¿Cuál es el límite de paciencia de un pueblo? ¿Cuánto más puede soportar una sociedad la humillación diaria contra su dignidad, la violación de sus sitios sagrados, la contumacia criminal de un gobierno como el israelí, que desprecia cualquier posibilidad de llegar a acuerdos? ¿Cuánto más la comunidad internacional seguirá siendo cómplice de los crímenes […]
¿Cuál es el límite de paciencia de un pueblo? ¿Cuánto más puede soportar una sociedad la humillación diaria contra su dignidad, la violación de sus sitios sagrados, la contumacia criminal de un gobierno como el israelí, que desprecia cualquier posibilidad de llegar a acuerdos? ¿Cuánto más la comunidad internacional seguirá siendo cómplice de los crímenes israelíes contra la población palestina en los territorios ocupados?
Estas interrogantes pueden ser planteadas cotidianamente, al leer las noticias, cuando los medios transmiten la acción represiva del Ejército israelí contra los fieles musulmanes que acuden a la Explanada de las Mezquitas en Al Quds, en específico las profanaciones cometidas por las autoridades, civiles y militares israelitas en la Mezquita de Al Aqsa. En las últimas semanas, Tel Aviv y su política de acoso contra el pueblo palestino ha generado la lógica respuesta de este, registrándose manifestaciones, protestas y choques entre jóvenes palestinos (principalmente) y las fuerzas militares israelitas resultando muerto uno de ellos en la ciudad de Al -Jalil (Hebrón) y el incendio de una Mezquita cerca de Ramalá, en la Cisjordania ocupada a manos de colonos judíos.
En concreto, las autoridades israelitas han puesto en marcha una serie de proyectos, que han generado la lógica indignación palestina: la instalación de cuatro retenes policiales en el entorno de Al Aqsa, centro sagrado para el mundo musulmán, el montaje de medio millar de cámaras de vigilancia y la serie de excavaciones que están realizando en la Mezquita Al Aqsa, con el pretexto de encontrar restos arqueológicos judíos, que den sustento a la teoría que tendrían derechos históricos sobre esos terrenos.
Nos planteamos igualmente las preguntas consignadas, al enterarnos de los frecuentes atropellos a los derechos palestinos en los cientos de Check Point que los militares israelitas tienen en los territorios ocupados. En los guettos creados contra la población palestina a través de la construcción y ampliación del Muro de la Vergüenza, que a través de 700 kilómetros divide los territorios palestinos, destruye aldeas, arranca olivos centenarios y viola los derechos de cientos de miles de sus habitantes. También, al constatar que las autoridades de Tel Aviv autorizan nuevos asentamientos de colonos judíos en terrenos, que pertenecen al pueblo palestino, a contrapelo de todas las resoluciones de los organismos internacionales, que han declarado lo ilegal de esos asentamientos y las políticas de colonización sionista.
Las medidas israelitas han querido ser justificadas a la luz de ciertas acciones de respuesta de palestinos, que han significado la muerte – en los últimos días – de dos israelitas y dos heridos en operaciones lanzadas en Cisjordania. Ante esos hechos el Movimiento de Resistencia Islámica Palestina (HAMAS) señaló que dichos ataques se producen «en los territorios ocupados en represalia por las políticas racistas de Israel contra el pueblo palestino y sus lugares sagrados. Son una respuesta natural a las violaciones y profanaciones de los soldados y colonos israelíes contra la Mezquita Al-Aqsa en Al-Quds (Jerusalén)».
Aquí no se trata de una política del empate como lo pretenden hacer creer algunos medios occidentales, equiparando estas acciones a las realizadas por Israel, como fue el caso del ataque a la Franja de Gaza mediante la operación «margen protector», que tuvo su comienzo el 8 de julio del 2014 y se extendió por 50 días, con un saldo de 2.500 palestinos asesinados y cerca de 10 mil heridos, además de la destrucción de gran parte de la infraestructura Gazetí. Pero, no se puede obviar el legítimo derecho del pueblo palestino a la lucha contra las fuerzas militares y colonos de una potencia ocupante como es Israel. Los indignantes defensores del régimen genocida de Israel quieren comparar sus muertos con los miles de palestinos asesinados, como si esto se tratara de sufrimientos, padecimientos y destrucción equiparables. Deben pensar los ideólogos del asesinato masivo, que el atacar por aire mar y tierra a una población indefensa está escrita en su Torá.
