Recomiendo:
0

La doctora cubana Aleida Guevara participa en la Fiesta del PCPV-PCE en Buñol (Valencia)

«La vieja Europa no sobrevive sin los pueblos del Sur»

Fuentes: Rebelión

José Martí, patriota y héroe cubano, proponía el yugo y la estrella como símbolos de caminos diferentes que ofrece la vida, en una de sus poesías: «Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza:/hace de manso buey, y como presta/servicio a los señores duerme en paja/caliente, y tiene rica y ancha avena». «Ésta, que alumbra […]

José Martí, patriota y héroe cubano, proponía el yugo y la estrella como símbolos de caminos diferentes que ofrece la vida, en una de sus poesías: «Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza:/hace de manso buey, y como presta/servicio a los señores duerme en paja/caliente, y tiene rica y ancha avena». «Ésta, que alumbra y mata, es una estrella:/como que riega luz, los pecadores/huyen de quien la lleva, y en la vida,/cual un monstruo de crímenes cargada,/todo el que lleva luz se queda solo».

A las personas y los pueblos no se les puede decir cómo han de vivir y actuar, pero sí, con el ejemplo, demostrar que es posible la vida de otra manera. Uno de los ejemplos es Cuba, afirma la doctora Aleida Guevara, militante comunista y médico en el Hospital Infantil William Soler de La Habana, quien también ha ejercido en Angola, Ecuador y Nicaragua. Sin idealizaciones, inserta la isla en una realidad cruda y limitadora, Guevara previene contra las ensoñaciones: «los cubanos vivimos en este mundo».

El mundo real enseña que Cuba no es un país productor de leche, por tanto, la isla ha tenido que importar este producto, en polvo, para niños y ancianos. Algunas veces el gobierno cubano ha buscado la leche en países como Nueva Zelanda, lo que implica no sólo un precio mayor por la distancia del transporte marítimo, sino enfrentarse a la Ley Helms-Burton (firmada por Clinton en marzo de 1996), que somete a represalias legales a las empresas que comercien con la isla. En el caso de los medicamentos, ha recordado Aleida Guevara en la Fiesta del PCPV-PCE celebrada en Buñol (Valencia), el gobierno ha de pasar por tres o cuatro intermediarios, lo que puede quintuplicar el precio final. Desde 1959 el «bloqueo» ha costado más de un billón de dólares a la economía cubana.

La realidad descarnada, el golpe de la crisis, también mostró que hasta medio millón de cubanos cobraban un salario sin producir. «Se nos ocurrió que muchas de estas personas podían trabajar por cuenta propia; aunque esto suponga un pequeño cáncer en una sociedad socialista, pues las personas pueden empezar a vivir de una manera un poco más egoísta; si las personas piensan en su bolsillo, esto da al traste con la revolución; por eso empezamos también a impulsar las cooperativas», explica Aleida Guevara. La realidad inaugura caminos nuevos, que pueden alejar al país de las palabras del Che: «El hombre debe transformarse al mismo tiempo que la producción progresa; no realizaríamos una tarea adecuada si fuéramos tan sólo productores de artículos, de materias primas y no fuéramos al mismo tiempo productores de hombres».

Las transiciones resultan difíciles, se trata de diagnosticar los problemas y resolverlos a tiempo. Además, los procesos revolucionarios «cuestan y pueden cometer errores, porque los llevan a cabo seres humanos», afirma la doctora. Con unas palabras de su padre Aleida Guevara recuerda la importancia de una sólida formación en valores: «No se trata de cuántos kilogramos de carne se come o de cuántas veces por año pueda ir alguien a pasearse por la playa, ni de cuántas bellezas que vienen del exterior pueden comprarse con los salarios actuales. Se trata, precisamente, de que el individuo se sienta más pleno, con mucha más riqueza interior y con mucha más responsabilidad».

Los valores impregnan la política cubana. Cuando Brasil requería médicos o estos eran necesarios en África para combatir el ébola, la OMS se los pidió a Cuba, recuerda Aleida Guevara. En marzo de 2015 retornaron a la isla 150 facultativos y enfermeras tras pasar un semestre en Liberia y Sierra Leona enfrentándose al ébola. En su visita a La Habana en el verano de 2014, la directora general de la OMS, Margaret Chan, afirmó: «Deseamos ardientemente que todos los habitantes del planeta puedan tener acceso a servicios médicos de calidad, como en Cuba». Además, según la UNESCO, Cuba cuenta con la tasa de escolarización más alta de América Latina (99,7% de alumnos con educación gratuita). En marzo de 2015 el Banco Mundial situaba a la isla como primer país del mundo en inversión educativa en el período 2009-2013, al alcanzar el 13% del PIB en este capítulo.

