La atención y reacción al ataque israelí contra cooperantes occidentales exige una reflexión crítica sobre la deshumanización de las víctimas palestinas, entre las que hay casi 200 trabajadores humanitarios.
El ataque israelí contra el convoy de World Central Kitchen (WCK), en el que han muerto siete personas, seis de ellas occidentales, no es el primero contra trabajadores humanitarios en Gaza, pero ha acaparado atención y titulares porque esta vez los afectados son ciudadanos del llamado primer mundo. Esto, por sí solo, exige una reflexión crítica sobre la deshumanización normalizada de la población palestina.
Las víctimas mortales son una mujer australiana, un estadounidense-canadiense, tres británicos y un polaco, además de un palestino. “No son víctimas sin nombre”, ha dicho, con razón, un portavoz de la ONG. También tienen nombre los 32.000 muertos palestinos, los más de 8.000 desaparecidos y los 74.000 heridos en Gaza.
El ataque contra este convoy humanitario muestra la claridad del objetivo: tres vehículos diferentes, separados entre sí más de un kilómetro y medio, fueron golpeados en una “zona no conflictiva”. Recibieron tres disparos de misiles israelíes, uno tras otro. La organización humanitaria facilita su ubicación y coordina sus rutas y movimientos con el Ejército israelí. Los tres coches atacados llevaban el techo marcado, en la parte más visible, con el logo de World Central Kitchen.
“No es solo un ataque contra WCK, es un ataque contra las organizaciones humanitarias que actúan en las situaciones más espantosas, donde los alimentos se usan como arma de guerra. Es imperdonable”, ha declarado Erin Gore, directora ejecutiva de World Central Kitchen, que ha anunciado que paraliza inmediatamente las operaciones en la zona.
El bloqueo y los ataques israelíes contra la ayuda humanitaria
El pasado mes de octubre el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, ordenó un “asedio completo” de Gaza. “No habrá electricidad, ni comida, ni combustible, todo está cerrado”, señaló.
Desde entonces el Ejército israelí ha limitado y bloqueado la entrada de la ayuda necesaria. Además, está destrozando una parte importante de la red médica y asistencial, ha atacado varios hospitales y convoyes de ayuda de Naciones Unidas o de organizaciones como Médicos sin Fronteras, ha matado a empleados de la UNRWA, a doctores, a personal médico, a conductores de ambulancias, así como a un gran número de periodistas, académicos, artistas y docentes. Todos eran palestinos. Unos doscientos trabajadores humanitarios han muerto en Gaza desde octubre. Con el transcurso de los meses apenas hay escándalo ante las matanzas cotidianas.
El Ejército israelí también ha lanzado varios ataques contra civiles durante entregas de alimentos y productos de primera necesidad. En la llamada ‘masacre de la harina’, el pasado 29 de febrero, las fuerzas israelíes dispararon contra una multitud que aguardaba el reparto de ayuda. Ciento doce civiles murieron y al menos quinientos resultaron heridos, algunos aplastados y otros por heridas de bala, como detallaron varios portavoces médicos. Otros ataques similares se han repetido desde entonces en diferentes puntos de la Franja.
Las masacres contra civiles continúan y ha estallado la hambruna en la zona norte, con varios niños muertos por deshidratación y falta de alimento. Las fuerzas israelíes asediaron durante dos semanas el hospital Al Shifa, el más grande de Gaza y mataron a más de doscientas personas, entre ellas personal médico y civiles, como el doctor Ahmad Maqadmeh. El hospital y sus alrededores han quedado destrozados. Periodistas y testigos cuentan -y muestran en vídeos y fotos- que han aparecido cadáveres maniatados dentro del hospital, la mayoría mutilados, otros quemados o aplastados por las excavadoras israelíes.
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, UNICEF, la OMS o la UNRWA ,entre otras, han denunciado los impedimentos sistemáticos por parte de Israel para introducir ayuda por vía terrestre. Cientos de camiones ven bloqueada su entrada todas las semanas al otro lado de la frontera sur de Gaza. Este hecho constituye, en sí mismo, parte de la argumentación de la denuncia por genocidio presentada por Sudáfrica contra Israel ante la Corte de La Haya.
Un mensaje público a Biden
Hace dos semanas el fundador de World Central Kitchen, el chef José Andrés, quien conoce personalmente al presidente estadounidense, se pronunciaba así en la red social X:
“Te respeto, presidente Biden y te tengo en alta estima, pero el ‘mañana mejor’ del que estás hablando comienza exigiendo a Netanyahu que deje de matar a niños, atacar a voluntarios humanitarios y a la prensa! Hay que abrir más rutas terrestres hacia Gaza para alimentar a todos. ¡Pedir un alto el fuego y liberar a los rehenes de ambos lados!”.
Con esta frase el cocinero se refería a los prisioneros palestinos secuestrados a través de la ley israelí de detención administrativa, que permite que hombres, mujeres y menores sean encarcelados sin cargos durante seis meses, un periodo de tiempo que puede ampliarse otros seis meses y así de forma indefinida.
El mensaje proseguía así: “Deberías cancelar la llegada de los marines de EEUU [a Gaza] (…) La intervención militar, incluso con fines humanitarios, no es la respuesta, ni es bienvenida por el pueblo de Gaza… ni por mí mismo”.
