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La utilización de la historia y la Guerra contra el Terrorismo

Fuentes: democracynow

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Howard Zinn es uno de los historiadores más celebrados de USA. Su obra clásica: «A People’s History of the United States» cambió la forma como vemos la historia en USA. Publicado por primero vez hace un cuarto de siglo, el libro ha vendido más de un millón de ejemplares y es un fenómeno en el mundo editorial – vende más copias con cada año que pasa.

Después de servir como cabo artillero en un bombardero en la Segunda Guerra Mundial, Howard Zinn se convirtió en disidente y activista por la paz de toda la vida. Participó activamente en el movimiento por los derechos civiles y en muchas de las luchas por la justicia social durante los últimos 40 años. Enseñó en Spelman College, la histórica universidad negra para mujeres, y fue despedido por insubordinación por defender a las estudiantes. Recientemente lo invitaron para que volviera a dar el discurso de bienvenida. Howard Zinn ha escrito numerosos libros y es profesor emérito en la Universidad de Boston. Recientemente habló en Madison, Wisconsin al recibir el Premio por una Vida de Contribución a la Erudición Crítica del Haven Center. Presentamos su conferencia: «La utilización de la historia y la Guerra contra el Terrorismo.» (Trascripción directa)

HOWARD ZINN: Madison es un sitio muy especial. Siempre tengo un sentimiento especial cuando vengo. Siento que estoy en un país diferente. Y me alegro, sabéis. Hay gente a la que le disgusta la política de USA y se van a vivir en otro país. No. Vengan a Madison.

Ahora bien, se supone que diga algo. Estoy contento de que estéis aquí, quienesquiera seáis, y esta luz brilla en mis ojos para despertarme.

Bueno, ¿tenéis a veces la impresión de que vivís en un país ocupado? Rs un sentimiento que tengo a menudo cuando me despierto por la mañana. Pienso: «Vivo en un país ocupado. Un pequeño grupo de extraños se han apoderado del país y tratan de hacer de él lo que les da la gana, sabéis, y lo hacen realmente.» Quiero decir, para mí son extraños. Quiero decir, esa gente que cruza la frontera desde México, no me son extraños. Sabéis, los musulmanes que vienen a vivir a este país, no me son extraños. Esas manifestaciones, esas maravillosas manifestaciones que hemos visto hace tan poco a favor de los derechos de los inmigrantes, digamos, y habéis visto esos letreros que dicen: «Ningún ser humano me es extraño.» Y pienso que es verdad. Con la excepción de esa gente en Washington.

Se han apoderado del país. Se han apoderado de la política. Nos han llevado a dos guerras desastrosas, desastrosas para nuestro país y aún más desastrosas para la gente en Oriente Próximo. Y se han tragado la riqueza de este país y se la han dado a los ricos, y se la han dado a las multinacionales, se la han dado a Halliburton, se la han dado a los fabricantes de armas. Están arruinado el medio ambiente. Y tienen 10.000 armas nucleares, mientras quieren que nos preocupemos por el hecho de que Irán podría, en diez años, obtener un arma nuclear. Ya veis, realmente, ¿hasta dónde puede llegar la locura?

Y la pregunta es: ¿cómo es posible que se haya permitido que esto suceda? ¿Cómo se han salido con la suya? No siguen la voluntad del pueblo, quiero decir, fabricaron una voluntad del pueblo por un breve tiempo inmediatamente después de iniciar la guerra, como lo pueden hacer los gobiernos inmediatamente después de comenzar un conflicto armado, a fin de poder crear una atmósfera de histeria bélica. Y así, por poco tiempo, cautivaron las mentes del pueblo USamericano. Ya no es así. El pueblo USamericano ha comenzado a comprender lo que sucede y se ha vuelto contra la política de Washington, pero desde luego siguen allí. Siguen en el poder. La pregunta es: ¿cómo se las arreglaron para hacerlo?

Por lo tanto, al tratar de responder a esa pregunta, miré un poco en la historia de Alemania nazi. No, no es que seamos Alemania nazi, pero se pueden extraer lecciones de todos y de la historia de cualquiera. En este caso, me interesaron las ideas de Hermann Göring, quien, como tal vez sepáis, fue el segundo al mando bajo Hitler, jefe de la Luftwaffe [fuerza aérea]. Y al terminar la Segunda Guerra Mundial, cuando los líderes nazis fueron enjuiciados en Nuremberg, Hermann Göring estuvo en la cárcel junto con los otros dirigentes del régimen nazi. Y fue visitado en la prisión por un psicólogo que tenía la tarea de entrevistar a los acusados en Nuremberg.

Y ese psicólogo tomó notas y, en los hechos, un par de años después de la guerra, escribió un libro intitulado «Diario de Nuremberg,» en el que registró – puso sus notas en ese libro, y registró su conversación con Hermann Göring. Y preguntó a Göring: ¿cómo fue posible que Hitler, que los nazis pudieran hacer que el pueblo alemán aceptara políticas de guerras y agresión tan absurdas y ruinosas? Y tengo aquí esas notas. Siempre decimos: «Tenemos esas cosas sólo, sabéis, por casualidad.»

