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Las armas del poder de la voluntad: Hamás y la Yihad Islámica sobre el plan de Trump para Gaza

Fuentes: Voces del Mundo [Foto: Miembros de las Brigadas Qasam de Hamás en la ciudad de Gaza el 5 de noviembre de 2025 (Hamza Z. H. Qraiqea/Anadolu)]

Introducción

Israel continúa asediando Gaza a pesar del alto el fuego que entró oficialmente en vigor el 10 de octubre. Diariamente, las fuerzas israelíes atacan a los palestinos en el enclave, matando a más de 340 desde que el presidente Donald Trump elogió su plan de “paz” como un logro monumental que marcaría el comienzo de una nueva era. La mayoría de las muertes son de mujeres y niños. Durante la última semana, las fuerzas israelíes, que aún ocupan más del “50% de Gaza, han penetrado más profundamente la “línea amarilla” e Israel amenaza con reiniciar su asedio a gran escala si Hamás no se desarma y se rinde. Israel también se ha negado a permitir la entrada de los alimentos, medicamentos y otros artículos de primera necesidad acordados en el enclave.

El 17 de noviembre, en una medida sin precedentes, el Consejo de Seguridad de la ONU respaldó formalmente el plan neocolonialista de Trump para Gaza, que incluye el despliegue de una fuerza internacional que no estaría bajo el mando de la ONU, sino que operaría bajo la dirección de una junta privada controlada por Trump. Esta fuerza, según Trump, tendría la tarea de desarmar a la resistencia palestina y desmilitarizar Gaza con el fin de privar a los palestinos de su derecho a la autodefensa.

En esta última entrega de la serie de Drop Site sobre la resistencia palestina desde el 7 de octubre, los líderes de la resistencia palestina reflexionan sobre el camino que los ha llevado hasta aquí. Hemos realizado una serie de entrevistas personales con altos funcionarios de Hamás y la Yihad Islámica. Analizaron los acontecimientos que condujeron al acuerdo de alto el fuego de octubre, su postura sobre el desarme y el plan de Trump para Gaza y describieron su visión del estado de la lucha de liberación palestina. Este informe de Jeremy Scahill y Jawa Ahmad requiere de una lectura extensa y detallada, pero creemos que merece la pena. El hecho de que la mayoría de los medios de comunicación occidentales no informen sobre la perspectiva de la resistencia palestina constituye una mala praxis periodística y un perjuicio para la comprensión pública.

***

Poco después de las 15:46, hora de Doha, del 9 de septiembre, Osama Hamdan recibió una llamada de un periodista que le preguntaba si sabía algo sobre la explosión que acababa de ocurrir en la capital catarí. El alto líder de Hamás se encontraba en una reunión al otro lado de la ciudad, frente a las oficinas del movimiento de resistencia islámica en la calle Wadi Rawdan, en el exclusivo distrito de Legtaifiyah. No había oído ningún sonido. “Ha habido una explosión en Doha”, recordó Hamdan que le dijo el periodista. “Creo que el objetivo ha sido su gente”. Hamdan comenzó a llamar a otros funcionarios de Hamás. “Nadie contesta. Todos los teléfonos estaban fuera de servicio”, recordó Hamdan. Después de unos cinco minutos, uno de los hermanos se acercó y me dijo: “Ha habido un ataque aéreo contra la oficina”.

Mientras Hamdan se dirigía al lugar, funcionarios israelíes comenzaron a informar a los medios de comunicación que Israel había llevado a cabo una serie de ataques aéreos con el objetivo de asesinar a altos funcionarios de Hamás. “Los miembros de la cúpula atacada lideraron las actividades de la organización terrorista durante años, fueron directamente responsables de la masacre del 7 de octubre y dirigieron la guerra contra el Estado de Israel”, declaró el ejército en un comunicado. Israel afirmó que el bombardeo tenía como objetivo matar al líder de Hamás en Gaza, el Dr. Khalil Al-Hayya. “Estamos esperando los resultados del ataque”, declaró un funcionario.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se encontraba en una reunión patrocinada por la embajada de Estados Unidos en Jerusalén inmediatamente después de los ataques. “Al principio de la guerra, prometí que Israel llegaría hasta quienes perpetraron ese horror”, se jactó Netanyahu. “Esa promesa se ha cumplido hoy”.

Los ataques aéreos israelíes se descartaron, sobre todo porque se llevaron a cabo en Catar, un aliado de Estados Unidos que alberga el Mando Central de EE. UU., la principal instalación militar estratégica estadounidense en la región. Las oficinas de Hamás en Doha se establecieron en 2011 a petición directa del gobierno estadounidense para mantener abiertas las vías diplomáticas con el grupo. El gobierno catarí, junto con Egipto, ha sido uno de los principales enlaces de Estados Unidos para las negociaciones sobre los conflictos regionales.

“Fue un mensaje político muy claro de que Netanyahu no está dispuesto a aceptar un alto el fuego ni ningún tipo de solución. Quería deshacerse de la delegación que estaba negociando”, declaró Hamdan a Drop Site. Añadió que Netanyahu quería proclamar “una situación victoriosa al asesinar al líder de Hamás en Gaza”. Al bombardear Catar, “también demuestra que no respeta ni siquiera a las personas que, como mediadores, están dispuestas a lograr el alto el fuego”.

Foto: Columna de humo en Doha tras el ataque israelí.

Las redes sociales se inundaron de relatos proisraelíes que afirmaban que Al-Hayya había sido asesinado, junto con otros altos cargos de Hamás, como Khaled Meshaal y Zaher Jabbarin. Netanyahu afirmó que Israel había atacado “a los principales cabecillas terroristas de Hamás”. Pero Hamdan pronto descubrió que, de hecho, ningún alto cargo de Hamás había muerto. “Se concentraron en la zona donde esperaban que se produjera la reunión de la delegación”, declaró Hamdan sobre los intentos de asesinato. “Pero no lo lograron”.

En cambio, los ataques acabaron con la vida del hijo de Al-Hayya, Hammam, junto con el secretario personal del líder de Hamás, tres asistentes de oficina y guardaespaldas. Un agente de seguridad catarí también murió. En total, se informó que aviones de guerra israelíes habían disparado entre 10 y 12 misiles contra el complejo, destruyendo las oficinas administrativas y el apartamento de Al-Hayya. La esposa, la nuera y los nietos de Al-Hayya también resultaron heridos en los ataques.

Hamdan tuvo que comunicarle a Al-Hayya la noticia de que su hijo sido martirizado en el ataque. El líder de Hamás, cuyo hijo Osama murió en un ataque israelí en 2014, perdió a numerosos familiares en el genocidio de Gaza. Hamdan dijo que Al-Hayya asimiló la noticia y luego expresó unos sentimientos que el líder de Hamás reiteraría posteriormente en público.

“A pesar del dolor de perder a mi hijo, a mi compañero, a mi director de oficina y a los jóvenes que me rodean, a pesar de este dolor, que es un dolor humano natural, no somos de hierro ni de piedra. Lloramos por nuestros mártires; lloramos por nuestras familias; lloramos por nuestros hermanos”, dijo Al-Hayya. Lo que veo a diario de matanzas, tiranía, asesinatos y destrucción en Gaza me hace olvidar el dolor de perder a mis seres queridos, a mis hermanos y a otros. Porque siento que todos ellos son como mis propios hijos.

