidaridad: la comunidad palestina, aunque limitada, desempeña un papel crucial en la difusión cultural y mediática; las relaciones económicas con los países árabes y el vital intercambio con Brasil pueden emplearse como herramientas diplomáticas; y la sociedad civil junto con las alianzas regionales representan canales para generar un impacto real mediante iniciativas culturales, humanitarias o de coordinación política.

En síntesis, Paraguay puede transformarse de un Estado con posturas fluctuantes a una voz firme y confiable en defensa de la justicia y de los derechos del pueblo palestino, siempre que se logre articular de manera inteligente y sostenida estas diversas dimensiones.

Dr. Rasem Bisharat, Doctorado en Estudios de Asia Occidental y especialista en asuntos latinoamericanos

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.