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La involución de Podemos

Fuentes: Rebelión

Es muy triste para mi comprobar cómo, de un tiempo a esta parte, lo que en principio parecía ser una opción política no sólo regeneradora, sino auténticamente revolucionaria, se ha ido quedando en una opción socialdemócrata más. Y francamente, para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Desde su creación, he escrito muchas veces en […]

Es muy triste para mi comprobar cómo, de un tiempo a esta parte, lo que en principio parecía ser una opción política no sólo regeneradora, sino auténticamente revolucionaria, se ha ido quedando en una opción socialdemócrata más. Y francamente, para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Desde su creación, he escrito muchas veces en defensa de este grupo de intelectuales fundadores del partido, que luego se abrió al resto de la sociedad mediante sus círculos, y que parecían dar cauce electoral al espíritu político del 15-M. Me he rebelado en su momento, cuando se volvían feroces los ataques a la formación morada, mediante campañas de desprestigio orquestadas por los partidos que representan a la clase dominante, así como los medios de comunicación que les apoyan. He criticado a toda la órbita fascista anti PODEMOS que ha mostrado su cara más demoledora, en un intento de revertir los resultados de las elecciones donde la formación de Pablo Iglesias obtenía alguna representación. He escrito sobre el propio valor de la utopía, desde el punto de vista de varios autores, que parecía encarnado en algunas propuestas del PODEMOS fresco y original, que luego se han ido quedando en nada.

Incluso me he rebelado contra la sugerencia que algunos representantes de la clase empresarial llegaron a hacer sobre la creación de un PODEMOS de derechas, reprochando el intento de prostitución sobre el sentido original de esta formación. Por último, también he intentado, y lo he hecho completamente convencido, explicar el cierto grado de ambigüedad en algunas de las propuestas y de los argumentos de PODEMOS, sobre todo a los que se referían a la construcción de nuevos significantes para expresar y referirse a los ejes izquierda-derecha como a los de arriba frente a los de abajo, o bien al concepto de casta para representar a la clase dominante en toda su dimensión. Pero lo cierto es que, en su obsesión por liderar el «centro del tablero político» (en expresión de Pablo Iglesias), esta formación política ha ido diluyendo, suavizando y renunciando a una serie de argumentos y de propuestas, que están provocando su rápida adscripción como una formación socialdemócrata al uso, no pudiéndose ya considerar como una formación política representante de la izquierda transformadora. Esto no significa que no sigamos estando de acuerdo (que lo estamos) con multitud de sus propuestas y enfoques programáticos, pero en muchos asuntos de calado, la respuesta y la actitud de PODEMOS se han vuelto completa y absolutamente decepcionantes.

Por una parte, y desde su programa electoral original para las Elecciones al Parlamento Europeo en 2014, han suavizado, desvirtuado u omitido muchas propuestas que considerábamos como auténticas «joyas de la corona», como por ejemplo, la de la renta básica. En efecto, su redacción de la propuesta para dicha convocatoria electoral fue impecable, respondiendo a los objetivos, características y financiación de la misma, esto es, como una prestación económica mínima, concedida a toda persona como derecho de ciudadanía, destinada a erradicar la pobreza y la exclusión social, financiada por el Estado a partir de una reforma fiscal progresiva, y de la eliminación de todas las demás prestaciones de cuantía inferior a la RB. Pero en vez de mantener este enfoque, a partir de ahí el carácter de la propuesta fue descafeinándose, no sabemos si por influencia de los principales ponentes de su posterior programa, «Un proyecto económico para la gente«, ya que sus redactores principales, los economistas Vicenç Navarro y Juan Torres, son declarados detractores de la renta básica. Después llegó su programa electoral para las Elecciones Municipales y Autonómicas de mayo pasado, de cuyas propuestas ya publicamos nuestro enfoque crítico en su momento, al que remito a los lectores.

