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La paz es la justicia y la justicia no necesita un socio

Fuentes: Haaretz

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Israel no está en condiciones de exigir un socio con el fin de poner fin a la ocupación. Se debe poner fin a la ocupación. No tiene derecho a hacer demandas antes de hacerlo.

Una de las principales reivindicaciones de la propaganda israelí es también una de las peores: no hay un socio para la paz. De hecho, hubo y hay un socio. Pero podemos dejar eso a un lado. Ningún socio es necesario.

Para ellos, que quieren tan encarecidamente dos estados y están tan en contra de la ocupación -dicen muchos santurrones israelíes de derecha, seguido por un suspiro desgarrador que acarrea toda la tristeza del destino judío- pero no hay un socio. Si tan sólo hubiera. Si solo. Israel está tan desesperado por la paz, pero no hay nadie con quien hacerla. Y así es como se ve obligado contra su voluntad, como desgraciada víctima que es, a continuar la ocupación. En los últimos años este numerito se ha convertido en un truco central de la propaganda de Sion. Con la excepción de la extrema derecha, que dice abiertamente que quiere apartheid para siempre porque la nación judía es superior, todo el mundo lo usa.

La verdad es que no hay un socio para continuar la ocupación. No hay socio para las interminables dilatorias de rechazo que Israel acusa. No hay un interlocutor para la ridícula cháchara de Israel exigiendo el reconocimiento como Estado judío, al igual que no hay un socio para sus otras demandas vacías. No hay un socio para la increíble caradura de Israel de demandar negociaciones «sin condiciones previas», mientras que la madre de todas las condiciones previas, la empresa de los asentamientos, se desarrolla sin cesar.

No hay socio para Jerusalén unida para siempre y nunca lo habrá. No hay un socio para un sinfín de demandas de seguridad de Israel, como si fuera la parte más débil y maltratada cuya seguridad y existencia estuvieran en peligro, en lugar de la población palestina sometida a las acciones de Israel que sólo pueden calificarse de criminales.

Es dudoso que se pueda encontrar un socio serio para una desmilitarización unilateral, no es un descaro menor. Ciertamente no habrá ningún socio para dejar a la mayor parte de los colonos en su lugar.

No había ningún socio cuando Israel se negó durante años a hablar con la OLP y no habrá ningún socio mientras Israel siga manteniendo a los habitantes de la Franja de Gaza en una jaula. No había un socio cuando Israel hizo todo lo posible para aplastar al entonces presidente palestino Yasser Arafat y no hay un socio después de que Israel hizo todo para convertir a su sucesor, Mahmoud Abbas, en una triste broma a los ojos de su pueblo. Tampoco habrá un socio, siempre y cuando la ocupación persista -y no hay nada más violento- ni tampoco para la demanda de Israel de poner fin a la resistencia violenta.

En pocas palabras, no hay un socio. Al igual que el hombre que asesina a sus padres y luego pide clemencia por motivos de orfandad -la definición clásica del caradura- Israel ha hecho todo lo posible para no ser un socio y luego se queja de que no hay un socio.

En realidad no es necesario. Para establecer la justicia no se necesita un socio. Israel no está en condiciones de exigir un socio con el fin de poner fin a la ocupación. Se debe poner fin a la ocupación. No tiene derecho a hacer demandas antes de hacerlo. En la niebla de la propaganda israelí estas verdades fundamentales se han oscurecido y olvidado. El simple hecho de que la verdadera víctima es el pueblo palestino se ha olvidado. Están en peligro existencial y viven en condiciones inhumanas que hay que cambiar antes que nada. No se pueden establecer condiciones para devolver una parte de la tierra que le pertenece a un pueblo, su libertad y su dignidad. Debe ser al revés. En primer lugar restablecer la justicia a los palestinos y luego hablar de todo. Israel nunca tuvo un estadista que cambiara todo y se comprometiera a poner fin a la ocupación antes que nada. Siempre se inició con una explicación de las condiciones previas que Israel fija. Siempre terminó con la falta de un socio.

El socio aparecerá después. Dado que la mayoría, y no la totalidad, del pueblo palestino quiere vivir en paz con Israel – 30 años de cubrir la ocupación me han persuadido de esto más allá de alguna sombra de duda- es muy probable que surja un socio para poner fin a la ocupación. Y si no ocurre, peor para Israel. Pero aún así, no puede quedar exento de su obligación de poner fin a la injusticia y el mal.

Fuente: http://www.haaretz.com/opinión/.premium-1.747655