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Israel se encamina solito hacia su propia autodestrucción

La profecia autocumplida

Fuentes: Rebelión

Como un imán que atrae, Israel , construido como una sociedad militarizada -por la enorme y ancha participación de sus ciudadanos en el ejército y sus industrias de seguridad y armamento- desde su artificial creación, propicia su propia extinción. Esta vez ya física, coqueteando con las armas nucleares de Irán. Y porque como ente moral […]

Como un imán que atrae, Israel , construido como una sociedad militarizada -por la enorme y ancha participación de sus ciudadanos en el ejército y sus industrias de seguridad y armamento- desde su artificial creación, propicia su propia extinción. Esta vez ya física, coqueteando con las armas nucleares de Irán. Y porque como ente moral tiene peso negativo en las conciencias con pensamientos solidario y de justicia de este planeta.

Como un imán, Israel se pegó a las más oscuras potencias coyunturales, saqueadores, conocidos en la antigüedad como piratas invasores, manteniendo su tradición en la continuidad de someter, invadir y asesinar hasta nuestros días.

¿Y esto a quién le importa? Los oprimidos por Israel hoy no cuentan para el comercio mundial, no son grandes ni pequeños consumidores, no tiene peso en la opinión pública mundial, no tienen lobby propio en el Congreso de Estados Unidos.

¿Hasta dónde cala profundo en la sociedad israelí el miedo a ser destruidos que los lleva a embestir y querer borrar todo lo que consideran como un riesgo para vivir en su «Estado Judío»? Leyendo los comentarios al pie de algún artículo cuyo autor insinúe comenzar a transitar por un camino diferente en la forma de relacionarse con el afuera «no judío», cualquiera sea sus manifestaciones, eriza la piel el fundamentalismo entendido como raza superior que en esos comentarios se expresan.

Así no es extraño ver como los judíos que viven fuera de Israel encuentran que se puede vivir y convivir de otra manera, en un intercambio más normal e igualitario. Es como si en Israel, estando todos juntos, se fortaleció la conciencia de pueblo elegido, pero por lo que el mundo puede ver, elegido para esparcir el germen de la guerra, la intolerancia y la separación del otro humano, tal como aparece en la construcción de ese abominable muro que sólo logrará encerrar más a los israelíes en su propia tragedia de conciencia separada y separadora.

Abunda la filmografía testimonial valiosísima donde se puede ver a los soldados maltratando, humillando y matando impunemente a los palestinos que osen -o simplemente están-, sin llegar a comprender hasta dónde esa conducta es autodestructiva para su propia sociedad y envilece al ser humano que no entiende que es parte de una creación común, donde de una ú otra manera estamos destinados a un mismo fin: la convivencia en solidaridad y en común unión.

La profecía auto cumplida. Más que pedir el reconocimiento de los palestinos, Israel -los israelíes y quienes se reconocen como partes de ese estado- deberían pensar muy seriamente en aprender a reconocer en el otro, sus semejantes, cualquiera sea el pueblo, nación ó religión que se profese ó sea, como un igual a sí mismo, con los mismos derechos. ¿Obligaciones? Aquí se debe analizar en quién ostenta el mayor poder. Y quién sea, no cabe duda que sus obligaciones y responsabilidades son mayores.

¿Obligaciones de desmantelamiento a un puñado de ciudadanos que manipula armamento casero y obsoleto?, ¿reconocimiento de los jóvenes desesperados y desesperanzados, «armados» con piedras como en la cómica serie de Pedro Picapiedras? ¿Qué más quieren pedir de ellos? ¿Qué se arrojen a los pies del Holocausto, memoria venerada y abusada, y que sirve de divisoria de aguas, para saber quién está a favor y quién en contra, polarizando la razón de la existencia del estado de Israel hasta el extremo de declarar que del otro lado no hay ningún referente con quién hablar?

Cuidado con la conciencia de la víctima, ¡es por demás tramposa!