Tras el ataque contra sus trabajadores y la muerte de siete de ellos, el chef ha pedido a Israel que ponga fin “a esta matanza indiscriminada”: “Tiene que dejar de restringir la ayuda humanitaria, dejar de matar a civiles y cooperantes, y dejar de utilizar los alimentos como arma. No más pérdidas de vidas inocentes”.
El pasado mes de octubre el cocinero había arremetido contra la entonces ministra Ione Belarra, por haber denunciado como crímenes de guerra y genocidio la actuación israelí en Gaza.
Resolución de la ONU y nueva orden de la Corte Internacional
La situación en la Franja es tan grave que esta última semana se han lanzado tres mensajes contundentes a Israel desde Naciones Unidas y el máximo tribunal internacional. Pero el Gobierno de Netanyahu ha hecho caso omiso, con el apoyo de EEUU y otras potencias europeas.
El Estado israelí no está cumpliendo la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada hace unos días, que pide un alto el fuego inmediato y garantías para la llegada a Gaza de la ayuda necesaria. Por primera vez, EEUU se abstuvo ante una resolución de estas características, en vez de vetarla. Sin embargo, tras su aprobación, Washington señaló que dicha resolución no es vinculante, una afirmación que ha generado gran revuelo y que ha sido refutada por expertos juristas y representes diplomáticos de países como Francia y Alemania o por el portavoz adjunto de la ONU.
Israel también ha desoído -y condenado- el informe de la relatora de Naciones Unidas, Francesca Albanese, titulado ‘Anatomía de un genocidio’. Además, está desobedeciendo las nuevas medidas anunciadas hace cinco días por la Corte Internacional de Justicia, que exige a Israel que “garantice” “sin obstáculos” la entrada de la ayuda humanitaria necesaria en Gaza.
En su escrito, el máximo tribunal de la ONU indica que estas medidas son ordenadas “en vista del empeoramiento de las condiciones de vida que enfrentan los palestinos en Gaza, en particular la propagación del hambre y la inanición”, con “privación prolongada y generalizada de alimentos y otras necesidades básicas”.
El abogado de derechos humanos Kenneth Roth, director de Human Rights Watch hasta 2022, ha denunciado que “Israel culpa a todo el mundo, excepto a sí mismo, de la hambruna masiva en Gaza. La Corte Internacional de Justicia no compró esa mentira autoexculpatoria y ordenó a Israel que empiece a permitir la entrega sin obstáculos de ayuda humanitaria en Gaza”.
Las consecuencias de la impunidad
A pesar de la especificidad de las nuevas medidas de la Corte Internacional, Israel ha continuado con sus ataques indiscriminados, que constituyen en sí mismos un obstáculo para la llegada de la ayuda necesaria. Esta impunidad tiene graves consecuencias no solo para la población palestina, sino para el futuro de la ley internacional. Estados Unidos y varios países europeos siguen enviando armamento y apoyo al Gobierno de Netanyahu, y la mayoría de las naciones mantienen sus relaciones comerciales y diplomáticas con Israel, evitando adoptar medidas de presión. El cierre de filas es inédito. Las líneas del derecho internacional humanitario se difuminan cada día más.
El orden construido tras la Segunda Guerra Mundial basado en la ley internacional y en la defensa de los derechos humanos se debilita. Si Washington y parte de Europa desprecian el sistema que dicen defender, ¿qué fortaleza le queda a este andamiaje?
“Hay un esfuerzo sistemático de EEUU para socavar la ONU y el derecho internacional y reemplazarlo con un orden basado en reglas más ambiguo y autodefinido. A medida que el Gobierno Biden defiende a Israel y a Netanyahu, se parece cada vez más al Gobierno de Netanyahu”, indicaba este lunes el vicepresidente del Quincy Institute, Trita Parsi, repitiendo las palabras del analista Branko Marcetic.
El debate sobre el futuro del derecho internacional está muy presente en circuitos jurídicos, diplomáticos y de derechos humanos internacionales. Si la impunidad gana esta batalla, se consolidarán las dinámicas de la ley del más fuerte, y las reglas solo servirán para someter a los más débiles.
El consenso para la continuación de la masacre
“Necesitamos admitirlo: Israel quiere la guerra en Gaza. Más y más guerra en Gaza, tanta como sea posible y quizá incluso más ”, escribía este domingo el periodista israelí Gideon Levy.
“Lo que es único, al menos desde la era de los genocidios coloniales abiertos, es la unidad que esta carnicería ha inspirado entre las elites políticas del Norte Global, y hasta cierto punto más allá. Donald Trump está de acuerdo con Joe Biden, Rishi Sunak con Keir Starmer, Emmanuel Macron con Marine Le Pen, Justin Trudeau con Giorgia Meloni, Victor Orbán con Narendra Modi”, reflexionaba la escritora judía canadiense Naomi Klein.
Esta semana se cumplirán seis meses del inicio del castigo colectivo en Gaza, investigado por genocidio por el máximo tribunal de la ONU. Es la primera masacre de esta envergadura observada en tiempo real por la humanidad, mientras sigue su curso sin detenerse. Solo las víctimas occidentales han despertado a los dirigentes de las potencias del Norte Global durante unos instantes, para mostrarse consternados, antes de volver a sus asuntos. Occidente camina de puntillas sobre los crímenes israelíes en Gaza.