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Documento de Gush Shalom

La tiranía de los mitos

Fuentes:

1. La violenta confrontación que estalló en octubre del 2000 y que se llamó la Intifada de al-Aqsa, no es sino otra fase del conflicto histórico que empezó con la creación del movimiento Sionista a finales del siglo diecinueve. 2. Una quinta generación de israelíes y palestinos ya ha nacido en este conflicto. Todo el […]

1. La violenta confrontación que estalló en octubre del 2000 y que se llamó la Intifada de al-Aqsa, no es sino otra fase del conflicto histórico que empezó con la creación del movimiento Sionista a finales del siglo diecinueve.

2. Una quinta generación de israelíes y palestinos ya ha nacido en este conflicto. Todo el mundo mental y material de esta generación ha sido conformado por esta confrontación que domina todas las esferas de sus vidas.

3. En el curso de este largo conflicto, como en cada guerra, una masa enorme de mitos, falsificaciones históricas, eslóganes de propaganda y prejuicios han sido acumulados en ambos lados.

4. La conducta de cada uno de los dos lados del conflicto está conformada por su narrativa histórica, por la manera en que ellos ven la historia del conflicto durante los últimos 120 años. La versión histórica sionista y la versión histórica palestina se contradicen, tanto en el cuadro general como casi en cada detalle, completamente.

5. Desde el principio del conflicto hasta el día presente, el liderazgo sionista / israelí ha actuado con total desatención a la narrativa Palestina. Incluso cuando se deseó alcanzar una solución, tales esfuerzos fueron condenados al fracaso debido a la ignorancia de las aspiraciones nacionales, traumas, miedos y esperanzas del pueblo palestino. Algo similar pasó en el otro lado, aun cuando no hay simetría entre ambos.

6. La solución a semejante y prolongado conflicto histórico sólo es posible cuando cada lado puede entender el mundo político-mental del otro y está dispuesto a hablar de igual a igual, «estando de acuerdo». Las actitudes despectivas, orientadas desde la fuerza, dominadoras, insensibles e ignorantes impiden una solución negociada

7. Los gobiernos israelíes «de izquierda» que, en momentos, despertaron muchas esperanzas se afligieron con tales actitudes tanto como los «de derechas», causando una ancha disparidad entre su promesa inicial y su desastrosa actuación. (Por ejemplo la legislatura de, Ehud Barak.)

8. Una parte grande del movimiento de la vieja paz (también conocido como «la izquierda» sionista o «el campo sano»), como Paz Ahora, también ha sido asediada por algunas de estas actitudes, y de esta forma colapsada en tiempos de crisis.

9. Por consiguiente, la primera tarea del nuevo campo de la paz israelí es librarse de visiones falsas y unilaterales.

10. Esto no significa que la narrativa israelí deba rechazarse automáticamente y la narrativa palestina aceptada incondicionalmente o viceversa. Pero exige con prontitud escuchar y entender las posiciones de la otra parte en este conflicto histórico para poder pontear las dos experiencias nacionales y poderlas unir en una narrativa conjunta.

11. Cualquier otra manera llevará a una perpetuación del conflicto, con periodos de ostensible tranquilidad y conciliación frecuentemente interrumpidos por hostilidades violentas entre las dos naciones y entre Israel y el mundo árabe. Dado el paso al desarrollo de armas de destrucción masiva, las extensas rondas de hostilidad podrían llevar a la aniquilación de ambas partes del conflicto.

La Raíz del Conflicto

12. El centro del conflicto es la confrontación entre la nación israelo-judía y la nación palestino-árabe. Es esencialmente un conflicto nacional, aun cuando tiene aspectos religiosos, sociales y otros.

13. El Movimiento Sionista era, esencialmente, una reacción judía a la emergencia de los movimientos nacionales en Europa pues todos ellos eran más o menos antisemitas. Habiendo sido rechazados por las naciones europeas, algunos de los judíos decidieron establecerse como una nación separada y, siguiendo el nuevo modelo europeo, establecer un Estado nacional propio, donde pudieran ser dueños de su propio destino.

14. Motivos tradicionales y religiosos atrajeron el Movimiento Sionista a Palestina (Eretz Israel en hebreo) y fue tomada la decisión de establecer el Estado judío en esta tierra. La máxima era: » Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra». Esta máxima no sólo se concibió en la ignorancia, sino que también reflejaba la arrogancia general hacia gentes no-europeas que prevalecía en Europa en ese momento.

15. Palestina no era una tierra vacía; ni a finales del siglo 19 ni en cualquier otro periodo. En ese momento, había medio millón de personas que vivían en Palestina, el 90% de ellos árabes. Esta población, por supuesto, puso objeciones a la incursión de colonos extranjeros en su tierra.

16. El movimiento Nacional árabe surgió casi simultáneamente que el Movimiento Sionista, inicialmente para luchar contra el Imperio otomano y después contra los regímenes coloniales construidos sobre sus ruinas al final de la Primera Guerra Mundial. Un movimiento nacional árabe-palestino separado se desarrolló en el país después de que los británicos crearan un Estado aparte llamado «Palestina», y en el transcurso de la lucha contra la infiltración sionista.

17. Desde el final de la Primera Guerra Mundial, ha habido una lucha continuada entre los dos movimientos nacionales, el Judío-sionista y el palestino-árabe los dos aspirando lograr sus metas – que son completamente incompatibles – dentro del mismo territorio. Esta situación permanece inalterada hasta el momento.

18. Tal como la persecución de los judíos en Europa se intensificaba, y tal como los países del mundo cerraban sus puertas a los judíos que intentan huir del infierno, el Movimiento Sionista ganó fuerza. El antisemitismo nazi convirtió la utopía sionista en una empresa moderna y realizable causando una inmigración masiva de mano de obra especializada, intelectuales, tecnología y capital a Palestina. El Holocausto que arrancó las vidas de aproximadamente seis millones de judíos, dio tremenda fuerza moral y política a las exigencias sionistas y llevó al establecimiento del Estado de Israel.

19. La nación Palestina, siendo testimonio del crecimiento de la población judía en su tierra, no podía comprender por qué’ debía esperarse que ellos pagaran el precio por los crímenes cometidos contra los judíos por los europeos. Ellos objetaron violentamente a la creciente inmigración judía y a la adquisición de tierra por los judíos.