Y Göring dijo: «¡Vaya! Por cierto, la gente no quiere guerra. ¿Por qué algún pobre diablo iba a querer arriesgar su vida en una guerra? Pero, después de todo, los que determinan la política son los dirigentes del país. Siempre se puede llevar a la gente a seguir las órdenes de los dirigentes. Basta con decirle que está siendo atacada y con denunciar a los pacifistas por falta de patriotismo. Funciona igual en cualquier país.»

Me interesó esa última línea: «Funciona igual en cualquier país.» Quiero decir, aquí, esos son los nazis. Ese es el régimen fascista. Nosotros somos una democracia. Pero funciona del mismo modo en cualquier país, no importa cómo se llame. Si se llama Estado totalitario o se llama democracia, funciona del mismo modo, es decir, los dirigentes del país pueden engatusar, o coercer y seducir a la gente hacia la guerra, asustándola, diciéndole que está en peligro, y amenazándola y coaccionándola, que si no participa, será considerar antipatriótica. Y es lo que sucedió en realidad en este país después del 11-S. Y es lo que sucedió después de que Bush presentó el fantasma de las armas de destrucción masiva en Iraq y logró que el pueblo USamericano lo siguiera por un tiempo.

Pero la pregunta es, ¿cómo se salieron con la suya? ¿Y la prensa? ¿Y los medios? ¿No es tarea de la prensa, no es la tarea de los medios, no es la tarea del periodismo, sacar a la luz lo que hacen los gobiernos? ¿No aprenden los periodistas de I.F. Stone, quien dijo: «Recordad sólo dos palabras,» dijo a los jóvenes que estudiaban periodismo. Dijo: «Recordad sólo dos palabras: los gobiernos mienten». Bueno, pero los medios no lo percibieron. Los medios han hecho el juego, y abrazaron la idea de las armas de destrucción masiva. Recordaréis cuando Colin Powell fue a Naciones Unidas, justo antes del inicio de la guerra de Iraq, y presentó a la ONU esa letanía de armamentos que Iraq poseía, según él, y dio grandes detalles sobre cuantos bidones de esto y cuántas toneladas de aquello, y así por el estilo. Y el día después, la prensa brilló en sus elogios. No realizó su trabajo de cuestionar. No hizo su trabajo de preguntar: «¿Dónde? ¿Cuál es su evidencia? ¿Dónde obtuvo esta información? ¿Con quién habló? ¿Cuáles son sus fuentes?»

¿No lo que uno aprende como novato en la universidad? «Oiga: ¿cuáles son sus fuentes? ¿Dónde están sus notas al pie?» No, no. No, no. Todo lo que hicieron – el Washington Post dijo: «Es difícil imaginar cómo hay quien pueda dudar de que Iraq posee armas de destrucción masiva.» Y el New York Times, sabéis, estaba fuera de sí de admiración por Colin Powell. Desde luego, resultó que nada era verdad, resultó que todo era mentira. Pero la prensa no hizo su trabajo, y como resultado, el pueblo USamericano, mirando televisión, leyendo los periódicos, no tuvo una fuente alternativa de información, ninguna opinión alternativa, ningún análisis crítico alternativo sobre lo que estaba sucediendo.

Y la pregunta es: ¿por qué creyó, a pesar de todo, la gente lo que leyó en la prensa, y por qué creyó lo que vio en la televisión? Y yo argumentaría que tiene algo que ver con una pérdida de la historia, tiene algo que ver con, bueno, lo que Studs Terkel llamó la «amnesia nacional,» sea el olvido de la historia o el aprendizaje de mala historia, el aprendizaje del tipo de historia que se recibe, de que Colón fue un héroe, y que Teddy Roosevelt es un héroe, y que Andrew Jackson es un héroe, y todos esos tipos que fueron presidentes y generales e industriales, y suma y sigue. Ellos son los grandes – son los que hicieron grande a USA, y USA siempre ha hecho cosas buenas en el mundo. Y hemos tenido nuestros problemitas, por cierto – como la esclavitud, por ejemplo, ya sabéis – pero los superamos, ya sabéis. No, no esa clase de historia.

Si el pueblo USamericano conociera realmente la historia, si aprendiera la historia, si las instituciones educacionales hicieran su trabajo, si la prensa hiciera su trabajo dando a la gente una perspectiva histórica, la gente comprendería. Cuando el presidente se pone ante el micrófono, dice que tenemos que ir a la guerra por esto o aquello, por la libertad o por la democracia, o porque estamos en peligro, y así sucesivamente, si la gente estuviera respaldada por algo de historia, sabría cuántas veces los presidentes han anunciado a la nación: tenemos que ir a la guerra por éste o aquel motivo. Sabrían que el presidente Polk dijo: «¡Oh!, tenemos que ir a la guerra contra México, porque, bueno, hubo un incidente allá en la frontera, y nuestro honor exige que vayamos a la guerra.»