Pero no es el único tema donde las reacciones de PODEMOS se han tornado decepcionantes. Tenemos también el caso de Venezuela, que ha sido restregado hasta la saciedad por los «periodistas» adscritos a la derecha mediática de este país, y donde a las permanentes acusaciones de dichos medios al modelo socialista bolivariano del Presidente Nicolás Maduro, tildándolo de «dictadura represora», de no respetar los «derechos humanos», y de encarcelar a los «opositores al régimen político» de Maduro, las respuestas de los dirigentes de PODEMOS han sido completamente tibias y carentes de todo argumento que contrarreste los ataques mediáticos capitalistas y las calumnias que continuamente se vierten contra Venezuela y su legítimo gobierno. Desde la formación morada deben saber quiénes son los opositores venezolanos, y lejos de esquivar estos ataques de la caverna mediática y de los políticos representantes del gran capital (como Felipe González, con su lamentable visita a Venezuela y su encendida defensa de Leopoldo López), la respuesta de los dirigentes podemitas ha sido la tremenda tibieza a la hora de replicar a todos estos agentes de la intoxicación mediática, y a todos los borregos tertulianos que se limitan a repetir como un papagayo lo que el pensamiento dominante les expone.

Hemos echado en falta, por tanto, desde PODEMOS (y también desde Izquierda Unida, dicho sea de paso) una defensa mucho más clara, radical y tajante del régimen venezolano, explicando claramente el origen y las causas de la situación que allí se vive, denunciando a los auténticos actores que extorsionan el sistema (que no son otros que la derecha venezolana y las grandes empresas transnacionales, con el inestimable apoyo de los Estados Unidos), y defendiendo (con sus limitaciones, defectos e imperfecciones, naturalmente) el régimen chavista, no como un modelo a exportar fielmente a terceros países, pero sí como un ejemplo actual del socialismo del siglo XXI. Y en esta misma línea, a PODEMOS le han acusado hasta la saciedad, por activa y por pasiva, mediante los voceros de los medios de comunicación representantes del neoliberalismo, de financiarse del régimen bolivariano, y ellos no sólo se debieran haber limitado a negarlo, y a demostrarlo en los tribunales de justicia, sino que deberían haber contraatacado aclarando a la ciudadanía que son los grupos de extrema derecha venezolanos los que se financian desde los think tanks republicanos de los Estados Unidos. Para colmo, cuando Juan Carlos Monedero, uno de nuestros intelectuales mejor valorados internacionalmente, y de más experiencia en el campo de la izquierda, redacta un artículo poniendo las cosas en su sitio después de la reciente condena al golpista Leopoldo López, los dirigentes de PODEMOS se apresuran a desmarcarse de su línea, y a declarar que su opinión no es la postura oficial de la formación morada.

Pero de todos los asuntos donde hemos visto diluirse la respuesta de PODEMOS, quizá el más representativo y el que ha podido hacer más daño de todos ha sido el relativo a su defensa incondicional de la formación griega Syriza, y de su líder Alexis Tsipras. Antes de las Elecciones de enero de 2015 en Grecia, quizá era lógica su defensa, pues Syriza representaba la nueva bocanada de aire fresco que necesitaba el país, y sus líderes prometían dar la batalla en el contexto europeo, y liberar a Grecia de las terribles consecuencias de la fanática austeridad a la que había sido sometida. Veíamos a Grecia como el germen del cambio para todo el Sur de Europa, pero desgraciadamente no fue así, y ya denunciamos en varios artículos al respecto, que las negociaciones que se llevaban a cabo con la Troika durante los cuatro o cinco primeros meses de gobierno no conducirían a buen puerto, ya que las terceras vías, en estos casos, nunca son posibles. Dimos incluso nuestro apoyo, y lo continuamos haciendo, a la formación del Comité para la Verdad de la Deuda Griega, cuyas conclusiones finales están previstas para diciembre de este año, pero que ya fueron adelantadas parcialmente por su Presidente, Eric Toussaint, quién además ha propuesto planes B alternativos para la salida del euro, desestimados sistemáticamente por los dirigentes de Syriza, salvo quizá por el ex Ministro de Finanzas, Yanis Varuofakis. Bien, durante todo este período, no sólo vimos a Pablo Iglesias defender a ultranza a Syriza y a su líder, sino participar conjuntamente en mítines y actos de campaña.

Pero el caso es que, llegado el momento cumbre de las negociaciones, durante el mes de julio pasado, y después de que el pueblo griego hubiera mostrado en referéndum su claro rechazo a continuar con los rescates y los planes de austeridad, Syriza (mejor dicho, su líder Tsipras) capituló y se rindió, traicionando no sólo las promesas a su pueblo, sino las ilusiones de terceras organizaciones de izquierda de otros países europeos, que pudieran haber seguido a Syriza en su confrontación a la arquitectura neoliberal de la Unión Europea. Tamaña traición y decepción para la izquierda política transformadora no podía ser ya justificada desde ningún punto de vista si se pretendía seguir manteniendo un planteamiento coherente, pero sin embargo, Pablo Iglesias y el resto de dirigentes de PODEMOS continuaron justificando las decisiones de Alexis Tsipras. Y a pesar de que la situación de auténtico surrealimo político había llegado en Grecia a límites increíbles, PODEMOS no se atrevió a retirar su confianza pública en una formación política que había defraudado profundamente a su pueblo y a sus ideales.