20. La lucha entre las dos naciones en el país apareció en la esfera emocional como la «guerra de traumas». La nación israelo-hebrea trajo con ellos el viejo trauma de la persecución de los judíos en Europa – las matanzas, expulsiones en masa, la Inquisición, los pogromos y el Holocausto. Vivieron con la conciencia de ser una víctima eterna. El choque con la nación árabe-palestina les parecía simplemente como una continuación de la persecución antisemita.

21. La nación árabe-palestina llevó consigo los recuerdos de la opresión colonial prolongada, con sus insultos y humillaciones, sobre todo en el trasfondo de los recuerdos históricos de los días gloriosos de los Califas. Ellos, también, vivieron con la conciencia de ser víctimas, y la Naqba (catástrofe) de 1948 les pareció como la continuación de la opresión y humillación de los colonialistas occidentales.

22. La ceguera completa de cada una de las dos naciones a la existencia nacional del otro inevitablemente llevó a falsas y torticeras percepciones que tomaron una raíz profunda en su conciencia colectiva. Estas percepciones continúan afectando sus actitudes hacia cada uno de ellos al día presente.

23. Los árabes creyeron que los judíos se habían implantado en Palestina a través de Imperialismo Occidental para subyugar el mundo árabe y controlar sus recursos naturales. Esta convicción fue apoyada por el hecho que el movimiento Sionista, de salida, se esforzó por una alianza con al menos un poder Occidental para superar resistencia árabe (Alemania en los días de Herzl, la Gran Bretaña del plan de Uganda y la Declaración de Balfour hasta el final del Mandato, la Unión Soviética en 1948, Francia en los años cincuenta hasta la guerra de 1967, los Estados Unidos desde aquel momento.) Esto resultó en la práctica una cooperación y una comunidad de intereses entre la empresa sionista y el poder imperialista y colonialista, dirigido contra el movimiento nacional árabe.

24. Por otra parte, los sionistas, estaban convencidos que la resistencia árabe a la empresa sionista – que se pensaba que salvaba a los judíos de las llamas de Europa – simplemente era la consecuencia de la naturaleza asesina de los árabes y del Islam. A sus ojos, los luchadores árabes eran «cuadrillas», y los levantamientos de aquel tiempo eran «alborotos».

25. Realmente, el líder sionista más extremista, Vladimir (Ze’ev) Jabotinsky, era casi el único que reconocía allá por los años veinte que la resistencia árabe al asentamiento sionista era inevitable, natural, y, desde su propio punto de vista, simplemente, la reacción de un pueblo «nativo» que defendía su país contra los invasores extranjeros. Jabotinsky también reconoció que los árabes en el país eran una entidad nacional distinta y que burlaron los esfuerzos por sobornar a los líderes de otros países árabes para acabar con la resistencia árabe palestina. Sin embargo, la solución de Jabotinsky era erigir un «muro de acero» contra los árabes y aplastar su resistencia por medio de la fuerza.

26. Estas percepciones completamente contradictorias de los hechos se infiltran en cada uno de los aspectos del conflicto. Por ejemplo, los judíos interpretaron su lucha por el » laborismo judío» como un esfuerzo social progresista para transformar a un pueblo de intelectuales, comerciantes, intermediarios y especuladores en uno de obreros y granjeros. Los árabes, por otro lado, lo vieron como un esfuerzo del sionismo racista por desposeerlos, excluirlos del mercado laboral y crear, en su tierra, árabe y libre, una economía judía separatista.

27. El sionismo estaba orgulloso de su «Redención del territorio». Lo habían comprado a alto precio con dinero recolectado por los judíos de todo el mundo. Los «Olim» (los nuevos inmigrantes, literalmente los peregrinos) muchos de los cuales habían sido intelectuales y comerciantes en sus vidas anteriores se ganaban la vida ahora por medio de duros trabajos manuales. Creyeron que habían logrado todos esto por medios pacíficos y sin desposeer a un solo árabe. Para los árabes’ esta era una narrativa cruel de desposesión y expulsión: Los judíos adquirieron tierras de hacendados árabes ausentes que vivían en las ciudades de Palestina y en el extranjero, y entonces, por la fuerza, desahuciaron a los campesinos que habían estado cultivando esa tierra durante generaciones. Para ayudarlos en este esfuerzo, los sionistas comprometieron a los turcos y, después, a la policía británica. Las masas árabes veían desesperadas como su tierra les era arrebatada.

28. Contra la exigencia sionista de haber conseguido » hacer florecer el desierto», los árabes citaron los testimonios de viajeros europeos que desde hacía varios siglos, tenían a Palestina descrita como una tierra comparativamente habitada y floreciente, al igual de cualquiera de sus vecinos regionales.

Independencia y Desastre

29. El contraste entre las dos versiones nacionales alcanzó la cúspide en la guerra de 1948 a la que llamaron » la Guerra de la Independencia» o incluso » Guerra de Liberación» por los judíos, y «La Naqba», el desastre, por los árabes.

30. Cuando el conflicto se intensificó en la región, y con el impacto rotundo del Holocausto, las Naciones Unidas decidieron dividir el país en dos Estados, judío y árabe. Jerusalén y su contorno debían seguir siendo una entidad separada, bajo la jurisdicción internacional. Los judíos se repartieron el 55% de la tierra, incluso el despoblado desierto del Negev.

31. La mayoría del Movimiento Sionista aceptó la resolución de la partición, convencido de que el problema crucial era establecer una fundación firme para la soberanía judía. En reuniones cerradas, David Ben-Gurion jamás ocultó su intención de extender, a la primera oportunidad, el territorio dado a los judíos. Eso es por lo qué la Declaración de Independencia de Israel no definió los límites del estado e Israel no ha definido sus fronteras hasta el momento.

32. El mundo árabe no aceptó el plan de la partición y lo consideró como un vil esfuerzo de las Naciones Unidas que en aquel momento era esencialmente un club de naciones Occidentales y comunistas, por dividir un país que no les pertenecía. Entregando más de la mitad del país a la minoría judía que comprendía apenas un tercio la población, lo hicieron todavía más imperdonable a sus ojos.