Si bien Israel justificó públicamente el ataque de Doha invocando el 7 de octubre, el ataque fue, en realidad, un intento de eliminar al equipo negociador de Hamás en un momento crucial, y hacerlo dentro de las fronteras de un país que mediaba en las conversaciones de alto el fuego. En los días previos al bombardeo, la administración Trump, a través de mediadores cataríes, había enviado a Hamás un esbozo de lo que funcionarios estadounidenses afirmaban que era una nueva propuesta de alto el fuego.

La oferta extraoficial del presidente Donald Trump era escasa en detalles, pero su exigencia principal era que todos los cautivos israelíes retenidos por Hamás y la Yihad Islámica Palestina en Gaza fueran liberados de inmediato, no por fases. A cambio, el presidente estadounidense sugería que iba a presionar a Israel para que aceptara un alto el fuego y reanudara el flujo de ayuda humanitaria al enclave. Desde la perspectiva de Hamás, la oferta parecía una trampa, en gran parte porque su lenguaje era vago y evasivo respecto a las condiciones que el acuerdo impondría a Israel para poner fin al genocidio y la campaña de hambruna forzada.

Hamás también había resultado perjudicado por las promesas de Trump. En mayo, emisarios estadounidenses se reunieron directamente con funcionarios de Hamás para negociar la liberación del ciudadano estadounidense y soldado israelí Edan Alexander, quien se encontraba entre los cautivos en Gaza. A cambio, se le dijo a Hamás que Trump exigiría un alto el fuego inmediato y la reanudación del suministro de ayuda a Gaza. Hamás liberó a Alexander y Trump incumplió su promesa.

Aun así, altos líderes de la resistencia palestina reconocieron que la única vía para un fin negociado del genocidio pasaba por Trump, y por esta razón se habían reunido en Doha para discutir la propuesta estadounidense el 9 de septiembre, cuando Israel intentó asesinarlos.

Hamás había aceptado un acuerdo antes del ataque israelí

El 18 de agosto, tres semanas antes del ataque israelí sobre Doha, el equipo negociador palestino había ofrecido concesiones sustanciales y ya había aceptado los términos de una propuesta de alto el fuego de 13 puntos que Trump e Israel exigían. El “marco Witkoff” se redactó originalmente en marzo y lleva el nombre del enviado especial de Trump, Steve Witkoff. La aceptación de los términos por parte de Hamás fue la culminación de meses de negociaciones y conversaciones técnicas tras el abandono unilateral por parte de Israel, el 2 de marzo, del acuerdo original de alto el fuego de enero, la imposición de un bloqueo total sobre Gaza y la reanudación de los bombardeos de tierra arrasada el 19 de marzo. El marco de Witkoff se centraba en un alto el fuego inicial de 60 días con la reanudación de la entrega de ayuda, la liberación de la mitad de los cautivos israelíes, vivos y fallecidos, y la posibilidad de extender el alto el fuego mientras proseguían las negociaciones para poner fin a la guerra.

“Creo que la evaluación que hizo el presidente Trump fue que Hamás no entregaría a los 20 cautivos en Gaza de una sola vez, porque esta es la única carta que Hamás y la resistencia aún tenían”, declaró Mohammed Al-Hindi, el principal negociador político de la Yihad Islámica Palestina, en una entrevista con Drop Site la semana pasada. “Hamás y las facciones, tras consultarnos mutuamente, decidimos aceptar el acuerdo de Witkoff”.

Los negociadores palestinos llegaron a la conclusión de que era importante romper el estancamiento y reducir al mínimo sus límites. Durante meses, los israelíes habían presentado reiteradamente nuevas demandas después de que los negociadores palestinos indicaran la posibilidad de un acuerdo. En un esfuerzo por resolver la cuestión, los negociadores palestinos informaron a los mediadores que aceptarían concesiones sustanciales. Estas incluían la liberación de ocho cautivos israelíes el primer día del acuerdo, la retirada de sus demandas de un plazo claro para la retirada de las fuerzas israelíes del corredor de Filadelfia y la aceptación de una “zona de contención” israelí que rodeara Gaza y se adentrara más en territorio palestino de lo que deseaban. También acordaron avanzar con un acuerdo temporal a falta de una garantía clara de Trump sobre el fin de la guerra. “Si el gobierno israelí se niega ahora a aceptar la propuesta de los mediadores -que es fundamentalmente suya-, expone la verdadera naturaleza de su postura”, declaró Al-Hindi a Drop Site en agosto.

Los negociadores palestinos consideraron que el marco de Witkoff no era sino un plan defectuoso y temporal que dejaba la puerta abierta para que Israel reanudara el genocidio y mantuviera fuerzas significativas dentro de Gaza, sin embargo, el equipo negociador reiteró su posición de que Hamás estaba preparado para entrar en un acuerdo de “todo para todos” para liberar a todos los cautivos israelíes de una vez y firmar una tregua a largo plazo con Israel.

“La pregunta planteada al Sr. Witkoff fue: ¿Cómo define el alto el fuego? ¿Es un alto el fuego permanente o sólo por un tiempo?”, recordó Hamdan. “La respuesta fue: Es un paso hacia el fin de la guerra, pero no es un alto el fuego permanente”, dijo. A pesar de sus reservas, los negociadores palestinos decidieron entonces aceptar los términos y avanzar con lo que esperaban que fuera el inicio de un proceso que pusiera fin a la guerra.

“Incluso cuando aceptamos ese acuerdo el 18 de agosto, en nuestra respuesta dijimos que preferíamos el fin de la guerra y, si eso ocurría, devolveríamos a todos los prisioneros de guerra y los cuerpos de los muertos”, dijo Hamdan. “Sugerimos: ¿por qué no modificar la primera frase, diciendo: ‘En función de este acuerdo, habrá un alto el fuego permanente’, o una declaración del fin de la guerra con un intercambio completo de prisioneros?”

Israel no respondió oficialmente a la aceptación por parte de Hamás del marco de Witkoff ni a su sugerencia de un acuerdo integral. En cambio, se unió a altos funcionarios estadounidenses para hacer afirmaciones falsas de que Hamás se negaba a llegar a un acuerdo, a pesar de haber aceptado lo que, según un alto funcionario catarí, constituía el 98% de las demandas estadounidenses e israelíes.

“Nos sorprendió que Israel lo rechazara, e incluso que Witkoff lo rechazara, intentando responsabilizar a Hamás y a la resistencia palestina”, declaró Al-Hindi. “ Y dieron a Israel otra oportunidad para destruir la Franja de Gaza. Durante este período, Israel intensificó los ataques contra civiles en Gaza -todos ellos crímenes- como si fuera en respuesta a la negativa de las facciones, a pesar de que estas habían aceptado la propuesta”.

