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La ‘nueva frontera’ de Israel

Fuentes: El Mundo

La terminal fronteriza de Kalandia está secundada por el ingente muro que se extiende por la avenida principal de A Ram. Justo a la entrada, sobre un panel metálico, alguna mano anónima dibujó una pintada demoledora en alemán. Arbeit macht Frei (El trabajo os hará libres). El mismo lema que se leía a la entrada […]

La terminal fronteriza de Kalandia está secundada por el ingente muro que se extiende por la avenida principal de A Ram. Justo a la entrada, sobre un panel metálico, alguna mano anónima dibujó una pintada demoledora en alemán. Arbeit macht Frei (El trabajo os hará libres). El mismo lema que se leía a la entrada del campo de concentración de Auschwitz. El eslogan está acompañado por una firma: «Judíos contra el genocidio».

El acceso a través de los tornos de metal sólo se permite cuando la luz del semáforo torna a verde. Decenas de palestinos se apelotonan en la entrada. ¡Verde!. Media docena entra a la carrera. «¡Uno a uno, uno a uno!», grita un militar por los altavoces. «Hay que darse prisa. Todo depende del estado de ánimo del soldado.Puedes pasar media hora, una hora y puede que cierren el paso y te tengas que volver a casa», explica Shauki Rifaai, de 29 años que reside en Jerusalén pero trabaja en Ramala.

«Nos tratan como ovejas», se queja Rifaai. El paso de Kalandia fue inaugurado el pasado 20 de diciembre. Uno de los 11 que se han establecido a lo largo del sistema de muros y vallas instalado por Israel en los territorios palestinos. Los uniformados israelíes no cesan de alabar la eficacia del nuevo pasaje basado en las más modernas tecnologías.

Pero palestinos como Rifaai no olvidan su principal defecto.Para Israel ésta es ahora la frontera, incluso si Kalandia se encuentra ubicado casi 7 kilómetros en el interior de los territorios palestinos.

«Esta será la entrada a Israel», afirmó al diario The Washington Post el teniente Adam Avidan. El escenario de Kalandia no es único. De las 11 terminales de acceso sólo cuatro están edificadas en la llamada Línea Verde. Las obras para establecer estos complejos fronterizos se superponen a las que se desarrollan de manera acelerada en asentamientos como Modiin Illit, Betar Illit, Har Homa o Alfe Menashe. «En Modiin Illit y Betar Illit es algo masivo», reconoce un alto cargo de la ONU que no quiere ser identificado.

La actividad frenética que se observa desde hace meses en enclaves como Modiin Illit o Har Homa, y en el área que sigue el trazado del muro israelí están provocando un «dramático cambio en el paisaje» de Cisjordania, en expresión del activista de la ONG israelí Paz Ahora, Dror Etkes. Una iniciativa que coincide con la aspiración expresada por el primer ministro Ehud Olmert de delimitar en un futuro inmediato las nuevas fronteras de Israel.

En decenas de entrevistas con expertos de Naciones Unidas, israelíes y palestinos, residentes en las zonas afectadas y visitas a dichas áreas en los últimos dos meses, EL MUNDO ha podido establecer un mapa de los límites que Israel parece querer fijar sobre el terreno, que a la postre dejaría reducida la geografía palestina a un conglomerado de cuatro o cinco cantones -incluyendo Gaza- divididos entre sí. Un proyecto de Estado «totalmente inviable», según el citado responsable de la ONU.

El Gobierno israelí no ha asumido oficialmente que exista un plan definido en tal sentido pero las declaraciones de sus dirigentes no cesan de incidir sobre ese supuesto. El domingo, Avi Ditcher, uno de los asesores de Olmert, definió con extrema precisión los límites del territorio que los israelíes pretenden mantener bajo su control «para establecer las fronteras permanentes» del país. El mapa esbozado por el candidato a diputado contiene bloques de colonias como Ariel y Kedumin, Gush Etzion y todos los asentamientos que circundan Jerusalén -incluido Maale Adumin-, pero también enclaves ubicados en el corazón de Cisjordania como Kiryat Arba, Hebrón, Beit El y Ofra. Ditcher incluso fijó un plazo para poner en marcha el proyecto: cuatro años.

Olmert, el ministro de Defensa, Shaul Mofaz, y el propio Ditcher han coincidido en añadir, además, al futuro territorio israelí el estratégico Valle del Jordán. «Cuando hablamos de las fronteras futuras de Israel incluirán el Valle del Jordán», precisó Mofaz.

Al oeste de Cisjordania, los propios líderes israelíes no ocultan ya su intención de establecer la demarcación fronteriza utilizando el muro como referencia. «Uno no tiene que ser un genio para advertir que la valla tendrá implicaciones en la futura frontera», señaló Tzipi Livni, entonces ministra de Justicia, a finales de 2005.