33. La guerra iniciada por los árabes después del plan de partición era, inevitablemente, una guerra «étnica»; una guerra en la que cada parte buscaba conquistar tanta tierra como fuera posible y desahuciar a la población del otro lado. Semejante campaña (que después llegó a ser conocida como «limpieza étnica») siempre implica expulsiones y atrocidades.

34. La guerra de 1948 era una continuación directa del conflicto sionista- árabe, y cada lado buscó cumplir sus objetivos históricos. Los judíos quisieron establecer un homogéneo Estado nacional tan grande como fuera posible. Los árabes quisieron erradicar la entidad judía sionista que se había establecido en Palestina.

35. Ambos lados practicaron la limpieza étnica como una parte integrante de la lucha. Casi ningún árabe permanecía, en absoluto, en los territorios conquistados por los judíos y ningún judío permaneció en territorios capturados por los árabes. Sin embargo, como los territorios conquistados por los judíos eran mucho más grandes que los que los árabes fueron capaces de conquistar, sólo pequeñas áreas (como el Bloque de Etzion, el barrio judío en el casco antiguo de Jerusalén), el resultado fue unilateral. ( Las ideas de «canjes de población» y «transferencias» ya habían surgido en las organizaciones sionistas a principio de los años treinta. Efectivamente, esto significaba la expulsión de la población árabe del país. En el otro lado, entre muchos árabes creían que los sionistas debían regresar a donde habían venido.)

36. El mito de «pocos contra muchos» se creó en el lado judío para describir la posición de la comunidad judía de 650.000 personas contra todo el mundo árabe de más de cien millones. La comunidad judía perdió el 1% de sus miembros en la guerra. El lado árabe veía un cuadro completamente diferente: Una población árabe fragmentada sin una dirección nacional con quien hablar, sin un mando unificado sobre las escasas fuerzas, equipado pobremente con armas mayormente obsoletas, enfrentados a una comunidad judía sumamente bien organizada que estaba muy especializada en el uso de las armas que fluían a ella (sobre todo del bloque soviético.) Los países árabes vecinos traicionaron a los palestinos y, cuando enviaron sus ejércitos finalmente a Palestina, operaron principalmente compitiendo entre sí, sin coordinación ni ningún plan común. Desde los puntos de vista sociales y militares, las capacidades luchadoras del lado israelí eran, de lejos, superiores a las de los estados árabes que apenas acababan de surgir de la era colonial.

37. Se suponía que el Estado judío recibía el 55% de Palestina en la que los árabes constituirían casi la mitad de la población según el plan de las Naciones Unidas. Durante la guerra, el Estado judío extendió su territorio y terminó con el 78% del área de Palestina que quedó casi vacía de árabes. Las poblaciones árabes de Nazaret y algunos pueblos en Galilea quedarían casi por casualidad; se dieron los pueblos del Triángulo a Israel como parte de un tratado con el rey Abdullah y sus habitantes árabes no pudieron, por consiguiente, ser expulsados.

38. En la guerra, unos 750.000 Palestinos fueron desarraigados. Algunos de ellos se encontraron en la zona de la batalla y huyeron, como los civiles hacen en cada guerra. Algunos fueron ahuyentados por los actos de terror, como la matanza de Deir-Yassin. Otros fueron expulsados sistemáticamente en el curso de limpiezas étnicas.

39. No menos importante que la propia expulsión es el hecho de que a los refugiados no se les permitió volver a sus casas cuando acabó la lucha, como es usual en cualquier guerra convencional. Realmente al contrario, el nuevo Estado de Israel vio la expulsión de los árabes mucho más como una bendición y procedió a borrar por completo unos 450 pueblos árabes. Se construyeron nuevos pueblos judíos sobre las ruinas y adoptan a menudo una versión hebrea del nombre anterior. Los barrios abandonados en los pueblos estaban llenos de masas de nuevos inmigrantes. En libros de texto israelíes, toda mención a los habitantes anteriores se eliminó.

«Un Estado Judío»

40. La firma de los acuerdos del armisticio no acabó, a principios de 1949, con el conflicto histórico. Al contrario, lo levantó a un nuevo y más intenso nivel.

41. El nuevo Estado de Israel dedicó sus primeros años a la consolidación de su carácter como un «Estado Judío Homogéneo». Se desposeyeron áreas grandes de tierra de los «ausentes» (los refugiados a los que no les fue permitido regresar), las de aquellos oficialmente designados como » ausentes presentes» ( árabes que se habían quedado en Israel pero a los que no se les había otorgado ciudadanía israelí) e incluso las de los ciudadanos árabes de Israel, cuya mayoría de tierras fueron requisadas. En estas tierras, una densa red de comunidades judías fue creada. Se invitaron inmigrantes judíos e incluso fueron inducidos para que vinieran en masa. Este gran esfuerzo aumentó la población del Estado varias veces en sólo unos años.

42. Al mismo tiempo, el Estado prosiguió con una vigorosa política de borrar la entidad nacional palestina. Con ayuda israelí, el monarca de Trans-Jordania, Abdullah, asumió el mando de Cisjordania y ha habido desde entonces, en efecto, una garantía militar israelí para la existencia de lo que vino a ser el Reino Hashemita de Jordania.

43. La razón principal para la alianza entre Israel y el Reino Hashemita, cuya existencia ya abarca a tres generaciones, era impedir el establecimiento de un Estado Palestino independiente y viable que era – y todavía es – considerado por el liderazgo israelí un obstáculo potencial a la realización del objetivo sionista.

44. Un cambio histórico ocurrió a finales de los cincuenta en el lado palestino cuando Yasser Arafat y sus socios fundaron el Movimiento de Liberación Palestino (Fatah), no sólo por conducir la lucha contra Israel sino también para liberar la causa Palestina de la hegemonía de los gobiernos árabes. No fue accidental que este movimiento saliera después del fracaso de la gran ola de panarabismo cuyo representante más destacado era Gamal Abd-el-Nasser. En este escenario, muchos palestinos habían esperado ser absorbidos en una nación panárabe unida. Cuando esta esperanza quedo marchita, la identidad palestina por separado se reafirmó.

