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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre Praxis política y Estado republicano. Crítica del republicanismo liberal

«La teoría de la acción racional parte de la existencia de algo que debe probarse: una racionalidad universal reconocida como tal por todos»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano. *** Seguimos en la segunda parte del libro: «La República es una cultura común de vida. Crítica del republicanismo liberal». […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano.

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Seguimos en la segunda parte del libro: «La República es una cultura común de vida. Crítica del republicanismo liberal». Está divida en seis capítulos y un apartado de conclusiones. El primero de estos seis capítulos se titula: «Tres republicanismos y sus momentos históricos». En él seguimos situados. Por cierto, hablas en nota a pie de página (p. 80, nota 4) de una obra maldita y silenciada, un ensayo editado por de Polonyi y Arensberg. ¿Por qué maldita y silenciada? Recomiendas especialmente la tercera parte de la obra.

La obra, de la que no se habla, que no ha vuelto a ser editada, dedica todas las intervenciones colectivas de la tercera parte a mostrar que la teoría económica mayoritaria, la capitalista, se basa en una metafísica o modelo antropológico, que esas intervenciones ponen en claro que es inverosímil. Esa metafísica antropológica, esa ontología antropológica es el individualismo antropológico. Un ser humano constituido por unas características innatas, biológicas, transhistóricas por naturales, al margen de la sociedad, y que es egoísta, propietarista, individualista, ahorrador, frugal, diligente, propenso a comerciar y por tanto a producir para comerciar. Ese ser que va acompañado siempre por una institución también transhistórica a través de la que él se relaciona individualmente, según una racionalidad prefijada, y que es el mercado, entidad también natural. Los estudiosos que participan en la obra muestran cómo ese modelo es el que orienta los estudios de las corrientes fundamentales en todas las ciencias sociales, que son, en consecuencia, cuerpos teóricos altamente ideológicos en el mal sentido del término. Unos modelos de interpretación según los cuales la historia de la humanidad ha sido la historia del desarrollo de la economía y que ésta, a su vez, se ha desarrollado como consecuencia de esa antropología innata universal. Un desarrollo económico que ha determinado a su vez en el progreso socio histórico de la humanidad. Muestran además, que Marx no copertenece a esta tradición de pensamiento a pesar de que muchos marxistas así lo hayan creído.

Pero no es este el primer y único libro con estas ideas…

No es este, desde luego, el único libro o el único texto en el que desarrollen estas ideas, pero sí el más abiertamente polémico, de combate ideológico contra las corrientes procapitalistas de las disciplinas sociales. En este y otros libros de este grupo de economistas sustantivistas, padres de la Antropología Económica -desde luego, también en otros autores-, se pone de manifiesto que no es cierto que el mercado capitalista constructor de precios haya existido siempre, sino que, por el contrario, es una institución histórica reciente. Ha habido y hay, intercambio sin comercio. Y este a su vez se ha dividido, en primer lugar, en intercambio igual/desigual: yo cambio contigo una armadura mía de poco valor social contra la tuya, de materiales nobles, porque nosotros estamos renovando los votos de relación de hospitalidad entre nuestras familias. O podemos intercambiar cosas de aproximadamente el mismo valor social. Y en segundo lugar, en intercambio simétrico/asimétrico; ejemplo de intercambio asimétrico, yo sustento a la familia de mi hermana, mientras que el hermano de mi mujer sustenta la mía. Por otro lado, puede haber intercambio comercial. Una caravana acude a un «puerto comercial» -punto de intercambio no necesariamente marítimo; la primera parte de la obra mencionada antes trata de esto- en busca de un producto, por orden del Gran Rey. Por fin llega otra caravana que trae ese producto y tiene interés en lo que la caravana del enviado por el gran rey, trae y ofrece -no tiene por qué ser así-. No hay posibilidad de contrastar precios, hay una sola «oferta», hay una sola «demanda». Existen unos precios de tradición, no surgidos como precio construido por la oferta y la demanda sistémica, que encima, quizá solo conocen los habitantes del puerto, porque lo normal es que quien participa en estas caravanas, cuyos preparativos, viajes, etc. duran años, a lo sumo lo haga en dos o tres viajes, como mucho, en la vida. El interés de quien comercia, además, no tiene por qué ser lograr barato el producto con el fin de llevarse una comisión y tener una ganancia personal, sino que, puede ser, por ejemplo, cumplir a satisfacción con la orden que le ha dado el rey. Y si esto es así, el rey le premiará con palacios y tierras, le nombrará dignatario de su confianza, etc.

