Traducido del italiano por Gonzalo Hernández Baptista
Hoy [24/10/07] Ehud Olmert estará en Moscú para un encuentro sorpresa con Vladimir Putin, el cual llega, y no por casualidad, tras la visita del presidente ruso a Teherán. El primer ministro israelí -refirieron ayer desde su gabinete- pretende discutir con el presidente ruso una serie de cuestiones regionales de alto nivel. Comenzarán obviamente por el programa nuclear israelí. Sin embargo, Olmert, en vez de señalar con el dedo Teherán, haría mejor en tomar en consideración las consecuencias de su propio programa atómico. Un programa que desde hace años ha estado cubierto por un velo impenetrable de secretismo, a la luz de las nuevas denuncias sobre los riesgos de los residuos atómicos para la salud de los habitantes de los territorios ocupados.
El ilustre Mahmud Saada, experto palestino y miembro de una comisión internacional de médicos encargados de la «salvaguarda de las guerras nucleares y de las radiaciones», en una entrevista publicada ayer por el diario árabe al-Hayat, ha denunciado que las radiaciones emanadas por el reactor nuclear israelí de Dimoma y los residuos nucleares de tres depósitos subterráneos anexos serían la causa de raros casos de cáncer que han encontrado en niños palestinos en el distrito de Daheriyeh, al sur de Hebrón (Cisjordania).
Saada ha señalado el caso de niños palestinos afectados de «rarísimas formas de tumores en los ojos y en el cerebro». Unos análisis de laboratorio afirmarían que «las radiaciones y los residuos nucleares enterrados en tres zonas limítrofes con el área de Daheriyeh» son «la principal causa de los casos de cáncer, que aumentaron en los últimos tiempos un 60%». Al oeste de Daheriyeh -ha añadido el experto palestino- han registrado porcentuales de cesio 137 parecidas a las que se hallan a treinta kilómetros del reactor de Chernóbil. Saadan ha pedido que los entes internacionales den los pasos necesarios para obligar a Israel a «detener el almacenamiento subterráneo de residuos en las zonas habitadas», también a «instalar una base para monitorizar las radiaciones nucleares» y a «construir un hospital para curar las enfermedades originadas por las radiaciones». Haciéndose eco, al Hayat ha denunciado «la negligencia de las autoridades israelíes» que, según el diario, «no habrían tomado ningún tipo de medida para examinar la presencia de radiaciones en la zona interesada».
Hace ya dos años un grupo de médicos palestinos había denunciado el aumento de cánceres yado el aumento de cesencia de radiaciones en la zona interesada». diaciones». on (Cisjordania)os de abortos espontáneos en cinco poblaciones al sur de Hebrón. Asimismo ha encontrado el apoyo de su colega Michael Shapira. El experto israelí no había excluido, como causa de las enfermedades, la misma presencia de los depósitos de residuos nucleares. Son afirmaciones que merecerían por lo menos una verificación por parte de las agencias internacionales competentes. Sin embargo parece que no quieren emprenderlas. A pesar de que, con anterioridad, el Programa para la protección del ambiente de las Naciones Unidas (UNEP) en más de una ocasión ya ha puesto en relieve que el programa atómico y el de almacenaje de los residuos nucleares que Israel desarrolla desde hace decenios sigue en marcha sin control alguno. Por lo demás, no es insignificante que hace un par de años las autoridades israelíes hayan distribuido medicamentos con los que contener el riesgo de las radiaciones en algunos centros habitados del Négev, cerca de la central de Dimona. Allí Israel -según unas revelaciones hechas en 1986 por el antiguo experto nuclear Mordechai Vanunu y otros estudios internacionales- ha producido el plutonio necesario para construir entre cien y doscientos artefactos atómicos, que compondrían su arsenal. Las denuncias por las consecuencias de las radiaciones no inducen a Israel a replantearse el camino. Por el contrario, el estado hebreo intentaría dotarse de la primera central nuclear civil (la de Dimona es oficialmente un «centro de investigaciones avanzadas»). Según unas indiscreciones comentadas en las últimas semanas por la prensa israelí e internacional, hay en curso una inminente aprobación por parte del gobierno israelí de construir una central eléctrica atómica para satisfacer, al menos en parte, la creciente demanda nacional de electricidad. Y mientras tanto, Dimona, ¿continuará produciendo bombas o tumores?
Url del texto: http://www.ilmanifesto.it/Quotidiano-archivio/18-Ottobre-2007/art59.html
Gonzalo Hernández Baptista es miembro de Rebelión (www.rebelion.org) y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft para uso no comercial: se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.