45. En los primeros años sesenta, Gamal Abd-el-Nasser preparó la Organización para la Liberación de Palestina (PLO), principalmente para anticipar acciones palestinas independientes que podrían involucrarlo en una guerra con el indeseado Israel. La organización fue pensada para poner a los palestinos bajo control egipcio. Sin embargo, después del desastre árabe en la guerra de junio del 1967, Fatah, bajo Yasser Arafat, tomó el mando sobre la OLP que ha sido desde entonces el único representante del pueblo palestino.

«La Guerra de los Seis Días»

46. Como todo lo demás que pasó en los últimos 120 años, la guerra de junio de 1967 se ve en una luz muy diferente por ambos lados. Según el mito israelí, era una guerra desesperada de defensa que milagrosamente dejó mucha tierra en manos de Israel. Según el mito palestino, Israel arrastró a los líderes de Egipto, Siria y Jordania a una guerra que interesaba a Israel, cuya intención desde el principio era conquistar lo que quedaba de Palestina.

47. Muchos israelíes creen que la «Guerra de los Seis Días» es la raíz de todo mal y que sólo fue entonces cuando el Israel progresista y amante de la paz se convirtió en conquistador y ocupante. Esta convicción les permite mantener la pureza absoluta del sionismo y del Estado de Israel hasta ese punto en la historia, y conservar sus viejos mitos. No hay verdad alguna para esta leyenda.

48. La guerra de 1967 era todavía otra fase de la vieja lucha entre los dos movimientos nacionales. No cambió la esencia; sólo cambiaron las circunstancias. Los objetivos esenciales del Movimiento Sionista – un Estado judío, expansión y asentamientos, fueron llevados más allá por la suma de aún más territorio. Las circunstancias particulares de esta guerra hicieron imposible la limpieza étnica por completo, pero fueron expulsados, no obstante, varios cientos de miles de palestinos.

49. El Plan de Partición de 1947 repartió a Israel el 55% de Palestina, en la guerra de 1948 fue conquistado un adicional 23% y ahora el 22% restante era ocupado al cruzar la «Línea Verde» (la línea anterior a 1967 o línea del armisticio) y también quedaba conquistado. En 1967 Israel inadvertidamente unió bajo su dominio todas las partes del pueblo palestino que permanecían en el país (incluyendo a algunos de los refugiados).

50. En cuanto la guerra acabó, el movimiento para colonizar los territorios ocupados empezó. Casi todas las facciones políticas israelíes participaron en este movimiento – desde el mesiánico y nacionalista «Gush Emunim» al «izquierdista» Movimiento del Kibbutz Unido. Los primeros colonos fueron apoyados por la mayoría de los políticos, de izquierda y derecha, desde Yigal Alon (asentamiento judío en Hebrón) a Simón Peres (asentamiento de Kedumim).

51. El hecho de que todos los gobiernos de Israel cultivaron y fomentaron los asentamientos, aunque en magnitudes diferentes, demuestra que el impulso para implantar nuevos asentamientos no era particular a ningún campo ideológico específico y se extendió a todo el Movimiento Sionista. La impresión que sólo una minoría pequeña ha estado llevando adelante la actividad de los asentamientos es una ilusión. Sólo un intenso esfuerzo de todas las instancias del gobierno, incluso de todos los ministerios, desde 1967 en adelante, pudo dirigir el legislativo la infraestructura estratégica y presupuestaria que se requirió para tal esfuerzo duradero y caro.

52. La infraestructura del legislativo opera en la asunción engañosa que la Autoridad de la Ocupación es la dueña de los «territorios poseídos y gobernados » aunque estos sean las reservas esenciales de tierra de la población Palestina. Esta de más decir que la actividad de los asentamientos contradice la ley internacional.

53. La disputa entre los defensores del «Gran Israel» y los del » Compromiso Territorial» es esencialmente una disputa sobre la manera de lograr la aspiración Sionista básica y compartida: un Estado Judío homogéneo como un territorio tan grande como sea posible, pero sin una «bomba demográfica de relojería». Los defensores del «compromiso» ponen énfasis en el problema demográfico y quieren impedir la inclusión de la población palestina en el estado israelí. Los adheridos al «Gran Israel» ponen el énfasis en el problema geográfico y creen – privada o públicamente – que es posible expulsar a la población no-judía del país (nombre en clave: «Transferencia»).

54. La Dirección General del Ejército Israelí jugó un papel importante en la planificación y construcción de los asentamientos. Creó el mapa de los asentamientos (identificado con Ariel Sharon): los bloques de asentamientos y carreteras de circunvalación a lo largo de ejes laterales y longitudinales, seccionando Cisjordania y la Franja de Gaza en pedazos y encerrando a los palestinos en enclaves aislados cada uno de los cuales está rodeado por asentamientos y por las fuerzas de ocupación.

55. Los palestinos emplearon varios métodos de resistencia, principalmente ataques por las fronteras jordana y libanesa, dentro de Israel y por todo el mundo. Estos, fueron considerados «terroristas» por los israelíes, mientras que los palestinos los ven como la resistencia legítima de un pueblo ocupado. Mientras los israelíes consideraron a la dirección de la OLP, encabezada por Yasser Arafat, como el cuartel general terrorista, esta gradualmente llegó a ser reconocida internacionalmente como el «único representante» legítimo del pueblo palestino.

56. A finales de 1987, cuando los palestinos comprendieron que estas acciones no estaban acabando con la velocidad adquirida por los asentamientos que retiraban gradualmente la tierra debajo de sus pies, lanzaron la Intifada; un levantamiento espontáneo en cadena, de todos los sectores de la población. En esta («primera») Intifida, murieron 1500 palestinos, entre ellos cientos de niños; que multiplicaron varias veces el número de bajas israelíes, pero que puso «el problema palestino» en la agenda israelí e internacional.

El Proceso de Paz

57. La guerra de octubre de 1973, que comenzó con la sorpresa de los éxitos iniciales de las fuerzas egipcias y sirias y acabó con su derrota, convenció a Yasser Arafat y sus colaboradores más allegados que la realización de las aspiraciones nacionales palestinas por medios militares era imposible. Decidió crear una opción política que llevaría a un acuerdo con Israel y capacitaría a los palestinos, a través de negociaciones, poder establecer un estado independiente en, por lo menos, una parte del país.

