Fueron varios lxs escritorxs argentinos que viajaron a España y pasaron un buen tiempo allí, antes del golpe cívico militar y el estallido del conflicto bélico. Su estada se desenvolvió desde los días del “bienio negro” y en un par de casos se extendió después del triunfo del Frente Popular, en febrero de 1936.
Primero, con el gobierno republicano en manos de un gobierno del centro y la derecha, que giraba en un sentido represivo y con políticas cada vez más conservadoras.
Y luego en los albores del Frente Popular, una alianza con apoyo de trabajadores y campesinos con altas expectativas, ya que esperaban que ahora sí hubiera una mejora drástica de las condiciones laborales y una verdadera reforma agraria, lo que sólo había ocurrido en pequeña medida en el llamado bienio Azaña.
El escritor argentino llegó a España en la peor etapa del llamado “bienio negro”, cuando la extrema derecha de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) ya estaba integrada al gabinete de gobierno, con influencia creciente y la consecuencia del sometimiento cada vez mayor de las fuerzas consideradas “centristas”.
La CEDA era la fuerza política del catolicismo integrista, con línea directa con la poderosa Iglesia española. La misión que se asignaba era revertir los componentes laicistas de la gestión que tuvo a Manuel Azaña como jefe de gobierno, el afianzamiento de la educación estatal, los derechos de las mujeres y las medidas sociales. Uno de sus principales objetivos era reformar la Constitución republicana.
El líder cedista, José María Gil Robles anunciaba a voz en cuello que si llegaba a la jefatura de gobierno era que el parlamento debía someterse y si no se sometía haría desaparecer al parlamento.
Cuando Arlt llega a España estaban frescos los efectos de la represión del llamado “octubre rojo” en Asturias. Había millares de detenidos, que habían sobrevivido a las ejecuciones y las torturas que había prodigado la represión, en la que se habían destacado las feroces tropas coloniales legionarios y los moros), mientras que la guardia civil había intervenido después del alzamiento, para ensañarse con quienes habían sido arrestados.
-La sofocación de la rebelión estuvo coordinada por un militar que había sido el general más joven del ejército español y se había destacado mucho en la guerra colonial en Marruecos. Todavía era joven y se llamaba Francisco Franco. A modo de recompensa fue designado al poco tiempo como comandante general del ejército de Marruecos.
-En mayo de 1935 las cosas empeoraron aún más. La CEDA amplió su representación en el gabinete y accedió al ministerio de Guerra su máximo dirigente, al que ya mencionamos. Quien enseguida nombró a Franco jefe de Estado Mayor Central del ejército de tierra.
-En el mes de diciembre de 1935, el dirigente del partido católico quiso convertir su influencia predominante en dirección plena del gobierno. Quitó su apoyo a la coalición radical-cedista y trató de imponer al presidente de la república, Niceto Alcalá Zamora, que lo entronizara como jefe de gobierno. El presidente se negó, nombró a un gobierno sin Gil Robles y finalmente llamó a elecciones. En esta crisis hubo ruido de sables, en parte no se produjo un alzamiento militar porque Franco no quiso jugarse a fondo en esa dirección.
El Frente Popular.
En enero de 1936 se constituyó una alianza amplia de izquierda con la finalidad de disputar la confrontación electoral que se avecinaba. Sus fundadores intentaban asumir la lección de los comicios de 1933, cuando fueron divididos y sufrieron una derrota.
Desde las fracciones de la llamada “izquierda burguesa” a la fuerza comunista más radicalizada, el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) entraron en ese frente. Hubo reticencias a la incorporación del Partido Comunista por parte de los componentes más conservadores de la coalición. El líder obrero del Partido Socialista, Francisco Largo Caballero presionó para que se integraran a la coalición.
Aunque no era la denominación oficial, la alianza pasó a ser llamada Frente Popular en línea con la aún reciente orientación comunista de constituir, bajo ese nombre frentes antifascistas muy amplios, que incluyeran los sectores de la burguesía considerados más democráticos y progresistas.
El acuerdo programático fue parcial, ya que los partidos republicanos de izquierda, Izquierda Republicana y Unión Republicana sobre todo, no aceptaron las propuestas socialistas de nacionalización de la banca y de la tierra, y el control obrero, entre otras. Lo que puede constituir una manifestación de que frente al proyecto reaccionario y golpista no se encontraba un solo proyecto político y social sino dos: Uno reformista y otro revolucionario, con divergencias raigales en muchos aspectos.
