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La revisión del pacto

Fuentes: Rebelión

  Es razonable pensar que el muy desigual pacto político entre las fuerzas reformistas del franquismo y la dirección del Partido Comunista de España fue -mirado claro está desde la perspectiva del avance de las ideas y organizaciones socialistas transformadoras en España-un error, un comprensible error, pero un error al fin y al cabo. Resulta […]

 

Es razonable pensar que el muy desigual pacto político entre las fuerzas reformistas del franquismo y la dirección del Partido Comunista de España fue -mirado claro está desde la perspectiva del avance de las ideas y organizaciones socialistas transformadoras en España-un error, un comprensible error, pero un error al fin y al cabo.

Resulta fácil decirlo ahora, no hay apenas riesgos si la mente se extravía en este punto, y era mucho más difícil, sin ningún atisbo de incertidumbre, decirlo en aquellos momentos de tensión, de movilización de la extrema derecha y de sables sin envainar en los cuarteles de un Ejército que seguía siendo masivamente fascista. Pero algunos -desde luego, muchos militantes y cuadros del PCE o cercanos al PCE, y también de la izquierda comunista no alocada- así lo hicieron en su momento. Efectos colaterales que sufrieron algunos de ellos: marginación y persecución políticas, etiquetas de demencia reflexiva, prédicas apostólicas en el desierto con risas burlonas en una grada orgullosa y segura de sí misma.

No es un tema cualquiera. El pulso tiembla, y el corazón se desata, cuando se piensa en las probables consecuencias de la negativa a ese acuerdo, no a todo tipo de acuerdo claro está. La no legalización del PCE ni de otras fuerzas comunistas, elecciones legislativas con importante participación ciudadana que hubieran contado con la presencia de un PSOE domesticado y sin mucha mala conciencia y la ausencia de las organizaciones comunistas, paulatina marginación del PCE, posible persecución en algunos ámbitos con gotas de tolerancia si no existían peligros inminentes, escaso desmantelamiento provisional de algunas instituciones del franquismo, concesión de una amnistía más restringida, probable incomprensión de la posición asumida por parte de amplios sectores de la ciudadanía, debates y luchas internos, posibles escisiones, desmoralizaciones,… No era fácil. La izquierda ahora vuelve sobre el tema y las voces críticas son escuchadas con mayor sosiego. Hablar ahora de la III República no suena a extravío de izquierdistas con sueños inyectados en vena.

Pero no éste ahora el tema. La cuestión, cada día más evidente, es que es la derecha española quien está revisando el pacto de la transición en su vertiente cultural y para sus generaciones futuras. El franquismo ya no va a ser un régimen dictatorial execrable. Las declaraciones de Mayor Oreja, Aznar, Ana Botella, Pedro J. Ramírez, Jiménez Lozanitos, por no hablar de los señores Pío y Vidal, se acumulan todas en el mismo saco.

¿Qué ideas sobre el franquismo está generando la derecha? Básicamente las siguientes:

  1. La II República española fue un régimen caótico y dictatorial que atacó permanentemente la libertad y la unidad de España.

  2. Las luchas revolucionarias acaecidas en la segunda República fueron, en el fondo, intentos de golpes de estado por parte de las izquierdas.

  3. Las rebeliones militares fueron defensivas. Intentaron evitar el triunfo bolchevique en nuestro país.

  4. Franco hizo, con mano firme un pelín exagerada en ocasiones, aquello que tocaba hacer. La rebelión militar, que no fascista, fue una necesidad histórica

  5. La represión fue cruenta y desconsiderada en algunos momentos pero, en general, el régimen consiguió una aceptación muy mayoritaria y tuvo vértices sociales y populares, y dio al país años de paz y desarrollo sin igual.

  6. El franquismo, por otra parte, no sólo desarrolló económicamente España sino que también se renovó políticamente, aunque fuera menos de lo conveniente desde un punto de vista liberal no extremado y químicamente puro.

  7. De hecho el franquismo reprimió sobre todo y ante todo al partido comunista, que era una organización totalitaria que aspiraba a implantar en España una dictadura bolchevique. No en cambio a otras fuerzas políticas democráticas, o cuanto menos, en mucha menor medida.

