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Las consecuencias del ataque a Gaza debilitan a Israel y fortalecen a los nacionalistas

Fuentes: Ash-Shabaka

Traducción para Rebelión de M.F.O.

Cada vez que aumentan las tensiones en Oriente Próximo los observadores se preguntan si los acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto conseguirán capear el temporal. Esta vez no es diferente. Al preguntarle el viernes pasado en la rueda de prensa diaria a la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, si el tratado de paz estaba «en peligro», aseguró a los corresponsales que Estados Unidos no tenía indicios desde Egipto de que hubiese «ninguna dificultad en esa cuestión», y que creía que «es muy importante para Egipto cumplir con sus obligaciones internacionales».

La recientemente vigorizada calle egipcia discreparía con la Sra. Nuland. Es verdad que la última cosa que el presidente egipcio Muhammad Morsi necesita es una ruptura definitiva con Israel o -más importante aún- con su patrono estadounidense. Sin embargo, puede que le resulte difícil mantener siquiera una paz fría frente a la ya enorme devastación y el derramamiento de sangre que Israel ha infligido en la asediada Franja de Gaza, cuya población palestina, deliberadamente empobrecida, no tiene a donde huir de los bombardeos y cuando apenas comenzaba a recuperarse del ataque israelí de 2008-2009.

La decisión de Israel de lanzar una operación militar a gran escala que corría el riesgo de dispararse fuera de control tendrá consecuencias no sólo en el terreno de batalla sino también en la esfera política, poniendo en riesgo sus dos mayores dividendos geopolíticos de los últimos 30 años: los Acuerdos de Camp David con Egipto y los Acuerdos de Oslo firmados con los palestinos.

Para Israel, el valor de estos acuerdos ha sido inconmensurable. Con Egipto definitivamente fuera de la ecuación militar árabe-israelí, Israel ha podido dominar Oriente Próximo sin miedo a una guerra en múltiples frentes.

Y con una Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y una Autoridad Nacional Palestina (AP) domesticadas, Israel ha podido colonizar agresivamente el territorio ocupado con mínima obstrucción mientras las fuerzas de seguridad de la AP -financiada por Estados Unidos y la Unión Europea- ejercen un papel esencial para garantizar la seguridad de la ocupación israelí. Israel también ha podido cultivar nuevas relaciones en el mundo árabe, especialmente en el Golfo.

Presumiblemente Israel ha considerado en sus cálculos los riesgos de debilitar estos acuerdos. Se distingue por explorar el entorno político y por re-calibrar sus estrategias consecuentemente aun cuando sus políticas a menudo sean contraproducentes a largo plazo. Sin embargo, en la evolución del contexto regional de 2012, sería absurdo que Israel pretendiera que está en posición de capitalizar por sí solo las oportunidades derivadas de tales dinámicas.

Militantes palestinos y egipcios han venido reclamando durante meses una ruptura con Camp David y Oslo, y voces similares se escuchan en Jordania en relación con el Acuerdo de Wadi Araba. La ofensiva israelí contra Gaza les ofrece una oportunidad para presionar más aún a la vez que pone más difícil a los gobernantes de esas tres naciones rehusar la reivindicación de una ruptura neta.

Ello no significa que estos militantes quieran necesariamente la guerra con Israel. Sencillamente quieren poner fin a unos acuerdos que no han traído paz ni justicia y que han atado las manos de sus naciones tanto política como económicamente. Pensemos, por ejemplo, en el acuerdo que obligaba a Egipto a vender a Israel gas a precios rebajados. O en el Protocolo de París, que otorgó a Israel el derecho a cobrar los ingresos fiscales palestinos y a entregarlos posteriormente [a la AP], o no, a voluntad. O en el mercado jordano, obligado a abrir sus puertas a los productos israelíes mientras que los productos de los agricultores jordanos se echan a perder.

La respuesta de Egipto ha sido rápida y visible. Morsi llamó a su embajador en Israel y envió a su primer ministro a visitar Gaza. Se salvó de tener que expulsar al embajador de Israel porque este último huyó tranquilamente antes de que Israel comenzase su asalto. Egipto trabajó intensamente para conseguir un alto el fuego a pesar de que Israel había asesinado a su principal interlocutor en Hamas, Ahmad Ya’abari, después de que todas las facciones palestinas hubiesen respetado dos días de tregua mediada por Egipto -parcialmente debido a la iniciativa de Ya’abari. La inapelable respuesta de Hamas proporcionó el pretexto para la Operación Pilar Defensivo de Israel.