Francisco Largo Caballero, el líder obrero socialista, afirmó por esos días en un mitín: “Nosotros, los trabajadores, entendemos que la República burguesa hay que transformarla en una República socialista, socializando los medios de producción… Entiéndase bien que al ir con los republicanos de izquierda no hipotecamos absolutamente nada de nuestra ideología y de nuestra acción.”
Los anarquistas no se sumaron a la coalición, manteniendo su rechazo a las instituciones burguesas y las elecciones, pero no hicieron campaña contra el Frente Popular ni a favor de la abstención electoral. Muchxs sufragios libertarios fueron al Frente. Éste tenía en su programa la amnistía para los presos del bienio negro y los acrátas decidieron apostar en silencio a la liberación de lxs correligionarios encarcelados.
Al mes siguiente el llamado Frente Popular ganó las elecciones. Las masas obreras y campesinas y los sectores medios más radicalizados estaban activos y movilizados. La clase dominante y las instituciones conservadoras (La Iglesia, el ejército) tendieron desde el primer momento a una rebelión que sepultara a la RepúblicaAsumido el nuevo gobierno, amnistió a los presos y restituyó la suspendida autonomía catalana. Asimismo repuso las autoridades de muchos ayuntamientos regidos por la izquierda, que habían sido desplazados después de la rebelión de Asturias.
-El gobierno frentista, con Azaña como jefe, corría el riesgo de ser rebasado por las corrientes más radicales, que no auspiciaban un proceso reformista sino la revolución. Los campesinos y jornaleros rurales tomaban tierras, lxs trabajadores urbanos se movilizaban por sus derechos.
-Las fuerzas golpistas actuaron desde el primer día. Ganadas las elecciones por el Frente, Gil Robles y Franco como jefe de estado mayor habían presionado al primer ministro Manuel Portela Valladares para que declarara el “estado de guerra” e impidiera la asunción de los partidos de izquierda anulando las elecciones. En marzo ya había reuniones de generales para preparar el futuro golpe. Eso desmiente la pretensión de que en el golpe de julio de ese año actuaron frente a una situación de carencia de autoridad y anarquización, querían a la izquierda fuera del gobierno desde el primer día.
Allí estaba también Falange Española y de las JONS, que había crecido en número de militantes y practicaba la lucha de calles contra militantes de los partidos de izquierda. “La dialéctica de los puños y las pistolas” enarbolada por su fundador y líder, José Antonio Primo de Rivera, para contraponerse a la dialéctica del marxismo.
Una vez instalado el gobierno de izquierda produjeron resonantes atentados, como el que afectó al jurista Luis Jiménez de Asúa, uno de los autores de la constitución republicana. Parte de la respuesta del gobierno fue la detención de Primo de Rivera. Tiempo después fue asesinado el juez Manuel Pedregal, a cargo precisamente de la investigación del atentado.
A los pocos días de instaurado el nuevo gobierno se desenvolvió un gran proceso de toma de tierras. Jornaleros y campesinos hacían su propia reforma agraria, sin aguardar decisiones del gobierno.
En un discurso del 3 de abril, Manuel Azaña, el jefe de gobierno intentó marcar los límites del proceso en curso:
El Frente Popular es lo que es y lo que nosotros queramos que sea, no lo que quieran los demás. No es la revolución social, ni es la labor de entronizamiento del comunismo en España, no es eso; es otra cosa más fácil, más llana, más inmediata y más hacedera: es la reinstauración de la República en su Constitución y en los partidos republicanos, en los que la creamos, en los que la defendemos y estamos dispuestos a seguirla defendiendo y a crearla todos los días.
Por esos mismos días se produce la destitución del presidente Alcalá Zamora, Arlt aún en España, es testigo de esos hechos.
Un tiempo después se desarrolló una amplia ola de huelgas, tanto en forma de conflictos por empresa como a nivel de rama, en las que el movimiento obrero levantaba las reivindicaciones anuladas o dificultadas por el gobierno derechista. Los trabajadores presos o despedidos durante el “bienio negro” eran restituidos a sus puestos de trabajo.