Algo parecido puede pasará si, por ejemplo, el comerciante es Marco Polo. En este caso, el comerciante sí tendrá interés, eso sí, en lograr más dinero en plata del que he invertido. Trae seda y porcelana de la China, pero cuando llegue a Venecia es muy posible que, en ese momento, él sea el único que pone a la venta ese producto, que es un bien d e lujo y que es solo consumible por un reducido grupo de personas interesadas. Comercio sin mercado, nuevamente. Pero es que «mercado», tal como nos muestran los estudios de E.P. Thompson, por ejemplo, o los escritos de Robespierre, que se escandaliza por el hecho de que se quiere destruir lo que se entiende tradicionalmente por tal término, es una institución comunitaria, local y pública, intervenida y controlada por la comunidad, a la que se exige que sean llevados todos los bienes de primera necesidad de la comarca. Comunidad que, en caso de carestía, impide que sean sustraídos de la misma para ser vendidos fuera. Se impide la salida de granos y harinas, se impide el acaparamiento, o no llevarlos al mercado local. Se impide la venta al pormayor hasta el final de la jornada y se estipula el precio justo por presión social. Eso es lo que se denomina «mercado» hasta que, tras la Revolución Francesa -o con el capitalismo agrícola del siglo XVlll y el pensamiento de los Fisiócratas- se destruye la red social cultural comunitaria dentro de la cual era orgánico. Sobre estas realidades existentes en Francia durante el siglo XVlll, y antes, han escrito también autores franceses, Florence Gauthier, Gui Robert Ikni, C.A Bouton, Sophie Wachnich, etc.

Has mencionado antes a Robespierre….

He mencionado a Robespierre, que escribe escandalizado e indignado contra una nueva aristocracia emergente, la del dinero, a quienes llama vampiros porque viven de la sangre del pobre, y que clama por la «libertad de comercio»: la libertad que posibilite al pobre la adquisición a precio asequible de los recursos que garantizan la vida, la libertad que garantiza el mercado organizado por la red o entramado social de la comunidad popular local, que está siendo destruido artificialmente por medio de las leyes, de la violencia. Una red que imponía, además, los tipos de siembra a realizar, según las necesidades de las comunidades. Unas culturas populares activas, en proceso de auto modificación constante, que establecían e imponían usos comunitarios múltiples de bosques, de tierras ya segadas etc. Todos estos tipos de intervención comunitaria, democrática, en el verdadero sentido del término, de los intercambios, son, han sido alternativas posibles, reales, a la mítica construcción de precios en el mercado auto regulado, o sea, al capitalismo -ese es su nombre-. Mítica porque nunca se cumplen en las realidades concretas, socio históricas, las premisas fantásticas, imaginarias, que se suponen necesarias para la existencia de una creación equilibrada de precios. Información igual, posición entre iguales, etcétera. Existen múltiples posibilidades de alternativa al capitalismo, además del control central planificado de la economía, «el de Keynes», el inglés, el de Roosevelt, el de «los suecos», o el alemán, o el de Stalin, -pero no olvidemos el colosal esfuerzo de planificación económica mediante leyes actual, impuesto por el neoliberalismo, cuya tarea constante de legislación de nuevas leyes es colosal: recordemos en nuestro mundo, las leyes económicas de la UE, leyes del comercio mundial, estilo TTIP, para destruir la regulación y control del comercio internacional, leyes sobre economía internas a los países para desregular las economías.

Existen también otras muchas posibilidades de intervenir en el planeamiento de la economía de forma microfundamentada, que pueden ser combinados y explorados frente a la gran mentira inexistente, ahistórica, del mercado equilibrado constructor de precios capitalista, ese mundo imaginario cuyas condiciones harían que respecto de cada mercancía, «toda la información estuviese en su precio». Es una frase ridícula -ellos que son tan despreciativamente condescendientes. El mercado de hecho no es sino un saber hacer interiorizado que dirige nuestra praxis cotidiana, que se repite, pero no porque haya automatismo objetivo, sino porque las relaciones sociales concretas, la relación de fuerzas existentes imponen un determinado saber hacer. Es lo que Antonio Gramsci -si me permites- denomina «mercado determinado».

¿Mercado determinado?

Dice Gramsci: «»mercado determinado»(.)[:] que determinadas fuerzas [sociales, humanas] decisivas y permanentes han aparecido históricamente, fuerzas cuyo operar se presenta con un cierto «automatismo» que consiente una cierta medida de «previsibilidad» y de certeza para el futuro de las iniciativas individuales (.) «Mercado determinado» equivale por tanto a decir, «determinada relación de fuerzas sociales en una determinada estructura del aparato de producción», relación garantizada (es decir, convertida en permanente) por una determinada superestructura política, moral, jurídica». Donde la «causa» de que las fuerzas sociales establezcan una relación de fuerzas más o menos estable son, tal como se explicita las «superestructuras». Esto se puede leer en Quaderni del Carcere, Q 11, parágrafo & 51, pág. 1476, texto que repite -añadiendo a continuación más cosas- el del Q.8 parágrafo & 128, pág. 1018.

Precisamente para Antonio Gramsci, tal como nos destacan los estudiosos, la primera y más inmediata superestructura que actúa es la política. La política mediante la que se trata de crear el Bloque Histórico cuyo proyecto en proceso de auto creación es generar una nueva sociedad y una nueva «infraestructura económica». La «Causa» es la praxis política y el «efecto» es la nueva infraestructura o economía. Como nos explican los estudiosos, en el devenir de la reflexión de Gramsci, en sus Quaderni, pone en crisis el par conceptual «base/ superestructura», que considerará, con razón, una metáfora. En realidad, la inflexión sobre su propia, previa, elaboración intelectual, ya de por sí muy creativa desde el inicio de los Quaderni -y desde antes- comienza en el cuaderno 7. «superestructura/base», como rubro de una entrada en sus cuadernos solo se da 6 veces, y todas ellas, si no recuerdo mal la opinión de sus estudiosos, solo en el Cuaderno 4.