Un ámbito de actuación capital para Cuba es el ALBA, cuyo origen, recuerda Aleida Guevara, se remonta a una intuición de Hugo Chávez: «Contra el ALCA, el ALBA». En la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América, la unidad planteada es económica pero también cultural. «Conocernos mucho mejor, destaca la doctora; si hubiera tenido la oportunidad de trabajar con las parteras quechua, habría realizado mucho mejor mi trabajo en Nicaragua». Ejemplo de las prioridades para los países del ALBA es que en 2005 y 2008 la UNESCO reconociera a Venezuela y Bolivia como países libres de analfabetismo. Además, desde que hace una década los gobiernos de Cuba y Venezuela impulsaran la «operación milagro», se contabilizan casi cuatro millones de intervenciones de la vista. En julio de 2015 el gobierno de Angola ha informado de que este país ha sido el primero que en África ha superado el millón de personas alfabetizadas con el método cubano «Yo sí puedo».

Aleida Guevara recurre a las palabras del Che para destacar la importancia de la juventud en los procesos revolucionarios: un «espíritu inconforme cada vez que surge algo que está mal, lo haya dicho quien lo haya dicho. Plantearse todo lo que no se entienda. Discutir y pedir aclaración de lo que no está claro. Declarar la guerra al formalismo (…)». Además, «desarrollar al máximo la sensibilidad hasta sentirse angustiado cuando se asesina a un hombre en cualquier lugar del mundo, y para sentirse entusiasmado cuando en cualquier lugar del mundo se alza una nueva bandera de libertad».

A propósito de estas palabras, la militante comunista recuerda que en la visita a una universidad barcelonesa se le acercaron, al final de la mesa redonda, un grupo de estudiantes: «No pudimos llegar a tiempo a la conferencia porque estuvimos en el desalojo de los trabajadores de una fábrica», se disculparon los jóvenes. «¡Qué mierda, ni qué conferencia… Éstas son las cosas que te llenan de esperanza», afirmó la doctora. Otra cuestión importante es «olvidarnos del famoso yo, y poner en primer lugar el nosotros, además de dejar las pequeñas diferencias mezquinas que nos separan».

Aleida Guevara puntea los problemas esenciales de la humanidad a la luz de sus viajes por los cinco continentes. En una estancia en Brasil, donde pudo visitar unas minas de hierro a cielo abierto en pleno pulmón verde de la humanidad, la Amazonía, observó la destrucción de masas de árboles ancestrales. «El ser humano puede vivir sin hierro, lo ha hecho durante siglos, pero no sin oxígeno», reflexiona. Una mujer de una población africana le preguntó a una joven española si estaba casada, poseía una casa y tenía una vaca. Ante la negativa y las dudas como respuesta de la joven, la mujer africana la miró con tristeza. «Qué pobre tú eres», le espetó. A partir de este intercambio, sugiere Aleida Guevara: «Hemos de aprender de estas poblaciones cómo vivir con mucho menos, y así ser más felices».

Recientemente la doctora cubana visitó las provincias misioneras de Argentina, donde estuvo en contacto con las poblaciones indígenas. «No gastan un chavo en parafernalias, han aprendido a valorar la vida, el contacto humano, la sensualidad, más que las cosas materiales; y no hay que confundir esto con el retorno a estados primitivos; la única naturaleza que tenemos es ésta». Aleida Guevara trabajó como pediatra durante dos años en Angola, donde se lamentaba por la pérdida de vidas ante la ausencia de medicamentos. En una ocasión tuvo que «priorizar», por la falta de la medicina necesaria, el Manitol, entre tres bebés con edema cerebral por el paludismo. «Una sola alfombra del Vaticano en oro y plata hubieran servido para atender a todos los niños del hospital donde trabajaba».

La hija del Che apunta asimismo a la soberbia eurocéntrica. «Cuando hablas con un italiano, un francés o un belga, te dicen que su chocolate es el mejor del mundo». Sin embargo, «¿Cuándo han puesto a secar o amasar la planta del cacao, a conformarlo y elaborarlo; lo compran en Brasil». Ocurre lo mismo con el café. «Consumen además el petróleo de nuestros pueblos». En resumen, «hay que tender puentes de solidaridad entre los pueblos del mundo, porque la vieja Europa no sobrevive sin nosotros». En una universidad portuguesa, a Aleida Guevara le destacaron la calidad de los muebles, hechos «con la mejor madera del mundo», hasta el punto de que no eran necesarios los productos contra la carcoma. «Les pregunté de dónde trajeron la madera, de Brasil, y cuánto pagaron por ella, nada». «En el interior de El Escorial están los mejores árboles del mundo»… 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.