58. Para preparar el terreno para esto, Arafat comenzó a contactar con personalidades israelíes que pudieran influir en la opinión pública y política del gobierno. Sus emisarios (díganse Hamami y Issam Sartawi) se reunieron con los pioneros israelíes de la paz, que al final de 1975 establecieron el «Consejo Israelí para la Paz Israelo-Palestina».

59. Estos contactos que gradualmente se fueron extendiendo, así como el crecimiento del cansancio israelí por la Intifada, la desconexión oficial de Jordania de Cisjordania, la situación internacional cambiante (el derrumbamiento del bloque comunista, la Guerra del Golfo) llevaron a la Conferencia de Madrid y, después, a los Acuerdos de Oslo.

Los Acuerdos de Oslo

60. Los acuerdos de Oslo tuvieron características positivas y negativas.

61. En el lado positivo, el acuerdo condujo a Israel a su primer reconocimiento oficial del pueblo palestino y de su liderazgo nacional y llevó a que el Movimiento Nacional Palestino reconociera la existencia de Israel. A este respeto, el acuerdo – y el intercambio de cartas que lo precedieron – fueron de una importancia histórica superior.

62. En efecto, el acuerdo dio una base territorial al Movimiento Nacional Palestino en tierra Palestina, la estructura de un » estado en desarrollo» y fuerzas armadas, hechos que jugarían un importante papel en la continuada lucha palestina. Para los israelíes, el acuerdo abrió las puertas al mundo árabe y ponía fin a los ataques palestinos- con tal de que el acuerdo fuera eficaz.

63. El fallo más sustantivo del acuerdo fue que el objetivo final no se especificó y permitió a los dos lados continuar apuntando hacia objetivos completamente diferentes. Los palestinos vieron el acuerdo interino como una vía para el fin de la ocupación y el establecimiento de un Estado Palestino en todos los territorios ocupados (que en total constituyen el 22% del área de la antigua Palestina, entre el Mar Mediterráneo y Jordania). Por otro lado, los sucesivos gobiernos israelitas lo consideraron como una manera de mantener la ocupación en grandes secciones de Cisjordania y la Franja de Gaza, con el «autogobierno» palestino cumpliendo el papel de una agencia de seguridad auxiliar que protegiera a Israel y a los asentamientos.

64. Puesto que el objetivo final no fue definido, los Acuerdos de Oslo no marcaran el principio del proceso para acabar con el conflicto sino, más bien, una nueva fase del conflicto.

65. debido a que las expectativas de ambos lados eran tan divergentes y cada uno permanecía completamente limitado a su propio «narrativa» nacional, cada sección del acuerdo fue interpretada diferentemente. Finalmente, muchas partes del acuerdo fueron dejadas de poner en práctica, principalmente por Israel (por ejemplo: la tercera retirada, los cuatro corredores entre Cisjordania y la Franja de Gaza.)

66. A lo largo del periodo del » Proceso de Oslo», Israel continuó su vigorosa expansión de asentamientos, principalmente creando nuevos bajo varios pretextos, ampliando los existentes, construyendo una compleja red de carreteras de «circunvalación», confiscando tierra, demoliendo casas, arrancando plantaciones etc. Los palestinos, por su parte, emplearon el tiempo para construir y potenciar su fuerza, tanto dentro del marco del acuerdo como fuera de él. De hecho, la confrontación histórica continuó constante bajo la apariencia de negociaciones y el «Proceso de Paz» un sustituto de la paz real.

67. En contradicción con la imagen que se ha cultivado de él ampliamente tras su asesinato, Isaac Rabin continuó «sobre el terreno» con más expansiones, mientras se comprometía simultáneamente con el proceso político para lograr la paz según las percepciones israelíes. Como un discípulo de la «narrativa» y mitología sionista, sufría de disonancia cognitiva cuando su deseo sincero de paz chocó con su mundo conceptual. Esto se puso de manifiesto cuando se abstuvo de desmantelar el asentamiento judío de Hebrón después de la matanza de Goldstein. Al parecer, sólo empezó a asumir algunas partes de la narrativa Palestina hacia el final de su vida.

68. El caso de Simón Peres es mucho más condenable. Ha creado para sí mismo la imagen internacional de un pacificador e incluso ha ajustado su lenguaje para que refleje esta imagen («el Nuevo Medio Oriente») mientras sigue siendo esencialmente un tradicional halcón sionista. Esto quedó claro en su corto y sangriento periodo como primer ministro después del asesinato de Rabin en 1995 y, de nuevo, en su unión al gobierno Sharon en el 2001, aceptando el papel de portavoz y apologista del Primer Ministro.

69. La expresión más clara del dilema israelí fue proporcionada por Ehud Barak que llegó al poder, completamente convencido de su habilidad de cortar el nudo Gordiano del conflicto histórico de un golpe dramático, al estilo de Alejandro el Magno. Barak se acercó al problema ignorante total de la narrativa Palestina y mostrando desprecio absoluto por su importancia. Preparó sus propuestas con completa desatención hacia el lado palestino y las presentó como un ultimátum. Se asustó y enfureció cuando los palestinos las rechazaron.

70. A sus propios ojos y a los de todo el público israelí, Barak » sorteó cada piedra» e hizo ofertas generosas a los palestinos «más que cualquier Primer Ministro precedente». A cambio, exigió que los palestinos firmaran una declaración de que estas ofertas constituían el «fin del conflicto». Los palestinos consideraron esto absurdo, puesto que Barak estaba pidiéndoles que abandonaran sus aspiraciones nacionales básicas, como el Derecho de Retorno y la soberanía sobre Jerusalén Este, incluido el Templo de la Montaña. Es más, la anexión de territorios que fueron presentados por Barak como porcentajes despreciables ( tales como » Bloques de Asentamientos») sumaban, según los cálculos palestinos, una anexión real del 20% de Cisjordania a Israel.

71. En la visión palestina, ya habían hecho su concesión decisiva al estar de acuerdo en establecer su Estado tras la Línea Verde, en apenas un 22% de su patria histórica. Por consiguiente, ellos aceptarían solo cambios menores de la frontera en el contexto de intercambios territoriales. La posición israelí tradicional es que los territorios conquistados en el transcurso de la guerra de 1948 están fuera de toda disputa, y el compromiso exigible implicaba sólo al restante 22%.

