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La ilusión del «proceso de paz» es peor que el apartheid

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por J. M.

La muerte de Nelson Mandela, líder de la lucha por la libertad y la igualdad en el siglo XX, provocó una serie de comparaciones y numerosas interpretaciones diferentes. La más peculiar es la de calificar su lucha como no violenta. No sólo nuestro Primer Ministro peca de aceptar esta distorsionada interpretación que, en su caso, conlleva una clara intención política que es la de mostrar la razón por la cual a los palestinos se les niega la libertad y la igualdad que esperaban ya que no cuentan con su propio Mandela para encabezar una lucha no violenta. Esta interpretación no refleja ignorancia, sino engaño deliberado. Me parece que es posible aprender de la lucha de Mandela y comparala con la lucha palestina para entender las similitudes y las diferencias. Haré un breve relato sobre la relación entre la violencia y la liberación.

Mandela ganó una posición importante cuando decidió liderar la lucha armada contra el régimen de Sudáfrica y estableció el ala militar del Congreso Nacional Africano. Él pasó a la clandestinidad y dio lugar a actos de terrorismo y sabotaje contra el régimen de apartheid. . Por esto fue sentenciado a prisión de por vida y sólo después de 27 años fue puesto en libertad para negociar con el primer ministro Fredrik Willem de Klerk el fin del régimen de apartheid. De Klerk tuvo el éxito de deconstruir las bases del régimen de los privilegios y de separación de racial, y aceptar el principio de la igualdad de derechos de voto para los negros y blancos. Estas concesiones no fueron solamente el resultado de la lucha armada, sino también la falta de popularidad del régimen del apartheid y el boicot económico y político impuesto en Sudáfrica. Es decir que cuando las élites blancas sintieron dirigido el ataque directamente en contra de ellos, de Klerk pudo convencer a los blancos de que deben renunciar al régimen racial y a sus propios privilegios. Es importante entender que sin una lucha armada los negros de Sudáfrica no habrían logrado el reconocimiento. Tampoco la lucha armada por sí sola no es suficiente ya que los que gobiernan un país son siempre más poderosos y mejor organizados, y por lo tanto también es necesaria la presión internacional. A mayor presión internacional, menor necesidad lucha armada.

¿Es posible a través del análisis de la lucha de los negros concluir algo sobre la lucha del pueblo palestino? Creo que sí, a pesar de las diferencias entre los dos regímenes, en las formas de separación y los tipos de privilegios. La violencia palestina ha dado lugar a la presión internacional entre los años 1988 y 1992 y el reconocimiento de Israel de la OLP en 1993. Como consecuencia, Yasser Arafat se comprometió a resolver el conflicto por medios pacíficos, y él recibió la bendición de Mandela. Pero el reconocimiento mutuo desembocó en la dirección opuesta. Paulatino aumento del control económico y militar por parte de Israel. La razón de esto es que los israelíes y el resto del mundo se imaginan que el mero reconocimiento es el final del proceso, no al principio. Israel dejó de recibir las presiones internacionales, el boicot árabe se levantó y todos los países, incluida Rusia, Europa del Este, China y los continentes de Asia y África han abierto sus puertas al comercio con Israel. También los israelíes compraron la ilusión de la paz, se ocuparon de las luchas internas «civiles» y se desentendieron de la duplicación y triplicación de la población judía en los territorios. Y cuando los palestinos retomaron la violencia después del fracaso de la diplomacia, los israelíes se sorprendieron y decepcionaron (a este proceso lo llamaron «desencanto»). En pocas palabras, cuando el mundo no presiona al régimen represor, el grupo que tiene los privilegios no tiene ninguna razón para renunciar a ellos. Esto creó una rutina de «rondas» de la violencia, en erupción de vez en cuando, pero no logro nada más allá de la muerte y la destrucción.

El resultado de la ilusión del «proceso de paz» era peor que el régimen del apartheid en Sudáfrica, o, más precisamente, era la realización del sueño de los blancos de Sudáfrica: la división y fragmentación de los palestinos en varias zonas separadas en diferentes regímenes de control y opresión. Esta era la intención de los proyectos de bantustanes del apartheid, que fracasó. Arafat temía que Israel lo estuviera empujando al régimen de bantustanes y declaró que se negaría, pero en ausencia de apoyo internacional, fracasó en su lucha. Israel logró efectivamente dividir a los palestinos en cinco regímenes diferentes de discriminación: los ciudadanos de Israel, Jerusalén Este, Cisjordania, Franja de Gaza, y los refugiados fuera de las fronteras bajo control israelí. Cada grupo se controla de otra manera, y por lo tanto es diferente en cada caso la lucha política. Los palestinos no logran unirse, y resulta claro que sin el apoyo internacional masivo no serán capaces de liberarse del control de Israel. El uso de la violencia en sí misma sólo puede lleva a más «rondas» de inútil derramamiento de sangre.

Es importante entender, no es que los palestinos no tienen un Mandela yaciendo en las cárceles israelíes donde hay líderes serios con reconocido y respetado prestigio nacional, es que Israel ni siquiera tiene un de Klerk que la libere y negocie el fin de un régimen de privilegios para los judíos. Y sin de Klerk, también Mandela hubiera muerto en el anonimato.

El profesor Ginberg es un sociólogo político, autor de Politica y Violencia en Israel/Palestina (Prometeo, 2012)

Fuente: http://www.haaretz.co.il/opinions/.premium-1.2190404