Sabría, si supiera algo de historia, cómo el presidente McKinley llevó a la nación a la guerra contra España y Cuba, diciendo: «¡Oh!, vamos a liberar a los cubanos del control español.» Y en realidad, había un poco de verdad en eso: llegamos, luchamos contra España, sacamos a España de Cuba, los liberamos de España, pero no de nosotros. Y así, se fue España, y entró la United Fruit, y luego los bancos USamericanos y las corporaciones USamericanas.

Y si la gente conociera su historia, sabría, sabríais, que el presidente McKinley dijo

cuando – cuando el ejército de USA ya estaba en las Filipinas y la armada USamericana ya estaba en las Filipinas, y Theodore Roosevelt, uno de nuestros grandes héroes presidenciales, ansiaba la guerra, la gente sabría que McKinley, quien no sabía dónde estaban las Filipinas, pero a menudo los presidentes necesitan que los instruyan y les digan dónde está una cosa. Ya sabéis, George Bush: «Esto es Iraq es.» Lyndon Johnson: «El golfo de Tonkin está aquí.» Ya sabéis, lo necesitan.

Y el presidente – la gente sabría, si conociera la historia, lo que dijo el presidente McKinley: «Vamos a las Filipinas a civilizar y a cristianizar a los filipinos.» Y si conociera su historia, si los libros de historia hablaran un poco de la guerra en las Filipinas a comienzos del Siglo XX, en lugar de, como lo hacen los libros de historia – pasan tanto tiempo hablando de la Guerra Hispano-USamericana, que duró tres meses – y no hablan casi nada de la guerra en las Filipinas, una guerra sangrienta que duró, ¡Oh!, siete años, e incluyó masacres y el exterminio de poblaciones. Esa historia no aparece. Ya sabéis, habíamos civilizado y cristianizado a los filipinos y establecido nuestro control.

La gente sabría, al escuchar al presidente diciendo: «Vamos a llevar la democracia a Oriente Próximo,» sabría cuántas veces llevamos la democracia a otros países que invadimos. Sabría si llevamos la democracia a Chile, cuando derrocamos un gobierno democráticamente elegido en Chile en 1973. Sabría cómo llevamos la democracia a Guatemala cuando derrocamos, de nuevo, un gobierno democráticamente elegido, – ¡oh!, amamos las elecciones democráticas, adoramos las elecciones libres, excepto cuando van por el camino equivocado. Y entonces enviamos a nuestro ejército o a la CIA o a agentes secretos para derrocar al gobierno.

Si la gente conociera esa historia, nunca le creería un solo instante al presidente Bush, cuando dice, ¡oh!, vamos a Iraq, sabéis, por ése o aquel motivo y la libertad y la democracia, y son una amenaza. Quiero decir, requiere – sí, requiere una cierta comprensión histórica para ser escéptico sobre las cosas que las autoridades os dicen.

Cuando se sabe historia, se sabe que los gobiernos mienten, como dijo I.F. Stone. Los gobiernos mienten permanentemente. Bueno, no sólo el gobierno de USA. Es simplemente la naturaleza de los gobiernos. Bueno, tienen que mentir. Quiero decir, los gobiernos en general no representan a las sociedades que gobiernan. Ya que no representan al pueblo y ya que actúan contra los intereses del pueblo, la única manera como se mantienen en el poder es mintiendo al pueblo. Si le dijeran la verdad al pueblo, no durarían mucho tiempo. Así que la historia puede ayudar a comprender el engaño y a ser escéptico y a no apresurarse a apoyar cualquier cosa que te dice el gobierno.

Y si sabes algo de historia, tal vez comprenderás algo aún más elemental: que la cuestión de la mentira sobre esta guerra o de la mentira sobre esta invasión, la mentira sobre esta intervención, comprenderías una especie de hecho fundamental sobre la sociedad, e incluyo a nuestra sociedad: que los intereses del gobierno y los intereses del pueblo no son lo mismo. Es muy importante saberlo, porque la cultura trata trabajosamente de persuadirnos de que todos tenemos un interés común. Si utilizan el lenguaje «interés nacional» – no existe interés nacional. Es su interés y nuestro interés. La seguridad nacional – ¿la seguridad de quién? Defensa nacional: ¿defensa de quién? Todas esas palabras y frases son usadas para tratar de cercarnos con un lindo lazo inmenso, para que todos supongamos que los que dirigen nuestro país se preocupan de nuestros intereses. Es muy importante comprender que: no, no les preocupan nuestros intereses.

Escucharás a un muchacho que se va a Iraq. Recuerdo escuchar lo mismo de un muchacho que se fue a Vietnam. Y un periodista se acerca al muchacho y le dice: «Sabes, joven, te vas, ¿qué piensas y por qué lo haces?» Y el muchacho dice: «Lo hago por mi país.» No, él no lo hace por su país. Y ahora, ella, tampoco lo hace por su país. La gente que parte a la guerra no combate por su país. No, no le hacen ningún bien a su país. No hacen ningún bien a sus familias. Ciertamente no le hacen ningún bien a la gente de allá. Pero no lo hacen por su país. Lo hacen por su gobierno. Lo hacen por Bush. Sería más exacto decir: «Me voy a combatir por George Bush. Me voy a combatir por Cheney. Me voy a combatir por Rumsfeld. Me voy a combatir por Halliburton.» Sí, eso sería decir la verdad.

