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La realidad del imperio y de la retórica de campaña

Fuentes: Progreso Semanal

Traten de digerir las descargas radiales de retórica de campaña en medio de embotellamientos del tráfico que destrozan los nervios y de vallas insistentes. En un enorme aparcamiento de un centro comercial, diseñado para desviar la mente de los temas humanos, trato de entender al imperio de mi país. La energía dedicada a evitar los […]

Traten de digerir las descargas radiales de retórica de campaña en medio de embotellamientos del tráfico que destrozan los nervios y de vallas insistentes. En un enorme aparcamiento de un centro comercial, diseñado para desviar la mente de los temas humanos, trato de entender al imperio de mi país. La energía dedicada a evitar los barrages promocionales me deja con apenas la suficiente motivación como para analizar las oraciones convexas de John Kerry o las circunvoluciones de George Bush.

¿Comparar las aseveraciones con los hechos y quizás la luz se vea al final? Los candidatos ofrecen «mantener la fe» en Irak y «cumplir con nuestra misión». ¿Cuál fe? ¿El Islam? ¿La fe de Bush? ¿Cuál misión? Antes de invadir, Bush definió su objetivo como librar a Irak de las armas de destrucción masiva, las cuales no fueron encontradas por los inspectores de armas nombrados por Bush, y romper los vínculos de Irak con terroristas de Al-Qaeda, que no existían antes de marzo de 2003, pero sí existen ahora.

¿Quién dictó esta misión? ¿Dijo Dios a Bush durante una sesión de oración, presentándose como neoconservador, que invadiera a Irak? La visión más histórica de Kerry advierte: no repitamos en Irak los terribles errores realizados en Viet Nam al negar que lo estamos haciendo. Por tanto, enviar más tropas a Irak pudiera empeorar nuestros errores originales, pero no podemos simplemente alejarnos del terrible error sin empeorar el error original. Así que Kerry mandaría o no mandaría más tropas a Irak para apoyar a nuestras tropas allí porque necesitan o no necesitan ayuda extra. Bush no enviaría más tropas porque no son necesarias. Ambos candidatos están de acuerdo en que gritar «apoyen a nuestras tropas» es el mejor apoyo que nuestras tropas pueden recibir. ¿Me perdí algo?

En Israel una candidata reclama un apoyo de 100% para cualquier cosa que ella haga. El otro contendiente está a favor de dar apoyo total a todas las políticas de Israel. ¿Ven la diferencia?

Los candidatos no objetan gastar más de $400 mil millones en la «defensa» Ninguno explica cómo es que ese dinero defiende a nuestro país, ya que no existen posibles atacantes. Durante las últimas décadas el dinero de la defensa se gastó ofensivamente. Pregunten a los pueblos de Irak, Afganistán, Viet Nam, Laos, Camboya, Granada, Panamá, la ex Yugoslavia o naciones atacadas de manera encubierta, como Chile, Cuba, Brasil, etc.

Los candidatos difieren en cuanto a la estrategia imperial. Bush invadió a Irak sin socios menores -como Francia y Alemania- porque podía hacerlo. Kerry podría invadir a países débiles con apoyo aliado porque se ve mejor. ¿Qué significa la palabra «aliado» después del colapso del monstruo soviético?

Kerry y Bush están de acuerdo en promover agresivamente la misión global de libertad. En la práctica, la libertad quiere decir el derecho de Halliburton a hacer negocios con escoria como Saddam Hussein antes de que Estados Unidos invadiera a Irak, y luego ganar miles de millones reparando el daño hecho por la invasión, además de suministrar alimentos y construir albergues y letrinas para «nuestras tropas». (¿Será eso lo que significa «apoyar a nuestras tropas»?)

La libertad también incluye el derecho de Wal-Mart a expandirse globalmente. La vasta corporación sirve como medio y fin del vasto imperio. Tiendas monstruosamente grandes realizan una agresión pacífica, buscando reconquistar al México indígena al exigir que se vendan sus armas (manufacturadas en China) en las ruinas de Teotihuacan de 2 000 años de edad. El gigante globalizador ha retado a los dioses indios al construir su nueva súper tienda bajo la sombra de las antiguas pirámides. Irónicamente los españoles construyeron sus iglesias y edificios gubernamentales sobre la civilización azteca que acababan de conquistar. Ahora visitamos México y admiramos las ruinas de ambas viejas culturas.