Mientras Israel expandía sus operaciones terrestres contra Gaza y lanzaba lo que, según afirmó, sería una invasión a gran escala de la ciudad de Gaza con el objetivo de desplazar por la fuerza a un millón de palestinos, el presidente Trump anunció el 3 de septiembre que presentaría otra oferta “final” a Hamás. Al ignorar que los negociadores palestinos ya habían cedido ante lo que Trump también había llamado la “última oportunidad” para un acuerdo, Estados Unidos entregó un documento de 100 palabras a Hamás, a través de los mediadores cataríes, que exigía la liberación incondicional de todos los cautivos israelíes en Gaza, vivos y muertos. Este intercambio implicaría un alto el fuego de 60 días y un compromiso vago de poner fin a la guerra. “Hamás acoge con satisfacción cualquier iniciativa que contribuya a los esfuerzos por detener la agresión contra nuestro pueblo. Afirmamos nuestra disposición inmediata a sentarnos a la mesa de negociaciones”, declaró el grupo en un comunicado del 7 de septiembre.

Mientras Estados Unidos iniciaba comunicaciones clandestinas con Hamás, afirmando su deseo de llegar a un acuerdo, el jefe del Estado Mayor del ejército israelí, Eyal Zamir, amenazó públicamente con asesinar a los líderes de Hamás fuera de Gaza si la resistencia palestina no se rendía. “La mayoría de los líderes de Hamás residen en el extranjero; vamos a atraparlos también”, declaró.

El 8 de septiembre, mediadores cataríes entregaron a Hamás una versión ampliada de la propuesta de 100 palabras de Trump. Al día siguiente, menos de dos horas después de que los negociadores de Hamás se reunieran en Doha para discutir su respuesta a Trump, Israel lanzó el ataque asesino.

Trump y otros funcionarios estadounidenses afirmaron que Israel no había informado a Estados Unidos con antelación del ataque y que el presidente sólo fue informado por el ejército estadounidense sobre el movimiento de los aviones de guerra israelíes poco antes de los ataques. Esta narrativa es inverosímil, dado que Catar alberga al CENTCOM, junto con importantes activos militares y de inteligencia de Estados Unidos.

Foto de Jeremy Scahill

Catar posee también amplios sistemas de defensa aérea estadounidenses y se coordina rutinariamente con ese ejército, incluso cuando hizo frente a los ataques de misiles iraníes contra la base aérea de Al Udeid en junio de 2025. El 9 de septiembre, Israel no encontró resistencia en sus ataques contra las oficinas de Hamás en Doha. Dos días antes de los ataques israelíes, Trump emitió una declaración ominosa: “He advertido a Hamás sobre las consecuencias de no aceptar. Esta es mi última advertencia, ¡no habrá otra!”, escribió en Truth Social.

“Lo sabían al cien por cien”, dijo Hamdan acerca del conocimiento de Estados Unidos sobre los ataques sobre Doha. “Creo que hubo una especie de luz verde, quizás menos que una autorización, porque Netanyahu les habría dicho antes de hacerlo: ‘Puedo hacer algo que puede cambiar toda la situación. Y si lo hiciéramos, podríais darle a Israel una victoria clara y tendríais oportunidad de parar la guerra’”. Hamdan afirmó que la afirmación de Trump, a posteriori, de haberse opuesto al bombardeo equivalía a una farsa.

El ataque de Doha fue el primer paso en un nuevo intento liderado por Estados Unidos para ayudar a Israel a lograr lo que no había logrado con su guerra genocida: la rendición de la causa de la liberación palestina y la subyugación a largo plazo del pueblo palestino.

Unidad palestina en respuesta al plan de Trump

Si escuchamos a Donald Trump, el acuerdo finalmente firmado por Israel y Hamás el 8 de octubre fue un logro monumental no visto en Oriente Medio en milenios. Celebró su plan de 20 puntos como “uno de los grandes días de la civilización” y se jactó de que traería la “paz eterna a Oriente Medio”.

El plan de Trump era de gran alcance y conllevaba ramificaciones monumentales para el futuro no sólo de Gaza, sino de la liberación palestina en general. En la práctica, resultaba imposible que los negociadores pudieran responder a cada punto del plan con rapidez. En el plano político, Hamás no creyó tener derecho a negociar unilateralmente un acuerdo de este tipo en nombre de todos los palestinos.

El plan de Trump incluía el despliegue de tropas extranjeras y el establecimiento de una junta internacional, con Trump a la cabeza y el ex primer ministro británico Tony Blair a su lado, para dictar los asuntos de Gaza. También dejaba abierta la posibilidad de una presencia militar israelí a largo plazo en Gaza y preveía el desarme total de los palestinos, anulando así su derecho a resistir la ocupación israelí. El mensaje principal de Trump, a ojos de los negociadores, fue que los palestinos debían renunciar a su lucha por la liberación y la autodeterminación y someterse a la subyugación internacional, principalmente estadounidense e israelí.

En realidad, la parte palestina no aceptó todos los términos de Trump. A cambio, Hamás ofreció una respuesta multifacética, fruto de las consultas con una amplia gama de facciones políticas, incluidas aquellas que no controlan fuerzas armadas, en un esfuerzo por responder al presidente Trump con una posición unificada. Si los únicos problemas que enfrentaban los negociadores eran un alto el fuego, la resistencia palestina confiaba en que podrían llegar a un acuerdo. La situación era más compleja porque el alto el fuego propuesto estaba vinculado a lo que los funcionarios de Hamás consideraban cuestiones existenciales para la lucha de liberación nacional e implicaba alcanzar una posición unificada entre las facciones y los negociadores palestinos.

En los días previos al acuerdo de octubre, los negociadores palestinos se enfrentaron a una presión sin precedentes por parte de mediadores árabes e islámicos para que hicieran concesiones significativas y finalmente alcanzaran un acuerdo de alto el fuego. También escuchaban crecientes demandas desde el interior de Gaza para alcanzar un acuerdo que pusiera fin al genocidio. Los jefes de inteligencia turcos y egipcios, junto con altos funcionarios cataríes, les aseguraron que Trump hablaba en serio sobre detener la ofensiva israelí.

Los negociadores palestinos, conscientes de la naturaleza errática de Trump, no dudaban de que este hubiera hecho tales declaraciones a los mediadores regionales. Sin embargo, les preocupaba que, si Trump decidía permitir que Israel reanudara el genocidio después de la liberación de todos los cautivos israelíes, no habría forma de hacer cumplir el alto el fuego.

“Los mediadores regionales son incapaces de obligar a Israel a cumplir ningún compromiso conforme al acuerdo. Esto es algo que enfatizamos: existe una incapacidad, en tal sentido, entre los mediadores regionales”, dijo Al-Hindi. “Por supuesto, los estadounidenses son parciales: están a favor de Israel y lo apoyan. A pesar de algunas diferencias ocasionales, siguen apoyando a Israel”.

En sus deliberaciones, la coalición de facciones palestinas elaboró ​​una estrategia para encontrar el equilibrio: Hamás y la Yihad Islámica -cuyos brazos armados mantenían a los cautivos israelíes y luchaban contra la ocupación israelí- sólo tenían el mandato para llegar a un acuerdo sobre cuestiones directamente relacionadas con el alto el fuego y el intercambio de cautivos. “El punto de inflexión fue que, por primera vez en los últimos dos años, los mediadores y el gobierno estadounidense adoptaron una postura clara: esto significa el fin de la guerra contra Gaza, lo que implica que el genocidio se detendrá”, dijo Hamdan.