La respuesta de la AP/OLP ha sido menos visible que la de Egipto pero quizá más drástica en comparación con su posición durante la Operación Plomo Fundido de Israel, de diciembre de 2008 a enero de 2009. En ese momento, la AP/OLP resistió los intentos de alcanzar un alto el fuego inmediato en buena medida para complacer a Estados Unidos. Todavía tenía esperanzas de que el apoyo estadounidense proporcionara a los palestinos una justa solución de dos Estados. Asimismo, esperaba que Israel pudiera derrotar de manera definitiva a Hamas y que al-Fatah pudiera recuperar el control de la Franja de Gaza perdido ante Hamas en junio de 2007.

El retraso intencional [en la respuesta] de la AP/OLP durante la Operación Plomo Fundido fue tan explícito que el entonces presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, el sacerdote nicaragüense Padre Miguel d’Escoto Brockmann, les acusó de complicidad en términos de condena: «Yo quería ayudar a Palestina pero quienes supuestamente deberían ser los más interesados ​​me negaron su apoyo por razones de ‘precaución’ que fui incapaz de comprender. Espero que tuvieran razón y que yo estuviera equivocado. De lo contrario, nos enfrentamos a una alarmante situación de constante complicidad con la agresión contra los derechos del noble y sufrido pueblo palestino».

Por el contrario, durante el último ataque, el dirigente de la AP/OLP, Mahmud Abbas, instó en voz alta a la acción árabe e internacional para poner fin a los combates y habló de reconciliación entre al-Fatah y Hamas. Como era de esperar, las fuerzas de seguridad de la AP/OLP comenzaron a reprimir brutalmente algunas de las manifestaciones de protesta en Cisjordania contra el ataque de Israel a Gaza, en particular aquellas que parecía que podían aproximarse a las fuerzas israelíes. Pero se vieron obligados a cambiar sus tácticas cuando el conflicto se intensificó y los manifestantes se enfrentaron repetidamente con soldados israelíes.

Por otra parte, según se propagaba el conflicto, la AP/OLP tuvo que tragarse una gran manifestación en Ramala mayoritariamente de fuerzas de Hamas cuyas banderas verdes dominaron el evento. Y ni las fuerzas palestinas ni las israelíes pudieron impedir que determinados militantes palestinos entraran en el asentamiento ilegal israelí de Beit El, en Cisjordania, a pesar de las palizas y las detenciones que dispensaron tanto las fuerzas israelíes como las palestinas. Ocho mujeres palestinas consiguieron incluso escalar el muro del asentamiento.

No hay duda de que [la Operación] Pilar Defensivo ha debilitado aún más a la a la AP/OLP que lidera al-Fatah. No tiene nada más que ofrecer por haber participado en el proceso de paz enmarcado en Oslo y dirigido por Estados Unidos que haber obtenido una subordinación casi esclava, según lo revelado por los Papeles de Palestina desvelados por Al-Yasira. La economía dependiente de la ayuda que estaba en auge en Cisjordania en el momento de [la Operación] Plomo Fundido está ahora prácticamente bajo mínimos.

Abbas y al-Fatah todavía tienen el control de la OLP, reconocida internacionalmente como el único representante legítimo del pueblo palestino y, por supuesto, todavía tienen esas fuerzas de seguridad bien armadas. La intentona de Abbas del Estado observador no miembro de las Naciones Unidas el 29 de noviembre le ayudará a mantenerse, a él y a sus aliados, en la foto pero cuanto más débiles se vuelvan más difícil les será sostener la defensa de los Acuerdos de Oslo que Hamas se niega a reconocer, al menos de forma explícita.

Por otra parte, la OLP se verá pronto en la posición de tener que demostrar el valor añadido del ascenso de su estatuto en Naciones Unidas intentando hacerse miembro de la Corte Penal Internacional con el fin de hacer que Israel responda por sus violaciones del Derecho Internacional, en particular en Gaza. Esto sería un punto de partida importante. El equipo de Abbas no hizo uso de una relevante victoria legal, la Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia [sobre las consecuencias legales de la construcción del Muro de Israel en Cisjordania], que podría haber sido utilizada para que otros Estados pusieran fin a sus acuerdos con los asentamientos israelíes y poner freno a su colonización, entre otras cosas. Y deliberadamente amortiguaron el Informe Goldstone, las conclusiones de la Misión de Investigación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre la Operación Plomo Fundido.