Las alertas por la violencia ejercida por el régimen israelí contra los palestinos, no sólo ha sido advertida por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) el gobierno de Gaza encabezado por Hamas, el gobierno iraní, Erdogan en Turquía, intelectuales de la talla de Noam Chomsky, gobiernos como el sueco entre otros, sino también por el propio Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Ban Ki Moon quien expresó, mediante un comunicado público su profunda preocupación por la violencia ejercida por Israel contra los palestinos, tanto en Cisjordania, Gaza y en Al Quds, que aleja toda posibilidad de paz. El alto funcionario internacional advirtió que «el aumento de la violencia y las muertes en los últimos días en Israel y Cisjordania conduce a más desconfianza y como consecuencia hace más distante la promesa de la paz entre palestinos e israelíes».
Una constante agresión
Mahmud Abbas, Presidente de la Autoridad Nacional Palestina ha denunciado, por su parte, que con esta políticas de agresión constante a los lugares sagrados del mundo musulmán, las acciones discriminatorias respecto a permitir o no el ingreso a la Explanada de las Mezquitas a árabes y fieles musulmanes, dividir los tiempos de oración que se ejecuten en el área entre musulmanes y judíos, las profanaciones cometidas contra la Mezquita Al Aqsa «pretenden desencadenar una guerra religiosa en la región de Israel. Con estos actos Israel dirige la zona y el mundo a una devastadora guerra religiosa. El pueblo palestino ante esa política de agresión defenderá la mezquita de los colonos y el extremismo».
Ese levantamiento palestino se hará incluso si las diferencias entre Hamas y la ANP se agudizan, como ha sucedido en los últimos días pues la rabia y la indignación acumulada busca su salida. Tras la agresión a Gaza, se han incrementado ciertas diferencias entre ambos movimientos, tras las acusaciones de Abbas a Hamas respecto a la responsabilidad de militantes de ese movimiento en algunas explosiones contra bienes y sedes de Al Fatah en Gaza, Hamas negó esas acusaciones contraatacando con duras críticas a la ANP y en especial a Abbas por considerar que no se ha preocupado lo suficiente del proceso de reconstrucción de la Franja de Gaza.
Khalil al Hayyah, miembro del buró político de Hamas, acusó a Abbas, a Israel y a la agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) por interrumpir y retrasar el proceso de reconstrucción en Gaza. Al Hayyah señaló que «Abbas es un nuevo Faraón que no acepta asociarse con nadie. Abbas envió sus delegaciones a los países donantes, que se comprometieron a brindar donaciones para la Franja de Gaza, y les exige que paguen parte de sus donaciones al presupuesto de su autoridad» acusó el dirigente de Hamas, dando luces sobre las diferencias entre este movimiento y la ANP, que suelen retrasar la mirada de unidad contra el enemigo común: la ocupación israelí.
Para entender estas fricciones hay que dar cuenta, afirman los detractores de la dirigencia clásica palestina, que esa clase política palestina anclada en Cisjordania, alguna vez depositaria de la esperanza por lograr la definitiva autodeterminación se convirtió según los críticos, entre ellos, el destacado intelectual Tarik Ali, «en poco más que un suplicante del dinero de la UE. La victoria electoral de Hamas el año 2006 fue tratada como un signo ominoso del fundamentalismo creciente, y un aterrador golpe a las perspectivas de paz con Israel. Las presiones diplomáticas y financieras se pusieron en marcha para forzar a Hamas a que adoptase las mismas políticas de aquéllos a quienes habían derrotado en las urnas».
En ese escenario, Hamas, tras años de corrupción de la ANP y sin los grandes recursos de Al Fatah, comenzó a establecer clínicas, escuelas, hospitales, formación profesional y programas de bienestar para una población palestina carenciada. Sus jefes y cuadros, en forma sencilla, daban respuesta a las necesidades cotidianas, generando una base política que los nutre y mantiene, le guste a o no al análisis político occidental y «al cacareo diario de los versos coránicos» como afirman en Gaza. Las agresiones contra la franja de Gaza en los últimos 8 años y su defensa reafirmó el papel dirigente de Hamas y debilitado a la clase política heredera de Arafat y a los regímenes corruptos árabes como Egipto y Jordania.
