Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Foto de Portada: Imagen tomada de un video disponible en el sitio oficial del Ministerio de Defensa de Azerbaiyán que muestra un ataque de la artillería azerí hacia las posiciones de los separatistas armenios en la región de Nagorno-Karabaj, 28/9/2020 (AFP)
“Estoy muerto aquí y estoy muerto allí”, le dijo Adham a su primo Shakib (seudónimos), al justificar su decisión de participar en el renovado conflicto entre Azerbaiyán y Armenia por la región de Nagorno-Karabaj.
Cuando los dos se reunieron, días antes de que Adham se marchara a Azerbaiyán, comparó su vida en una tienda de campaña en la aldea de Kafr Jannah, en el norte de Alepo, con la muerte, recordaba Shakib. “No nos queda nada después de dos años sin empleo o apenas trabajando”, agregó Adham. “Si vuelvo, sería algo bueno. Si no puedo volver, al menos mi familia vivirá”, refiriéndose a sus cuatro hijas y a su esposa, que está embarazada de cinco meses.
En las zonas de la “Rama de Olivo” -las áreas invadidas en la operación militar turca de 2018 contra las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) lideradas por los kurdos en la región de Afrin, en el noroeste de Siria- hay muchos hombres jóvenes sin trabajo. Algunos ganan alrededor de 200 libras turcas, aproximadamente 40.000 libras sirias al mes: no es suficiente para mantener a una familia de cuatro miembros más de una semana y media, dijo Shakib a Syria Direct. “Dos paquetes de pan cuestan 2.000 libras sirias”, explicó.
Adham decidió ir a Azerbaiyán con la esperanza de regresar, le dijo a su primo, “con alrededor de 4.000-5.000 dólares, o unos diez millones de libras sirias, para poder alquilar o tal vez comprar una casa”. Las facciones pertenecientes al Ejército Nacional Sirio respaldado por Turquía, como la División Hamzat, son las responsables de organizar los viajes a Azerbaiyán.
Contrato engañoso como guarda
La misma situación grave de indigencia en las áreas controladas por la oposición del noroeste de Siria llevó a Muhammad Abdul Razzaq, apodado Muhammad Shaalan, a ir a Azerbaiyán, según su amigo Rami Akkush.
Shaalan, uno de los primeros revolucionarios en la provincia de Alepo, tiene 45 años y es padre de cuatro hijos y dos hijas que viven actualmente con su madre en la ciudad de Rajo, en Afrin. Creía que su papel en Azerbaiyán, le dijo su amigo a Syria Direct, se limitaría a proteger las instalaciones turcas allí, según el contrato que firmó. La misma tarea también se estableció en el contrato firmado por Muhammad al-Shahna, según relató su hermana a Syria Direct. El contrato tenía una duración de tres meses, agregó, con un salario mensual de 1.500 dólares.
Al-Shahna, de 26 años, fue desplazado con su familia de la ciudad de Maarat al-Numan a Maarat Misrin, en la zona rural de Idlib, y estaba desempleado, según su hermana. Cuando la familia perdió el contacto con él durante cinco días, pensaron que había logrado llegar a Turquía (ilegalmente). Luego se sorprendieron al recibir una llamada telefónica de su hijo diciéndoles que estaba en Azerbaiyán.
“Nos contó que alguien le había aconsejado que se marchara a Azerbaiyán, donde había mejores oportunidades laborales disponibles que en Turquía y mejores salarios”, dijo su hermana. Al-Shahna dijo que le había consultado a “un jeque [personalidad religiosa] acerca de un trabajo como ese, y que le respondió que era un trabajo con contrato en el extranjero y no había nada prohibido al respecto”.
Ahmad al-Barho, un activista de los medios originario de Alepo que actualmente vive en Afrin, enfatizó que los motivos de los combatientes para ir a Azerbaiyán son puramente materiales. “Vieron que los que fueron a Libia ganaron 6.000 dólares en tres meses y su situación financiera mejoró”, dijo a Syria Direct. “Fueron, según les habían dicho, a vigilar las bases turcas”, añadió al-Barho.
El choque con la realidad
Cuando Shakib se puso en contacto con Adham en Azerbaiyán, su primo le dijo que deseaba regresar. “Pero no podemos hacerlo”, le dijo Shakib, y agregó que “tenían prohibido tomar fotografías ni comentarlo con nadie, incluso conmigo. A un hombre lo amenazaron con meterlo en prisión después de publicar un video de Azerbaiyán”.
El sorpresivo cambio de la misión de proteger las instalaciones turcas en Azerbaiyán a unirse a las batallas de Nagorno-Karabaj llevó a Muhammad Shaalan a objetar, según su amigo Akkush. Shaalan le dijo a uno de los comandantes de su facción: “Vinimos para trabajar como guardias fronterizos, no como combatientes; no vamos a luchar junto a los chiíes, que son los que matan a nuestras familias en Siria y cometen masacres contra nosotros”. Por ello surgió una disputa entre Shaalan y los demás sirios, por un lado, y los comandantes de las facciones, por el otro. “Esto hizo que les devolvieran a puestos militares de retaguardia. Después les sorprendió escuchar que los proyectiles caían sobre su posición, matando [a Shaalan] así como a un joven de la aldea de Ainyara, cerca de Atarib”.