Y en realidad, saber la historia de este país es saber que hemos tenido conflictos de interés en este país desde el comienzo mismo entre la gente que tiene la autoridad y la gente de a pie. No fuimos una gran familia feliz, la que libró la Revolución USamericana contra Inglaterra. Recuerdo, ya sabéis, en la escuela, parecía como si fuera así: están los patriotas, y estamos todos nosotros, trabajando, luchando juntos en Valley Forge y Bunker Hill, etcétera, contra los casacas rojas y los británicos, etcétera. Y no fue para nada así. No fue un país unido.

Washington tuvo que enviar generales al sur para usar la violencia contra los jóvenes a fin de obligarlos a entrar al servicio militar. Los soldados en el ejército revolucionario se amotinaron contra Washington, contra los oficiales, porque había un conflicto de clases en el ejército, exactamente como había habido conflictos de clases en todas las colonias antes de la Guerra Revolucionaria. Bueno, todo el que conoce a los militares, cualquiera que haya estado en las fuerzas armadas, sabe que las fuerzas armadas constituyen una sociedad de clases. Existen los soldados rasos, y existen los oficiales. Y en la Guerra Revolucionaria los soldados rasos no recibían zapatos, y no recibían vestimentas y no recibían alimentos, y no se les pagaba. Y los oficiales lo pasaban bien, vivían en esplendor. Y por lo tanto, los soldados se amotinaron, miles de ellos.

No recuerdo que me hayan enseñado alguna vez eso cuando estudié historia en la escuela, porque el mito se derrumbaría: ¡oh!, somos todos una gran familia feliz. ¿Quieres decir, también los esclavos negros? ¿Quieres decir incluyendo a los americanos nativos, a los que arrebatábamos la tierra, kilómetro tras kilómetro tras kilómetro? ¿Somos todos una gran familia feliz? Las mujeres, que fueron excluidas de todo esto, fueron – no, es muy importante que se comprenda ese hecho fundamental: los que dirigen el país y nosotros, nuestros intereses no son los mismos.

Así que, sí, la historia sirve para eso, para comprender – comprender que somos una nación como otras naciones, para comprender que no somos, de nuevo, como nos enseñan desde temprana edad, que somos los más grandes, que somos número uno, que somos los mejores. Y eso – se llama excepcionalismo USamericano en las ciencias sociales. USA es una excepción a la regla de las naciones. Es decir, la regla general de las naciones es que son bastante malas. Pero USA, nuestro país, nosotros somos buenos. Hacemos el bien en el mundo.

No hace mucho, estuve en un programa de radio, entrevistado por – era algo como una emisora comercial normal. Me gusta que me entrevisten las emisoras comerciales normales, donde el tipo realmente no sabe a quién ha invitado. Y dice: «Profesor Zinn, ¿no cree que USA ha sido, en general, una fuerza por el bien del mundo?» No, no, no. ¿Por qué no me preguntan: «Piensa que el Imperio británico fue una fuerza por el bien en África, o los belgas fueron una fuerza por el bien en Congo, o los franceses fueron una fuerza por el bien en Indochina? ¿Piensa que USA fue una fuerza por el bien cuando envió a los Marines a Centroamérica una y otra vez?» – No.

Pero existe esa noción de que somos diferentes. Somos los grandes – quiero decir, seguro, hay cosas muy grandes respecto a USA, pero no es lo que hicimos a otros países, ni lo que hicimos a los negros, ni lo que hicimos a los americanos nativos, ni lo que hicimos a la gente trabajadora en este país que sufrió días de doce horas hasta que se organizó y se rebeló y se alzó. No, tenemos que ser honestos con nosotros mismos.

Es algo muy duro: ser honesto hablando de nosotros mismos. Quiero decir, pero, uno es educado y uno dice: «Juro fidelidad,» ya sabéis etc., etc., «libertad y justicia para todos,» «Dios bendiga a USA,» ¿Por qué nosotros? ¿Por qué nos bendice Dios? Quiero decir, ¿por qué nos elige para su bendición? ¿Por qué no: «Dios bendiga a todos»? Si, por cierto, ya sabéis – pero somos educados – si hubiésemos sido educados para comprender nuestra historia, sabríamos que no, somos como las demás naciones, sólo más todavía, porque somos más grandes y tenemos más cañones y más bombas, y por lo tanto somos capaces de más violencia. Podemos hacer lo que otros imperios no pudieron hacer en una medida semejante. Ya sabéis, somos ricos. Bueno, no todos. Algunos de nosotros lo son, ¿veis? Pero, no, tenemos que ser honestos.

¿No se une la gente a Alcohólicos Anónimos para poder ponerse de pie y ser honestos con ellos mismos? Tal vez deberíamos tener una organización llamada Imperialistas Anónimos, sabéis, y que los dirigentes del país se paren ahí en la televisión nacional y digan: «Buena, ya es hora, – hora de decir la verdad.» Sería – no espero que suceda, pero sería refrescante.