Recordemos, que Washington e Israel no han aceptado nunca la victoria de Hamas y alentaron, los organismos de inteligencia, tanto de Washington como de Israel, un golpe de estado para derribar el gobierno de unidad nacional que al Fatah y Hamas habían creado durante sus negociaciones en Yeddah. El golpe fracasó y desde entonces las administraciones, tanto de George W. Bush como los dos períodos de Barack Obama, intensificaron el asedio israelí de la Franja de Gaza, incluso generando fricciones entre Al Fatah y el Movimiento islámico que luego de 7 años de luchas internas lograron formar un gobierno de Unidad Nacional, cuya destrucción es el objetivo mayor de Israel. Unan a ello las acciones en Cisjordania y Al Quds y el cóctel explosivo está servido. Y, para ello, hay que comenzar a separar a parte de los comensales, en este caso Hamas y la ANP. Y, al mismo tiempo incrementar las violaciones a los derechos de la población palestina en múltiples aspectos.
Un estallido ad portas
Como prueba de ese sentimiento de rabia, indignación y de necesidad de salir a exigir los derechos violados, que se incumba en la población palestina, el Movimiento de la Yihad Islámica Palestina aseguró, a través de su portavoz, Yusef al – Hasayna que «debido a las políticas violatorias del régimen de Israel, sin duda se iniciará la Tercera Intifada del pueblo palestino contra el régimen sionista y nadie podrá detener esta corriente. Este nuevo levantamiento popular, estallará en el corazón de la ciudad de Al-Quds y se extenderá por toda Palestina para recuperar los territorios ocupados y reivindicar los derechos de los palestinos. Los distintos movimientos palestinos deben mantenerse unidos para así designar un líder que diría la Intifada desde Al Quds». Hamas ha denunciado que desde la ocupación de Al-Quds, en 1967, el régimen de Israel sigue violando esta mezquita santa, haciendo caso omiso a todas las resoluciones internacionales al respecto.
Remontarse a los orígenes de lo que fue la segunda Intifada, denominada justamente Al Aqsa, nos permite dar cuenta del valor que el pueblo palestino le asigna a la Explanada de las Mezquitas y sus recintos sagrados. Ello alude a una de las tantas claves del conflicto que enfrenta al pueblo palestino contra el régimen israelí: La defensa de los lugares santos y la consideración de Jerusalén (Al Quds) como capital histórica para Palestina y que Israel también ha tomado como una reivindicación no negociable. Ello inhibe cualquier posibilidad de avance y los actos allí ejecutados generan repercusiones insospechadas. Por ejemplo, la compra de casas y terrenos palestinos por parte de israelíes, que aprovechando resquicios legales y mecanismos de engaños han ocupado zonas de Jerusalén Este, de mayoría palestina. Jerusalén, reclamada por todos los gobiernos de Israel como «capital eterna, única e indivisible» tiene un valor religioso esencial para el mundo árabe, como también nacional, pues la ocupación de la ciudad en el año 1948 implicó el inicio de la lucha palestina.
Si Jerusalén representa un problema, la Explanada de las Mezquitas y sus templos de Al Aqsa y la Cúpula de la Roca constituyen el epicentro del problema. La provocativa visita a la Explanada, del entonces líder de la oposición del gobierno de Ehud Barak y posterior Primer Ministro, Ariel Sharon (fallecido en enero del 2014) en septiembre del año 2000 previo a las elecciones que le dieron el triunfo a ese Halcón y en pleno proceso de discusión sobre el futuro de Jerusalén en las conversaciones de Camp Davis, para reivindicarla en nombre del judaísmo, demuestra la tesis del polvorín y agitó las aguas del conflicto convirtiéndose en un catalizador de la revuelta palestina conocida como Segunda Intifada o Intifada Al Aqsa. Hoy, trece años después, se ha vuelto a advertir que las provocaciones israelitas, las medidas de control para los creyentes musulmanes, el cerco militar, las excavaciones y la profanación cotidiana de sus recintos son la antesala de una nueva rebelión.
El concepto de la Babel israelí y su idea de crear un Estado mediante el vínculo de la fe, que es otra de las respuestas para comprender el conflicto con los palestinos, provoca graves problemas de identidad, entre los intereses de los colonos en los asentamientos y el resto de la sociedad israelí llámense askenasis laicos, falashas (judíos etíopes), palestinos israelíes, sefardíes, ultraortodoxos, judíos rusos, drusos o cristianos. Esa Babel se enfrenta al irrenunciable derecho del pueblo palestino por ejercer su derecho al retorno, después de décadas de exilio y que sigue siendo una de las piedras de tope a cualquier éxito negociador, como también a recuperar sus territorios. Para el actual gobierno de Benjamín Netanyahu, así como para los ex gobiernos de Shimon Peres, Isaac Shamir, Ehud Barak, Ehud Olmert o Ariel Sharon, entre otros, el regreso de los exiliados palestinos es avalar su propio suicidio y para el pueblo palestino es una cuestión de justicia intransable.