Los trabajadores estaban acuciados además por altos índices de desempleo y pérdidas salariales. Se buscaban también mejoras de nuevo cuño, como la reducción de las jornadas de trabajo. Funcionaron jurados mixtos que resolvieron muchos de los conflictos. Esa radicalización no incluyó la ocupación de fábricas, al estilo de lo que pasaba por el mismo tiempo en Francia.
En el mes de junio comenzó un paro de la construcción en Madrid, la rama productiva más importante de la ciudad, que se hizo muy visible y persistente.
En la mayoría de estas controversias trabajadoras y trabajadores salían a la calle y hacían manifestaciones antipatronales.
Los militares siguieron adelante con sus planes golpistas, con Emilio Mola, comandante en Navarra como “director”. Franco trató de comprometerse lo menos posible, hasta poco antes del estallido del golpe.
Escritos durante el viaje de Arlt. Mencionamos dos: Aguafuertes de viaje: España y África, de Ediciones Hernández. Y Aguafuertes madrileñas: Presagios de una guerra civil, de Editorial Losada.
Los tres escritores y escritoras argentinos que anduvieron por España en 1935 tuvieron algo en común: La fascinación con la reciente revolución de Asturias. Y en particular con sus protagonistas centrales: Los mineros del carbón que habían enfrentado con dinamita y ánimo heroico a las tropas represoras, feroces legionarios y moros incluidos. Los mineros y su consigna “Uníos hermanos proletarios” acababan de entrar en la historia grande de los movimientos revolucionarios del siglo XX desde el corazón de la clase obrera española.
El segundo viaje del poeta argentino será de mayor trascendencia: González Tuñón acude a España en 1935 como viaje de bodas con Amparo Mom (a quien ha conocido en 1932) y permanece allí varios meses. Es un momento histórico trascendental: la tensión prebélica se palpa en el ambiente y el año anterior se ha producido en Asturias el levantamiento minero. Evidentemente, este acontecimiento ha tenido que emocionar al poeta, cuyas raíces se han removido y le han reclamado conocer de primera mano los escenarios y las gentes protagonistas de la Historia y de su genealogía. Como consecuencia, además, escribirá los poemas de La rosa blindada, que se publican en Buenos Aires en mayo de 1936. Estos meses en Madrid (en enero de 1936 ya está de regreso en su país) constituyen un tiempo de profunda comunión literaria, durante el cual se relaciona con los poetas españoles del 27 y con el propio Pablo Neruda, que lo recuerda –junto a Rafael Alberti y Federico García Lorca– en su poema “Explico algunas cosas”. En las distintas tertulias –particularmente la de la Cervecería de Correos–, Tuñón lee sus poemas, es reconocido por sus colegas y homenajeado. Con algunos, como con Miguel Hernández, establece una relación particularmente provechosa, sobre todo para el de Orihuela. En definitiva, se trata, como él mismo recuerda tiempo después, de un viaje “memorable en mi vida de poeta, de periodista, de hombre de mi tiempo, el que me dejó marcadas más vivencias”.
María Luisa Carnelli viajó en 1935 y uno de sus primeros empeños fue la investigación sobre los mineros asturianos su insurrección. Sufrió que la siguiera la policía, que los pobladores se resisitieran por desconfianza a hablarles de la rebelión. Con mucho en contra, logró plasmar su libro acerca de la rebelión, UHP Mineros de Asturias, del que ya hemos hablado por acá.
-Referirnos a Roberto Arlt en relación con la segunda república española es muy atinente. Cuando se piensa en escritores argentinos relacionados con España en los años treinta siempre se piensa, con justicia, en Raúl González Tuñón, no en Arlt. Éste permaneció en España entre marzo de 1935 y abril de 1936. Época de lucha y confrontación en el seno de España republicana.
Arlt fue a la península como cronista viajero del diario El Mundo y desde allá siguió con sus muy numerosas aguafuertes, esta vez con sello español. Recorrió buena parte de España y la zona colonial hispana en el norte de África.
Hubo ediciones recientes de esos escritos. Aguafuertes de viaje-España y África publicado por Librería Hernández y Aguafuertes madrileñas-Presagios de una guerra civil, presentada por Losada.
A través de ese año español, el considerado por muchos el mejor novelista argentino, dejó el sello su pericia periodística y su escritura vivaz en ese año convulso, prefacio del golpe cívico militar y la guerra.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.