Y entonces, si conociéramos esta historia, comprenderíamos cuántas veces se ha utilizado el miedo como una manera de hacer que la gente actúe contra sus propios intereses, para estimular la histeria y hacer que la gente haga cosas terribles a otra gente porque ha sido atemorizada. ¿No fueron el miedo y la histeria lo que motivó a las turbas linchadoras en el Sur? ¿No crearon miedo a la gente negra, histeria sobre la gente negra, que condujo a la gente blanca a cometer algunas de las cosas más atroces que han sido cometidas en nuestra historia? ¿Y no es hoy en día – no es miedo, miedo a los musulmanes, no sólo a los terroristas, en general? Desde luego, miedo a los terroristas, especialmente miedo a los musulmanes, ¿veis? Una especie muy fea de sentimiento que se inculca al pueblo USamericano, y crea una especie de histeria, que luego los capacita para controlar a la población y los capacita para enviarnos a una guerra tras la otra y a amenazar, sabéis, con una guerra más.

Y si supiéramos algo de historia, sabríamos de la histeria que acompañó la Guerra Fría, la histeria sobre el comunismo. No es que el comunismo no haya existido, exactamente como el terrorismo existe, sí. No es que el comunismo – el comunismo existía, y había una Unión Soviética y reprimía a su propio pueblo, y controlaba a Europa Oriental, pero hubo una exageración enorme de la amenaza soviética hasta el punto en que – ¡oh!, no es sólo que estuvieran en Europa Oriental. Es que, van a invadir Europa Occidental.

A propósito, no existe evidencia de eso. Los analistas de la CIA que eran especialistas en la Unión Soviética, salieron de sus escondites en los últimos años y dijeron que nunca hubo evidencia alguna de que la Unión Soviética fuera a invadir Europa Occidental. Pero la OTAN fue creada contra eso. Contra eso, USA acumuló un enorme arsenal nuclear.

Los soviéticos, siempre atrasados respecto a USA. Inflaron a los soviéticos como una amenaza, pero después de todo, ¿quién fue el primer en tener la bomba atómica? ¿Quién tenía más bombas atómicas que nadie? ¿Y cuál fue el único país que realmente lanzó bombas atómicas sobre gente normal en dos ciudades en Japón? Y así, nosotros que usamos la bomba atómica, nosotros que acumulamos bombas atómicas, creamos una histeria sobre países que tratan desesperadamente de alcanzarnos. Por cierto, Irán nunca nos alcanzará, y Corea del Norte nunca nos alcanzará. La Unión Soviética trató de hacerlo. Pero al crear esa amenaza monstruosa, tomamos billones de dólares de la riqueza de este país y los gastamos en presupuestos militares.

Y la histeria sobre el comunismo llegó a un punto en el que – y no hablo sólo de escolares que se escondían bajo sus pupitres, sabéis, porque los soviéticos iban a lanzar una bomba atómica. No había evidencia de que los soviéticos fueran a lanzar una bomba atómica. A propósito, hay evidencia de que el estado mayor conjunto, la gente bien arriba en el gobierno USamericano, en varias, varias ocasiones propuso una guerra preventiva, lanzando armas atómicas contra la Unión Soviética. Pero creamos una amenaza tan apocalíptica, tan omnipresente, que los niños, sí, se ocultaban bajo sus pupitres, y también de manera que cualquier cosa que ocurría en cualquier parte del mundo que no fuera del gusto de USA se convertía en parte de la amenaza comunista mundial.

Y así, para enfrentar eso, podíamos ir a cualquier país en Latinoamérica que quisiéramos. Y porque era una amenaza comunista, enviábamos un ejército a Vietnam, y morían varios millones de personas, porque Vietnam se convirtió en el símbolo de la amenaza comunista en el mundo. Cuando uno piensa en lo absurdo que fue preocuparse de que Vietnam, ya dividido entre un Norte comunista y un Sur anticomunista, preocuparse de que: ahora la mitad de ese pequeñísimo país va a ser comunista, y precisamente al norte de Vietnam, mil millones de personas habían adoptado el comunismo. Es algo un poco extraño.

Pero, sabéis, el pensamiento insólito es posible cuando creas miedo e histeria. Y enfrentamos, naturalmente, esa situación en la actualidad con todo este asunto del terrorismo. Y si se sumaran todas las veces que han utilizado la palabra «terrorismo» y «terror» en discursos de George Bush y de su gabinete, es un mantra que han creado para amedrentar al pueblo USamericano.

Creo que se está desgastando. Pienso que existe un comienzo de un cierto reconocimiento, y eso lleva al hecho de que la opinión pública se ha vuelto contra la guerra. La gente ya no cree que estemos luchando en Iraq para liberarnos del terrorismo, sabéis, porque la evidencia ha llegado a ser tan abrumadora que incluso los medios dominantes han informado – ya sabéis, la Evaluación Nacional de Inteligencia [NIE, por sus siglas en inglés]. Y son las propias agencias de inteligencia del gobierno que dicen que la guerra en Iraq causó un crecimiento de los grupos terroristas, ha aumentado la militancia y el radicalismo entre los grupos islámicos en Oriente Próximo.