A pesar de las protestas internacionales, de la constatación de los crímenes contra la humanidad del gobierno israelí, a pesar de comprobarse la estrategia sangrienta de un régimen que quiere acabar con la población palestina en su propio remake de un holocausto de todo un pueblo, Israel sigue violando los derechos humanos de la población palestina. A pocos meses del fin de la agresión militar contra Gaza, esa agresión sigue cotidianamente, de baja intensidad pero constante, humillante, punzando la dignidad de la sociedad palestina, provocando, tratando de generar el estallido de los jóvenes palestinos, que día a día se ven constreñidos en sus derechos, en sus anhelos y la posibilidad de acceder a una vida mejor.
La autoridad palestina, a la par de declaraciones, ideas subyacentes y acciones violatorias a los derechos del pueblo palestino ha señalado que está preparando una batería de acciones destinadas a poner el tema palestino en la agenda política de organismos internacionales, como es el caso del Consejo de Seguridad de las Naciones Unida. Para ello Abbas presentará antes de fin de este mes un proyecto de resolución ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con el fin de acabar con la ocupación israelí en los territorios palestinos. Con toda probabilidad, esta Resolución será vetada por el aliado incondicional de Israel como es Estados Unidos.
Ante ese hecho Abbas ha advertido de que si EE.UU. veta esta resolución Palestina iniciará el proceso para ingresar en más de 500 organizaciones y tratados internacionales, empezando por el «Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional», con lo que esta instancia tendrá competencia para investigar los crímenes de guerra israelíes en los territorios palestinos. El proceso de paz, a fines de este año 2014, es simplemente un espejismo porque Israel ocupa y niega los derechos a millones de palestinos en Gaza y la Cisjordania. Ocupa las tierras palestinas con colonos, generalmente ortodoxos y fundamentalistas. Arrasa sus tierras y destruye sus olivares centenarios. Destruye sus aldeas, mantiene 6 mil presos palestinos. Mantiene un muro de la vergüenza que viola día a día los derechos humanos de los palestinos.
Una voz autorizada en materia de llamados a la movilización del pueblo palestino y ejemplo de la necesidad de unión de las distintas fuerzas políticas, ha sido el llamado efectuado a través de una carta desde la cárcel israelí de Hadarim, del dirigente del Movimiento Palestino de Liberación Nacional (Al Fatah) Marwan Al-Bargouti – considerado el arquitecto de la segunda Intifada- quien afirmó ante la conmemoración de los diez años de la muerte de Yasser Arafat y en momentos que se intensifica la represión israelí que «continuar con la resistencia global y armada es mantenerse fiel a la herencia de Arafat, a sus ideas y principios por las cuales murieron decenas de miles de mártires. En estos momentos se vuelve un imperativo considerar de nuevo la resistencia como un medio para vencer al ocupante y para ello debemos poner fin inmediatamente a la cooperación en materia de seguridad, que fortalece al ocupante». El llamado de Al-Bargouti a Abbas y a los dirigentes palestinos tendrá el eco necesario si las constantes provocaciones israelitas siguen su curso, cuestión probable visto los proyectos que pretenden ampliar los asentamientos judíos y las medidas de seguridad impuestas en los lugares sagrados para el mundo musulmán.
Está claro que cuando termine la ocupación del territorio palestino, cuando se retiren las fuerzas militares y los colonos israelíes de suelo palestino. Cuando termine ese bandidaje estatal Israelí, sólo ahí se le podrá exigir a los distintos movimientos palestinos, en especial a Hamas, sentarse a la mesa y discutir sobre un proceso de paz. Mientras ello no suceda la sociedad palestina y sus legítimos representantes tienen todos los argumentos legales y morales para oponerse al ocupante israelí. Razón esencial por la cual el proceso de paz no avanza no es Hamas, como ha querido ser presentado tanto por Israelitas, como por algunos miembros de la propia Autoridad Nacional Palestina: es la ocupación y la negación de derechos a los palestinos desde hace 60 años la verdadera razón.
Quiera Alláh que la paz llegue a la sociedad palestina, a su pueblo y que en ello otros creyentes escuchen esas plegarias. Pero, en la proporción que los hechos merecen, no le pidan a los asesinados, a los torturados, a los exiliados, perseguidos, a aquellos a los cuales se les destruye sus hogares, se les acosa y controla como animales. No les pidan a aquellos que sufren las consecuencias de una política genocida, que sean los responsables principales de la paz. Los criterios de proporción también pasan por ahí.
Artículo del autor cedido por Hispantv