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La soledad de Bahréin

Fuentes: Aish

El 28 de mayo el abogado y activista por los derechos humanos Abdulhadi Al-Khawaja puso fin a una huelga de hambre de más de 100 días. Al-Khawaja comenzó su protesta el 9 de febrero después de casi un año en prisión. En abril del pasado año fue detenido y torturado por participar en una manifestación […]

El 28 de mayo el abogado y activista por los derechos humanos Abdulhadi Al-Khawaja puso fin a una huelga de hambre de más de 100 días. Al-Khawaja comenzó su protesta el 9 de febrero después de casi un año en prisión. En abril del pasado año fue detenido y torturado por participar en una manifestación de la oposición que reclamaba una profunda reforma política, incluyendo una monarquía constitucional y el aumento de poder para la mayoría chií. Bajo la «Ley de excepción», un Tribunal Militar lo condenó a cadena perpetua bajo los cargos de pertenencia a «organización terrorista», «colaboración con un país extranjero» y «financiación terrorista». Tras poner fin a su huelga de hambre, se ha anunciado que volverá a ser juzgado por un Tribunal Civil, aunque las organizaciones internacionales muestran sus dudas ante la transparencia del proceso.

Su historia, sin embargo, ha sido silenciada por la mayor parte de la prensa internacional. Su caso es un símbolo de la diferencia de trato informativo que están recibiendo las protestas en el mundo árabe, siendo Bahréin uno de los países que menor atención mediática acapara.

A pesar de todo, Abdulhadi Al-Khawaja es sin duda el preso político de Bahréin cuya historia ha recibido más cobertura. Quizá debido a su doble nacionalidad, a la activa participación del embajador danés o tal vez debido a la activa campaña llevada a cabo por el Centro de Derechos Humanos de Bahréin de la que Al-Khawaja fue fundador. Además, su hija Zainab (@angryarabiya) ha sido muy activa en las redes sociales, y ella misma fue detenida durante un mes e inició su propia huelga de hambre en solidaridad con Al-Khawaja.

Mucho más desapercibida pasaba el inicio de una huelga de hambre el pasado día 5 de junio por parte de cincuenta presos de la cárcel de Al Hod Al Haf. Protestan por la negación de asistencia médica al adolescente Ahmed Oun, detenido y encarcelado en el mismo centro penitenciario tras haber sido disparado en un ojo. Menos suerte también han corrido los cerca de 70 muertos anónimos que denuncia la oposición desde el inicio de las protestas en febrero de 2011. O las más de cuatro mil personas despedidas de su trabajo, o expulsadas de la universidad tras participar en manifestaciones. O los profesionales sanitarios que fueron arrestados y juzgados por Tribunales Militares por atender en los hospitales y en la plaza de la Perla (centro neurálgico de las manifestaciones en la capital Manama) a los heridos en las revueltas.

Bahréin es un lugar estratégico para EEUU debido a la presencia en Manama de la base de la Quinta Flota de la armada estadounidense, detalle que olvidaba comentar el por otro lado completo artículo de The New York Times. Desde su base, los EEUU se encargan del control marítimo de la región, incluyendo el Canal de Suez, el estrecho de Ormuz y el estrecho de Bab-el-Mandeb. Además, fue utilizada para comenzar ataques aéreos tanto a Iraq como a Afganistán y supone un espacio clave en un hipotético enfrentamiento con Irán. El status quo del país está protegido también por Arabia Saudí, que no dudó en enviar más de 1000 miembros de las fuerzas armadas para frenar el comienzo de las revueltas.

Además, como denuncia Reporteros sin Fronteras en su informe anual, Bahréin «ofrece un perfecto ejemplo de un apagón informativo exitoso logrado a través de un arsenal de medidas represivas: exclusión de la prensa internacional, acoso a los activistas por los derechos humanos, arresto de blogueros (…)». Las dificultades con las que se encuentra la prensa internacional para informar sobre la situación del país son importantes, igual que lo son los intereses que pueden llevar a silenciar las protestas. Sin embargo, es obligación de la prensa internacional informar de los abusos que se cometen, señalar con el dedo a aquellos que los apoyan y recuperar la voz de aquellos a los que se silencia.

Fuente original: http://www.aish.es/index.php/es/prensa/prensa-europea-y-estadounidense/3203-la-soledad-de-bahrein