Es más, una investigación de las ONG israelíes Btselem y Bimkon hecha pública el 21 de febrero demostró que «aunque el principal argumento israelí es que la barrera se construyó para prevenir la entrada de terroristas en Israel, una de las principales consideraciones para determinar la ruta […] ha sido el deseo de perpetuar los asentamientos y permitir la implementación de planes de expansión [de los mismos]».

El último trazado de la barrera difundido en febrero de 2005 no ha modificado en gran medida el impacto humanitario que está provocando la obra, declarada ilegal por la Corte Internacional de Justicia de La Haya en julio de 2004. La construcción se extendería hasta 670 kilómetros e incorporaría al territorio que pretende apropiarse Israel un 10,1% de Cisjordania y Jerusalén Este, según una estimación realizada por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (Ocha).

La nueva entrada a Belén es un claro ejemplo de la sobrecogedora transformación que está sufriendo el entorno de Cisjordania.Los israelíes han establecido una colosal pared en torno a la bíblica ciudad a la que ahora se accede a través de una puerta metálica propia de lo que el alcalde de la población, Victor Batarsa, califica como «un gueto».

Aquí el trazado de la obra se introduce casi un kilómetro y medio en el interior de la villa y confisca tres kilómetros cuadrados de su territorio separando del resto de Belén el barrio situado en torno a la llamada tumba de Raquel. El área, antaño una de las más prósperas de la ciudad, se encuentra ahora prácticamente desierta. De los 80 negocios (restaurantes, comercios, tiendas de regalos…) que jalonaban la carretera 72 han tenido que cerrar.

Los residentes de la emblemática urbe que pretendan acceder a Jerusalén, una conexión que se ha mantenido durante siglos, deben obtener ahora un permiso israelí. «Para darle un ejemplo de las dificultades de conseguir tales permisos le diré que de los 50 empleados que tenemos en ARIJ sólo yo dispongo de tal documento», explica Jad Issac, director general del Instituto de Investigación Aplicada palestino (ARIJ).

«Estamos ante una carrera contra el tiempo. Una ciudad de importancia internacional se podría convertir muy pronto en historia», alerta Leila Sansour, máxima responsable de la ONG Abre Belén, creada para combatir el cerco establecido en torno a la ciudad.

El Valle del Jordán

Los palestinos que residen en la franja este de Cisjordania, en lo que se conoce como Valle del Jordán, también han sufrido un vuelco radical en su vida cotidiana.

Mientras la opinión pública internacional centraba su atención en mayo del año pasado en el próximo desalojo de las colonias de Gaza, los habitantes de Bardala -una aldea ubicada al norte del valle- comenzaron a percibir cómo su tradicional trasiego hacia la cercana Tubas se interrumpía.

«Nuestra supervivencia depende de Tubas. Allí vendíamos nuestros productos, allí íbamos al hospital, mucha gente tenía casa o familia en Tubas», explica Mahmud Sawafta, responsable municipal de Bardala.

Israel no ha construido un muro en los límites del Valle del Jordán pero ha erigido cuatro controles militares que filtran el acceso de los palestinos provenientes del oeste de Cisjordania.Desde mayo los soldados tan sólo permiten el paso a los palestinos residentes en comunidades como Bardala.

«Realizan redadas por las noches y si descubren que una persona tiene un documento de identidad con una dirección que no sea de Bardala lo detienen», asevera Sawafta.

La ONG israelí Btselem alertó en un informe que difundió el 13 de febrero que la restricción de movimiento entre ambos sectores tan sólo tiene una pretensión objetiva: «Anexionar de facto el área a Israel», especifica el texto.

El Valle del Jordán representa casi un tercio de Cisjordania.Israel siempre lo ha considerado como una región crucial, al hacer frontera con Jordania. Desde la década de los 70, Tel Aviv inició como en el resto del territorio cisjordano una política de implantación de asentamientos en la zona que ha propiciado que actualmente existan allí 21 colonias y cinco bases militares con unos 6.250 habitantes. En la misma zona viven más de 53.000 palestinos.

En junio del año pasado, en vísperas del repliegue de Gaza, el ministro de Agricultura israelí, Israel Katz, anunció un proyecto para aumentar un 50% el número de colonos en el Valle del Jordán en tan sólo un año. El plan supondría un desembolso de 46 millones de dólares para la construcción de nuevas edificaciones.