Liberar a todos los cautivos con las fuerzas israelíes aún profundamente atrincheradas en Gaza fue una apuesta que la resistencia palestina había rechazado sistemáticamente. Sin embargo, la evaluación interna indicaba que Trump había determinado que poner fin a la guerra activa contra Gaza era una prioridad para él. Esto no se debía a que Trump sintiera un genuino respeto o preocupación por los palestinos, sino a la compleja constelación de intereses en juego: acuerdos comerciales, su relación con las monarquías del Golfo y su aspiración al Premio Nobel de la Paz. También comprendían que Trump reconocía que Israel sería incapaz de rescatar con vida a los 20 cautivos israelíes de Gaza mediante la fuerza militar y que su reputación internacional se encontraba en una situación crítica.

Al-Hindi expuso el pensamiento estratégico a Drop Site:

Desde el principio, no pusimos objeción a liberar a todos los cautivos de inmediato, pero sólo si se garantizaban dos condiciones: el cese de la agresión y la retirada. Estos fueron los dos elementos en los que insistimos en todo momento. Si Israel hubiera aceptado un acuerdo que incluyera el intercambio de todos los cautivos de una vez, ni la Yihad Islámica ni Hamás habrían puesto objeción alguna. Pero fue Israel quien insistió en un enfoque gradual. Y les digo que insistieron porque Netanyahu quiere prolongar la guerra por razones políticas relacionadas con su coalición gobernante en Israel, y también por motivos personales. Así que optó por acuerdos fragmentados: intercambios más pequeños. Pero estábamos dispuestos a liberar a todos desde el primer día si Israel hubiera aceptado, y el precio era poner fin a la guerra y su retirada.

Al-Hindi afirmó que, al tratarse de los términos para negociar el fin del genocidio activo en Gaza, el esquema del plan de Trump estaba “en general en línea con nuestra postura, pero necesitábamos garantías de que la guerra terminaría y de que la retirada se produciría, incluso por etapas”. En una serie de reuniones -que incluyeron a Witkoff y Kushner, así como a mediadores de Qatar, Egipto y Turquía- se informó a los palestinos que Trump hablaba en serio sobre obligar a Israel a poner fin a la guerra.

Durante la semana previa al anuncio del acuerdo, los negociadores de Hamás circularon el texto propuesto entre las facciones palestinas y lo entregaron a los comandantes de las Brigadas Qasam y a los líderes políticos de Hamás en Gaza. A pesar de las reiteradas invitaciones de Hamás y otros, Abás y la Autoridad Palestina se negaron a participar en las deliberaciones. Se llegó a un consenso en que poner fin al genocidio era la prioridad más urgente, pero no podía lograrse a costa de ceder ante las amenazantes demandas de Trump respecto al futuro de Palestina.

“Lo más importante del plan de Trump es el alto el fuego”, declaró el Dr. Mustafa Barghuti, secretario general de Iniciativa Nacional Palestina y destacado líder político, en una entrevista con Drop Site.

Barghuti, excandidato presidencial elegido al parlamento en 2006, lideró los esfuerzos para generar consenso en el panorama político palestino durante el genocidio y participó directamente en la determinación de la respuesta al plan de Trump. Coincidió en que lograr un alto el fuego debía separarse de responder a las demandas más generales de Trump. “El resto debe negociarse de forma que se garantice una verdadera reconstrucción de Gaza y que los palestinos, Gaza y Cisjordania finalmente sean liberados de la ocupación israelí”, declaró Barghuti a Drop Site. “Esa es la cuestión principal, en mi opinión, y es preciso abordarla”.

Por estas razones, Hamás y la Yihad Islámica acordaron una aceptación, con un alcance limitado, únicamente de los términos para poner fin a la guerra en curso, levantar el bloqueo a la entrada de bienes esenciales a Gaza e intercambiar prisioneros. “Esta es la primera fase, y nos comprometemos plenamente a implementarla con éxito”, declaró Al-Hindi, quien participó directamente en las negociaciones. Cualquier acuerdo o respuesta formal sobre la mayor parte de la propuesta de Trump requeriría la participación de todas las facciones palestinas, no sólo de Hamás y la Yihad Islámica, afirmaron los negociadores palestinos.

Al aceptar la Fase 1, Al-Hindi afirmó que los negociadores palestinos comunicaron a los mediadores su deseo de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que especificara el mandato, las funciones y la duración de las fuerzas que entrarían en Gaza. Añadió: “No aceptamos que estas fuerzas operen dentro de la Franja de una manera que entre en conflicto con el pueblo palestino y su resistencia; queremos que sean fuerzas de mantenimiento de la paz. Queremos una redacción clara que vincule Cisjordania con Gaza, no algo ambiguo relacionado con las reformas de la Autoridad Palestina, que Israel y Estados Unidos controlarían”.

Si bien Hamás aceptó la Fase 1 de la propuesta de Trump, declaró el 3 de octubre que las demás fases del plan de Trump “se discutirán dentro de un marco palestino unificado, en el que Hamás participará y contribuirá de forma responsable”.

“Dijimos que todas las cuestiones de la segunda fase son asuntos nacionales que involucran a todas las facciones y fuerzas nacionales que participan en las mismas”, añadió Al-Hindi.

En respuesta a la aceptación de Hamás, Trump ignoró los matices de la respuesta palestina y la calificó como “un GRAN día para el mundo árabe y musulmán, Israel, todas las naciones vecinas y los Estados Unidos de América”. Así comenzó una minigira victoriosa por Oriente Medio, primero para pronunciar un discurso ante la Knéset israelí y luego en Sharm el-Sheikh, Egipto, para la firma de un acuerdo simbólico en la “Cumbre de Paz de Gaza”, un evento que no incluyó ni a palestinos ni a israelíes.

“Esta larga y difícil guerra ha terminado. Hay quien dice que ha durado 3.000 años, otros que 500; sea lo que sea, es la mayor de todas. Y en un logro sin precedentes, prácticamente toda la región ha respaldado el plan de que Gaza será desmilitarizada inmediatamente, que Hamás será desarmado y que la seguridad de Israel ya no se verá amenazada de ninguna manera -declaró Trump ante la Knéset el 13 de octubre-. Así que Israel, con nuestra ayuda, ha ganado todo cuanto ha podido por la fuerza de las armas. Habéis ganado. Habéis ganado. Ahora es el momento de convertir estas victorias contra los terroristas en el campo de batalla en el premio final de paz y prosperidad para todo Oriente Medio. Ya era hora de que pudierais disfrutar de los frutos de vuestro trabajo”.

Hamás cumplió con su parte del acuerdo limitado y liberó a los 20 cautivos israelíes vivos el día que Trump aterrizó en Israel. También devolvió los cuerpos de la mayoría de los fallecidos y ha estado cooperando con equipos internacionales para localizar a los pocos que aún permanecen sepultados bajo los escombros de los bombardeos israelíes. “En Sharm el-Sheij, recibimos un compromiso claro de la administración estadounidense, y Witkoff y el yerno de Trump, Jared Kushner, nos informaron directamente de que el presidente Trump tiene plena garantía de que todos esos acuerdos se iban a cumplir al cien por cien”, recordó Hamdan.

