Muchos esperaron con inusual expectativa la realización en la Habana de las conversaciones sobre Migración entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba en el mes de febrero, luego de que las mismas fueran suspendidas en el pasado diciembre. Estaba claro, que el encuentro pondría sobre el tapete la posibilidad o no de que […]
Muchos esperaron con inusual expectativa la realización en la Habana de las conversaciones sobre Migración entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba en el mes de febrero, luego de que las mismas fueran suspendidas en el pasado diciembre. Estaba claro, que el encuentro pondría sobre el tapete la posibilidad o no de que se lograran pasos de avances en el diferendo histórico entre las dos naciones, a la par que se podría evaluar la disposición de la administración de Obama de cambiar su política con respecto a Cuba.
Es cierto que, aunque muchos fueron presa de optimismo, los que hemos conocido la naturaleza del imperialismo yanqui y la esencia de su política anticubana, siempre supimos que la delegación norteamericana no estaría dispuesta a analizar los problemas de fondo y reduciría su rol a abordar aspectos meramente técnicos. Se mantendría, por supuesto, el mismo lenguaje prepotente e injerencista de los representantes norteamericanos, empleado en pasados encuentros entre ambas partes.
En el trasfondo de la visita de Craig Kelly, Subsecretario Asistente Principal para el Hemisferio Occidental y la máxima autoridad norteamericana que ha visitado la Isla, estaba preparada la sucia maniobra, el golpe bajo e irrespetuoso, la provocación descarada y la clara intención de viciar el carácter del encuentro. Era la manera especial de demostrar la nueva política asumida por EE UU con Obama: mezclar las maneras refinadas y complacientes, con la más burda intromisión.
Sin embargo, haciendo una breve valoración sobre estas conversaciones, lo positivo fue que cada parte dijo lo que tenía que decir, abordándose las posiciones de cada una de manera franca y abierta, lo que constituyó lo más valioso del encuentro, pues permitió evaluar a cada una de las diferentes apreciaciones existentes y la posibilidad, real o no, de llegar a acuerdo alguno. Hubo intransigencia, es cierto, pero los puntos de vista fueron expresados, al menos, y eso es un paso de avance.
Con independencia de las provocaciones posteriores de la parte norteamericana que analizaré en este artículo, soy partidario de que la mejor manera de solucionar diferendos siempre será la mesa de intercambios. Se superó el impasse de seis años mantenido por la administración de Bush y reiniciado en julio de 2009 con Obama en la Casa Blanca. Esto es positivo, sin lugar a dudas.
LAS POSICIONES DE LAS PARTES.
Una nota de prensa, emitida el 19 de febrero de este año por la SINA y firmada por Philip J. Crowley, Subsecretario de Estado para las Relaciones Públicas, parecía ser el colofón de las actividades de la parte norteamericana durante las conversaciones con su contraparte cubana en la Segunda Ronda de Conversaciones sobre Migración, celebrada en la Habana.
Cada parte por supuesto, ofreció su precepción sobre dicho encuentro.
La parte norteamericana, mediante la referida nota, expuso algunos de sus puntos de vista y posiciones durante el diálogo:
«La delegación de los Estados Unidos, por separado, abordó el caso del ciudadano estadounidense detenido en Cuba el 4 de diciembre y pidió su liberación inmediata» , refiriéndose al caso del contratista Allan P. Gross, detenido en diciembre en el Aeropuerto Internacional José Martí, cuando pretendió introducir en Cuba sofisticados medios de comunicación para ser empleados por miembros de la contrarrevolución interna, cumpliendo instrucciones de la USAID.
Aparentado estar interesados en una discusión sincera y abierta, la nota norteamericana, señaló: «La participación en estas conversaciones pone de manifiesto nuestro interés en la búsqueda de un debate constructivo con el gobierno de Cuba para promover los intereses de los Estados Unidos en asuntos de conveniencia mutua».
En relación con tema migratorio, a tenor con los acuerdos migratorios entre ambas naciones, firmados en 1994, la nota de EE UU reconoció avances al respecto, aunque dejó entrever la existencia de algunas dificultades todavía existentes según ellos, cuando: «destacó los aspectos positivos de la cooperación en el tema de la migración, a la vez que identificó los asuntos que han devenido obstáculos para la total implementación».
Dentro de las peticiones de la delegación de EE UU existía la referida al interés de su gobierno de que Cuba garantizara a la SINA: 1) «operar total y efectivamente», 2) «comprobar el bienestar de los emigrantes repatriados» y 3) «el gobierno de Cuba acepte la repatriación de los nacionales cubanos que son excluibles por motivos penales».
La delegación de Estados Unidos no pudo menos que considerar, de manera clara y precisa, a «estas conversaciones como un medio para obtener resultados prácticos y positivos que contribuyan a la total implementación de los Acuerdos y a la seguridad de los ciudadanos de ambos países».