Pero el terrorismo ha suplantado al comunismo en un intento por hacer que la gente haga cosas contra sus propios intereses, que haga cosas que enviarán a sus propios jóvenes a la guerra, a hacer cosas que causan el agotamiento de la riqueza del país con fines de guerra y para el enriquecimiento de los súper ricos. Y no hay que pensar demasiado en el terrorismo para darse cuenta de que cuando alguien habla de una guerra contra el terrorismo, está presentando una contradicción de los términos. ¿Cómo se puede librar una guerra contra el terrorismo, si la guerra misma es terrorismo? Porque – así se responde al terrorismo con terrorismo, y se multiplica el terrorismo en el mundo.

Y, por cierto, el terrorismo del que son capaces los gobiernos al ir a la guerra tiene una escala, mucho, mucho más grande que el terrorismo de al-Qaeda o de ese grupo o de aquel grupo u otro grupo. Los gobiernos son terroristas en una escala enormemente grande. USA ha estado involucrado en terrorismo contra Afganistán, contra Iraq, y ahora amenaza con extender su terrorismo a otros sitios en Oriente Próximo.

Y sería muy útil un poco de historia sobre el uso del miedo y de la histeria y un poco de historia de la Guerra Fría y de la histeria anticomunista para alertar a la gente sobre lo que nos pasa hoy en día. Quiero decir, con Irán, por ejemplo, es una vergüenza, y los medios han jugado una parte tan importante en esto, respecto al arma nuclear de Irán. Quieren un arma nuclear. No dicen que tienen un arma nuclear. Quieren un arma nuclear. También la quiero yo. Sí, es fácil querer un arma nuclear. Y pequeños países que enfrentan a enormes potencias militares y que no tienen posibilidad alguna de equiparar el poderío militar de esos países inmensos, siguen lo que fue la estrategia de USA: USA dijo: «Tenemos que tener un disuasivo.» Cuántas veces os han dicho, cuando preguntáis: ¿Por qué tenemos 10.000 armas nucleares?» «Tenemos que tener un disuasivo.» Bueno, lo que quieren es un disuasivo: un arma nuclear.

No es esa situación con Iraq, quiero decir Condoleezza Rice: «una nube en forma de hongo.» Nosotros fuimos los únicos que crearon nubes en forma de hongo, sobre Hiroshima y Nagasaki. Iraq no estaba en condiciones de crear una nube en forma de hongo. Todos los expertos en Oriente Próximo y en armas atómicas dijeron: Iraq estaba a entre cinco y diez años de desarrollar un arma nuclear, pero nosotros estábamos creando una histeria sobre las armas nucleares.

Ahora hacemos lo mismo con Irán. Y el grupo Internacional de Energía Atómica de la ONU contradice directamente un informe del Congreso que habla del peligro de las armas nucleares de Irán, y el grupo internacional, que ha realizado muchas, muchas, inspecciones en Irán, dice…, bueno, tenéis que saber – y dan al pueblo USamericano una especie de educación a medias. Es decir, dicen, utilizan la frase: «¡Están enriqueciendo uranio! Bueno, eso me asusta. Están enriqueciendo uranio. No sé exactamente lo que quiere decir, pero asusta. Y luego lees el informe del grupo Internacional de Energía Atómica, y ves, bueno, sí, así es. Han enriquecido uranio hasta un 3,5%. Para tener un arma nuclear, tienen que enriquecerlo a un 90%. Están muy, muy lejos incluso de desarrollar un arma nuclear, pero la frase «uranio enriquecido» es repetida una y otra vez.

Y así, sí, necesitamos una cierta comprensión histórica, sí, sólo recordar Iraq, sólo recordar la histeria sobre Vietnam. ¡Dios mío, un comunista podía apoderarse de Vietnam del Sur! ¿Y entonces qué? Basta un saltito hasta San Francisco. No, algunos recordaréis que cuando Reagan apoyaba a los Contras en Nicaragua decía: «¿Veis dónde está Nicaragua? No les costaría mucho llegar a Texas.» Me interrogué sobre eso. Y entonces me interrogué: ¿por qué iban a querer llegar a Texas los nicaragüenses? Y no es un insulto a Texas, pero – y una vez que llegaran a Texas, ¿qué iban a hacer? ¿Tomar un vuelo de United Airlines a Washington? ¿Qué harían? Pero, realmente, es muy importante saber algo de esa historia para ver cómo la histeria inhabilita por completo la consciencia sobre lo que sucede.

Sugeriría otra cosa. Me comienzo a preocupar por el tiempo que estoy usando. Bueno, en realidad, no me preocupa cuánto tiempo he usado. No me importa. Miro mi reloj para pretender que me preocupa. Y ya que no sé cuándo comencé, no puedo saber cuánto he estado hablando.