En lo que a Israel concierne, ha violado repetidamente el alto el fuego, asesinando a 340 palestinos en Gaza desde el 10 de octubre y negándose a permitir la entrada al enclave de los suministros básicos acordados. Según los términos del acuerdo, Israel liberó a casi 2.000 palestinos del cautiverio israelí y devolvió los cuerpos de 330 fallecidos. Muchos de ellos presentaban signos de tortura y ejecución extrajudicial. A algunos, según funcionarios médicos, se les habían extirpado los órganos quirúrgicamente. Los palestinos liberados salieron de las cárceles y bases militares israelíes demacrados, enfermos -algunos con extremidades u ojos amputados- y con historias de torturas atroces.

Las fuerzas de ocupación israelíes permanecen atrincheradas en más de la mitad del territorio de Gaza y sus líderes siguen difundiendo el mensaje de que su guerra de aniquilación y conquista continuará hasta que los palestinos se rindan. Funcionarios israelíes afirman que están construyendo infraestructuras en el este de Gaza y que prevén permanecer allí en un probable futuro. “Hay un alto el fuego, pero Israel sigue destruyendo las casas, los restos de las casas en Gaza. Esto significa que quieren convertir Gaza en un lugar donde nadie pueda vivir”, dijo Hamdan. “¿Es eso una señal de una oportunidad para la paz? Creo que le están mostrando a la gente que no hay forma de seguir viviendo en su tierra a menos que resistan”.

El golpe de Estado de Trump en la ONU: un sello inventado de legitimidad internacional

Desde la firma del acuerdo la administración Trump se ha esforzado por encontrar una vía para hacer cumplir su agenda más amplia, concretamente su compromiso de desarmar a la resistencia palestina y desmilitarizar Gaza. Si bien los países árabes e islámicos respaldaron públicamente los esfuerzos de Trump, ninguno de ellos se ha comprometido a proporcionar tropas en un despliegue que corre el riesgo de luchar contra los combatientes de la resistencia palestina. Hamás, la Yihad Islámica y otros líderes palestinos han sido claros al afirmar su disposición a la presencia de una fuerza internacional bajo los auspicios de las Naciones Unidas, pero sólo si su único mandato es hacer cumplir el alto el fuego.

“No nos oponemos a la presencia de fuerzas internacionales, pero para el mantenimiento de la paz, como la FPNUL en el Líbano. Fuerzas que mantengan la paz en la región”, declaró Al-Hindi. “Pero si su función se extiende a asuntos internos de la Franja de Gaza -gestionar la ayuda y su distribución, proteger a los civiles o entrenar a la policía palestina-, todas estas funciones abren la puerta a la interferencia y la fricción entre estas fuerzas y el pueblo palestino dentro de Gaza. Para mantener la estabilidad en la región, estas fuerzas deben ser fuerzas de mantenimiento de la paz que se interpongan entre los israelíes y la Franja de Gaza”.

El 3 de noviembre, la administración Trump comenzó a circular un borrador de resolución de la ONU con la esperanza de otorgarle a Trump un fuerte impulso de legitimidad internacional para implementar su agenda. El objetivo central de este esfuerzo era obtener el respaldo formal de la ONU a la “Junta de Paz” de Trump, convirtiéndolo en el virrey de facto del territorio. Sin embargo, Estados Unidos no quería que una fuerza internacional quedara bajo el mando o la supervisión de la ONU. En los días siguientes, la administración Trump trabajó entre bastidores para presionar a los países árabes y otros países islámicos para que se unieran a su campaña. Los líderes palestinos consideraron que esta situación era peligrosa.

“Hay tres principios en los que todos coincidimos como fuerzas palestinas, con la parte egipcia y con los mediadores”, declaró Barghuti. Una es que Gaza será gobernada por los propios palestinos, no por una autoridad extranjera. Segunda, que Gaza no debe separarse de Cisjordania. Y tercera, que la fuerza internacional de la que hablan debe ser una fuerza de paz de la ONU para observar el alto el fuego, para separarnos de los israelíes y garantizar la retirada completa de Israel de Gaza. Estos son los principios que deben regir cualquier propuesta en las Naciones Unidas. Barghuti añadió: “No debemos volver a aceptar ningún tipo de dominio extranjero sobre nosotros. No necesitamos de nuevo el colonialismo y, sobre todo, no necesitamos que Tony Blair venga a gobernarnos”.

En el período previo a la votación, Trump logró una victoria diplomática cuando la resolución fue respaldada por una coalición de países islámicos: Catar, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Indonesia, Pakistán, Jordania y Turquía. También consiguió un respaldo pírrico del gobierno del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, que nominalmente gobierna partes de la Cisjordania ocupada y es sumamente impopular entre los palestinos. Abás también controla el escaño de observador no miembro del “Estado de Palestina” en la ONU. De esa forma, Trump podría afirmar que “los palestinos” e Israel estaban del mismo lado.

Israel, que no logró derrotar ni desarmar a la resistencia palestina en Gaza durante dos años de genocidio, quería que la entrega de ayuda o cualquier retirada israelí estuviera vinculada al desarme palestino, un término consagrado en el lenguaje vago del plan de Trump. Netanyahu no ha ocultado su desprecio por la ONU, que ha aprobado cientos de resoluciones a lo largo de las décadas condenando el régimen de apartheid israelí. En septiembre, en la Asamblea General, calificó a la ONU de “pantano de bilis antisemita”. Sin embargo, Netanyahu vio una oportunidad estratégica en que la ONU respaldara el desarme de la resistencia palestina y la desmilitarización de Gaza, especialmente si se producía sin la participación real de la ONU.

El 17 de noviembre el Consejo de Seguridad se reunió para votar sobre la resolución. El enviado de Estados Unidos ante la ONU, Mike Waltz, dijo a los Estados miembros que el genocidio se reanudaría si el Consejo no cedía a las demandas de Trump, afirmando que “un voto en contra de esta resolución era un voto para volver a la guerra”.

En una medida sin precedentes, el Consejo aprobó el despliegue de una fuerza internacional que no operaría bajo la bandera de la ONU, sino que estaría comandada y controlada por Trump y su autoproclamada Junta de la Paz. La ONU, en efecto, suscribió la postura de Trump de que los palestinos debían ser despojados de su derecho a la resistencia armada contra la ocupación y el apartheid. La resolución establece que las fuerzas de ocupación de Trump estarían autorizadas a operar con el respaldo de la ONU hasta finales de 2027, fecha en la que su mandato podría renovarse.

“Tenemos experiencia en estos asuntos. Cualquier cosa ‘renovable’ puede continuar indefinidamente y no ser temporal. Puede durar largos períodos”, declaró Al-Hindi, subdirector de la Yihad Islámica y cofundador del movimiento. “Con Oslo, dijeron que era prorrogable por cinco años, pero ya han pasado más de 30 años, y aún vivimos bajo Oslo”.

La resolución, aprobada sin objeciones, no contenía instrucciones vinculantes ni un mapa detallado para la retirada completa de las fuerzas israelíes, lo que consolida aún más la ocupación israelí indefinida de amplias zonas de Gaza. Establece que Israel colaboraría con Egipto y las tropas internacionales para “estabilizar un entorno de seguridad en Gaza” mediante el desarme de Hamás y otras fuerzas de la resistencia palestina.

