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Una respuesta a Uri Avnery

La lista de cumpleaños

Fuentes: Rebelión

  «El lecho de Sodoma» [http://www.rebelion.org/noticia.php?id=50281] es tal vez el escrito de Uri Avnery más desafortunado que ha publicado Rebelión. Avnery dice que «es posible modificar la dirección histórica de Israel» desde adentro, y si esto es así habría que pregunatrse por qué no lo han hecho hasta ahora. Porque la oposición en Israel es […]

 
«El lecho de Sodoma» [http://www.rebelion.org/noticia.php?id=50281] es tal vez el escrito de Uri Avnery más desafortunado que ha publicado Rebelión.

Avnery dice que «es posible modificar la dirección histórica de Israel» desde adentro, y si esto es así habría que pregunatrse por qué no lo han hecho hasta ahora. Porque la oposición en Israel es una ficción y el gobierno puede hacer cualquier cosa y más allá de algunas manifestaciones simbólicas no pasa nada. De hecho Olmert está tan seguro de que sus acciones no tendrán consecuencias políticas que lo mismo insta a desaforar a Azmin Bishara, que no acata el informe de investigación de la última Guerra del Líbano (2006).

Pero lo más chocante de su texto es afirmar que entre los «logros impresionantes» de la oposición israelí esta: 1) «el reconocimiento del pueblo palestino»; 2) «la aceptación por parte de la mayoría de los israelíes de la idea de un estado palestino con Jerusalén como capital de ambos estados»; 3) «hemos obligado a nuestro gobierno a reconocer a la OLP»; 4) y pretende obligarlos a «reconocer a Hamás».

La verdad que esto más que un listado de hechos conseguidos en la lucha política parece la lista infantil de deseos de cumpleaños o algo parecido. La 1 y 3 jamás se hubieran dado sin presión norteamericana de Baker y Bush padre, que llevaron a Madrid a Shamir con el brazo doblado y a empellones despúes de la Primera Guerra del Golfo. Pero en un lugar como Caracas el embajador de Netanyahu negaba a gañote pelado la existencia de un pueblo palestino. Y los laboristas más incondicionales de USA, que los primeros aceptaron rápidamente, como Ben Gurion ante Eisenhower en 1956, ante el temor de la presión económica, algo que ya empezaba a asomar. La 2 es un verdadero ejemplo de metalenguaje o de realidad virtual: si ya lo consiguieron, ¿por qué persiste una situación de conflicto y la ocupación no cesa? ¿Cómo se puede explicar que acepten como reales las peticiones de sus enemigos y exprese su apoyo a la Guerra del Líbano del 2006 más del 82% de la población?

La arabofobia constituye parte de la política israelí y es esto lo que justifica que más de 4 millones de personas carezcan de derechos civiles, laborales, humanos, y de cualquier forma de amparo legal incluyendo lo estipulado por la convención de Ginebra. Y esto no sucede por un año o dos, llevan más de cuarenta en esa situación. ¿O no recuerda Avnery que los árabes/palestinos israelíes estaban bajo jurisdicción militar hasta 1966? La opción 4 es simplemente ficción: en Israel nadie cree en eso. Y si va a lograr ese objetivo de la misma manera los otros sólo podemos desearle un poco de más éxito que en la anteriores.

La verdad sea dicha nada de eso dependió de la oposición ni de izquierda ni de derecha en Israel. Y si fuera por los políticos israelíes los palestinos no existirían.

Avnery justifica todo con una frase que sería la delicia de un petrolero …»bajo la superficie, en la profundidad de la conciencia nacional, estamos teniendo éxito. La cuestión es cómo transformar este éxito escondido en un mandato político abierto. Dicho de otro modo, cómo cambiar las políticas del gobierno israelí». Si esto es un éxito, cómo serán los fracasos. En dado caso tendrá que perforar muy profundo en «conciencia nacional» para llegar a encontrar algo parecido al más mínimo respeto por la condición palestina.

Con estas frases poco felices, Avenery sólo consigue convertirse en una caja de resonancia de la cultura política israelí o, en términos del historiador Tom Segev, en el retrato de esa izquierda sionista la la que representa con la frase ‘dispara y lamenta’ [SEGEV, Tom, «Prologo» en Roane Carey y Jonathan Shainin, El otro Israel: voces de rechazo y disidencia. (Colección 0 a la izquierda) Madrid, Editorial Popular, S.A.,2004, p. 15].

En relación con el boicot, quien pretenda que éste y Apartheid son hermanos siameses se equivoca. Al boicot no sólo recurrieron los nazis contra los judíos, también el Congreso Judío Mundial intentó un boicot contra la Alemania nazi, pero fracasaron debido a que la Benei Brith y el American Jewish Committee y algunas organizaciones sionistas en los EE.UU. lo sabotearon, ya que por su lado mantenían relaciones con los alemanes y negociaron la salida –fondos por medio– de algunos judíos a Palestina hasta poco antes de la implementación de la solución final.

Pero en el caso israelí el boicot sí desempeñó un papel en el proceso de Oslo: el rechazo a los productos israelíes organizado por la primera Intifada produjo una reducción de 2% del producto nacional bruto del estado hebreo [Mac Liman, Adrián, Palestina: el volcán. (Colección Pueblos Nº 1) Madrid, Editorial Popular, S.A.,S/F, p. 72]. Un hecho más importante que los «logros impresionantes» de Avnery. Es evidente que de haber podido permanecer en el tiempo y estando mejor organizado, especialmente si se pudiese expandir en el orbe y orientado no sólo a los productos israelíes sino a la tecnología, produciría resultados mucho más estimulantes que un 2%. Y podría obligar a la desocupación israelí e incluso al cese de los asesinatos selectivos.