  8. Los últimos coletazos del franquismo fueron también ajustadas defensas del Estado ante las actuaciones armadas de varios grupos de la oposición. Se condenó a muerte (mal) a quienes antes habían matado (mucho peor).

  9. ETA no sería lo que es, a pesar del atentado de Carrero, si luego se hubiera seguido una política firme como durante el franquismo.

  10. No hay espacio para el reconocimiento de las víctimas del franquismo. La reconciliación de los españoles debe pasar página en ese punto. A lo hecho, pecho destemplado. Las únicas víctimas de este período son los familiares de las personas asesinadas por ETA, incluida la familia del almirante Carrero, mano derecha del general Franco, cada vez menos dictador fascistas y con el tiempo autoritario y necesario Jefe del estado.

 

El catálogo podría ampliase pero esas son algunas de sus ideas más destacadas. ¿Por qué esta revisión cultural y política en estos momentos?

  1. Porque la derecha quiere movilizar a sus partidarios con una visión que no rompa con todo ese pasado. Tiene la extrema derecha franquista en un seno y tiene también algunos voces liberales para que la música tenga varias melodías a un tiempo para los oídos molestos con esos acordes.

  2. Porque la Iglesia católica, uno de sus principales aliados, no está dispuesta a la revisión de su papel en la guerra civil y durante gran parte del franquismo, sabedora de su fuerza social y de las concesiones gubernamentales cuando estornuda dos veces por las mañanas y una vez por la tarde.

  3. Porque esa visión dulce, incluso admirativa del franquismo, está calando entre sectores de generaciones que no vivieron el antifranquismo.

  4. Porque, admitámoslo, la lucha armada de ETA causa estragos entre la población española que no vive en Euzkadi y en buena parte de la que allí vive. De ahí la inferencia consignística de la derecha españolista: ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA, y su permanente localización en el orden del día de todas las agendas políticas.

  5. Porque la derecha es consciente de que sus medios y poder de transmisión cultural son cada día mayores y que la sociedad española se ha derechizado enormemente en estas últimas décadas. Basta pensar en la editorial de El País sobre el Che Guevara de la que se ha hablado, y se debe seguir hablando, profusamente en esta página. ¿Alguien se puede imaginar una editorial así en los años setenta u ochenta? ¿Cuál hubiera sido la reacción de la ciudadanía lectora del diario independiente matutino?

  6. Porque la derecha es cada vez más consciente de que la calle, hoy por hoy, y tal como quería su presidente Fraga, es suya, o es muy suya.

 

La derecha, pues, ha roto el pacto de la transición. No es cualquier cosa. Carlos Fernández Liria lo comentaba recientemente: «Me da miedo pensar en qué será de nosotros si el PP gana las próximas elecciones», con un discurso no centrado sino anclado en la derecha extrema, chulesca y patriótica.

De ahí, desde luego, no debería inferirse un voto útil que siempre ha sido inútil sino, de nuevo, la necesidad de una mayor movilización, con las pocas o muchas energías acumuladas; la conveniencia de buscar puntos de unión y un razonable tratamiento de las divergencias; la absoluta necesidad de pedagogía política, en el mejor sentido de la expresión, que lo tiene; la ejemplaridad política, que no es solo norma de las almas ingenuas, y, en fin, por decirlo en términos clásicos, pecar de voluntaristas, que no de irrealistas. El voluntarismo, en definitiva, si no ando errado, siempre ha sido una trasgresión que no ha ocasionado grandes perjuicios al desarrollo político y cultural de la izquierda. Y ésta, y resistir sea como sea y ayudar con las fuerzas que se tengan los intentos socialistas latinoamericanos, son en mi opinión las tareas esenciales de la hora.

Revisemos la tradición. ¿Como decíamos? Optimismo de la voluntad + pesimismo de la inteligencia. ¿Y por qué no optimismo de la voluntad y también optimismo temperado de la inteligencia? Creo que esta suma de esfuerzos, camaradas, como diría el poeta, no puede hacernos ningún daño.