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La lengua y los nombramientos del lehendakari Patxi López

Fuentes: Rebelión

El lehendakari Patxi López, según dicen, no habla euskera. Tampoco parece que tenga intención de aprenderlo. Aquí, en Catalunya, sería impensable. Un president de la Generalitat que no hablase catalán duraría en su cargo, siendo generosos, tres días y cuatro noches. A pesar de algunas críticas inadmisibles y elitistas de la esfera nacionalista catalana, José […]

El lehendakari Patxi López, según dicen, no habla euskera. Tampoco parece que tenga intención de aprenderlo. Aquí, en Catalunya, sería impensable. Un president de la Generalitat que no hablase catalán duraría en su cargo, siendo generosos, tres días y cuatro noches. A pesar de algunas críticas inadmisibles y elitistas de la esfera nacionalista catalana, José Montilla, que, como es razonable, no ha cambiado su nombre durante su presidencia, ha usado siempre el catalán si no ando errado, y creo que no lo estoy, durante sus intervenciones parlamentarias. Podría haber usado en alguna ocasión el castellano, desde luego, y no hubiera pasado nada. Pero, déjenme apuntar una interpretación generosa, él, que es cordobés, ha querido educar a la ciudadanía en un sentido integrador. No está mal dar ejemplo en ocasiones. Ójala lo hubiera hecho en muchos otros temas donde no hubo ningún intento rupturista. La continuidad ha sido marca de la casa.

No es fácil aprender euskera se dirá. La distancia entre el catalán y el castellano, vale el ejemplo para el caso, es infinitamente menor que la existente entre la lengua de Gabriel Aresti y la de Antonio Machado. Es cierto, no hay ninguna duda, algunos hemos fracasado en el intento. Pero hay numerosas formas de apuntar, de señalar, el reconocimiento de una lengua y cuidar y abonar el esfuerzo público para extender su conocimiento y -digámoslo así para entendernos, aunque la noción pueda levantar críticas- su normalización, tras décadas de persecución nada afable, mucho más dura que la sufrieron el gallego y el catalán, y de ostracismo diseñado.

Hay, además, otro nudo significativo. El lehendakari, aupado con los votos y el apoyo de un PP que jamás ha tenido la mínima sensibilidad por la cultura vasca (recordar que Mayor Oreja ha sido máximo representante del PP vasco es casi una demostración euclidiana de esa afirmación), ha nombrado a Jon Juaristi como miembro del Consejo Asesor del euskera. El citado consejo tiene la función, como era previsible, de asesorar al Ejecutivo vasco en asuntos relacionados con la lengua vasca. Juaristi, que es actualmente, nada más y nada menos, que director general de las Universidades del gobierno de Madrid de la señora Aguire y Gil de Biedma, ha demostrado su actual interés por el euskera con la siguiente observación: «Si algún encanto tiene el lehendakari socialista reside precisamente en su bendita ignorancia de la lengua de Aitor (euskera)». Sin alterar una coma. Para chulo, el señor Juaristi.

¿Es razonable un nombramiento así, sea cual sea nuestra aproximación a tan resbaladiza como es esta de la racionalidad? No lo parece. ¿Es una provocación acaso?, ¿se quieren agitar y violentar las aguas y esperanzas del mundo euskaldún?, ¿es acaso una imposición del PP? ¿Esta es la estrategia pacificadora de las huestes de Mayor Oreja y de sus aliados «socialistas»?

Tampoco el lehendakari tuvo su mejor día cuando afirmó que, en su opinión, con el final de la violencia (refiriéndose, claro está, a las acciones armadas de ETA, no desde luego a algunas tenebrosas acciones de los denominados «cuerpos de seguridad» del Estado), «el euskera se unirá para siempre con la libertad». ¿Se unirá, no lo está ahora?. ¿En qué ámbito ubica entonces el lehendakari la lengua de numerosos ciudadanos vascos?

Nota:

[1] Guillermo Malaina, Público, 25 de enero de 2011, p. 24.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.