Si bien Trump logró la victoria en la ONU, la implementación de su plan podría resultar complicada. A finales de octubre, Trump afirmó en Truth Social que varios Estados árabes “me han informado explícita y firmemente, con gran entusiasmo, que acogerían con agrado la oportunidad, a petición mía, de entrar en GAZA con una fuerza considerable para ‘meter en vereda a Hamás’ si continúa actuando mal, violando su acuerdo con nosotros”.

No obstante, varios Estados árabes clave, como Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Jordania, junto con la Liga Árabe, han sugerido que no enviarán tropas en una misión para desarmar a los palestinos. Funcionarios estadounidenses han reconocido discretamente que, por ahora, les cuesta convencerlos de que cambien de postura. Sin embargo, algunos de estos actores no han descartado por completo participar en una fuerza internacional y han solicitado mayor claridad sobre el alcance de la misión. El gobierno ha mantenido conversaciones con países islámicos no árabes, como Indonesia, Turquía, Pakistán y Azerbaiyán, pero ningún país se ha comprometido públicamente a participar en el actual programa. Incluso si algunos países ofrecen tropas, es probable que Trump tenga que recurrir a contratistas militares privados para reforzar su fuerza.

“Creo que los Estados árabes e islámicos que supuestamente iban a participar en dichas fuerzas rechazan la entrada a la Franja de Gaza con el fin de desarmar a la resistencia palestina”, declaró Al-Hindi. “Esa es la tarea de Israel, una tarea que no ha logrado durante dos años. ¿Deberían venir esas fuerzas a hacer el trabajo sucio en nombre de Israel?”. Añadió: “Cualquier plan que hable de quitarle las armas al pueblo palestino -es decir, quitarle su voluntad, porque las armas son esencialmente una expresión de voluntad- y llevarlos a un punto en que crean que la resistencia es inútil será un plan fallido”.

Tanto Trump como Netanyahu han presentado la cuestión del desarme palestino como un hecho consumado en sus agendas para Gaza, como si los palestinos se hubieran rendido. En consecuencia, Israel persiste en su amenaza de continuar la guerra si Gaza no se desmilitariza.

“Francamente, declaraciones de este tipo suelen ser mera retórica que no refleja la realidad”, declaró Musa Abu Marzuk, miembro fundador de Hamás, en una entrevista con Drop Site. Si has luchado durante dos años contra un movimiento de resistencia y aun así no has logrado erradicarlo definitivamente, ¿es posible que logres lo que deseas en la mesa de negociaciones sobre este tema? Creo que es muy difícil. Por lo tanto, tendrán que reducir considerablemente sus expectativas al respecto.

Si bien la resolución menciona el establecimiento de un comité tecnocrático palestino apolítico en Gaza, este operaría bajo la supervisión de un comité designado por Trump, lo que en la práctica sometería el gobierno de Gaza a un control extranjero. “Las Naciones Unidas están subordinadas únicamente a los intereses de Estados Unidos e Israel -debido al dominio estadounidense- y cualquier cosa que no beneficie a Estados Unidos o a Israel no puede ser aprobada en el Consejo de Seguridad”, declaró Ihsan Ataya, miembro del buró político de la Yihad Islámica Palestina. “Es inaceptable imponer a nuestro pueblo la visión israelí-estadounidense envuelta en una fachada de la ONU”.

Trump también ha calificado sus planes para Gaza como un acuerdo comercial, alardeando de todos los compromisos de inversión que ya ha recibido. Desde que en febrero lanzó por primera vez su idea de transformar Gaza en una “Riviera de Oriente Medio” propiedad de Estados Unidos, ha hablado con frecuencia del potencial inmobiliario de una Gaza “frente al océano”. Su actual plan de “reconstrucción” se centra en un plan multimillonario de inversión privada y pública con fines de lucro.

“El problema también radica en la presidencia por Trump de la ‘Junta de la Paz’, cuya primera misión es establecer un fondo para recaudar fondos y reconstruir Gaza. Esto significa que todos los fondos recaudados a nivel mundial se destinarán a este fondo, que será controlado por el propio Trump”, declaró Ataya a Drop Site. “Gracias a la astucia y el engaño del presidente estadounidense, ha vinculado su nombre a esta junta de tal manera que le da la autoridad para seguir al frente de la misma incluso después de dejar la presidencia de Estados Unidos. Así, Gaza se convertiría en la práctica en el proyecto económico de Trump”.

Rusia y China, que propusieron una resolución alternativa, se retractaron rápidamente, decidieron no vetar el plan de Trump y, en cambio, se abstuvieron, sellando su aprobación.

“Felicitaciones al mundo por la increíble votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, hace apenas unos momentos, que reconoce y respalda la JUNTA DE PAZ, que presidiré e incluirá a los líderes más poderosos y respetados del mundo”, escribió Trump en Truth Social después de la votación. “Esta será una de las mayores aprobaciones en la historia de las Naciones Unidas, conducirá a una mayor paz en todo el mundo y es un momento de proporciones verdaderamente históricas”.

Netanyahu celebró la resolución y declaró: “Creemos que el plan del presidente Trump conducirá a la paz y la prosperidad, ya que insiste en la desmilitarización total, el desarme y la desradicalización de Gaza”. Predijo que el plan de Trump, con el respaldo de la ONU, “conducirá a una mayor integración de Israel y sus vecinos, así como a la expansión de los Acuerdos de Abraham”.

El portavoz de Netanyahu, Shosh Bedrosian, declaró: “Gaza será desmilitarizada y Hamás será desarmado. Esto ocurrirá por las buenas o por las malas. Ahora bien, en cuanto a un Estado palestino, nuestra oposición se mantiene firme, válida y no ha cambiado un ápice”.

Una amplia coalición de facciones palestinas, que incluye a casi todas las organizaciones políticas y movimientos de resistencia excepto Fatah de Abbas, emitió una declaración conjunta denunciando la resolución, calificándola de “decisión respaldada por Estados Unidos que viola los marcos internacionales de seguridad y allana el camino para acciones israelíes sobre el terreno contra la voluntad del pueblo palestino”. Afirmaron el derecho del pueblo palestino a la resistencia armada y caracterizaron el despliegue de una fuerza extranjera como “una nueva herramienta de agresión contra nuestro pueblo y la continuación de su genocidio”.

Hamás emitió una declaración por separado en la que afirmaba que la resolución busca imponer un “mecanismo de tutela internacional sobre Gaza”, y añadió que el despliegue de una fuerza con el mandato de desarmar a los palestinos “lo convierte de un actor neutral en un socio en la ejecución de la agenda de la ocupación”. Se afirma que la resolución codifica una estructura en la que la entrega de alimentos, medicinas y otros artículos esenciales para la vida, así como los esfuerzos de reconstrucción, “siguen sujetos a la politización, el chantaje y la subyugación”.

Con esta resolución, los palestinos se encuentran ahora en un momento histórico: una batalla por la supervivencia y la liberación contra el eje estadounidense-israelí, respaldado formalmente por muchas naciones árabes y aprobado por la Autoridad Palestina, que opera sin mandato popular. Esto equivale a un esfuerzo por desarmar toda la causa de la liberación palestina y externalizar su futuro a un nebuloso comité exterior presidido por Trump.

