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La lucha para sobrevivir con …el salario mínimo en Estados Unidos

Fuentes: Socialist Worker

Traducido para Rebelión por Felisa Sastre

Más allá de las luces de colores de la decoración navideña y de las estanterías a rebosar de mercancías en los supermercados locales de Kmart, uno puede detectar la desesperación en las caras de la gente.

«Todo lo que hago es trabajar y no me llega de ninguna manera», dice una empleada de un área comercial en Chicago. María estaba comparando con su hija- e intentando buscar entre las gangas rebajadas en el 50 %. Todavía añadió: Cada año es más difícil llegar a fin de mes».

No puede ser más obvio: ningún ser humano debería verse obligado a vivir con un salario de 5.15 $ por hora. En diciembre, incluso los legisladores del Estado de Nueva York han tenido que reconocerlo. Forzados por la presión de una campaña pública sobre el asunto, los legisladores han votado un incremento del salario mínimo del Estado por primera vez en cinco años desde los 5,15 $- el actual salario mínimo federal- hasta los 7,15 $ en 2007.

La votación refleja el reconocimiento- incluso entre los republicanos que controlan el Senado estatal de Nueva York y cuyos votos sirvieron para anular el veto del gobernador George Pataki- de que 5,15 $ a la hora de salario mínimo no es suficiente para vivir.

Desde 1999, 14 Estados y el Distrito de Columbia han votado aumentar sus salarios mínimos por encima del establecido por el gobierno federal. En Florida, el pasado noviembre, un referéndum aprobado por un amplio margen aumentó el salario mínimo a 6,15 $ /hora. A pesar de la fuerte oposición del gobernador Jeb Bush y sus amigotes de las empresas locales, más del 71 por ciento de los ciudadanos de Florida votaron a favor del aumento. En Nevada, el 68 % de los votantes apoyaron el incremento.

Además, hay 123 ciudades y condados que tienen leyes sobre salarios vitales que exigen un salario mínimo en los trabajos con financiación pública, entre ellos los contratos que suscribe el Gobierno o las compañías que se benefician de subvenciones del Estado.

(N.T.: En el gráfico se muestra la evolución del salario mínimo desde los años 60 a 2003, en dólares reales, es decir según el poder adquisitivo en cada momento).

Dos dólares por hora puede no parecer una gran cantidad de dinero pero desgraciadamente para Ann Marie Grey, sí lo es. Grey trabaja en McDonalds en Binghamton, Nueva York, donde actualmente gana 6 $/ hora. Ann contó en una emisora de televisión de Nueva York que con su diploma académico «esperaba encontrar un trabajo de 8-10 $ por hora». En su lugar todo lo que ha encontrado ha sido salarios mínimos. «Mi hija va a tener un bebé», afirmó, «Voy a ser abuela y no puedo permitirme comprar lo que necesita. Mi hijo comprende la situación económica en la que nos encontramos, pero quiere un anorak y no puedo comprárselo.

El caso de mujeres como Grey es muy frecuente entre los estadounidenses que perciben el salario mínimo y desempeñan trabajos de camareros, trabajadores de tiendas de distribución, porteros y oficinistas.

La industria de la distribución tiene un desproporcionado número de trabajadores que ganan o el salario mínimo o por debajo de él. Según La Oficina de Estadística del Mercado Laboral, en 2003, los trabajadores del comercio al detalle suponen sólo el 22 por ciento de la fuerza de trabajo pero el 62 % de ellos se encuentran por debajo o perciben el salario mínimo.

En contra del mito que difunden las corporaciones estadounidenses, la mayoría de los trabajadores que reciben el salario mínimo no son adolescentes que trabajan para ganar un poco dinero al salir de la escuela. Son hombres y mujeres que tratan de sacar adelante a sus familias. De acuerdo con un informe del Instituto de Política Económica (EPI, en inglés) titulado : No es posible llegar a fin de mes: el aumento del salario mínimo es desde hace tiempo una deuda, si el salario mínimo se incrementara hasta un modesto 7 $ /hora, el 72 % de quienes se verían beneficiados por el aumento tienen más de 20 años.

El cuarenta y cuatro por ciento de los trabajadores a tiempo completo (al menos 35 horas a la semana), y el 36 % de las familias con alguien trabajando que se beneficiarían del aumento dependen exclusivamente del salario de esa persona.

