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La pirámide invertida y la economía moral

Fuentes: La trinchera

Todos hemos escuchado hablar de la «pirámide invertida» como uno de los tantos males que supuestamente desvirtúa nuestro desarrollo como una sociedad justa y socialista. Tanto en discursos ante la Asamblea Nacional o en una parada de la guagua, muchos son los que se refieren a la misma como una de los causantes del desincentivo […]

Todos hemos escuchado hablar de la «pirámide invertida» como uno de los tantos males que supuestamente desvirtúa nuestro desarrollo como una sociedad justa y socialista. Tanto en discursos ante la Asamblea Nacional o en una parada de la guagua, muchos son los que se refieren a la misma como una de los causantes del desincentivo al trabajo, por tanto de la baja productividad de la economía y de configurar una forma de redistribución de la riqueza social de forma injusta.

Para mayor simpleza de lo que aquí hablaré, tomo como punto de partida un ejemplo abstracto de solo dos trabajo: un maestro y un taxista (botero en la Habana de los de 10 CUP, por el día). Si bien la realidad es mucho más rica, es mucho más ilustrativo este ejemplo.

Un maestro cubano subsiste -decir que vive son palabras mayores- con un salario no mayor a 800 pesos mensuales (llevando muy bien a algunos). Mientras un taxista puede obtener en ese mismo mes ingresos hasta 3 veces superiores e incluso más -por no hablar ya del dueño del carro-.

Desde la idea de la «pirámide invertida» esto es una distribución injusta, pues esta idea toma como punto de partida el supuesto de que un maestro debería ser mejor remunerado que un taxista. Sin hacer juicios de valor sobre el mismo me gustaría introducir antes otra postura, la del sistema de relaciones económicas que imperan en la realidad cubana actual.

Este sistema de relaciones económicas se construyen en la cotidianidad, es un sistema a veces normado -organizado legalmente- y otras solo reconocido en la práctica informal de la vida del cubano, como es por ejemplo todo el mercado paralelo. Él determinará el reconocimiento real que se le dará al trabajo -legal o no-. Por otro lado, se pude decir que es el que impone la realidad de que un taxista viva con tres veces el salario de un maestro y -aunque muchos no lo quieran- son relaciones objetivas, pues cuentan con la validación efectiva de la gran mayoría.

Recuerdo hoy las protestas de muchos cuando se intentó normar el precio tope de los taxistas de La Habana, las que desde los propios taxistas hasta los mismos que ven caro el pasaje de 10 CUP. Puede verse caro, pero lo reconocen como racional para unas ciertas condiciones. La sociedad esta reconociendo como válida esas relaciones, pues se reproducen de forma armónica en el día a día, la práctica las valida aunque exista más allá de esta un discurso que las condene.

No digo que no se reconozca la necesidad del aumento de salario de los maestros, pero ni la práctica lo valida, ni la sociedad ejerce presión real para su alcance. Por eso afirmo que el estatus actual de las relaciones económicas determina y acepta dicha desigualdad.

Volvamos ahora a la «pirámide invertida», si la realidad y las condiciones están condicionando este tipo especifico de distribución ¿de dónde sale esta idea?

Existe un tópico muy viejo -inexacto en gran medida-, pero aplicable aquí, que dice algo parecido a: «la objetividad (o real), condiciona la subjetividad (la mente)». Si seguimos esta idea, de que son las condiciones la que definen el pensar del hombre, entonces nos queda que nuestro pensamiento -o en este caso- nuestra moral, difiere de lo que como realidad objetiva ocurre. Digo nuestra moral porque ya vimos que nuestra práctica si esta en concordancia con las relaciones económicas existentes. Es decir, nuestra práctica social mal-reconoce el trabajo del maestro y moralmente lo condenamos.

Hay que entender entonces que esa idea-moral- no parte de nuestra propia realidad. Ni siquiera es una idea construida en los marcos del mal llamado «Construcción del Socialismo», pues hasta ahora no existe en los marcos de esta construcción un esquema para valorar dicha desigualdad.

La supuesta violación de la ley de distribución socialista: «de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo» es una postura que en sí no dice nada nuevo, ni está siendo violada en la actualidad cubana para este ejemplo. No dice nada nuevo porque en el Sistema de relaciones económicas del capitalismo, el capitalista exige del obrero toda su capacidad posible y le paga de forma aparente por su trabajo. Y en la actualidad cubana un taxista trabaja de acuerdo a sus capacidades y es retribuido en consonancia a su trabajo- a veces de hasta 12 horas- e igual pasa con el maestro con sus capacidades y trabajo. Solo que ese trabajo es socialmente menos valorado en nuestro sistema de relaciones económicas que las del botero. Verlo como algo incorrecto es solo una postura moral. Es una economía moral.

La idea de que es más justo que un maestro viva mucho mejor que un taxista es ante todo una construcción social importada. Piénsese un solo minuto que diferencia esta distinción de como se opera en cualquier lugar del mundo.

Podríamos decir que ese es el orden natural (maestros por encima de taxistas en la distribución y reconocimiento social), pero no existe nada más oportunista que la idea del «orden natural de las cosas» que fuerza a la gente al inmovilismo y el conformismo. No, esa es una construcción social de una realidad y relaciones económicas que entiende que un taxista en Brooklyn, posiblemente de tés oscura o latina no pueda vivir con las mismas condiciones de vida que un maestro de ese mismo lugar.

Es una construcción de nuestra moral que traemos de paradigmas extranjeros, de los paradigmas con que un día decidimos romper. Tratamos de aplicar a una realidad diferente como la nuestra, los cánones de justicias e igualdad de una sociedad que nos es ajena, en gran medida es un intento de asemejarnos a aquellos que no somos y pregonamos que no queremos ser.

Yo no vengo aquí a defender ni atacar una «pirámide invertida» que no es más que una construcción en nuestra mente del cómo debería ser una sociedad que nunca hemos visto y que tristemente parte (la pirámide) de la sociedad que decimos alejarnos.

La idea de la pirámide invertida es en sí misma totalmente ajena a lo que debería ser una construcción socialista. La misma reconoce que nuestra sociedad está estructurada de forma vertical- piramidal en este caso- con unos arriba y otros abajo. Socialmente -moralmente- algunos entienden que en la distribución actual el quién está arriba y quién abajo está mal y hay que cambiarlo. Esta lógica simplemente olvida que no importa cómo se distribuya una pirámide, siempre hay algunos que les tocará estar en la base. Es un reconocimiento implícito a una estructura social desigual, que no importa cómo se organice siempre tendrá algunos viviendo arriba y otros subsistiendo abajo.

Es triste ver como esa idea absurda de la «pirámide invertida» es impulsada por los que sin importar como se organice la pirámide siempre estarán arriba.

Yo no sé cómo es un sistema socialista, no puedo pues nunca lo he visto, ni cómo será su organización social y distribución de la riqueza, lo que sí sé es que nada tendrá que ver con moralismos importados, ni con pirámides sociales. Seguimos arrastrando la idea de una sociedad vertical que asume el capitalismo. Nuestro problema no es un reconocimiento de la actividad humana invertido, sino que se reconoce mal a algunos sectores sociales. ¿No se ve que definir el problema en términos de pirámide al revés lleva implícito un llamado interno a la lucha de clases?

Fuente: http://www.desdetutrinchera.com/2018/06/piramide-invertida-economia-moral/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.