“Nadie -especialmente los estadounidenses, también los europeos y lamentablemente algunos árabes- quiere que haya resistencia ante Israel en la región. La resistencia los avergüenza”, declaró Al-Hindi. “Por lo tanto, el objetivo final es que el pueblo palestino pierda su resistencia. Si perdemos la resistencia y la capacidad de resistir, la causa palestina está liquidada. Lo que protege al pueblo palestino es su resistencia. La cuestión no son los nombres de Hamás o Yihad Islámica: el pueblo palestino resiste porque el enemigo, Israel, lo ataca continuamente”.

La trampa del desarme

En un discurso pronunciado el 6 de noviembre en una conferencia empresarial en Miami, Witkoff afirmó que Estados Unidos estaba inmerso “en pleno proceso de desmantelamiento de armas: un programa de desmilitarización y amnistía”. También afirmó que Hamás se había comprometido con el desarme y la entrega de sus armas a la fuerza internacional de Trump. “Hamás ha indicado siempre que se desarmaría. Lo han dicho; nos lo dijeron directamente durante la famosa reunión que Jared tuvo con ellos”, declaró Witkoff. “Hamás ha dicho siempre que vamos a necesitar que la fuerza de seguridad internacional venga aquí y sea el eslabón al que le entreguen las armas”.

En la entrevista con Drop Site, Hamdan negó rotundamente que Hamás hubiera hecho tal promesa. “No. No sé qué está diciendo, pero no dijimos nada de eso, porque toda la delegación estaba allí y nadie lo dijo”, afirmó Hamdan. “Si quieren negociar, eso llevará tiempo, más allá de los cuatro días de negociaciones” que condujeron al acuerdo de Sharm el-Sheij. “Tenemos que hablar con nuestros hermanos y otras facciones. Y cuando alcancemos un entendimiento nacional al respecto, comenzaremos a hablar con los mediadores y los estadounidenses”. El Departamento de Estado no respondió a una solicitud de comentarios sobre las afirmaciones de Witkoff y la negación de Hamás.

Entre las facciones de la resistencia palestina, existe un amplio consenso de que Netanyahu quiere utilizar la cuestión del desarme para justificar la continuación de la guerra de aniquilación en Gaza. A pesar del alto el fuego, Israel lo explotará para extender sus ataques contra Gaza, como lo ha hecho repetidamente en el Líbano. Los palestinos argumentan que el desarme no se trata realmente de las armas en sí, sino de un intento de obtener legitimidad para imponer una rendición que Israel no pudo lograr ni con más de dos años de bombardeos masivos y operaciones terrestres, ni con 77 años de ocupación y limpieza étnica. La resolución de la ONU, afirman, codifica efectivamente este proyecto.

“Rechazamos esta resolución y cualquier resolución que etiquete a la resistencia como terrorismo, conceda al enemigo sionista el derecho a atacar al pueblo palestino en Gaza con pretextos endebles y le otorgue la absoluta autoridad en materia de seguridad que esta resolución le otorga”, declaró Ataya. “Es natural que Estados Unidos busque ofrecer un servicio al enemigo sionista, ya que no pudo eliminar la resistencia durante la guerra. Por lo tanto, está trabajando para desarmar la resistencia y eliminar las fuentes de su fortaleza”.

Foto de Jeremy Scahill

Si sólo se escucha el relato israelí sobre las armas que posee la resistencia palestina en Gaza, probablemente se concluiría que poseen un sofisticado arsenal de armas avanzadas capaces de amenazar la existencia misma de Israel. Como ha sucedido desde la imposición del asedio a Gaza en 2006, la realidad es que Hamás y la Yihad Islámica operan, en su gran mayoría, con armas caseras fabricadas clandestinamente dentro de Gaza. Casi la totalidad del suministro de cohetes disparados contra Israel se ha agotado durante los últimos dos años de guerra, y los combatientes de la resistencia utilizan armas pequeñas, artefactos explosivos improvisados ​​de fabricación casera, munición israelí reutilizada y lanzagranadas propulsadas por cohetes.

El intento de Israel de presentar las armas en poder de la resistencia palestina como algo más que una defensa contra la invasión y la ocupación no tiene fundamento, afirmó Abu Marzuk.

“Los propios israelíes aseguraron haber eliminado la mayoría de las brigadas Qasam en Gaza -en el norte, en Jan Yunis y en Rafah- y que prácticamente no queda ningún miembro de las Brigadas Qasam. El presidente Trump afirmó que 25.000 miembros de las brigadas Qasam fueron asesinados, y su número es aproximadamente de ese orden”, añadió. Israel también anunció recientemente que la mayor parte de la capacidad militar de Hamás fue destruida; afirmaron que el 90% de su capacidad fue aniquilada. Por tanto, si destruyeron el 90% de la capacidad militar de Hamás y mataron a la mayoría de los combatientes de Qasam, como dice el presidente Trump, ¿a quién van a desarmar y dónde están las armas que afirman van a retirar cuando ya las destruyeron?

“Les digo que no hay armamento pesado. Incluso las municiones antitanque son fabricadas por jóvenes palestinos dentro de Gaza. En cuanto a los rumores de contrabando y similares, todo esto es pura palabrería que Israel difunde en los medios para presentar a Gaza como si poseyera un gran poder militar”, dijo Al-Hindi. “Por ejemplo, las Yasin 105 (granadas propulsadas por cohetes), los jóvnes las fabrican dentro de la Franja de Gaza, y pueden fabricarlas en cualquier momento. Los morteros se fabrican dentro de Gaza, y luego están los artefactos explosivos improvisados ​​(IED), que también se fabrican dentro de la Franja”.

A lo largo de las negociaciones para un acuerdo que ponga fin a la guerra de Gaza, los negociadores palestinos han expresado repetidamente su postura sobre el tema de las armas y han dejado claro que están abiertos a una tregua a largo plazo, impuesta internacionalmente, durante la cual las fuerzas de la resistencia no participarán en ninguna operación ofensiva.

“Las armas presentes en Gaza son principalmente las armas de la voluntad”, declaró Al-Hindi. “Siempre que se necesitan armas, los jóvenes las fabrican de inmediato, y su determinación es férrea. Por lo tanto, hablar de entregar armas no es práctico, no es realista y carece de sentido, porque en cualquier momento, si hay voluntad y si hay agresión, y el pueblo palestino quiere defenderse, se pueden fabricar armas fácilmente dentro de Gaza”.

Si bien Hamás niega haber llegado a ningún acuerdo sobre armas, la postura de la resistencia palestina tiene matices. A lo largo de las negociaciones para poner fin al genocidio, Israel ha exigido el desarme total y el desmantelamiento de Hamás. Los grupos de la resistencia han afirmado que esta es una línea roja y equivaldría a una rendición de la causa de la liberación y la autodeterminación. Al mismo tiempo, han comunicado a los mediadores, así como a funcionarios estadounidenses en conversaciones directas, que están abiertos a acuerdos con certificación y supervisión internacional que impliquen la desactivación efectiva de las armas en poder de la resistencia, aunque no su entrega. Sin embargo, advierten, la resistencia sólo haría esto en el contexto de una tregua a largo plazo con Israel y un cese total de los ataques militares contra los palestinos.

