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La hipocresía nuclear de los Estados Unidos

Fuentes: Foreign Policy in Focus

Traducido por Mabel Rivas del Equipo de Traducción de Rebelión y Cubadebate

Las contradicciones entre lo que la administración está exigiendo de Teherán y otras potencias, y la capacidad nuclear que persigue para su propio arsenal, son provocativas y peligrosas.

La administración Bush está muy centrada estos días en el programa nuclear del Irán, atención que se ha agudizado a raíz del informe presentado recientemente por el Organismo Internacional de Energía Atómica de que el Irán sigue enriqueciendo uranio en desafío de lo exigido por una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

«La perspectiva de pensar en un Irán con armas nucleares no es muy agradable para nadie», dijo el vicepresidente Dick Cheney a Jonathan Karl de ABC News en Australia. «Evidentemente podría ocasionar daños significativos, de modo que creo que tenemos que seguir haciendo todo lo que podamos para asegurarnos de que no logren ese objetivo.»

Ante la pregunta de si la administración continuaría trabajando por la vía de la diplomacia, el vicepresidente respondió que si bien «hemos venido trabajando con la Unión Europea y por conducto de las Naciones Unidas con las sanciones… el Presidente también ha dejado claro que no hemos descartado ninguna opción sobre el tapete.»

En la Casa Blanca, «opciones sobre el tapete» es la frase codificada que significa acción militar. Ha habido muchos reportes de los medios de difusión acerca de los preparativos de los Estados Unidos para atacar al Irán. Empero, la lógica fundamental para ese ataque -impedir que el Irán posea armas nucleares – es sumamente problemática.

Los Estados Unidos no solamente están reforzando sus fuerzas militares en general, sino que incluso está planificando la modernizando de su arsenal nuclear. La hipocresía nuclear de la administración Bush hace que cualquier solución del conflicto con Irán sea mucho más difícil.

Gastos militares de los Estados Unidos

La nueva ronda de retorcimiento de manos con nerviosismo y de belicosidad sobre el naciente pero inquietante programa nuclear del Irán se produce solo unas cuantas semanas después de que la administración Bush anunciara su nuevo presupuesto, que incluía miles de millones para el desarrollo de armas nucleares.

El presupuesto del Departamento de Energía para «actividades relacionadas con armas» exige un total de 6 400 millones de dólares, cifra insignificante en comparación con el presupuesto propuesto de 481 400 millones de dólares del Pentágono. Pero el presupuesto para nuevas armas nucleares es grande y sigue creciendo -incluso en comparación con las cifras de la guerra fría.

Durante la Guerra fría, los gastos en armas nucleares promediaban 4 200 millones de dólares al año (en dólares corrientes). Casi dos décadas después de eliminada la animosidad nuclear entre las dos grandes superpotencias, los Estados Unidos están gastando en armas nucleares una y media veces más que el promedio gastado durante la guerra fría.

En 2001, el presupuesto para las actividades relacionadas con las armas del Departamento de Energía (DOE), encargado de supervisar el complejo de armas nucleares por conducto de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (National Nuclear Security Administration (NNSA), ascendió a 5 190 millones de dólares. Desde que en el «Examen de la Postura Nuclear» («Nuclear Posture Review») de Bush de enero de 2002 se reafirmó la urgente necesidad de «revitalizar el complejo de armas nucleares» — «con miras al diseño, el desarrollo, la fabricación, y la certificación de nuevas ojivas en respuesta a nuevas necesidades nacionales; y mantener el grado de disponibilidad para reanudar los ensayos subterráneos»-se ha producido un salto de más de mil millones de dólares en los gastos nucleares.

En la solicitud de los 6 400 millones de dólares de 2008 se incluyen fondos para el «ensayo del concepto de diseño» de dos nuevos diseños de ojivas nucleares que los oficiales esperan desplegar en misiles balísticos intercontinentales lanzados desde submarinos – incluso mientras los buques de guerra de los Estados Unidos se dirigen hacia el Estrecho de Hormuz para amenazar al Irán a fin de que desista de sus planes nucleares.