Por su parte, la delegación cubana, encabezada por el viceministro de Relaciones Exteriores Dagoberto Rodríguez, mantuvo las mismas posiciones expuestas en Nueva York, en julio de 2009, durante la Primera Ronda sobre Asuntos Migratorios, con respecto al controvertido tema. Cuba ha mantenido siempre la posición de garantizar una emigración legal, segura y ordenada, entre ambas naciones, así como lograr la adecuada coordinación para el enfrentamiento al tráfico ilegal de personas, lo que fue ratificado por la parte cubana en el encuentro.
Como aspecto esencial, la delegación cubana mostró su preocupación, y no es la primera vez que lo hace, sobre la permanencia de la Ley de Ajuste Cubano y la política de pies secos-pies mojados, como factores entorpecedores de los acuerdos de 1994, por cuanto se convierten en factor de estímulo a la emigración ilegal y al tráfico de personas.
Entre las propuestas de la delegación cubana estuvo la reiteración de que EE UU debe autorizar más plazas en la Sección de Intereses de Cuba en Washington, para mejorar y dinamizar la actividad consular en la misma.
En la Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores del 20 de febrero de 2010, se expusieron las posiciones mantenidas por Cuba en dicho encuentro y otros temas sugeridos por la parte cubana:
«Adicionalmente, la delegación de Cuba reiteró los temas esenciales a abordar en un eventual proceso de diálogo dirigido a mejorar las relaciones: el levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero; la exclusión de Cuba de la espuria lista de países terroristas; la abrogación de la Ley de Ajuste Cubano y la «política de pies secos-pies mojados»; la compensación por daños económicos y humanos, la devolución del territorio ocupado por la Base Naval de Guantánamo; el fin de las agresiones radiales y televisivas desde los Estados Unidos contra Cuba, y el cese del financiamiento a la subversión interna.»
«La delegación cubana abordó a fondo, como tema esencial en esa agenda la solicitud de liberación de los Cinco antiterroristas cubanos que sufren, desde hace once años, injusta prisión en los Estados Unidos por luchar contra el terrorismo.»
ESPALDARAZO A LA CONTRARREVOLUCION CUBANA
Al culminar el encuentro con las autoridades cubanas, los representantes de EE UU, con Craig Kelly a la cabeza, realizaron un encuentro con decenas de contrarrevolucionarios en la residencia del jefe de la SINA, Jonathan D. Farrar, quien asumió su cargo en julio de 2008, para departir con los mismos a puertas cerradas, sin acceso a la prensa acreditada en la Habana, como ha sido usual en otras ocasiones. Curiosamente, el propio Farrar se había reunido el 21 de enero de este año con Ileana Ros Lehtinen para abordar la supuesta situación de los derechos humanos en la Isla.
Sobre este encuentro, expresó la Loba Feroz en un comunicado tendencioso: «Mis discusiones con Farrar confirmaron los informes acerca del aumento de la represión en la isla en los últimos meses, lo que deja claro que las señales de apertura de Estados Unidos hacia el régimen (de La Habana) siguen sin respuesta».
No cabe duda que la actitud de la delegación norteamericana encabezada por Craig Kelly, y la del Jefe de la SINA, al convocar a la contrarrevolución interna a un provocador encuentro, responden a las permanentes presiones de la ultraderecha norteamericana sobre la Casa Blanca, a la que reclaman una política firme frente a La Habana hasta tanto no se observe una apertura democrática, de acuerdo a su percepción política e ideológica. Así se cocinó un mes antes por parte de Ileana Ros Lehtinen.
El propio Craig Kelly dialogó con varios contrarrevolucionarios, entre los que se encontraban Elizardo Sánchez, Marta Beatriz Roque, Oswaldo Payá, Vladimiro Roca, Félix Bonne, Francisco Chaviano y otros, entre las que trataron de sobresalir varias Damas de Blanco, en el convivio que duró cerca de dos horas.
Elizardo Sánchez, auto titulado presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, reconoció: «Hablé como media hora con Kelly (…) Él fue muy discreto, pero aproveché para expresarle mi escepticismo sobre que el gobierno de Cuba responda (positivamente) a pasos o gestos de Obama» (…) «No veo al gobierno dispuesto a trabajar para normalizar las relaciones».
Las infundadas declaraciones del Camaján, Elizardo Sánchez, contra la buena voluntad y honestidad de Cuba en las conversaciones migratorias con Estados Unidos y su lacayuna compostura frente a Craig Kelly, ponen en clara evidencia su papel de mercenario y su condición de traidor a su pueblo. Su actitud no merece más comentarios.
