El mundo debe estar preparado ante la próxima intensificación de los actos de violencia de Estados Unidos y dos de sus principales aliados en materia de violaciones a los derechos humanos y leyes internacionales: Israel y Arabia Saudí. Una triada con efectos tan o más negativos que el COVID-19.
La advertencia se basa, tanto en declaraciones como acciones de los mencionados regímenes que dan cuenta, que en el marco de la pandemia del COVID-19, están decididos a ampliar sus políticas agresivas. En el caso de Estados Unidos, hay que sumar la proximidad de las elecciones presidenciales y el aumento del porcentaje de apoyo a los demócratas, que intensifica la decisión de Trump de generar políticas desestabilizadoras, que atraiga agua a su molino electoral. El as bajo la manga, exhibido por todos los gobiernos norteamericanos, que no para y que implica áreas tan diversas como aquellas que sanciona a las propias empresas estadounidenses como Amazon por comerciar con Cuba y Venezuela o retirarse de la Organización Mundial de la Salud, lo que implica que este organismo deje de percibir casi mil millones de dólares que era el aporte estadounidense, que se resta a la lucha contra la pandemia del Covid 19.
Lo señalado muestra que se va a incrementar, por parte de Washington, la política de máxima presión contra Irán, Venezuela, Cuba. Seguir la disputa comercial con la República Popular China, intensificar las presiones militares contra Rusia y Norcorea. Seguir apoyando con mayor énfasis a los grupos terroristas que operan en Siria. Presionar a la OTAN para incrementar su gasto militar y generar una política de reacomodo de efectivos militares en Irak, Afganistán y dentro de la propia Europa, que permita acercar fuerzas hostiles a las fronteras con la Federación Rusa, comprobado, tras la decisión de trasladar parte de los efectivos acantonados en bases militares en Alemania a bases en Polonia. Unido al tema del retiro de Washington del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango intermedio.
La sed de generar inestabilidad en el mundo y tratar de mantener una hegemonía a la baja, lleva a Washington a planear, igualmente, maniobras militares junto a Chipre (cuya isla está ocupada en un tercio por Turquía) lo que va a llevar a un enfrentamiento verbal y guerrilla de declaraciones en el Levante Mediterráneo. Para el Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo “Estos ejercicios son parte de nuestros esfuerzos para mejorar las relaciones con socios regionales clave para promover la estabilidad en el Mediterráneo oriental” lo que generó de inmediato una declaración en contrario de Ankara – que recordemos es miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) – quien señaló que estos pasos son agresivos y “fortalecen aún más la actitud intransigente de la parte grecochipriota”
En el caso de Israel, a pesar del revés que tuvo su política de continuar anexionando territorios palestinos el día 1 de julio pasado – con el descaro de anunciarlo como parte de un supuesto “Acuerdo del siglo” las acciones de ocupación, colonización, construcción de asentamientos, represión al pueblo palestino, crímenes y violencia crónica es el día a día que vive palestina. No nos engañemos, la anexión continua, el freno es momentáneo, en esa decisión de usurpar los terrenos ocupados por los asentamientos sionistas alrededor de Al Quds y el Valle del Jordán y que constituye el 30 % de Cisjordania.
En el plano de combatir la política de ocupación sionista, la unidad de las fuerzas, movimientos, organizaciones palestinas es fundamental. Es una buena noticia que Hamas y Al Fatah hagan coincidir tras años de disputas sus objetivos de lograr la defensa de palestina y el norte supremo de conseguir la preciada autodeterminación, aún si ello significa el uso de todas las formas de lucha. La breve pero sangrienta historia del sionismo, en el Levante Mediterráneo, ha demostrado que sólo entienden la fuerza, no es posible dialogar ni llegar a acuerdos con esta ideología y sus defensores, que en plena emergencia por la pandemia sigue demoliendo casas de palestinos
El suspender todo acuerdo de colaboración de inteligencia con el ocupante y evitar seguir considerando a Washington como interlocutor fueron medidas acertadas, dadas a conocer por Yibril Rajoul, secretario general de Al Fatah . “Hemos llegado a una visión palestina, basada en la creación de un liderazgo integrado y un programa dependiente de la resistencia popular” sostuvo este dirigente cuya declaración abriga esperanzas de una verdadera unidad, considerando el papel que tuvo en la crisis del año 2006 que llevó a la llamada Guerra entre hermanos.
Hamas, por su parte, en una línea interesante de trazar planes, que involucren una defensa más amplia de Palestina, ha dado a conocer a Hezbolá su preocupación sobre los pasos llevados a cabo por Israel. Efectivamente, el líder del Movimiento de la Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS), Ismail Haniya, envió el pasado lunes 6 de julio, una misiva al secretario general del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), Seyed Hasan Nasralá, llamando a unificar visones y posturas ante el plan de “imposición del siglo” dado a conocer por Trump y Netanyahu, que no sólo implica anexar el 30% del territorio de Cisjordania, sino también afectar la seguridad de El Líbano, Siria e Irak, generando más procesos de desestabilización e impidiendo la creación de un estado palestino libre.
Cuando el análisis refiere a Arabia saudí resulta evidente las dificultades de esta monarquía en su guerra de agresión contra Yemen, que no sólo tiene efectos en lo militar sino que se multiplican las denuncias por crímenes de guerra y atropellos a los derechos humanos de la población yemení y la decisión de asesinar al periodista opositor Jamal Kashoggi en Estambul el año 2018. Riad tiene dificultades internas severas en función de las disputas dentro d ela casa monárquica reinante, con el príncipe heredero Mohamad Bin Salman, en el ojo del huracán por su política de represión interna, las claves políticas de oposición que están llamando a sentar las bases de una Monarquía Constitucional, que restaría poder al poderoso clan Al Sudairi y sobre todo a una casta de saudíes, que han profitado por 80 años de las riquezas petrolíferas del país, en estrecha alianza con Estados Unidos. Garantizar que esos privilegios continúen implica, evidentemente, que se acreciente la política de beligerancia interna y externa, estrechando los vínculos con el imperialismo y el sionismo.
Irán ha alertado el peligro que significa para el mundo los actos terroristas de Estados Unidos y que han tomado nuevo vuelo tras el asesinato del teniente general Qasem Soleimani, comandante de las Fuerzas Quds del Cuerpo de Guardianes de la revolución islámica. Denuncia efectuada en el seno del Consejo de derechos humanos d ela ONU en su 44 sesión anual. Palabras que adquieren plena vigencia tras la afirmación del ex asesor de seguridad nacional de estados unidos John Bolton quien consideró constitucional el asesinato de autoridades extranjeras en terceros países, como el caso del general Soleimani. No estamos seguros en ninguna parte del mundo. Permanentemente, a continuación de un paso que implica amenazas al mundo, Washington suele dar un segundo paspo que acrecienta el temor de una estallido global.
Los países debemos estar alertas frente a esta visión imperial, que considera al mundo como campo de acción de Washington en virtud de la autorización, supuestamente constitucionalmente, que se otorga a sus fuerzas, para asesinar impunemente. Misma política llevada a cabo por sus hijos putativos en Asia occidental como lo concreta Israel con sus asesinatos masivos y selectivos en tierras palestinas y países fuera del radio regional y Arabia saudí, con la eliminación, en el extranjero, de aquellos opositores considerados enemigos de Mohamad Bin Salman. Estamos ante una tríada peligrosa, una tríada pandémica que seguirá ocasionado muerte y destrucción.