La historia de Muhammad al-Shahna refleja la de Shaalan con un hilo compartido de engaño y final doloroso. Dos días después de llegar a Azerbaiyán, le dijo a su hermana: “Nos han engañado, a mis amigos y a mí. Todo era mentira”. Cuando la familia le pidió que regresara, él respondió: “No puedo hacer eso, firmamos un contrato, solo reza por mí”, recordó su hermana.
Al principio tuvo suerte. Como era el único hermano de siete niñas, se le asignó el trabajo de camionero “para transportar soldados a las zonas alejadas de la línea del frente, mientras obligaban a otros a unirse a la lucha”, le dijo al-Shahna a su hermana.
Pero a los tres días de llegar a Azerbaiyán, mataron a al-Shahna.
El comandante de la unidad de al-Shahna, un joven sirio de Yabal a-Zawiya, en la zona rural de Idlib, resultó herido. Nadie acudió a rescatarlo, por lo que al-Shahna decidió hacerlo él, según contó más tarde a la familia la madre de un joven de la ciudad de Homs que se encontraba allí en ese momento. Una bala de francotirador alcanzó a al-Shahna en la cabeza y cayó en una cañada donde murió desangrado. No recuperaron el cuerpo de Al-Shahna hasta dos horas después de que le dispararan.
Akkush no pudo participar en el funeral de su amigo Muhammad Shaalan, porque «su cuerpo llegó -con los cuerpos de los otros mártires- por la noche [del 3 de octubre] y fue enterrado al día siguiente en Atarib”, pero Akkush vive en Afrin.
En cuanto al cuerpo de Muhammad al-Shahna, sus amigos lo recogieron en la frontera turca, dijo su hermana. Luego, los esposos de sus hermanas lo recuperaron en el centro perteneciente a la facción de Afrin que había coordinado su viaje a Azerbaiyán, y “lo enterramos a las 2:30 de la madrugada”.
El 4 de octubre el activista Samir Nheli publicó en su página de Facebook los nombres y las fotos de diez sirios asesinados en Azerbaiyán, comentando: “Ayer, trajeron los cuerpos. La inteligencia azerí y turca obligó a sus familias a enterrarlos por la noche, sin fotografías ni ceremonias de entierro. Los que quedaban en Azerbaiyán se rebelaron en sus campamentos, negándose a participar en las batallas. Les han amenazado con la cárcel”.
Según el activista Omar Mahmud al-Bom, que trabaja en el Macro Media Center que cubre los acontecimientos en el norte de Siria: “Aproximadamente 200 hombres abandonaron Idlib [hacia Azerbaiyán] al mismo tiempo. Devolvieron los cadáveres de 50 de ellos por el cruce de Hawar Kilis, en la campiña norte de Alepo, y se los entregaron a sus familias, dijo una fuente del sector médico que lleva la coordinación entre las distintas autoridades sanitarias”.
¿Mercenarios o víctimas de trata de personas?
“A pesar de las advertencias de los combatientes en Azerbaiyán a sus hermanos en las zonas liberadas [bajo control de la oposición siria] para que no vayan”, dijo Akkush, “algunos todavía siguen atrapados por la idea de ir a luchar”.
Al-Bom explicó que “la mayoría de los que se van son extremadamente pobres, y están explotando esa necesidad para atraerlos con dinero”, enfatizando una vez más el motivo de las duras privaciones. En tal sentido, lo que está sucediendo “no es más que trata de personas”, dijo al-Bom, ya que “al captador no le importa si la persona es civil o militar, y algunos dejaron atrás las cuestiones militares hace mucho tiempo”.
Muhammad Abu Jaled (seudónimo), vecino de Muhammad al-Shahna en Maarat al-Numan, llegó a describir lo que está ocurriendo como “una colaboración turco-rusa para acabar de una vez con la revolución y hacer morir de hambre y matar a su honorable pueblo con la complicidad de los comandantes de las facciones que se han postrado ante Turquía «.
“La gente está diciendo que mi hermano era un mercenario”, dijo la hermana de al-Shahna. “Los que fueron a Azerbaiyán fueron engañados con la promesa de un gran salario y un contrato a corto plazo. Son las víctimas engañadas del conflicto internacional”.
(Este artículo se publicó originalmente en árabe y Mateo Nelson lo tradujo al inglés.)
Fatima Ashour nació en el barrio de Moadamiyat a-Sham, en las afueras de Damasco. Se graduó en Traducción por la Universidad de dicha ciudad. En 2012 se trasladó al Líbano y un año después a Jordania. Actualmente estudia un máster en Trabajo Social en la Universidad Jordana de Alemania.
Fuente:
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