“Cuando la delegación negociadora discuta la cláusula relativa a la entrega de armas, la pregunta será: ¿A quién entregaremos estas armas?”, dijo Ataya. “¿Existe un Estado o un gobierno palestino que defienda a nuestro pueblo en Gaza para que podamos entregarle nuestras armas? ¿O deberíamos entregarlas a nuestro enemigo y rendirnos? ¿Es concebible que la resistencia -que no fue derrotada en la guerra, que el enemigo no logró erradicar y que se vio obligada a negociar con sus líderes un acuerdo de intercambio de prisioneros- alce ahora la bandera blanca, se rinda y se ponga la soga al cuello?”.

Al-Hindi, por su parte, afirmó: “El asunto de las armas no es tema de discusión, lo que significa que la entrega de las armas no es negociable, pero la aparición o el uso de armas es algo que sí se puede discutir. Es decir, ningún tipo de arma aparecería en las calles palestinas, y la policía y las fuerzas de seguridad palestinas tendrían pleno control sobre ellas. Los centros de entrenamiento para los combatientes de la resistencia desaparecerían, las armas se almacenarían y firmaríamos una tregua con una duración definida. Pero la idea de que entregáramos nuestras armas… ¿qué armas hay siquiera en Gaza, para empezar?”.

Hamdan reiteró una postura articulada consistentemente por Hamás: los grupos de resistencia armada no tendrán sentido si se establece un Estado palestino con un ejército nacional capaz de defenderse. “Entre los palestinos, incluida la resistencia, hay una idea muy simple y clara: Somos una nación bajo ocupación. Si la liberación de la ocupación puede ocurrir pacíficamente, será beneficioso para los palestinos”, declaró. “No queremos que mueran más palestinos. De hecho, no queremos que muera nadie. Ni hoy, ni ayer, ni desde el primer día de 1948. Pero la historia de la ocupación demuestra claramente que Israel no está dispuesto a rendirse. Si quieren que entreguemos las armas, ¿qué sigue? No hay respuesta. Significa que nos matarán o nos expulsarán”.

Un funcionario israelí sugirió recientemente a la CNN que a Israel le preocupa que la administración Trump pueda, en última instancia, avanzar con la reconstrucción -y otros aspectos del plan estadounidense- sin abordar de forma concluyente el desarme.

Al-Hindi, un pediatra que ha dedicado su vida a construir la resistencia palestina y ha negociado acuerdos previos con Israel, cree que Israel se verá obligado finalmente a aceptar un compromiso sobre el desarme como parte del plan de Trump. “Lo que buscan es un mensaje simbólico y psicológico para poder decirle al mundo que derrotaron a la resistencia palestina y que la resistencia es inútil”, declaró Al-Hindi. “Eso es algo que nunca conseguirán”.

Israel desenmascarado

En muchos sentidos, el plan de Trump para Gaza salvó a Israel de sí mismo. Si bien Israel logró matar a 70.000 palestinos -una cifra oficial de muertos confirmados que probablemente sea mucho mayor- y arrasar grandes franjas de Gaza, no logró la victoria militar prometida por Netanyahu. Israel no logró recuperar por la fuerza a sus cautivos retenidos en Gaza y tuvo que firmar un acuerdo negociado con una insurgencia compuesta principalmente por guerrilleros que calzaban sandalias y atacaban a las tropas de ocupación con armas caseras.

El plan de Trump ofreció a Israel la oportunidad de preservar su agenda de aniquilación contra los palestinos bajo la bandera de la legitimidad ofrecida por la coalición de Estados árabes e islámicos que Trump atrajo para apoyar su agenda. Esto culminó con la obtención de la reciente resolución de la ONU sin condiciones. Con la reputación de Israel destrozada por su guerra genocida, Trump intervino para presentar deshonestamente toda la operación como un precursor trascendental de la paz histórica en la región.

“Estos dos últimos años de genocidio han demostrado que Israel no es tan fuerte como afirma ante el mundo. Sin el apoyo estadounidense y occidental -armas, inteligencia y todos esos recursos- Israel no podría haber resistido a las pequeñas facciones en Gaza. Israel no podría mantenerse por sí solo; necesita a Occidente”, declaró Al-Hindi. Israel se ha convertido en un Estado racista, que comete crímenes abiertamente ante el mundo entero y está siendo perseguido en tribunales internacionales. Este es el nuevo Israel. El Israel que una vez alineó su ideología y las creencias de su pueblo con su imagen de sí mismo, su visión del mundo y sus políticas globales, se ha convertido ahora en un Estado plagado de divisiones internas.

Hamdan afirmó que, si bien la agenda de Trump coincide en gran medida con la de Israel, Netanyahu sigue preocupado de que el fin de la guerra de Gaza pueda, en última instancia, amenazar su control del poder. “Los israelíes siguen intentando socavar el acuerdo. Netanyahu entiende que, si se detiene la guerra, la situación se volverá en su contra. Acudirá a los tribunales por sus problemas penales. La comunidad internacional hablará sobre la Corte Internacional de Justicia y la orden de la Corte Penal Internacional”, declaró Hamdan. “Él entiende que esto le resultará contraproducente a nivel político. Por eso, quiere mantener la situación inestable por motivos personales y también políticos, porque no podemos olvidar que, durante los últimos dos años, habló claramente de un ‘gran Israel’. Y un gran Israel no se crea mediante la paz. Debe crearse mediante la guerra”.

Al-Hindi cree que el mundo ha comprendido la verdadera naturaleza de la posición de Israel en la región, y que la campaña de propaganda de varias décadas para retratar a los palestinos como terroristas está siendo desmantelada como resultado directo de la guerra genocida de Israel en Gaza, afirmó.

“La resistencia palestina consiste en movimientos de liberación nacional en una fase de liberación nacional; esa es la lectura correcta y la definición fundamental. Somos movimientos de resistencia nacional y nuestra lucha es dentro de Palestina, solo dentro de Palestina y desde Palestina”, afirmó. “Quien representa un peligro político es Israel, porque es un proyecto hegemónico que busca debilitar a todos”, añadió. “Nuestra lucha es contra Israel y dentro de Palestina, y nos estamos defendiendo. Somos movimientos de liberación nacional, y estamos dispuestos a establecer relaciones con todos sobre esa base”.

El arco de la historia no comenzó el 7 de octubre y no terminará con el plan colonial de Trump. Hamdan reconoce que el camino por delante está lleno de riesgos y peligros, pero también cree que los últimos dos años de genocidio han enviado al mundo el mensaje de que los palestinos nunca abandonarán su lucha por la independencia.

“Según nuestra historia, hubo momentos en que todos creyeron que los palestinos estaban derrotados y se alzaron de nuevo”, dijo. “Si alguien cree que puede obligar al pueblo palestino a renunciar a sus derechos, se equivoca. No estamos derrotados. Y no estamos muy lejos de ver un Estado palestino independiente y soberano, inshallah”.

Jeremy Scahill es un periodista de Drop Site News que fue cofundador de The Intercept. Es reportero de investigación, corresponsal de guerra y autor de “Dirty Wars: The World Is a Battlefield” y “Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army”. Ha informado desde Afganistán, Iraq, Somalia, Yemen, Nigeria, la antigua Yugoslavia y otros lugares del mundo. Jawa Ahmad es investigador de temas de Oriente Próximo en Drop Site News.

Texto en inglés: Drop Site News, traducido por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/11/23/las-armas-del-poder-de-la-voluntad-hamas-y-la-yihad-islamica-sobre-el-plan-de-trump-para-gaza/