«El salario mínimo no se ha subido desde hace siete años y es el segundo periodo más largo en la historia del salario mínimo en el que el Congreso no ha sido capaz de tomar medidas mientras los salarios de los trabajadores bajaban cada vez más», ha declarado al Socialist Worker Jen Kern, director del Living Wage Resource Center de la Association of Community Organizations for Reform Now (Centro de Recursos Mínimos Vitales de la Asociación de Organizaciones Comunitarias para la Reforma Ya) (ACORN). En 1938, el Congreso aprobó la Fair Labor Standars Act (Ley del Mercado Laboral Justo), por la que se establecía el salario mínimo, las 40 horas de trabajo semanal y la prohibición del trabajo infantil en el comercio entre Estados. La ley se suponía que iba a terminar con algunos de los peores abusos de los patrones durante la Gran Depresión.

La última elevación del salario mínimo se produjo en 1997, cuando se subió desde los 4,75 $ hora a 5,15 $ en dos años. Al no tenerse en cuenta la inflación, el salario mínimo ha ido perdiendo valor adquisitivo año tras año.

En las últimas décadas, la brecha entre el salario mínimo y la media de lo que los trabajadores ganan a la hora se ha convertido en un abismo enorme. En los años 50 y 60 el salario mínimo federal equivalía al 50 % de la media de los sueldos por hora. En los años 70, ya era sólo el 44 por ciento, y en los 80 y 90, ha bajado al 39 por cien. Hoy, la cifra es del 33 %.

«Nunca había estado tan bajo desde 1949», confiesa a Socialist Worker Amy Chasanov, subdirector del EPI. «Desde 1971, se han producido significativos aumentos del coste de vida – precios del gas, la leche y todos los productos de primera necesidad. Los precios para que la gente cubra sus necesidades básicas han subido una barbaridad mientras que las personas que perciben el salario mínimo ganan la misma cantidad».

Un trabajador con jornada completa que perciba el salario mínimo gana al año aproximadamente 10.700 $, lo que significa que está 4.958 $ por debajo de lo que la línea oficial del Gobierno de Estados Unidos considera umbral de pobreza para una familia de tres personas, y 8.138 $ en el caso de una familia de cuatro miembros. Un trabajador que tuviera que mantener una familia de cuatro personas debería ganar 9,06 $ por hora para superar el umbral de pobreza.

Hay que tener en cuenta que la línea de umbral de pobreza se basa en una fórmula anticuada de los años 60 en la que no se tienen en consideración las necesidades que se han añadido a las familias en la actualidad, tales como el aumento del seguro sanitario y los costes del cuidado de los niños, así que está desfasada. «El salario mínimo está muy cercano al nivel de la pobreza, que en cualquier caso está muy cerca, a su vez, de lo que es imprescindible para vivir» afirma Kern, de la ACORN. «Existe una enorme diferencia entre lo que en nuestro país se considera el salario mínimo aceptable y lo que se necesita para el sustento humano». Por ello no resulta sorprendente que muchos de los que perciben el salario mínimo acudan a «despensas de alimentos» (lugares de alimentación gratuita) y a albergues para gentes sin hogar.

Ellen Christmas, gerente del programa de la despensa de alimentos en Grand Rapids, Minnesota, afirma que el porcentaje de gente que depende de ella para alimentar a su familia ha aumentado alrededor de un 25 % al año en los últimos cuatro años. El cuarenta por ciento de esas familias tienen al menos una persona que trabaja, decía al Grand Rapids Herald-Review, «Es triste ver a gente que acude a nosotros con su uniforme de trabajo», declaraba Christmas, «Si usted es madre soltera y percibe el salario mínimo no puede cubrir sus necesidades por sí misma».

Según un informe de America’s Second Harvest de 2001, cuatro de cada diez hogares de los que reciben ayuda alimentaria de emergencia de organizaciones asistenciales, despensas de alimentos y albergues, tiene como mínimo un adulto que trabaja en la familia, y de ellos el 17 por ciento lo hace en jornada completa. De acuerdo con otro informe de la Coalición Nacional para Viviendas de Renta Baja, la media de alquileres- que se establece en cada condado sobre el coste de alquiler de una vivienda de dos habitaciones con las rentas establecidas en el mercado justo- es de 13,87 $ por hora, lo que equivale a casi tres veces el salario mínimo federal.