Mientras tanto, no importa cuán grandes sean las pérdidas palestinas en vidas, en integridad física y en infraestructuras en la Franja de Gaza, Hamas saldrá fortalecido simplemente con sobrevivir, como ocurrió con Hizbolá tras el ataque de Israel contra Líbano en 2006, cuando Israel desarrolló su doctrina Dahiya basada en el uso desproporcionado de la fuerza para aplastar a sus enemigos sin preocuparse de las víctimas civiles. Hamas ha ganado además importantes muestras de apoyo de Estados árabes, algunos de cuyos embajadores se unieron a Egipto visitando Gaza durante la ofensiva israelí. Y, por supuesto, todavía cuenta con sus poderosas fuerzas de seguridad.

Hamas puede echar a perder su «victoria» si la transforma en un espectáculo de fuerza partidista frente a al-Fatah, como se apresuraron a hacer sus militantes en la reciente manifestación de Ramala. Esta actitud opera en contra del movimiento de resurgimiento para redefinir la lucha nacional palestina de modo que supere el faccionalismo para alcanzar la libre determinación, la libertad, la justicia y la igualdad.

Hamas podría utilizar su posición más fuerte en relación a al-Fatah para impulsar su plena adhesión a la OLP, que rompería el viejo hegemonismo de al-Fatah en el movimiento. De hecho, puede que al-Fatah se de cuenta de que la única forma de poder seguir siendo relevante es logrando que Hamas entre a formar parte de la OLP mientras al-Fatah pueda negociar aún un porcentaje significativo de escaños en el Consejo Nacional Palestino y en el Comité Ejecutivo de la OLP. Si Hamas se une a la OLP manteniendo su negativa a reconocer los Acuerdos de Oslo, ello vendrá a ser el clavo definitivo que selle el ataúd de Oslo.

Por lo tanto, puede que Israel crea que ha salido de la Operación Pilar Defensivo con su reputación militar relativamente intacta -sólo relativamente, porque los cohetes que pueden golpear Tel Aviv nunca desaparecerán del todo y [el escudo antimisiles] Cúpula de Hierro no es seguro al cien por cien- pero su capacidad para gestionar su vecindario ha quedado seriamente debilitada. Sin una AP/OLP que medie en su ocupación de Cisjordania, Israel tendrá que gestionarla directamente. Asimismo, puede que Israel se de bruces con que su colonización hasta ahora sin trabas de los Territorios Palestinos Ocupados (TOP) se vea gravemente limitada por el valeroso activismo palestino -un gol en propia puerta de Benjamín Netanyahu, que ha hecho de la construcción de asentamientos una prioridad de su presidencia actual.

Es así como persiguiendo la victoria militar a cualquier precio y a corto plazo, Israel se prepara para el fracaso político a largo plazo. Sus opciones son funestas: mantener el actual sistema de gobierno de apartheid sobre los territorios palestinos ocupados y sobre el propio Israel mientras «disminuye» a la población palestina tanto como se pueda.

Con ello, Israel se enfrenta a un creciente oprobio internacional y al aislamiento de la región árabe y de Oriente Próximo -una reunión de la Liga Árabe en Gaza pidió «una moratoria» en la normalización de relaciones con Israel. Se enfrenta asimismo a una posible acción legal liderada por la OLP contra de sus políticas de ocupación, a manifestaciones continuas y a la inestabilidad en los territorios palestinos ocupados y en Israel, a una campaña por el boicot, la desinversión y las sanciones cada vez más eficaz que se está cobrando un precio moral y económico y, potencialmente, a un movimiento por los derechos civiles y políticos en la parte de Palestina que se convirtió en Israel en 1948, así como en el territorio palestino ocupado en 1967. Estas son las aberturas que los palestinos van a utilizar para ampliar la lucha por sus derechos.

Fuente original: http://www.al-shabaka.org/gaza-fallout-weakens-israel-strengthens-nationalis