«La historia del enraizamiento de los palestinos en su patria, en el suelo natal, en el hogar que se les arrebató, es un relato mil veces narrado y permanentemente olvidado. Esta historia colectiva está habitada por una lengua, por una cultura por un folklore, por varias religiones, por un paisaje; y en la edad contemporanea, […]
«La historia del enraizamiento de los palestinos en su patria, en el suelo natal, en el hogar que se les arrebató, es un relato mil veces narrado y permanentemente olvidado. Esta historia colectiva está habitada por una lengua, por una cultura por un folklore, por varias religiones, por un paisaje; y en la edad contemporanea, está autentificada por la cárcel, por la tortura, por el exilio, por es destierro, y por la sangre derramada por hombres y mujeres en su combate por retornar a la patria expoliada para allí alzar, en su propio suelo, su Estado Nacional»
Con este texto del profesor Roberto Mesa, catedrático de la facultad, uno de los nombres ilustres de la Universidad Española de los últimos años, quiso el profesor Pedro Martínez Montávez iniciar su exposición sobre la Nakba palestina. También eligió una cita del escritor palestino Rashad Abu-Shawar: «la cuestión de palestina es una lucha de existencia no es una lucha de fronteras. En nosotros los palestinos se da más de un prodigio. Nuestra vida y nuestras circunstancias son una cadena de prodigios, de sorprendentes efectos inagotables e interminables»
Ambos autores, según Martínez Montávez, sintetizan la visión de la Nakba que hace suya y que es casi imposible resumir en minutos. No obstante Montávez hizo posible que en esos 45 minutos pudiéramos percibir el alcance y significado presente de unos hechos cuyas consecuencias siguen presentes en los casi 5 millones de refugiados palestinos que existen en la actualidad.
La lengua explica muchas cosas y podemos partir de ella para iniciar el viaje del entendimiento de la tragedia palestina, para el profesor, la propia realidad, los hechos se pueden entender a través de las palabras que los designan, todavía, éstas significan, aunque en los últimos tiempos vivimos una cierta incapacidad para entender su significado. De hecho, mientras redacto esta crónica, los informativos de Televisión Española hablan de la conmemoración de la Nakba dando a entender que se trató de la creación del Estado de Israel.
Al-Nakba nos dice Montávez tiene el significado concreto de «desgracia, calamidad, desastre», pero con el artículo incorporado «al», en árabe, sería La calamidad, El desastre por antonomasia, la catástrofe principal, el referente. Además, indagando en el significado profundo, es decir, en su raíz etimológica, significa «caer algo», no por azar de esta palabra deriva «hombro», lo que cae por encima de los hombros y no podemos seguir soportando, y también significa desviarse de un camino. Cambiar de sentido el aire. Ese sentido metafórico nos ayuda a entender que la Nakba es «un peso que vino a caer sobre los hombros y no se pudo seguir soportando» explica Montávez que se trató de «una circunstancia histórica en la que una dinámica previsible cambia y se encamina por otros derroteros».
Los hechos concretos sobre los que se inscribe la palabra se desarrollaron en Palestina en torno a la fecha central del 15 de mayo de 1948, pero no se puede reducir el acontecimiento a una sola fecha, «eso sería decapitar la historia palestina» nos dice el profesor. De hecho, nos cuenta, es una práctica habitual entre los historiadores e intelectuales occidentales que cuando se trata de cuestiones árabes no se analizan los procesos, interesan sólo los acontecimientos, los instantes. No se actúa igual respecto de la historia Occidental que siempre se inserta en procesos y dinámicas. Ahora, por ejemplo, -nos ilustra-, se habla de la primavera árabe como si lo que está pasando en el mundo árabe se iniciara con lo que ocurrió en una plaza de Túnez o en la Plaza Tahrir de Egipto en un momento concreto. No se analiza el contexto, las dinámicas que desembocan en ese momento y lugar, «pretendemos hacer la historia del mundo árabe de instante en instante, como el juego de la oca, sin incluirlos en ningún proceso. Instantaneamos la historia del mundo árabe».