Pero aún no habíamos llegado al último asalto de Tsipras, que ha consistido en dimitir y convocar nuevas Elecciones Generales, después de haber aprobado (sin el apoyo del ala izquierda de Syriza, que ha abandonado la formación y ha constituido una nueva formación política) el más cruel y fanático memorándum de rescate para el país. Muchos analistas coinciden en afirmar que esta maniobra ha respondido al objetivo de Tsipras de asegurarse el poder cuando todavía no se han hecho sentir las más dolorosas consecuencias del tercer rescate firmado con la Troika. Al momento de escribir el presente artículo no conocemos aún los resultados de dicha nueva convocatoria electoral, pero lo cierto es que, después de todo lo relatado, Pablo Iglesias ha tenido la desfachatez de continuar siendo compañero de campaña electoral de Tsipras, participando conjuntamente en mítines de Syriza, y presentando al indecente líder griego como un «león» que intentaba defender los intereses de su país. Decididamente, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Porque tanta querencia con el líder de una formación política tan decepcionante no hace sino contribuir a mostrarnos su auténtica cara, sus auténticas limitaciones. Nos encontramos con un PODEMOS que, llegado el momento, si alcanzara alguna vez a gobernar, cuando las Instituciones europeas le planten cara a sus propuestas, y comiencen sus medidas de chantaje, se limitará a meter el rabo entre las piernas, siguiendo la escuela Zapatero-Tsipras, y a renunciar a todas las medidas que están proponiendo ahora, tan valientemente.

Y precisamente es de esto de lo que carecen, de valentía, cualidad esencial y fundamental en la política, pues en caso de carecer de ella, los políticos se convierten en simples charlatanes de feria, sin interés alguno por alcanzar las metas y objetivos marcados, por difícil que sea el camino. Ya lo dejaba entrever la lideresa andaluza, Teresa Rodríguez, cuando se refería al «temblor de piernas» de Alexis Tsipras, y a la posibilidad de que a PODEMOS, llegado el caso, también le ocurriera lo mismo. Y tal y como está el patio, cuando la ofensiva neoliberal es auténticamente arrolladora, no necesitamos políticos cobardes y traidores, que es justamente lo que están demostrando que son, mediante su connivencia con otros políticos cobardes y traidores. Necesitamos políticos valientes y comprometidos, que sean capaces no sólo de poner en marcha sus propuestas, sino de que cuando se vean sometidos al chantaje institucional y al poderío de la ofensiva del gran capital internacional, sean capaces de enfrentarse a él con todas sus consecuencias.

Porque la política no es sólo cuestión de ideas, es también cuestión de actitudes. Necesitamos ser más radicales, llamar a las cosas por su nombre, dar un golpe encima de la mesa, levantar la voz con plena autoridad, no ser ingenuos, explicar al pueblo con claridad las ventajas y riesgos de las decisiones, no dejarnos amedrentar ante las amenazas, y hacer valer nuestros principios y nuestros derechos. Porque ahí ya no estarán delante de unas cámaras, en un plató de televisión, donde están acostumbrados a ponerse estupendos, sino que estarán negociando con auténticos buitres, que desprecian la voluntad de los pueblos y la democracia, y a los que les importa un bledo los intereses de las clases populares. Ellos no negocian, ellos imponen, avasallan, y te pasan por encima como una apisonadora. Y para enfrentarnos con ellos, no valen las medias tintas, no valen las terceras vías, no valen los paños calientes. Para eso ya tenemos en España a las fuerzas del bipartidismo, e incluso a formaciones políticas de nuevo cuño, como C’s, que están dispuestos a apoyarles. En resumidas cuentas, PODEMOS está defraudando ya antes de comenzar a gobernar, presentándose como una fuerza socialdemócrata y reformista más del arco parlamentario, y sinceramente, para ese viaje no necesitábamos tantas alforjas.

Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog

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