Los residentes locales presentaron una petición ante los tribunales para detener a Wal-Mart, la cual amenaza a los negocios pequeños, distorsiona la ecología y se burla de las ruinas. Diezmará un modo de vida. Wal-Mart exige libertad para vender. El Departamento de Estado declara que los tribunales mexicanos no poseen jurisdicción en asuntos de la libertad de comercio. ¿No se aclaró eso con el ALCAN (Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte)?

Ciertamente la libertad de Wal-Mart para operar las megatiendas define las metas imperiales. Las naciones que rechazan a Wal-Mart, símbolo de la libertad corporativa, se convierten en los medios en violadores de los derechos humanos internacionales; sin embargo, esos medios no condenan a Wal-Mart por su desprecio hacia los derechos laborales. En su lugar, la prensa ofrece un «cuadro balanceado» de la cruel resistencia de Wal-Mart a los intentos por organizar un sindicato. Las autoridades políticas ofrecen el lenguaje. Los medio lo aceptan, sin evaluar las etiquetas que les ponen a los enemigos: comunismo, socialismo, nacionalismo -o «regímenes terroristas». Los periodistas suponen que esos regímenes ipso facto violan el espíritu humano.

Cuba, el arquetipo de nación delincuente en los medios, ha sufrido cuarenta y cinco años de distorsión. Los reporteros han escrito decenas de miles de noticias negativas acerca de la falta de libertad en Cuba -junto con un puñado de historias «balanceadas» que alaban su cuidado de salud y su educación.

«China comunista» se convirtió en China a secas cuando el dominante Partido comunista cambió de la economía estatal a la del sector privado. Irónicamente, en la escuela no aprendemos que democracia y libertad significan la necesidad de que Wal-Mart tenga acceso global irrestricto o de Halliburton a los contratos de post-guerra.

Igualmente, los candidatos no discuten la libertad corporativa. En su lugar entonan acerca de cómo Lincoln y Roosevelt lucharon a favor de la libertad, lo cual los candidatos adaptarán a la guerra contra el terrorismo. El público a merced de hechos y mensajes contradictorios. La comisión 11/9 presentó evidencia de que Irak no desempeñó ningún papel en los ataques del 11/9. Sin embargo, una encuesta de Newsweek en septiembre mostró que 42 % creía que Saddam Hussein fue el autor de los ataques al World Trade Center. El Vicepresidente Cheney repite ese mito en sus discursos. Fox, el privatizado ministerio de propaganda que se presenta como organización noticiosa, subraya ese mensaje.

El público recibe un lenguaje que esconde ambas intenciones imperiales y el resultado lógico de la agresión. La tortura de iraquíes fue el resultado de una invasión y ocupación imperiales. Bush y Rumsfeld al menos aprobaron tácitamente la tortura, pero ahora culpan de los horrores de Abu Ghraib a «unos pocos descarriados». Sin embargo, según Heather Wokusch en Common Dreams New Center del 14 de septiembre, las condiciones de las prisiones en Texas bajo el Gobernador Bush fueron un modelo para las prisiones norteamericanas en Irak. Wokush cita al juez federal William Wayne Justice: «Muchos reclusos prestaron testimonio creíble de la existencia de violencia, violación sexual y extorsión en el sistema penitenciario y acerca de su propio sufrimiento debido a tales condiciones abismales».

En septiembre de 1996 «un asalto a los reclusos, grabado en video en la cárcel de un condado en Texas, mostraba a los guardias usando armas de electrochoque y perros de ataque contra prisioneros, los cuales más tarde fueron arrastrados boca abajo hasta sus celdas». ¿Los mismos descarriados de Irak?

Pero el público, distraído por el consumo y las distorsiones de los medios, se encuentra en una niebla política. Los republicanos de extrema derecha hacen énfasis en los temas periféricos: el aborto, las armas, el matrimonio homosexual y la oración en las escuelas -no en la guerra o en la distribución de la riqueza y la salud.