Las raíces de la Nakba -dice-, son anteriores. Como señalaba un gran intelectual palestino catedrático en la universidad de Lovaina Bishara Hader, «la tragedia palestina comienza el día en el que el primer congreso sionista en Basilea en 1897 decide la creación de un hogar judío en Palestina. Toma forma el 2 de noviembre de 1917 cuando el gobierno británico promete a los judíos ver favorablemente la creación de un hogar judío en Palestina, y queda consagrada cuando la Asamblea Nacional de las NNUU decide la partición de Palestina por la resolución 181 que supone la creación de un Estado judío de 14.000 km2 para 558.000 judíos y 405.000 árabes, un Estado árabe con 11.500 km2 para 804.000 árabes y 10.000 judíos y una zona bajo régimen particular que comprendía los lugares sagrados, particularmente Jerusalén. Esta resolución es la tercera etapa en una carrera que empezó bastante antes».
La cuestión palestino-israelí no empezó pues en 1947-48 aunque, según Martínez Montávez, sí empezó una nueva etapa porque había cambiado el aire. Nos dice que era una partición era extremadamente desequilibrada, no sólo por la relación población territorio sino porque la mayoría de los terrenos fértiles estaban enclavados en la parte que le correspondía a ese futuro estado judío, al que todavía en ese momento no se le daba un nombre. El nombre se le daría después.
Esta dinámica es para el profesor, una gran anomalía, porque también era una alteración de todo el proceso de descolonización que se habían ido produciendo en la zona. Toda la zona inició un proceso de descolonización por esas fechas del que surgieron nuevos estados nacionales como Líbano, Siria, Transjordania – que luego pasaría a ser Jordania- e Iraq. Pero el único estado que no nació fue Palestina que hubiera podido formar parte, como consecuencia natural del proceso de descolonización. Lo que surgió fue un estado que se llamó Israel que no estaba inscrito en la lógica histórica. Un estado distinto al que la dinámica histórica había previsto. Líbano se independiza en 1944, Siria en 194 y recobran su soberanía nacional dejando de ser parte de la ordenación colonial,(Transjordania ya se había independizado en 1923). Así, teniendo las mismas razones para llegar a ser un Estado, Palestina no llegó a serlo. El nacimiento de Israel supuso pues el aborto de Palestina.
La dinámica previsible fue sustituida por la dinámica imprevisible y al poco se frustró incluso la posibilidad parcial de que en algún momento surgiera un Estado Palestino. Para Martínez Montávez la secuencia histórica tiene un referente en la Resolución de Naciones Unidas número 181 del 29 de noviembre de 1947 que dividió el territorio palestino. Nos dice que es muy importante ver el encadenamiento de los hechos que se produjeron en los meses anteriores a ese 14 y 15 de mayo y que dieron lugar al nacimiento de ese Estado llamado Israel: las confrontaciones entre la población aborigen que era Palestina y la población judía traída de fuera que enarbolaba razones divinas apoyadas en mensajes bíblicos y el terrorismo de los grupos sionistas. «En ese clima de hostilidad que se produjo en esos meses hay un hecho básico: la intensificación del terrorismo sionista en la zona. Hay numerosos ejemplos pero basta con uno que es el más conocido 22 de julio de 1946 en que una enorme explosión redujo a la nada el ala meridional de la mitad oriental del hotel King David de Jerusalén. Esta intensificación del terrorismo sionista se produjo en un contexto político administrativo claro. Palestina en esos momentos estaba bajo mandato británico, internacionalmente se le había encomendado a Gran Bretaña la administración de la zona. Existía todo un aparato burocrático y militar británico y un alto comisario que gobernaba toda la zona. El incremento del terrorismo se produjo ante la absoluta pasividad de la administración británica de la zona, lo menos que se puede decir es que los administradores mostraron una moderación sorprendente, inexplicable. Actuaban como si el movimiento terrorista no existiera (y todos sabemos que los anglosajones nunca han sido moderados en las respuestas a los previsibles movimientos terroristas, no lo eran entonces y no lo son ahora). El alto comisario británico de la zona Sir. Alan Caninghan, en 1946 decía «el fin del terrorismo judío habría sido cuestión de horas si las tropas británicas hubieran sido autorizadas a utilizar toda la potencia de sus armas contra toda la población judía, pero tales medidas nunca fueron consideradas por el gobierno de su majestad ni tampoco deseadas o recomendadas por el ejercito. Ningún otro ejército del mundo hubiera conservado tanto control y moderación ante las constantes provocaciones». Son palabras textuales del último comisario británico en Palestina. Por tanto había un deliberado propósito de inhibirse y seguir tolerando que el terrorismo sionista creciera. Durante esos meses anteriores a la fecha de 14-15 de mayo, que forman parte de los tiempos previos de la Nakba, se producen una serie de ataques constantes contra la población palestina que proceden de la población Judía y específicamente de los cuerpos de actuación violenta y terrorista. Había un marco general de confrontación pero los ataques contra la población palestina fueron numerosos y constantes. Todo esto está documentado. Los datos han sido proporcionados por algunos historiadores israelíes que de un tiempo a esta parte vienen constituyendo los llamados nuevos historiadores israelíes. Han sometido a revisión crítica la historia de Israel y han documentado 25 masacres intencionadas de civiles, 11 antes del 14 de mayo de 1948 y 14 después. De todos estos hechos uno es seguramente el que tuvo mayor dimensión material y que ha dejado mayor dimensión simbólica: la matanza producida en la aldea Deir Yassin, aldea próxima a Jerusalén, del 9 al 10 de abril de 1948, un mes antes de la fecha clave de proclamación del Estado de Israel.