72. Así como con la mayoría de los términos y conceptos, la palabra «concesión» tiene significados diferentes para los dos lados. Los palestinos creen que ellos ya «concedieron» el 78% de su tierra cuando aceptaron en los Acuerdos de Oslo aceptar un mero 22% de ella. Los israelíes creen que ellos «concedieron» al aceptar «dar» a los palestinos parte de ese 22%.

73. Las cosas se definieron en la Cumbre de Camp David en el verano del 2000, que fue impuesta a Arafat en contra de su voluntad y sin tiempo alguno para prepararla. Las exigencias de Barak, presentadas a la cumbre como las de Clinton, eran que los palestinos acordaran acabar el conflicto renunciando al Derecho de Retorno y cualquier retorno de los refugiados a Israel; aceptar complicadas disposiciones para Jerusalén este y el Templo de la Montaña sin obtener soberanía sobre ellos; aceptar la anexión a Israel de los grandes bloques de asentamientos en Cisjordania y en la Franja de Gaza, una presencia militar israelí en otras grandes áreas (como el valle del Jordán)y el control israelí sobre las fronteras entre el Estado Palestino y el resto del mundo. No había ninguna posibilidad de que líder palestino alguno pudiera firmar semejante acuerdo y, de ese modo, la cumbre acabó sin resultados. Poco después, las carreras de Clinton y Barak también acabaron, mientras Arafat fue recibido por los palestinos como un héroe que había resistido la presión de Clinton y Barak y no se había rendido.

La Intifada de Alaqsa

74. El fracaso de la cumbre, la eliminación de cualquier esperanza para un acuerdo entre los dos lados y la posición incondicional pro-israelí de los Estados Unidos inevitablemente llevaron a otra ronda de confrontaciones violentas que se conocieron como «la Intifada de al-Aqsa». Para los palestinos es un levantamiento nacional justificado contra una ocupación prolongada sin el final a la vista, que ha permitido la continuada retirada de su tierra de debajo de sus pies. Para los israelíes, es un estallido de terrorismo asesino. Los perpetradores de estos ataques les parecen a los palestinos como héroes nacionales y a los israelíes como criminales delincuentes que deben ser liquidados.

75. Los medios de comunicación oficiales en Israel frecuentemente dejaron de usar el término «colonos» y, por orden superior, empezaron a referirse a ellos como «residentes», para que cualquier ataque a ellos pareciera un crimen contra civiles. Los palestinos ven a los colonos como la punta de lanza de un enemigo peligroso que está desposeyéndolos de su tierra y a quién debe resistirse y atacarse.

76. En el curso de la Intifada de al-Aqsa, una gran parte del «Campo Israelí por la Paz» se derrumbó demostrando la raigambre poco profunda de sus convicciones. Puesto que nunca emprendió una revisión real de la narrativa sionista y nunca asumió internamente el hecho de que allí existe una narrativa palestina también, la conducta palestina parecía bastante inexplicable, sobre todo después de que Barak había sorteado cada piedra y había hecho unas ofertas más generosas que cualquier primer ministro anterior. La única explicación que quedaba era que los palestinos habían engañado al Campo de la Paz israelí, que ellos jamás pensaron hacer la paz y que su verdadero propósito es arrojar a los judíos al mar, como el razonamiento Sionista siempre ha afirmado. La conclusión: «No tenemos un socio en el otro lado».

77. Como resultado, la línea divisoria entre la «derecha» Sionista y la «izquierda» casi desapareció. Los líderes del Partido Laborista se unieron al Gobierno de Sharon y se volvieron sus apologistas más eficaces (Ej. Simón Peres) e incluso la oposición izquierdista más formal se volvió ineficaz. Esto demostró de nuevo que la narrativa sionista original es el factor más firme que unifica a todas las partes del sistema político de Israel y representa que las diferencias entre ellos pierdan su importancia en tiempos de crisis.

78. La Intifada de al-Aqsa (también llamada la «segunda Intifada») llevó la intensidad del conflicto a un nuevo nivel. En sus primeros tres años, aproximadamente fueron muertos 2600 palestinos y 800 israelíes. Los funcionarios militares israelíes convirtieron las vidas de los palestinos en un infierno, aislando y cortando la conexión de pueblos y aldeas unos de otros, destruyendo su economía y llevando a muchos de ellos al borde del hambre. Las ejecuciones extra-judiciales de militantes palestinos («liquidaciones selectivas»), que a menudo matan un gran número de viandantes civiles, se volvieron rutinarias. Las incursiones en los pueblos y ciudades palestinas para matar o arrestar a los sospechosos, también se convirtieron en acaecimientos diarios. Yasser Arafat, el líder de la lucha por la liberación palestina, fue eficazmente encarcelado en su complejo de Ramallah (la «Mukata’ah») bajo amenaza constante a su vida, se ha vuelto el símbolo supremo de la resistencia a la ocupación.

79. Contrariamente a las expectativas del ejército israelí y del liderazgo político, la dureza militar y la presión económica no han doblegado a la población palestina. Incluso en las circunstancias más extremas, han procurado mantener alguna semejanza de vida normal y encontrar medios para volver a luchar. El arma más eficaz y espantosa fueron los ataques suicidas que ha llevado la confrontación sangrienta al centro de las ciudades israelíes. La Intifada también causa otros daños a Israel, paraliza el turismo y detiene la inversión extranjera, ahondando la depresión, causando que la economía nacional se contrajera y que los servicios sociales se colapsaran, ensanchando la brecha social y las tensiones domésticas han aumentando por eso en Israel.

80. Como respuesta a los ataques, y sobre todo a los atentados suicidas que tenían un grave impacto en la moral pública, los líderes de la «izquierda sionista» exigieron una barrera física entre Israel y los territorios palestinos. Al principio, la «derecha sionista» se opuso a esta » Verja de Separación» temiendo que creara una frontera política en cercana proximidad a la Línea Verde. Pero Ariel Sharon comprendió pronto que podía aprovecharse de la idea del Muro para sus propios propósitos. Empezó a construir la barrera a lo largo de un trazado que estaba en concordancia con sus objetivos, adentrándose profundamente en los territorios palestinos, uniendo los grandes bloques de asentamientos a Israel y confinando a los palestinos en enclaves aislados, bajo un eficaz control israelí.