Pero en algún punto la guerra en Iraq llegará a su fin. En algún punto, USA hará en Iraq lo que hizo en Vietnam, después de decir. «Jamás nos iremos. Jamás nos iremos. Venceremos. Seguiremos por el mismo camino. No nos escaparemos.» En algún punto, USA va a tener que escapar de Iraq, sabéis. Y lo va a hacer porque el sentimiento va a aumentar y aumentar y aumentar en este país y porque más y más soldados van a volver de Iraq y dirán: «No volveremos,» y porque van a tener más y más problemas para aprovisionar a las fuerzas armadas en Iraq, y porque los padres de los jóvenes van a decir más y más: «no vamos a permitir que nuestros jóvenes vayan a la guerra por Bechtel y Halliburton. No vamos a hacerlo.» Así que en algún punto, sí, en algún punto vamos a hacer lo que ellos dicen que no debemos hacer: escapar.

No tenemos que escapar. Podemos irnos tranquilamente. Irnos lentamente. Terminar, pero irnos, lo más rápido posible, porque allá no hacemos nada bueno. No ayudamos a solucionar la situación. No llevamos la paz. No llevamos una democracia. No llevamos estabilidad. Llevamos la violencia y el caos. Estamos provocando todo eso, y la gente muere todos los días. Cuando un dirigente demócrata dice: «Pienso que deberíamos retirarnos el 14 de marzo de 2000-y-lo-que-sea.» Sabéis, sí, cada día desde ahora hasta que más gente muera, y más gente pierda brazos o piernas o la vista. Y así, es intolerable. Y así, tenemos que hacer todo lo que podamos.

Y en el caso de Vietnam, en un cierto momento el gobierno se dio cuenta de que no podía continuar la guerra. Los soldados volvían de Vietnam y se oponían a la guerra. No podían convencer a la gente de que se uniera a la ROTC [Cuerpo de Adiestramiento para Oficiales de la Reserva]. Demasiados huían a Canadá. Demasiados no se alistaban. Finalmente, tuvieron que eliminar el servicio militar obligatorio. Perdían el apoyo de la población. Perdían el apoyo de los militares. Y al llegar un cierto punto: No.

Y va a ocurrir algo similar. Y mientras antes ayudemos a que ocurra, desde luego, tanto mejor. Mientras más vayamos a las universidades – sabéis, hay una cosa muy práctica, una cosa muy práctica que cualquiera puede hacer, y es, ir a su colegio local y asegurarse de que todos los padres y todos los chicos en los colegios comprendan que no tienen que dar su información a los reclutadores militares, sabéis. Y más y más tienen equipos de personas que contrarrestan la propaganda de los reclutadores militares.

Sabéis, tienen problemas. Se están volviendo desesperados por el reclutamiento para las fuerzas armadas, hacen toda clase de cosas y, por cierto, se concentran – envían a sus reclutadores militares a las escuelas más pobres, porque saben que los chicos de clase trabajadora son los más vulnerables, los más necesitados, los que, sabéis – necesitan una educación, necesitan una capacitación, etc. Y así, tratan de acosar a la clase trabajadora. Eugene Debs dijo – si no les importa que cite a Eugene Debs – pero Eugene Debs dijo en un discurso durante la Primera Guerra Mundial, que lo llevó a la cárcel: «La clase de los amos siempre ha comenzado las guerras. La clase trabajadora siempre ha librado las guerras.» Y, por cierto, así ha sido permanentemente. Así que en algún momento nos iremos de Iraq.

Pero quiero sugerir una cosa: tenemos que pensar más allá de Iraq, e incluso más allá de Irán. No queremos tener que luchar contra esta guerra, y luego contra esa guerra y después contra la guerra siguiente. No queremos tener una sucesión interminable de movimientos contra la guerra. Cansa. Y tenemos que pensar y hablar y educar respecto a la abolición de la guerra en sí.

El otro día estaba hablando con mi peluquero, porque siempre discutimos la política mundial. Y es totalmente impredecible políticamente, como la mayoría de los peluqueros. Dijo: «Howard, sabes, tú y yo estamos en desacuerdo en muchas cosas, pero en una cosa estamos de acuerdo: la guerra no soluciona nada.» Y yo pensé: «Sí.» A la gente no le cuesta comprender eso.

Y, de nuevo, la historia es útil. Hemos tenido una historia de guerra tras guerra tras guerra tras guerra. ¿Qué han solucionado? ¿Qué han logrado? Incluso la Segunda Guerra Mundial, la «guerra buena,» la guerra en la que fui voluntario, la guerra en la que lancé bombas, la guerra después de la que, sabéis, recibí una carta del general Marshall, general de generales, una carta que me dirigió personalmente, y a 16 millones más, en la que dijo: «Hemos ganado la guerra. Será un nuevo mundo.» Bueno, por cierto, no fue un nuevo mundo. No ha sido un nuevo mundo. Guerra tras guerra tras guerra.

Hay ciertas… – Salí de esa guerra, la guerra a la que me había presentado como voluntario, la guerra en la que fui un cabo artillero entusiasta, salí de esa guerra con ciertas ideas, que recién se desarrollaron gradualmente a fines de la guerra, ideas sobre la guerra. Una, que la guerra corrompe a todo el que se involucra. La guerra emponzoña a todo el que se involucra. Comenzáis como muchachos buenos, como lo hicimos en la Segunda Guerra Mundial. Ellos son los malos. Ellos son los fascistas. ¿Qué podría ser peor? Así que, ellos son los malos, nosotros somos los buenos. Y a medida que continúa la guerra, los buenos comienzan a comportarse como los malos. Puedes rastrear eso hasta la Guerra del Peloponeso. Puedes rastrearlo hasta los buenos, los atenienses, y los malos, los espartanos. Y después de poco, los atenienses se hicieron implacables y crueles, como los espartanos.

