Hay sentido común en la demencia. Y el delirio israelí que se niega a reconocer las dimensiones de su venganza en Gaza, tiene muy buenas razones para ser así. Todo el pueblo es ejército; todo el ejército es pueblo. A ambos los representa un gobierno judeo-democrático y una prensa leal. Y los cuatro juntos actúan […]
Hay sentido común en la demencia.
Y el delirio israelí que se niega a reconocer las dimensiones de su venganza en Gaza, tiene muy buenas razones para ser así.
Todo el pueblo es ejército; todo el ejército es pueblo. A ambos los representa un gobierno judeo-democrático y una prensa leal. Y los cuatro juntos actúan para repeler la gran traición: el rechazo de los palestinos a reconocer la normalidad de la situación.
Los palestinos no obedecen y rechazan acomodarse a ésto. Y justamente luego de que pensábamos que íbamos teniendo éxito: Con los permisos VIP otorgados a algunos de ellos y con la oportunidad de cuentas bancarias abultadas, y con las gigantescas donaciones de EEUU y de Europa que cubren los bolsillos del control palestino imaginario, que por cierto también reprimiremos y humillaremos.
Las testarudas manifestaciones de terquedad en las aldeas de Cisjordania no consiguieron ni siquiera raspar la creencia israelí acerca de la normalidad de nuestra dominación sobre otro pueblo. Frente a ellas, el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) un poco consiguió aturdirnos el Ego, pero no lo suficiente como para que el israelí quiera entender el menaje.
El gobierno de conciliación palestino avanzó otro poco, pero el avance fue más que nada de imagen. Tuvo el potencial de elevar a nivel de resistencia civil la demostración de normalidad que Israel impone, pero demasiadas fuerzas en Al-Fataj y en Hamás no apoyaron realmente.
Entonces viene el turno de los misiles de Hamás a molestar la tranquilidad del ocupador. ¡Y qué se puede hacer! Los misiles consiguen hacer lo que no hacen las manifestaciones, el boicot al jugo de naranja y la cancelación de conciertos.
Tenéis ojos y oídos -el pueblo, el ejército, el gobierno y la prensa- pero no veréis y no escucharéis. Aún esperáis que la sangre palestina que derramamos y derramaremos consiga un respiro de largo alcance para la normalidad de la ocupación.
Os negáis a utilizar vuestra capacidad de parar a tiempo, antes de que ocurra una tragedia incluso aún mayor, como os negasteis a parar antes, y antes, y previo a ésos.
Y hay capacidades y capacidades. El pasado lunes (21 de julio), un grupo armado de Hamás que salió del extremo de un túnel en los campos del kibutz Nir-Am, estaba vestido como soldados de Tsáhal. En los primeros momentos, escribe Amos Harel (diario Haaretz, 22 de julio), los comandantes en el sector no estaban seguros de si eran terroristas o soldados. Al fin, por medio de fotografías de un Drone, se aclaró que ésos eran gente de Hamás. Tenían fusiles Kalachnikovs, que no son de uso de Tsáhal.
Entonces, la fotografía del Drone puede ser muy precisa, cuando los operadores del Drone quieren. El Drone puede saber si en la playa, o en el techo, hay niños; quienes incluso de acuerdo a los malabaristas del Ministerio de Justicia y del Consejo Judicial Militar no son objetivo justificado para nuestras bombas.
El Drone puede saber que un equipo de rescate viene a rescatar heridos; que unas familias escapan de sus casas. Todo eso puede mostrar una fotografía de un Drone. En aproximación, en alta resolución suficiente como para que los operadores y operadoras de las bombas y obuses no aprieten en teclado la tecla «matar».
Pero por alguna razón, el ojo del Drone que puede discernir muy bien una Kalachnikov le erra al niño, a la madre, al viejo, y su destino es la muerte.
La israelidad de hoy es como ese Drone; elige ver borroso.
La israelidad de hoy está tan apegada a la buena vida, a las comodidades del pueblo-Amo, que no está dispuesta a que los «natin» compliquen eso. El Ministro de Seguridad Moshé Aialón lo tradujo al lenguaje político:
«No acordaremos reconocer un gobierno de conciliación; pero distintos arreglos, como el control sobre los puntos de pasos fronterizos es algo que podemos aceptar. Abbas ciertamente controlará los pasos fronterizos, pero no controlará la Franja de Gaza misma».
Esa es la rutina que nosotros fomentamos: Gaza y Cisjordania desconectadas. Hamás controla la Franja, pero bajo las condiciones que nosotros imponemos, así como Fataj y la Autoridad Palestina «controlan» sus bolsillos en Cisjordania de acuerdo a nuestras condiciones.
Y si es necesario de vez en cuando domesticarlos, los domesticaremos con sangre y más sangre.
Y paz sobre Israel.
Traducción del texto en hebreo: Rolando «el negro» Gómez
Fuente en hebreo: http://www.haaretz.co.