Por su parte, otro de los mercenarios invitados al coctel provocador, Manuel Cuesta Morúa, jefe de la pequeña e insignificante organización contrarrevolucionaria Arco Progresista, declaró tras el encuentro: «Fue una velada en la que se brindo y intercambiaron puntos de vista. Alguno hablaron con él (Kelly) directamente, otras no lo hicieron».
Otro mercenario de turno, Vladimiro Roca, ávido por mantener su sobredimensionado papel dentro de las filas de la contrarrevolución interna, se apresuró a comunicarle a todos los medios de prensa disponibles sus apreciaciones sobre el encuentro. Presuroso, contactó a la insidiosa emisora Radio Martí, a la que expresó que: «en su opinión Washington busca mejorar las relaciones con el régimen de La Habana, pero que el gobierno cubano se opone, porque necesita mantener la pena de muerte para impedir un resquebrajamiento en sus filas.»
Alabar al amo que le aporta el dinero y lanzar difamaciones contra su país evidencian su clara catadura de mercenario, posición que asumió frente a la agencia AFP, al declarar igualmente: «Me parece que es el esfuerzo más grande que están haciendo los norteamericanos por tratar de mejorar las relaciones con Cuba, al gobierno cubano es al que no le interesa, porque si mejoraran se acabará el enemigo». Prácticamente, usó las mismas palabras venales de Elizardo Sánchez.
La respuesta de Cuba a la provocación y al irrespeto de Craig Kelly y su irrespetuosa comitiva, no se hizo esperar. En la ya citada Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores del 20 de febrero de 2010, se expresa el repudio a tales hechos:
«Contrario al espíritu de cooperación y entendimiento mostrado por la parte cubana, una vez efectuadas las conversaciones migratorias, la delegación norteamericana convocó a decenas de sus mercenarios a quienes incluso transportó a la residencia del Jefe de la SINA, demostrando nuevamente que sus prioridades se relacionan más con el apoyo a la contrarrevolución y la promoción de la subversión para derrocar a la Revolución cubana que con la creación de un clima conducente a la solución real de los problemas bilaterales. Estos elementos contrarrevolucionarios se benefician de una parte de los más de 20 millones de dólares que no se quedan en Miami y que el Gobierno de EE.UU. dedica anualmente a la labor de desestabilización y subversión contra Cuba.»
Desde el propio día de su llegada al país, el jefe de la delegación norteamericana fue advertido por el Ministerio de Relaciones Exteriores sobre nuestro rechazo al aprovechamiento de su breve estancia para organizar un evento provocador, ajeno al espíritu de las conversaciones migratorias.
«Con esta conducta ofensiva hacia las autoridades y el pueblo cubano, el gobierno norteamericano confirma que siguen en vigor los instrumentos de la política subversiva contra Cuba, pone de manifiesto su falta de voluntad real para mejorar los vínculos con nuestro país y para dejar atrás las acciones de burda injerencia, que históricamente han sido el mayor obstáculo a la normalización de las relaciones entre ambos países.»
La prepotencia y la arrogancia norteamericana no se hicieron esperar. Un alto funcionario del Departamento de Estado justificó la abierta provocación y la afrenta injerencista en los asuntos internos de Cuba, al declarar: «Hemos dejado muy claro que tenemos una diplomacia mundial de relacionarnos con las sociedades así como los gobiernos. (… ) No estamos inclinados a hacer excepciones».
Las declaraciones de este funcionario evidencian con toda claridad que la administración de Obama continuará con el apoyo incondicional a la contrarrevolución anti cubana y mantiene el mismo discurso prepotente de sus antecesores.
Sospechosamente, en Miami, apenas se han hecho declaraciones sobre el encuentro de Craig Kelly con los mercenarios de la contrarrevolución interna, tal vez temerosos porque de este encuentro salgan nuevas vías de abastecimiento de dinero que ignoren a los grupos mafiosos radicados en esa ciudad, receptores descarados de gran parte de los fondos asignados por la CIA, la USAID, la NED y el Departamento de Estado, a sus mercenarios en Cuba.
Cuba por su parte, luego de culminar esta Segunda Ronda de Conversaciones sobre Migración, a la que no se le ha señalado fecha para un próximo encuentro, sigue apostando por el diálogo respetuoso entre las partes. Así lo aseveró recientemente el presidente del Parlamento Cubano, Ricardo Alarcón de Quesada, y así lo expone el MINREX cubano al denunciar la maniobra de Craig Kelly en La Habana, en su citada declaración del día 20 de febrero:
«El Ministerio de Relaciones Exteriores reitera la disposición ya expresada por el gobierno cubano de sostener un diálogo respetuoso sobre cualquier tema con el Gobierno de los Estados Unidos siempre que este sea entre iguales, sin menoscabo a la independencia, soberanía y autodeterminación.»
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