Las mujeres y las minorías son los grupos más afectados por el salario mínimo, «A principios de este año, estudiamos a quienes afectaría una subida del salario mínimo que estableciera el Gobierno federal si llegara a los 7$» decía Chasanov. «Nuestras estimaciones fueron que 7,4 millones de trabajadores se beneficiarían y de ellos el 64 % serían mujeres».

Y mientras los trabajadores afro-americanos suponen sólo el 11 % de la fuerza de trabajo, las personas a quienes afectaría el incremento del salario mínimo serían alrededor del 15 %. Los Hispanos son el 13 % de la fuerza laboral pero de ellos el 19 % se beneficiaría de cualquier subida.

Políticos como el gobernador de California, Arnold Schwarzeneger, que vetó una aumento del salario mínimo a principios de este año, declaran que se oponen a esa ley porque acarrearía la «destrucción de puestos de trabajo». Su razonamiento se basa en que subir los salarios obligaría a las empresas a despedir trabajadores.

Sin embargo, hay estudios que demuestran que no es así. Uno realizado en 1998 por EPI analizaba el impacto del último aumento del salario mínimo de 1996-1997 y, por el contrario llegó a la conclusión de que el mercado basado en el salario mínimo funcionaba mejor de lo que lo había hecho en décadas. Otro estudio reciente del Instituto de Política Fiscal, relativo a la situación del salario mínimo, no encontró evidencia de los efectos negativos para el empleo en las pequeñas empresas.

Este año, el EPI intentó reunir en su página de Internet los nombres de economistas que se mostraran favorables al aumento del salario mínimo y quedaron asombrados cuando se encontraron con que, casi de forma inmediata, 562 economistas se sumaron a la lista.

La realidad es que gentes como Schwarzeneger y sus amigos de la Casa Blanca quieren exprimir cada centavo de los trabajadores, bien sea reduciendo los beneficios de las horas extras o bien obligándoles a malvivir con salarios de pobreza. Más que nunca, es evidente que los trabajadores no pueden sobrevivir con 5,15 $ a la hora, y se ven obligados a hacerlo.

Abandonados por los Demócratas

Mientras Estados como el de Nueva York está asumiendo la responsabilidad en esta materia y ha elevado el salario mínimo, la Casa Blanca tiene otros planes.

En lugar de aumentarlo, la administración Bush está planteando en realidad, una propuesta de permitir a los Estados una mayor «flexibilidad» sobre el salario mínimo. Si un Estado que tiene ya establecido el salario mínimo de 5,15 $ quiere sumarse a los futuros incrementos federales, la Administración tendría que darle su bendición.

Y muchos Estados no dejaría de aprovechar esa posibilidad. Existen ya siete Estados que no tienen establecido el salario mínimo y dos cuyo salario mínimo es mucho más bajo del establecido federalmente.

Ley Kennedy por un Salario Mínimo Justo de 2004, proponía un modesto aumento hasta los 7 $/hora para 2007.

La propuesta legislativa obtuvo el apoyo de John Kerry y John Edwards pero no se supo nada del asunto en su campaña presidencial. Durante la campaña electoral ellos raramente- si es que lo hicieron- hablaron de elevar el salario mínimo del hambre.

Una encuesta reciente del Pew Research Center indica que el 77 por ciento de los estadounidenses apoya el aumento del salario mínimo. De la misma manera, el éxito de las votaciones sobre el salario mínimo en Florida y Nevada muestra el potencial apoyo a las medidas de aumentar el nivel medio de vida de los pobres y de la clase obrera estadounidense.

Sin embargo, los Demócratas jamás lo asumieron en su campaña para derrotar a Bush. Kerry estaba demasiado ocupado en pregonar sus planes para sacar adelante la economía mediante la reducción de impuestos a las corporaciones, y asegurando a los grandes empresarios que él no era «un Demócrata redistributivo», lo que pone de manifiesto lo alejados que se encuentran los Demócratas de la opinión pública estadounidense, y lo cercanos que se sienten a las grandes empresas de Estados Unidos. Corresponderá, por ello, a las organizaciones activistas de base el hacer realidad un salario mínimo decente en Estados Unidos.

http://www.socialistworker.org/2004-2/524/524_06_MinimumWage.shtml