Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Mohammed al-Tajer es un hombre valiente. Es un abogado bahreiní que lleva más de una década defendiendo a los activistas del reino de la isla del Golfo, entre ellos el reconocido defensor de los derechos humanos Nabil Rajab. Ha sido detenido y torturado, acosado y amenazado en los medios sociales. A pesar de todo, no ha dejado de decir lo que piensa y de alguna manera ha mantenido su equilibrio con una mezcla de entendimiento reflexivo y humor irónico.
Sin embargo, el destino le ha jugado otra mala pasada en su hermano menor, Ali, un hombre sin antecedente alguno de activismo político. El 4 de noviembre pasado, Ali fue arrestado y su familia no supo nada de él durante casi un mes. Después de semanas de preocupación, les informaron acerca de un interrogatorio oficial que tuvo lugar el 30 de noviembre.
Se permitió que dos abogados de la firma de su hermano representaran a Ali, después de que Mohammed lanzara una campaña de cartas dirigidas a las autoridades exigiendo que respetaran el derecho a la representación legal, garantizado por ley pero ignorado demasiado a menudo. Publicó las cartas en internet y las autoridades ya no pudieron escurrir el bulto.
Los abogados regresaron del interrogatorio con una historia sombría. Ali les había contado que le habían impedido dormir y obligado a estar de pie durante veinte días, que le golpearon repetidamente en la cabeza, el torso y los genitales. Dijo que quienes le golpearon se burlaban de él: «No tenemos a tu hermano pero estamos muy contentos de tener a otro miembro de la familia al-Tajer».
Les entregaron las ropas que llevaba Ali cuando le arrestaron. Estaban manchadas de sangre.
Al-Tajer no tiene dudas de que su trabajo como abogado defensor de los derechos humanos es lo que provocó el arresto de su hermano. Dice que tratan de silenciarle, de alejarle de la defensa de los activistas pacíficos que se han enfrentado a los intentos del régimen de reprimir las críticas.
Las autoridades declararon que el 4 de noviembre habían detenido a 47 personas, entre ellas Ali, y que los arrestados estaban planeando inminentes ataques terroristas.
«La organización tiene fuertes vínculos con partidos iraníes y con terroristas que residen en Irán», afirmó el ministro del Interior en el momento de los arrestos, añadiendo que algunos miembros habían recibido entrenamiento sobre armamento y explosivos en la República Islámica.
Ali había estado visitando a su suegro, un académico bahreiní que se encuentra trabajando en la universidad de Teherán y que es crítico con el régimen de Bahréin por un asunto familiar personal. Las autoridades acusan de que en esa visita Ali recibió entrenamiento militar y, por extraño que parezca, asesoramiento sobre cómo responder en los interrogatorios, acusaciones que Mohammed al-Tajer dice que son absurdas: «No tienen ninguna prueba en absoluto, sólo afirmaciones generales y pruebas falsas extraídas de otros detenidos bajo tortura».
Mohammed al-Tajer vio a su hermano el 24 de diciembre: «Mentalmente está bien, es muy fuerte, no ha perdido la sonrisa». Pero un doctor que le examinó recomendó que le viera un urólogo y un cirujano ortopédico.
«Es por los golpes que ha soportado y al hecho de que le obligaron a estar de pie tanto tiempo», dice su hermano.
Ningún especialista ha examinado aún a Ali.
Para los amigos y familia del periodista de Al Wasat Mahmud Yasiri, arrestado el 28 de diciembre, la espera continúa. Su hermano recibió una llamada de Mahmud en la que le dijo tan solo que se hallaba detenido en una unidad de investigaciones criminales. No le habían comunicado la causa de su arresto.
Al Wasat, el único medio de comunicación independiente que hay en Bahréin, acababa de publicar un artículo escrito por Yasiri, corresponsal del periódico en el consejo de la Shura, sobre una historia políticamente sensible relacionada con la pérdida de la ciudadanía, una táctica punitiva que el gobierno utiliza cada vez más contra sus críticos.
El 30 de diciembre, un alto dirigente de la asociación de la oposición Al-Wefaq, Jalil Marsuk, fue convocado a la oficina del fiscal junto a otro responsable. Al mismo tiempo, llamaron, también para interrogarle, al destacado clérigo Sheij Maytham al-Salman, un activista por la paz interreligiosa internacionalmente reconocido.
El 2 de enero, inmediatamente después de las ejecuciones en masa en Arabia Saudí, el ministro del Interior de Bahréin, citando el artículo 168 del código penal, advirtió que «en forma alguna se iban a aceptar interferencias en los veredictos de la judicatura saudí o de cualquier otro país hermano o amigo».
El artículo 168 estipula penas de prisión de hasta dos años «para cualquier persona que difunda deliberadamente informes falsos, comunicados o rumores maliciosos que traten de dañar a la seguridad pública, aterrorizar a la población o perjudicar los intereses públicos».
El artículo, que forma parte de la draconiana legislación antiterrorista de Bahréin, ha sido ampliamente utilizado para atacar, condenar, multar y encarcelar a los críticos del régimen.
De esa forma fue como se criminalizó cualquier comentario crítico sobre la ejecución por los saudíes del importante clérigo chií Sheij Nimr al Nimr.
Y así terminó 2015 en Bahréin, con el gobierno acelerando de forma radical su campaña contra las voces independientes, silenciándolas sin descanso, utilizando la denominada guerra contra el terror como excusa conveniente.
«No podemos respirar, cualquier cosa que digamos puede utilizarse en nuestra contra, las paredes se están cerrando a nuestro alrededor», dijo una de esas voces, pidiendo ocultar su nombre por temor al arresto.
Es comprensible que en un ambiente así la gente no manifieste lo que piensa. Lo que no es ni comprensible ni aceptable es el virtual silencio de los aliados de Bahréin en Occidente. Deberían escuchar al abogado Mohammed al-Tajer.
Cuando se le pregunta si tiene miedo de las repercusiones que para él y su familia puede tener que se informe de sus comentarios, responde: «En absoluto. No vamos a retroceder. Adelante siempre».
Este es precisamente el tipo de declaraciones valientes que Washington y Westminster deberían escuchar. ¡Qué desgracia que no sea así!
Bill Law es analista de temas de Oriente Medio y especialista en asuntos del Golfo.
Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/bahrain-forgotten-story-509134798
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión como fuente de la traducción.