El fiscal de Manhattan acaba de destapar una gran estafa en el seno de la organización «Claims Conference», que se encargaba de tramitar las indemnizaciones a los supervivientes del Holocausto judío. Pero ya que he pronunciado la palabra maldita, hé de incluir la cláusula obligatoria que la sigue, pues hay quien más de 60 años después, aún sigue acusando de negacionismo a cualquiera que mencione la palabra «Holocausto» de una manera que no sea exactamente igual a como esa persona ve las cosas: «Yo, autor de este blog, declaro firmemente mi más firme repulsa a la matanza indiscriminada y sistemática llevada a cabo por los nazis en los años 40 contra judíos, negros, homosexuales, gitanos y comunistas». Una vez pasado este preceptivo trámite, y volviendo al asunto objeto de este post, me gustaría abordar lo descubierto esta semana por la fiscalía de Manhattan en el seno de la Claims Conference. Empleados de esta entidad, muchos de ellos judíos, llevan al parecer más de 17 años inventando nombres de supuestos supervivientes del Holocausto, para llevarse el dinero de las pensiones, Se trata de una operación de estafa masiva, que ha llevado a esta organización a inventarse al menos 5.500 nuevos supervivientes del Holocausto y que les ha hecho ingresar 43 millones de dólares. Es decir, que los contribuyentes occidentales, sobre todo los alemanes, llevan casi dos décadas financiando a través de transferencias a la Claims Conference, a personas que ni siquiera han existido, cuyos nombres inventaron los empleados de esta organización para engrosar sus bolsillos. Todo ello se ha realizado con la complacencia de sus superiores, entre los que se encuentran antiguos altos cargos del Mossad, como el presidente del Comité Ejecutivo de la Claims Conference, Reuven Merhav. Hay que decir que la Claims Conference responde ante un comité formado por 25 miembros de las asociaciones judías más importantes y que además de pensiones, distribuye cuantiosas sumas de dinero a organizaciones educativas y culturales que hacen labores de sensibilización sobre los horrores del Holocausto. La Claims Conference es, según el diario israelí Haaretz, la organización más rica, poderosa y menos cuestionada de todo el mundo judío. Sin embargo, no es el primer escándalo que surge en el marco de esta organización. Ya en 2006, la prensa reveló que el antiguo vicepresidente ejecutivo, Gideon Taylor, cobraba 437.000 dólares al año, cantidad poco acorde con el objeto y fin de la organización. También se ha criticado que aún haya cientos de supervivientes que vivan en la más absoluta miseria, cuando la Claims Conference declara poseer activos por valor de 900 millones de dólares. La gran estafa de la Claims Conference muestra que en el caso de los judíos también se produce una escisión entre las élites y los ciudadanos de a pie. Mientras los dirigentes israelís y judíos siguen usando el victimismo del Holocausto como carta blanca para justificar sus atrocidades o enriquecimientos, muchos ciudadanos, que de verdad sufrieron en sus carnes uno de los episodios más graves de la crueldad humana, siguen permaneciendo olvidados. El Holocausto es una de las peores barbaridades de la especie humana, pero no justifica ninguna acción posterior por parte de una de las etnias que lo sufrió. El Holocausto debe tener un lugar destacado en los manuales de Historia, pero también debe dejar de ser un elemento configurador de la situación política actual, en la que el Estado de Israel está exprimiendo sus réditos al máximo mediante la mentira, la estafa y la falsedad.
El fiscal de Manhattan acaba de destapar una gran estafa en el seno de la organización «Claims Conference», que se encargaba de tramitar las indemnizaciones a los supervivientes del Holocausto judío. Pero ya que he pronunciado la palabra maldita, hé de incluir la cláusula obligatoria que la sigue, pues hay quien más de 60 años después, aún sigue acusando de negacionismo a cualquiera que mencione la palabra «Holocausto» de una manera que no sea exactamente igual a como esa persona ve las cosas: «Yo, autor de este blog, declaro firmemente mi más firme repulsa a la matanza indiscriminada y sistemática llevada a cabo por los nazis en los años 40 contra judíos, negros, homosexuales, gitanos y comunistas».
Una vez pasado este preceptivo trámite, y volviendo al asunto objeto de este post, me gustaría abordar lo descubierto esta semana por la fiscalía de Manhattan en el seno de la Claims Conference. Empleados de esta entidad, muchos de ellos judíos, llevan al parecer más de 17 años inventando nombres de supuestos supervivientes del Holocausto, para llevarse el dinero de las pensiones, Se trata de una operación de estafa masiva, que ha llevado a esta organización a inventarse al menos 5.500 nuevos supervivientes del Holocausto y que les ha hecho ingresar 43 millones de dólares.
Es decir, que los contribuyentes occidentales, sobre todo los alemanes, llevan casi dos décadas financiando a través de transferencias a la Claims Conference, a personas que ni siquiera han existido, cuyos nombres inventaron los empleados de esta organización para engrosar sus bolsillos. Todo ello se ha realizado con la complacencia de sus superiores, entre los que se encuentran antiguos altos cargos del Mossad, como el presidente del Comité Ejecutivo de la Claims Conference, Reuven Merhav.
Hay que decir que la Claims Conference responde ante un comité formado por 25 miembros de las asociaciones judías más importantes y que además de pensiones, distribuye cuantiosas sumas de dinero a organizaciones educativas y culturales que hacen labores de sensibilización sobre los horrores del Holocausto. La Claims Conference es, según el diario israelí Haaretz, la organización más rica, poderosa y menos cuestionada de todo el mundo judío.
Sin embargo, no es el primer escándalo que surge en el marco de esta organización. Ya en 2006, la prensa reveló que el antiguo vicepresidente ejecutivo, Gideon Taylor, cobraba 437.000 dólares al año, cantidad poco acorde con el objeto y fin de la organización. También se ha criticado que aún haya cientos de supervivientes que vivan en la más absoluta miseria, cuando la Claims Conference declara poseer activos por valor de 900 millones de dólares.
La gran estafa de la Claims Conference muestra que en el caso de los judíos también se produce una escisión entre las élites y los ciudadanos de a pie. Mientras los dirigentes israelís y judíos siguen usando el victimismo del Holocausto como carta blanca para justificar sus atrocidades o enriquecimientos, muchos ciudadanos, que de verdad sufrieron en sus carnes uno de los episodios más graves de la crueldad humana, siguen permaneciendo olvidados.
El Holocausto es una de las peores barbaridades de la especie humana, pero no justifica ninguna acción posterior por parte de una de las etnias que lo sufrió. El Holocausto debe tener un lugar destacado en los manuales de Historia, pero también debe dejar de ser un elemento configurador de la situación política actual, en la que el Estado de Israel está exprimiendo sus réditos al máximo mediante la mentira, la estafa y la falsedad.
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