El propio Kerry parece algo perdido, casi hipnotizado por su propio tono monocorde. Sí, una victoria de Kerry significa mejores jueces y directores de agencias.

Y Kerry no eyacularía «Misión cumplida» como lo hizo Bush después de aterrizar en el portaaviones Abraham Lincoln en mayo de 2003. El piloto que llevó a Bush a ese acto de publicidad murió en Irak el 10 de agosto. Bush no asistió al funeral del Capitán de Corbeta Scott Zellem -sólo otra cifra en los más de 1 000 norteamericanos que han perecido en Irak.

En su lugar Bush proclamó (mintió): «Hemos dado vuelta a una página». Se refería este mal chiste a los más de 7 000 heridos que ya no podrán dar vuelta a una página con sus propias manos? ¿Quiso decir con dar vuelta a una página a su habilidad para vender las necesidades imperiales como una «guerra contra el terrorismo»? Bush posee el récord presidencial por lanzar dos guerras y ocupaciones en dos años. Si fuera reelegido, probablemente habría más operaciones militares, ya que aparentemente ha convencido a decenas de miles de jóvenes pobres acerca de las virtudes de dar sus vidas -no la de él- en favor de causas como «liberar a Afganistán».

Él omite a los miles de afganos muertos, ciudades destruidas y los $400 mil millones gastados en guerras que aún no han acabado con Osama bin Laden. Tropas extranjeras ocupan el «Afganistán liberado». Ese país sufre de extrema pobreza, mientras que su producción de opio aumenta vertiginosamente y la inestabilidad se desboca. En The Baltimore Chronicle del 27 de agosto de 2004, Jane Stillwater reportó el recuento de un testigo presencial: «Desde la ocupación norteamericana de Afganistán, los cultivos más importantes allí son el opio, los órganos humanos y los niños».

Pero la realidad no ha hecho estallar la burbuja del «éxito y democracia», ni ha acallado los temores acerca de la «seguridad» que guían la retórica electoral. Kerry lloriquea acerca de «perder nuestros aliados», como si la alianza de 55 años de la OTAN sirviera para algo. Las nuevas realidades del poder eliminaron la necesidad de socios menores (aliados).

Ciento sesenta mil soldados ocupan a Irak y a Afganistán en lucha por la «libertad», matando a los residentes que se interpongan en su camino. No hay para cuando acabar. Los demócratas no tienen una alternativa clara. ¡Qué viva la retórica!

Las nuevas bases del Pentágono en Bulgaria y Rumania enlazan «la nueva línea vital de Estados Unidos» con bases por toda Asia Central, Irak y el Golfo. Los 100 000 soldados que se encuentran en los más de 700 puestos de avanzada, escribe Eric Margolis en The Toronto Sun del 22 de agosto, están «destinados a afianzar el dominio de Washington sobre el mundo musulmán y sus recursos naturales». El Pentágono se prepara para la ‘guerra expedicionaria’, continúa Margolis, lo que los británicos llamaron «la ‘misión imperial’.»

Kerry también avizora nuevas bases para montar operaciones en regiones estratégicas volátiles, pero alerta acerca de derrochar dinero en «bases en exceso».

La política exterior militarizada y bipartidista hace que Estados Unidos se parezca al imperio británico, concluye Margolis, pero la mayoría de los norteamericanos «continúan ignorantes de los nuevos planes imperiales de su gobierno para dominar el petróleo y el mundo musulmán, y de los conflictos inesperados que están a la espera de las fuerzas expedicionarias de Estados Unidos, cada vez más extendidas».

Los Directores Generales de Halliburton y Wal-Mart lo comprenden. Después de todo, son sus ganancias lo que protegerán las nuevas fuerzas armadas -independientemente de quién gane en noviembre.

De todas maneras yo votaré por John Kerry -lo terrible es mejor que lo peor.

El nuevo libro de Saul Landau es El negocio de Estados Unidos: cómo los consumidores reemplazaron a los ciudadanos y de qué manera se puede invertir la tendencia. Landau da clases en la Universidad Cal Poly Pomona y es miembro del Instituto para Estudios de Política.

www.saullandau.net