«El objetivo ya es muy claro. El muro se anexiona el 10%. Con el Valle del Jordán nos quitan otro 30% y ahora resta por negociar en torno a un 15 o 20%. El territorio palestino en Cisjordania quedaría reducido a poco más del 45%», añade Jad Issac, cuya ONG también ha dibujado ya un hipotético atlas del imposible Estado palestino. «¿Un Estado de batustanes (referencia a las entidades creadas por el apartheid sudafricano) unidos por puentes y túneles? Es una idea de locos». La disección establecida a través de permisos y barreras militares entre el oeste y el este de Cisjordania se está reproduciendo en el norte de ese mismo territorio, según ha constatado Ocha. Los israelíes han expandido las instalaciones del control de Tappuah y han multiplicado los obstáculos en torno a la carretera 505 que conecta con el asentamiento de Ariel y marca una división entre el área de Nablus y Yenin, y la región central de Cisjordania ubicada en torno a Ramala.

«Está emergiendo una fotografía de Cisjordania dividida en tres zonas diferenciadas: norte, centro y sur. Desde diciembre los residentes de Yenin y Tulkarem no pueden pasar a través del nuevo control de Tappuah hacia el sur», explica un informe de Ocha de enero pasado. La prohibición de desplazarse hacia el sur afecta a casi 800.000 palestinos.

Para la oficina de prensa del Ejército israelí la medida no tiene ninguna pretensión política y se basa en «muchas advertencias de la Inteligencia sobre intentos de las organizaciones terroristas del norte de Samaria (así denominan a esa parte de Cisjordania) de lanzar ataques… La decisión de impedir los desplazamientos se basa en una evaluación periódica de la situación».

La residencia de Hasan Jahalin, de 47 años, y sus cinco hijos ha sido desde siempre un simple conglomerado de chapas de metal, cartón y plástico. La familia beduina vive en una hondonada ubicada al costado de la carretera que desciende desde Jerusalén hasta el Mar Muerto.

Las agrupaciones de beduinos se suceden en toda el área hasta totalizar más de 1.500 personas. «Yo nací aquí, en esta chabola y mi familia vive aquí desde la época jordana. ¿Por qué nos quieren echar otra vez?», asegura Hasan mientras apura un vaso de té.Otra vez. Sí, porque las expulsiones parecen ser un accidente repetido en el atribulado historial de los Jahalin.

La tribu beduina ya fue obligada a abandonar el desierto del Negev en 1948 cuando éste fue conquistado por el naciente Tsahal o Ejército israelí y recaló en lo que entonces era territorio bajo control jordano.

Después Israel ocupó la zona y cuando en 1975 decidió erigir el asentamiento de Maale Adumin, un sector de los Jahalin tuvo que desplazarse otra vez. En 1997 el Gobierno israelí aprobó un plan de expansión de la colonia y por enésima ocasión casi 60 familias de este clan vieron como sus chamizos eran destruidos y ellos recolocados en contenedores en un nuevo emplazamiento.

El periplo forzado de los beduinos semeja no haber concluido.La definición de las nuevas fronteras de Israel -esta vez en la forma del muro que el Ejecutivo de Olmert pretende erigir en torno a Maale Adumin- amenaza con provocar de nuevo su desplazamiento forzoso. «Están muy cerca. A unos 500 metros. Cuando vemos las excavadoras sabemos que nuestro futuro está sentenciado», afirma Hasan.

«El proyecto de la valla de separación en torno a Maale Adumin no tiene nada que ver con la seguridad. La intención real es anexionar el área a Israel. Y no quieren tener árabes dentro de este territorio», afirma Shlomo Lecker, un abogado israelí que representa desde hace años a los Jahalin en su batalla legal sin fin contra el Estado judío.

En Azariya, al costado de Maale Adumin, el alcalde Isam Farum advierte que el muro -que en esta zona serpentea entre urbanizaciones y colinas- rodeará a esta villa de 23.000 habitantes por tres lados. La obra confiscará otros 2.500 metros cuadrados de terreno.Las órdenes de expropiación comenzaron a ser distribuidas en agosto de 2005. «Se están comiendo Azariya. Esta es la cuarta ciudad más sagrada de Palestina. Aquí vivía Lázaro y por aquí pasó Jesucristo en su periplo hacia Jerusalén. Ahora no podría pasar. Se lo impediría el muro», relata.

La barrera de Maale Adumin se adentra 14 kilómetros en Cisjordania o lo que es lo mismo un 45% del ancho de tal territorio, lo que unido a la pretensión israelí de mantener bajo su férula el Valle del Jordán seccionaría en dos bolsones el área palestina. «Están cerrando el futuro a un Estado palestino y ¿sabe lo que pasará?.En Palestina el honor está asociado a la tierra y la gente morirá por ella», sentencia Farum.