81. A finales del tercer año de la Intifada de al-Aqsa , las señales definidas de cansancio por la guerra, así como la oposición a la creciente brutalidad de la ocupación, podría descubrirse entre el público israelí. Tales indicaciones fueron los movimientos de objetores entre los jóvenes llamados al servicio militar, la revuelta de los 27 pilotos de la fuerza aérea, la negativa de la unidad de élite del Comando General a tomar parte en operaciones «ilegales e inmorales», la declaración conjunta hecha por cuatro antiguos jefes del Servicio de Seguridad contra la continuación de la ocupación, la publicación de los principios de paz de Sari Nusseibeh y Ami Ayalon, la Iniciativa de Ginebra de Yossi Beilin y Yasser Abed Rabbo, el cambio de posiciones y estilo de políticos y comentaristas que están en contacto con los cambios en la disposición pública, etc.

82. A continuación de la invasión norteamericana de Irak a principios del 2003, los Estados Unidos se volvieron más sensibles a las consecuencias negativas del conflicto israelo-palestino. Debido a las presiones domésticas ejercidas en los EE.UU. por el poderoso lobby judío y por los Cristianos Fundamentalistas que tienen mucha influencia la casa Blanca de George W. Bush, la capacidad de la administración norteamericana para trabajar en busca de una solución es muy limitada. A pesar de eso, un «Cuarteto» que consiste en los EE.UU., la Unión Europea, Rusia y la ONU tuvieron éxito presentando la llamada «Hoja de Ruta hacia la Paz».

83. La Hoja de Ruta de 2003 aflige de la misma falta básica que la Declaración de los Principios de Oslo de 1993. Aunque, a diferencia de Oslo, define un objetivo («Dos Estados para Dos Pueblos»), no especifica donde estarán las fronteras del futuro Estado Palestino, vaciando el «mapa» de su contenido principal así, Ariel Sharon pudo aceptar la Hoja de Ruta (con 14 reservas que lo vaciaron de su contenido primordial) puesto que él estaba dispuesto a conceder la designación de » Estado Palestino» a los enclaves que quería preparar en el 10% del país.

84. Las experiencias de Oslo, y, por supuesto, el nuevo experimento de la Hoja de Ruta, confirman concluyentemente que un documento que parte de fases interinas no tiene valor, a menos que ‘claramente especifique desde el principio los detalles del acuerdo de la paz final. En ausencia de semejante definición, no hay ninguna posibilidad, en absoluto, de que las fases interinas se efectúen. Cuando cada lado está esforzándose por un objetivo final diferente, la confrontación se desata para llamear nuevamente en cada fase interina.

85. Sabiendo bien que no hay ninguna oportunidad, en absoluto, para la realización real de la Hoja de Ruta, Sharon anunció a finales del 2003 su plan para dar » Pasos Unilaterales». Este es el nombre en clave para la anexión de, más o menos, la mitad de Cisjordania a Israel y el confinamiento de los palestinos en enclaves aislados, únicamente comunicados por caminos, túneles y puentes que pueden cortarse en cualquier momento. El plan se construye de tal manera que nadie de la población palestina se agregue a Israel, y que no queden reservas de tierras para los enclaves palestinos. Puesto que el plan no requiere ninguna negociación con los palestinos, pero afirma llevar la «paz y la seguridad» a los ciudadanos israelíes, puede aprovecharse del creciente anhelo israelí para una solución sin perturbar ningún perjuicio de los israelíes ni el odio contra los palestinos.

86. El ataque general del gobierno de Sharon y la dirección del ejército sobre la población en los territorios ocupados ( la extensión de los asentamientos, el establecimiento de nuevas colonias llamadas «puestos avanzados», la construcción de la «Valla de Separación» y «carreteras de circulación» únicamente para uso de los colonos, las incursiones del ejército en las ciudades y pueblos palestinos y las » liquidaciones selectivas «, la demolición de casas y el arrasamiento de plantaciones), por un lado, y los letales ataques palestinos dentro de Israel, por el otro, han puesto a los ciudadanos palestinos de Israel en una posición intolerable.

87. La inclinación natural de los ciudadanos árabes de Israel por ayudar a sus hermanos del otro lado del la Línea Verde, entra en conflicto con su deseo de ser aceptados como ciudadanos iguales de Israel. Al mismo tiempo, el miedo y odio de la población judía en Israel contra todo lo «Árabe» están creciendo y amenazan las bases de la igualdad y de los derechos civiles. Estos procesos vinieron a culminar en los acaecimientos de octubre del 2000, inmediatamente después de la erupción de la Intifada de al-Aqsa, cuando la policía israelí abrió fuego mortal sobre ciudadanos árabes.

88. Estos procesos, junto con el resurgimiento del «problema demográfico» en la agenda israelí, arroja una nueva duda en la doctrina del «Estado Judío Democrático». La contradicción interna entre estos dos atributos, que no ha sido todavía resuelta desde la fundación del Estado de Israel, ni en la teoría ni en la práctica, es más evidente que nunca. El significado exacto del término » Estado Judío» nunca se ha especificado, ni el estatus de la minoría árabe-palestina en un estado oficialmente definido como «Judío». La exigencia de convertir Israel en un «Estado de todos sus ciudadanos» y/o dar derechos nacionales definidos a la minoría árabe-palestina está oyéndose cada vez más, y no sólo a los ciudadanos árabes.

89. Como resultado de todos estos procesos, el conflicto está volviéndose cada vez menos una confrontación israelo-palestina, y cada vez más en una judío-árabe. El extenso apoyo de la inmensa mayoría de la Diáspora Judía a Israel, independiente de sus acciones, y la adhesión de las masas árabes y musulmanas a la causa Palestina, independiente de la actitud de sus líderes, ha consolidado este fenómeno. El asesinato de los líderes de Hamas, el Jeque Ahmed Yassin en marzo del 2003 de marzo y de Abd-al-Aziz al-Rantissi tres semanas después, avivaron aún más las llamas.

El Campo de la Nueva Paz

90. El Movimiento de la nueva Paz debe estar basado en la comprensión de que el conflicto es un choque entre el movimiento sionista-israelí cuyo » código genético» lo conduce a tomar el país entero y a expulsar a la población no-judía, y el movimiento nacional palestino cuyo «código genético» lo lleva a detener este proceso y preparar un Estado Palestino en todo el país. Esto puede verse como el choque entre una «fuerza irresistible» y un «inamovible objeto «.