Es lo que hicimos en la Segunda Guerra Mundial. Nosotros, después que Hitler cometió sus atrocidades, cometimos las nuestras. Ya saben, nuestra matanza de 600.000 civiles en Japón, nuestra matanza de probablemente un número igual de civiles en Alemania. No eran Hitler, no eran Tojo. No eran – no, eran sólo gente de a pie, como nosotros somos gente de a pie que vive en un país que es un país saqueador, y ellos vivían en países que eran países saqueadores, y fueron atrapados en lo que fuera y tuvieron miedo de protestar. Y no sé, llegué a la conclusión, sí, de que la guerra emponzoña a todos.

Y la guerra – es algo importante que hay que recordar – que cuando vas a la guerra contra un tirano – y fue una de sus afirmaciones: «¡Oh!, vamos a librarnos de Sadam Husein,» lo que fue, desde luego, absurdo. No les preocupaba – ¿se preocupó nuestro gobierno de que Sadam Husein tiranizara a su propio pueblo? Le ayudamos a tiranizar a su pueblo. Le ayudamos a matar con gas a los kurdos. Le ayudamos a acumular armas de destrucción masiva, realmente.

Y la gente que matas en una guerra son las víctimas del tirano. La gente que matamos en Alemania eran víctimas de Hitler. La gente que matamos en Japón eran víctimas del Ejército Imperial de Japón. Y la gente que muere en las guerras es más y más y más gente que no está en las fuerzas armadas. Tal vez sepáis lo del diferente ratio de muertes de civiles a militares en la guerra, cómo en la Primera Guerra Mundial, fueron diez militares muertos por un muerto civil; en la Segunda Guerra Mundial, fue 50:50, la mitad militares, la mitad civiles; en Vietnam, fue de un 70% de civiles y un 30% de militares, y en las guerras posteriores, es de un 80% y de un 85% de civiles.

Hace algunos años me hice amigo de un cirujano militar italiano llamado Gino Strada. Pasó diez, quince años operando a víctimas de la guerra en todo el mundo. Y escribió un libro sobre el tema: «Green Parrots: Diary of a War Surgeon.» Dijo que de todos los pacientes que operó en Iraq y Afganistán y en todas partes, un 85% eran civiles, y un tercio de estos, niños. Si comprendéis, y si la gente comprende, y si corréis la voz de esa comprensión que sea lo que sea lo que os dije sobre la guerra y cómo debemos ir a la guerra, y sea cual sea la amenaza o sea cual sea el objetivo – una democracia o la libertad – siempre será una guerra contra niños. Son los que morirán en gran número.

Así que, la guerra – bueno, Einstein lo dijo después de la Primera Guerra Mundial. Dijo: «La guerra no puede ser humanizada. Sólo puede ser abolida.» La guerra tiene que ser abolida, sabéis. Y es – sé que son pocas las probabilidades de éxito, pero hay que hacerlo, tenéis que comenzar a hacerlo. También el fin de la esclavitud en este país en los años treinta del Siglo XIX tenía pocas probabilidades de éxito, pero la gente siguió tratando, y tardó 30 años, pero se eliminó la esclavitud. Y podemos ver lo mismo una y otra vez. Así que tenemos una tarea por delante. Tenemos muchas cosas que hacer.

Una de las cosas que podemos aprender de la historia es que la historia no es sólo una historia de cosas que nos han sido infligidas por los que mandan. La historia es también una historia de resistencia. Es una historia de gente que sufre la tiranía durante décadas, pero que termina por alzarse y derrocar al dictador. Lo hemos visto en un país tras el otro, una sorpresa tras la otra. Gobernantes que parecen tener un control total, de repente se despiertan un día, y hay un millón de personas en las calles, y toman sus maletas y se van. Sucedió en las Filipinas, en Yemen, en todas partes, en Nepal. Un millón en la calle, y entonces el gobernante tiene que irse. De manera que, eso es lo que queremos lograr en este país.

Todo lo que hacemos es importante. Casa cosita que hacemos, cada piquete en el que marchamos, cada carta que escribimos, cada acto de desobediencia civil en el que participamos, cada reclutador con el que hablamos, cada padre con el que hablamos, cada soldado con el que hablamos, cada persona joven con la que hablamos, todo lo que hacemos en clase, fuera de clase, todo lo que hacemos por un mundo diferente, es importante, aunque en el momento parezca fútil, porque es como se produce el cambio. El cambio sucede cuando millones de personas hacen pequeñas cosas, que en ciertos momentos de la historia se suman, y entonces sucede algo bueno y algo importante.

Gracias.

http://www.democracynow.org/article.pl?sid=06/12/18/1326231