Para el profesor M. Montávez, es necesario rebatir el mito fundacional de Israel, que durante años ha ido aireando mediante su potente aparato de propaganda, que sostiene que los árabes rechazaron el mandato de partición y que el «desastre» palestino tuvo lugar a partir de la proclamación del Estado de Israel. El profesor adopta un tono duro y repite «eso es mentira, es mentira». Estos hechos se estaban produciendo antes. Estos argumentos solo tratan de decapitar la historia de Palestina.
Poco antes y dentro de este clima que anunciaba lo que iba a pasar después, se produjo la primera guerra del momento, una guerra árabe-sionista. M. Montávez dice seguir en este punto a uno de los historiadores árabes Elias Sanbar que en su libro dedicado a este tema (Palestina 1948, la expulsión) dice que cuando se habla de la guerra de expulsión de 1948, no se puede seguir sosteniendo que los palestinos perdieron su tierra porque los regímenes árabes vendidos no habrían querido verdaderamente conservarla. Por el contrario, «hay que subrayar que los ejércitos árabes no perdieron la guerra de preconservación de palestina sino la guerra de reconquista de Palestina». Cuando entraron los ejércitos árabes en Palestina, ésta ya había sido perdida.
Así, nos dice Pedro, no todo se inició con el Estado de Israel. La Nakba forma parte de un proceso que todavía no se ha cerrado pero que sí se ha ocultado. La Nakba pues es el desalojo, el vaciado, lo que inicia la diáspora. Y diáspora no ha habido una sino muchas, y sigue habiend. La evolución de los datos permite afirmar que la ejecución del proyecto de desalojo de la población palestina fue un hecho perfectamente definido y ejecutado, en gran parte a lo largo de tres meses de febrero a mayo de 1948, anteriores al 15 del mayo. La mitad al menos de los palestinos,unas 400.000 personas, se habían convertido en refugiados y más de 200 aldeas y ciudades habían sido ya destruidas. En una primera instancia constituyeron refugiados al interior de palestina y luego se transformaron en refugiados del exterior. Hay varias cuantificaciones del número total de expulsados y de las localidades desalojadas y destruidas. Como ejemplo el de tres historiadores Benny Morris, de la nueva historiografía israelí, Walid al Jalidi y Abu Sitta, como historiadores palestinos que dan cifras muy próximas. El número total de refugiados inmediatamente antes de 1948 es de 400.000 y el número total de emigrados refugiados desalojados, expulsados palestinos sometidos a la diáspora entre los meses anteriores a la fecha de mayo oscila entre 800.000 y 900.000
Basándose en la historiografía israelí y la palestina, Montávez finaliza su intervención señalando enérgicamente que «las causas del desalojo fueron los ataques de tropas judías regulares de lo que fue el embrionario ejército isrelí, la Hagana, los ataques de tropas sionistas fundamentalmente de movimientos terroristas, el Irgun, el Stern, que fueron los más activos; y la guerra sicológica desatada contra la población palestina que cada vez se hallaba más desprotegida y abandonada.
Tras la intervención del profesor Montávez tuvimos el honor de tener con nosotros a Jamal Halawa y a Nidal Hamad, exiliados palestinos, el primero escritor y miembro de la comunidad hispano-palestina en España y el segundo, politólogo residente en Oslo, herido en la guerra del 82 en el Líbano a la entrada del campamento de refugiados de Sabra tratando de impedir la entrada de los tanques israelíes.