91. La tarea del movimiento de la paz de Israel es detener el choque histórico, superar el » código genético » sionista-israelí y cooperar con las fuerzas por la paz palestinas para habilitar una paz a través de compromiso histórico que lleve a la conciliación entre los dos pueblos. Las fuerzas por la paz palestinas tienen una tarea similar.

92. Para esto, las formulaciones diplomáticas del acuerdo de paz futura son insuficientes. El movimiento por la paz israelí debe estar inspirado por un nuevo espíritu que toque los corazones del otro pueblo, cree fe en la posibilidad de la paz y gane los corazones de los sectores israelíes que se mantienen cautivos por prejuicios y viejos mitos. El movimiento de la paz debe dirigirse a los corazones y las mentes de todo el público israelí.

93. Los pequeños y consistentes movimientos por la paz israelíes que han mantenido y continuado la lucha, cuando la mayoría del campo de la paz se derrumbó a continuación del desastre de Camp David y de la erupción de la Intifada de al-Aqsa, debe jugar un papel firme en este proceso.

94. Estos movimientos pueden asemejarse a una pequeña rueda con un empuje autónomo que la vuelve una rueda más grande que a su vez activa una rueda aun más grande y así sucesivamente, hasta poner los resortes de toda la maquinaria en acción. Todos los pasados logros de las fuerzas de la paz israelíes fueron alcanzados de esta forma, tales como el reconocimiento israelí de la existencia del pueblo palestino, la amplia aceptación pública de la idea de un Estado Palestino, la prontitud para empezar las negociaciones con la OLP, negociar sobre Jerusalén, y así sucesivamente.

95. El campo de la nueva paz debe llevar a la opinión pública hacia una reevaluación valiente de la «narrativa» nacional y debe librarla de falsedades. Debe esforzarse, sinceramente, por unir las versiones históricas de ambos pueblos en una sola «narrativa», libre de las decepciones históricas y aceptable para ambos lados.

96. Mientras hace esto, también debe ayudar a que el público israelí reconozca que junto a todos los grandes y positivos aspectos de la empresa sionista, una injusticia terrible se ha infligido a la población palestina. Esta injusticia, más extrema durante la «Naqba», nos obliga a que asumamos responsabilidades y la corrijamos tanto como nos sea posible.

97. Un acuerdo de paz no tiene valor a menos que ambas partes puedan aceptarlo en espíritu y en la práctica, en tanto en cuanto satisfaga las aspiraciones nacionales básicas y no ofenda la dignidad nacional y el honor.

98. En la situación existente, no hay ninguna solución pero una que esté basada en el principio de «Dos Estados para Dos Pueblos», significa la coexistencia pacífica entre dos estados independientes, Israel y Palestina.

99. La idea a veces expresada de que es posible y deseable reemplazar la solución de los dos estados por la de un estado en todo el territorio entre el Mar Mediterráneo y el Jordán, ya sea como un estado bi-nacional o no-nacional, es poco realista. La inmensa mayoría de israelíes no aceptan el desmantelamiento del Estado de Israel, la inmensa mayoría de palestinos no renunciaría al establecimiento de un estado nacional propio. Esta ilusión también es peligrosa, puesto que mina la lucha por la Solución de los Dos-estados que puede ser realizada en un futuro previsible, en favor de una idea que no tiene ninguna oportunidad de realización en las próximas décadas. Esta ilusión también puede mal emplearse como un pretexto para la existencia y extensión de los asentamientos. Si un estado de conjunto fuera organizado, se convertiría en campo de batalla, con un lado luchando por conservar su mayoría mediante la expulsión del otro lado.

100. El campo de la nueva paz debe formular el plan de paz basado en los principios siguientes:
a) La ocupación debe acabarse. Un Estado Palestino independiente y viable se establecerá junto a Israel.
b) La Línea Verde será la frontera entre el Estado de Israel y el Estado de Palestina. Los intercambios limitados de territorios sólo serán posible por acuerdo mutuo, surgido de negociaciones libres, y sobre la base de 1:1.
c) Todos los colonos israelíes serán evacuados del territorio del Estado de Palestina, y los asentamientos revertirán para el regreso de los refugiados.
d) La frontera entre los dos estados estará abierta al movimiento de personas y mercancías, sujeta a acuerdos hechos por acuerdo mutuo.
e) Jerusalén será la capital de ambos Estados. Jerusalén Oeste será la capital de Israel y Jerusalén Este la capital de Palestina. El Estado de Palestina tendrá soberanía completa sobre Jerusalén Este, incluido Haram al-Sharif ( Templo de la Montaña). El Estado de Israel tendrá soberanía completa sobre Jerusalén Oeste, incluido el Muro Occidental y el barrio Judío. Los dos estados alcanzarán un acuerdo sobre la unidad en el ámbito municipal.
f) Israel reconocerá, en principio, el Derecho de Retorno de los refugiados palestinos como un derecho humano inalienable, y asume la responsabilidad moral por su parte en la creación del problema. Un Comité de la Verdad y la Conciliación establecerá los hechos históricos de una manera objetiva. La solución del problema será lograda por acuerdo basado en consideraciones justas, equitativas y prácticas e incluirá el retorno al territorio del Estado de Palestina, retorno de un limitado y acordado número al territorio de Israel, el pago de compensaciones y asentamientos en otros países.
g) Los recursos del agua se controlarán conjuntamente y serán asignados por acuerdo, equitativa y justamente.
h) Un pacto de seguridad entre los dos Estados garantizará la seguridad para ambos y tendrá en cuenta las necesidades específicas de seguridad de Israel y Palestina. El acuerdo será ratificado por la comunidad internacional y será reforzado por garantías internacionales.
i) Israel y Palestina cooperarán con otros Estados de la región para el establecimiento de una comunidad regional, inspirada en la Unión Europea.
j) Toda la región quedará libre de armas de destrucción masiva.

101. La firma del acuerdo de paz y su aplicación honesta y de buena fe conducirá al final del conflicto histórico y a la conciliación entre los dos pueblos, basados en la igualdad, el respeto mutuo y el esfuerzo para la máxima cooperación.

Traducido del inglés por Carlos Sanchis