Gramsci ya había señalado por dónde iban los tiros en su texto periodístico de juventud La revolución contra El capital. …pero me estoy yendo de tu pregunta y esto de divagar a mi aire no ayuda al lector.

El lector/a se enriquece de tus reflexiones centrales y también de las anexas. Si me permites la broma, está acostumbrado.

Bueno, solo recordar aquella aguda nota en la que, sin mencionarlo, Gramsci reflexiona sobre el genial talento práxico político de Lenin, ejemplo verdadero de político que considera la praxis política generada por las masas subalternas organizadas -las que toman la tierra sin encomendarse ni a dios ni al diablo, sin pedir permiso-, la superestructura, «causal» causante de una nueva economía. Es de uno de los grandes cuadernos maduros de Gramsci.

Me has hecho recordar reflexiones de Paco Fernández Buey sobre Lenin y Gramsci precisamente. Adelante con la cita de este último.

«Puede suceder que una gran personalidad exprese su pensamiento más fecundo, no en el lugar que aparentemente debería ser el más «lógico» desde el punto de vista clasificatorio externo, sino en otro lugar que aparentemente puede ser considerado extraño. Un hombre político escribe de filosofía: puede suceder que su «verdadera» filosofía deba buscarse por el contrario en sus escritos sobre política. En toda personalidad hay una actividad predominante: es en ésta donde hay que buscar su pensamiento, implícito las más de las veces y en ocasiones en contradicción con el que se expresa ex profeso«. Es del Cuaderno 11, 6º, parágrafo, 65, que en la edición de Gerratana está en la pág. 1.493.

Gracias por la referencia. Hablas en este apartado de la teoría de la acción racional y de la teoría de juegos. No parecen ser santos teóricos de tu devoción. ¿Nos indicas, nos das cuenta de tus críticas principales?

La acción racional, de la que la teoría de juegos es un derivado, parte precisamente de la existencia de algo que debe ser probado: que existe una racionalidad universal reconocida como tal por todo ser humano en todo lugar y tiempo histórico, una etología humana innata, arraigada en nuestra animalidad antropológica. Es una reelaboración a partir del fetiche de la Ilustración, la «Razón universal» con mayúsculas. La cual es consecuencia de una insuficiente crítica del pensamiento religioso, que sustituye la noción de la divinidad por una Razón a priori universal, sustitución de una heteronomía por otra. Esta racionalidad universal que pauta uniformemente el comportamiento de todo individuo humano en todo lugar es un a priori ahistórico, que se basa en la presuposición de una naturaleza innata humana universal.

Desde esa hipotética racionalidad universal innata, que es la del individualismo antropológico, la de la «robinsonada» que es la denominación que le da Karl Marx, la relación entre personas, que es un ex post, tiene también unas características universales, tabulables y a eso se dedican las teorías de juegos, con sus dilemas y posiciones fijas abstractas, supuestamente universales, entre los individuos que con-tratan y con-traen. La multiplicidad de comportamientos generados por las diversas culturas materiales en la historia, creadas históricamente en el nivel social -prioridad ontológica de la comunidad sobre el individuo- e interiorizadas por cada uno de los miembros de cada cultura y comunidad social generadora, son metidas en el lecho de Procusto, ahormadas por el fórceps de la racionalidad. Qué ganancia tiene una madre que cuida a su hijo, el que asume la cárcel para defender al camarada político, el que decide utilizar sus capacidades no para enriquecerse, el mismo comportamiento en los grupos de pares, en el que la aceptación como miembro, no el interés individual ganancioso, es lo fundamental, e incluso la honorabilidad mafiosa.

Claro, siempre se puede reelaborar la teoría, dotándola de múltiples cinturones teóricos, «lakatosianos», defensivos, que tratan de salir al paso, justificándolo, de «evidencias empíricas» que, a la luz de las teorías elaboradas por el propio programa de investigación, resultan ser «anomalías» que contradicen la prognosis hipotética. Así, el mayor acto de generosidad y desprendimiento personales, puede ser reinterpretado de modo que no sea prueba concluyente en contra de la ontología metafísica del individualismo antropológico, matriz de la acción racional y la teoría de juegos, o, incluso pueda ser reinterpretado como caso ad hoc, considerando la acción generosa como una acción racional individualista que busca el propio interés individual, la «emulación competitiva con otras madres por tener el niño más lustroso», en fin, cualquier burrada ….etcétera.

Me ha hecho gracia y te agradezco tu referencia «lakatosiana». Señalas también una crítica, muy oportuna en mi opinión, a la noción de sociedad de las cosmovisiones neoliberales y afines. La sociedad no es, afirmas, «un conjunto atomizado de individualidades preconstituidas en sus relaciones mutuas ex post». De acuerdo. ¿Qué es entonces para ti la sociedad? Te pregunto algo tan general como eso a continuación.

 Ya me estoy preparando.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.