Costoso, ilegal y peligroso

Un elemento fundamental para revitalizar las armas nucleares es el programa Complex 2030 de la NNSA: «escenario de planificación de la infraestructura para un complejo de armas nucleares capaz de hacer frente a las amenazas del siglo XXI». Es un programa costoso, ilegal y peligroso destinado a la reconstrucción de las instalaciones nucleares construidas hace 50 años en las que se montan y desmontan las armas.

¿Cuán costoso es? El Departamento de Energía estima que el programa Complex 2030 requerirá una inversión de capital de 150 000 millones de dólares. Pero la Oficina de Contabilidad del Gobierno dice que eso es demasiado poco y que ni siquiera basta para financiar el mantenimiento básico de las ocho instalaciones nucleares que en estos momentos son operacionales en todo el país.

¿Por qué es ilegal? El programa Complex 2030 promete volver al ciclo de la guerra fría de diseño, desarrollo y producción de armas nucleares, se corre el riesgo de volver a los ensayos nucleares subterráneos, y podría requerir la fabricación anual de centenares de nuevos fosos de plutonio -que es el «corazón» fisionable de un arma nuclear. Esos planes contradicen directamente los compromisos contraídos en 1968 por los Estados Unidos en virtud de los tratados de «negociar con miras al desarme general y completo.»

¿Cuán peligroso es? Cada paso que los Estados Unidos se aleja del consenso internacional sobre la ilegalidad y la inmoralidad de las armas nucleares es un nuevo incentivo y una nueva justificación para que otras naciones traten de conseguir y ostentar armas nucleares.

En un informe de 2006, la comisión independiente de «armas de destrucción masiva» estimó la sombría probabilidad de que hubiera diez potencias nucleares dentro de una década. A finales de enero, el Boletín de los Científicos Atómicos adelantó el minutero de su Reloj del Juicio Final a cinco minutos de la medianoche nuclear, en parte como resultado del «renovado énfasis de los Estados Unidos en la utilidad militar de las armas nucleares.»

Al tiempo que los Estados Unidos avanzan hacia su renacimiento nuclear, la amenaza del terrorismo nuclear y ataques nucleares accidentales sigue siendo una prioridad grave pero mal financiada. La administración eleva de vez en cuando el espectro de los terroristas con armas nucleares. Por ejemplo, en febrero de 2004, el Presidente Bush advirtió lo siguiente: «En manos de los terroristas, las armas de destrucción masiva sería a lo que primero acudirían.»

Ahora bien, a pesar de su retórica, la administración no ha hecho nada por acelerar sus esfuerzos encaminados a destruir y salvaguardar los materiales sueltos para la fabricación de bombas y armas nucleares, pues ha asignado alrededor de 1 000 millones de dólares anuales a esos esfuerzos cruciales de no proliferación (aproximadamente la misma cantidad que la administración Bush ha venido gastando cada día en el Iraq). A este ritmo, tardará 13 años salvaguardar el material nuclear ruso.

Las contradicciones entre lo que la administración está exigiendo de Teherán y otras potencias, y la capacidad que persigue para su propio arsenal, son provocativas y peligrosas, lo que constituye una forma perniciosa de hipocresía nuclear.

Dick Cheney está en lo cierto – un Irán con armas nucleares no es una perspectiva agradable, y tenemos que hacer algo. Empero, la opción más eficaz es la más difícil de tragar. De conformidad con el Tratado de no proliferación nuclear, los Estados Unidos accedieron al «compromiso inequívoco» de «eliminar» sus arsenales de armas nucleares.

Honrar ese compromiso -y alentar a otros Estados nucleares declarados y no declarados a hacer lo propio-socavaría los argumentos de Teherán acerca de por qué es necesario tener potencia de fuego nuclear. Ah, y entre paréntesis, también haría al mundo sentirse mucho más seguro.

Identificado como: proliferación nuclear, armas nucleares, Irán

* Frida Berrigan es columinista de Foreign Policy In Focus (FPIF) e investigadora asociada de New School.