Para Jamal, que comparte plenamente la exposición del profesor Montávez, hay además que incorporar un hecho más, las negociaciones durante la primera guerra mundial cuando Palestina formaba parte del imperio Otomano. En ese momento, según Halawa, el movimiento sionista se alió con Francia e Inglaterra contra Alemania y Turquía con el objetivo último de fragmentar el mundo árabe. Establece Jamal un paralelismo con la situación actual en la se continúa con la lógica de la fragmentación por parte de las potencias occidentales, «Hoy en día también se pretende fragmentar lo fragmentado».
En 1916 en plena guerra mundial y viéndose la derrota de los Turcos y alemanes -afirma Jamal-, Francia y Gran Bretaña ya hacen un acuerdo para repartir la zona de Oriente Medio y redibujar las fronteras. Las actuales fronteras que vemos fueron dibujadas durante la primera Guerra mundial con los acuerdos Sykes-Picot (nombres de los dos funcionarios, uno británico y otro francés que se pusieron de acuerdo en el reparto de las fronteras). Francia se quedaría con la parte de Siria y Líbano y Gran Bretaña con Palestina, Transjordania e Iraq.
Ilustrando con su propia historia la exposición del profesor Montávez, Jamal nos cuenta que su propia existencia es el resultado de las masacres. Recuerda los relatos de su padre que vivía en Jaffa, lo que hoy es Tel aviv, uno de los puertos más importantes, incluso más importante que Beirut. Entonces, Telaviv era un barrio judío del extrarradio de Jafa, «me contaban mis padres de aquella época que entraban los terroristas sionistas a los barrios, ponían bombas, mataban a la gente, era un estado de verdadero terror. Mis padres vivían aterrorizados. No tenían ninguna protección aunque los británicos tenían la responsabilidad de protegerles pero no hacían nada. En nuestra casa entraban los tiros, se oían los bombazos, a los pocos días de la matanza de Deir Yassin mis padres se fueron de Jaffa.
Nos dice Jamal que aunque han pasado 63 años de aquello y a pesar de todo lo que han hecho porque olviden su «palestinidad» el apego a la tierra es grande, «os aseguro que de los 6,5 millones de palestino que vivimos fuera hay una voluntad inquebrantable para retornar, tenemos la seguridad de que algún día volveremos. Es lo que nosotros enseñamos a nuestros hijos. Todos los intentos de diluir nuestra identidad fracasan, porque nuestra historia es anterior al sionismo. Conozco a muchos palestinos como yo que somos hijos de los expulsados del 48 y en todos hay un lema «volveré» que transmiten a su vez a sus hijos».
Nidal Hamad, nos cuenta que él no vivió la Nakba del 48 pero que su propia Nakba comenzó en 1963 cuando nación. Dice que los palestinos siguen viviendo en condiciones inhumanas y miserables y en un estado permanente de opresión, aunque distingue la situación de los palestinos en Siria que sí tienen un reconocimiento. Pero en el Líbano, de donde es él, sigue habiendo discriminación racial contra el palestino de la que es responsable la entidad sionista que fue implantada en Palestina.
Dice Nidal que el profesor M. Montávez habló de un amigo suyo, Rashad Abu- Shawer, con el que vivió el asedio de Beirut en el 82, y que escribió de forma muy bella sobre el desastre palestino, «no se si fue el propio Rashad quien dijo «todas las personas tienen una patria donde vivir excepto los palestinos que tienen una patria que vive en él», nosotros los palestinos que vivimos la diáspora palestina nos acompaña allá donde vamos, sentimos que tenemos una patria que es el mundo entero y tenemos una patria que es Palestina. Los judíos saben que su batalla contra nosotros es muy difícil porque saben que ellos son los ocupantes.
Los padres de Nidal provienen de una aldea palestina al norte de Galilea llamada Safsaf1. Nos cuenta que en esta aldea fueron asesinados 111 palestinos el 29 de noviembre de 1948. Para Nidal hoy sigue habiendo Nakbas en en Gaza, en Cisjordania… provocadas por los checkpoints, los asedios y la extorsión. Todos los palestinos del exilio, nos dice, somos refugiados y también lo son nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, «el derecho del retorno es un derecho personal de cada palestino, de ahí surgen las dificultades de las negociaciones de las autoridades palestinas con Israel, porque no hay ningún palestino que le haya parido su madre que renuncie a ese derecho».
Con las palabras de Nidal y las preguntas de los asistentes sobre las posibilidades de un futuro Estado Palestino se cerró el acto de conmemoración de la Nakba de la facultad de CC. Políticas y Sociología de la UCM.
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