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Matices de la decadencia imperial

Las importaciones de espárragos dejan frío al Bronx

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

En los primeros días de diciembre Estados Unidos marcó enfáticamente otra etapa en su progresiva decadencia imperial al cerrar frenética e inesperadamente un acuerdo bilateral de ‘libre comercio’ con Perú. Sólo un par de semanas antes, Perú se había unido a Ecuador y a Colombia en su retiro de las negociaciones sobre un amplio acuerdo regional andino de comercio. Luego, abruptamente, a comienzos de diciembre, los negociadores de Perú recibieron orden de ir a Washington. Se resolvieron las diferencias pendientes y se declaró que las negociaciones habían terminado con éxito. Perú vendió su soberanía a Estados Unidos por algunos beneficios marginales como el aumento de las exportaciones de espárragos. No fue una gran victoria de EE.UU. sino más bien un signo inconfundible de la incapacidad del régimen Bush de mantener un liderazgo verosímil en las Américas.

La importancia del acuerdo comercio con Perú para Estados Unidos es sobre todo política. El 4 de diciembre, el partido del presidente Hugo Chávez conquistó más de un 60% de los escaños en la Asamblea Nacional venezolana. La oposición apoyada por EE.UU. se retiró de las elecciones para evitar una derrota aplastante que se hacía evidente. Luego, al terminar la cumbre Cuba-CARICOM en la que participaron 15 países del Caribe junto con Cuba, la declaración final de Bridgetown en Barbados llamó a Estados Unidos a cumplir con sus obligaciones internacionales y a entregar al súper terrorista Luis Posada Carriles a las autoridades venezolanas para encarar acusaciones por el asesinato de más de 70 personas en un ataque terrorista sobre Barbados en 1976. La declaración final de la cumbre de Bridgetown también exhortó a Estados Unidos a terminar su bloqueo económico ilegal contra Cuba. (1)

Poco después, en Montevideo, capital de Uruguay, la cumbre del Mercosur de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay acogió a Venezuela como miembro pleno. El presidente de Venezuela Chávez dijo «El ingreso de Venezuela tiene más que ver con política que economía» (2). A pesar de esa observación del presidente venezolano, entre los proyectos acordados en la cumbre estaba un gasoducto de 10.000 millones de dólares para conectar a Venezuela con sus socios del Mercosur.

De la misma manera, a fines de noviembre, Venezuela y Colombia acordaron construir un oleoducto bidireccional de 215 kilómetros entre la refinería Paraguana en el noroeste de Venezuela y Punta Ballenas en la península La Guajira de Colombia. El acuerdo por 230 millones de dólares es visto como la primera etapa en un proyecto multifacético de transporte de energía que en última instancia servirá a todas las naciones andinas, llegando hasta Chile y también a clientes en Asia (3). Venezuela negocia también un programa de mejoras de refinerías por 600 millones de dólares con la compañía petrolero ANCAP de Uruguay, entre otros importantes proyectos conjuntos. En todos estos acuerdos, EE.UU. no tiene parte alguna.

Perú vende su soberanía – el contexto nacional

Los esfuerzos por intimidar a Latinoamérica para que acepte un Área de Libre Comercio de las Américas fueron decisivamente desairados por los países del Mercosur en la reciente Cumbre de las Américas en Mar del Plata. Los éxitos subsiguientes de Estados Unidos al presionar a países vulnerables como Perú para que acepten acuerdos bilaterales de comercio no son más que un pobre premio de consuelo – que tiene pocas posibilidades de sobrevivir indemne: el presidente Toledo de Perú tiene menos de un 10% de apoyo según sondeos de opinión recientes. El presidente de su Consejo de ministros, Pedro Pablo Kuczynski, que viajó a Washington para supervisar el cierre obligado del acuerdo, tiene en realidad ciudadanía usamericana. Kuczynski invalidó la opinión del negociador comercial jefe de Perú Alfredo Ferrero que quería un acuerdo conjunto que incluyera a Colombia y Ecuador. (4)

A Toledo no le podía importar menos. No se presenta a la reelección cuando tenga lugar la próxima elección presidencial en abril de 2006. Antes del acuerdo de Toledo y Kuczynski en nombre del pueblo peruano, las negociaciones se habían paralizado por la insistencia de EE.UU. en que Perú abriera su agricultura y otros sectores vulnerables a la competencia de competidores usamericanos. Como es usual en estos acuerdos, las concesiones más dañinas se encuentran en las cláusulas de inversiones. Las corporaciones de EE.UU. podrán pretender que casi toda legislación nacional que les impida conseguir lo que desean constituye una restricción ilegal de la inversión. Las disputas terminarán por ser decididas por tribunales supranacionales en Estados Unidos.

La legislatura peruana puede despedirse de la autonomía nacional. Eso es lo que significan el ‘libre comercio’ y la globalización. Los negociadores comerciales peruanos parecen haber esperado ingenuamente que anteriores acuerdos comerciales preferenciales andinos con EE.UU. constituyeran una base desde la cual se negociarían mejores acuerdos comerciales. Como han señalado otros observadores, lejos de formar una base, esos acuerdos precedentes siempre fueron considerados por Estados Unidos como un límite superior. (5). Para los extorsionistas negociadores usamericanos, el acuerdo se basó desde sus inicios en: «danos todo, ahora te tenemos enganchado, o pierde lo poco que tienes». Esta amenaza es suplementada por la amenazante presencia de instituciones financieras internacionales como el FMI y el Banco Mundial y el untuoso susurro de acuerdos de deuda debilitadores que tienen que ser pagados bajo la amenaza de perder todo acceso a futuros créditos.

Este gangsterismo sistemático está diseñado deliberadamente para ser antidemocrático y represivo, cerrando acuerdos con elites oligárquicas que afectan intencionalmente a la mayoría más vulnerable y empobrecida. Como en el caso de México, la soberanía agrícola y alimentaria de Perú será decisivamente debilitada por el acuerdo comercial con EE.UU. Las medicinas serán otro objetivo de los negociadores de EE.UU., como en el caso del Acuerdo de Libre Comercio Centroamericano (CAFTA): las corporaciones multinacionales mineras, farmacéuticas, de la agro-industria, y de la energía serán los principales beneficiarios. A medida que progresan estos acuerdos, los negociadores de EE.UU. se referirán a precedentes como el CAFTA y el acuerdo con Perú para tratar de obligar a países como Bolivia, Colombia y Ecuador a ceder y a aceptar las mismas condiciones totalmente desventajosas con la amenaza de que perderán el previo tratamiento preferencial.

La perspectiva regional

El acuerdo con Perú es una falsa victoria para el régimen Bush por dos razones principales: Primero, es una clara medida de la decadencia de EE.UU. ¿Se preocupó el gobierno de EE.UU. en 1999 de si tenía o no un acuerdo comercial con algún país al sur del Río Grande? Ahora no escatima esfuerzos para conseguirlos. Segundo: los acuerdos probablemente representarán sólo un resultado temporal ya que los desarrollos políticos vuelcan cada vez más el sentimiento público nacional contra la influencia de EE.UU. En Ecuador, tres presidentes han sido expulsados de sus puestos por la protesta popular en los últimos años por favorecer los intereses usamericanos y otros extranjeros.

En Bolivia, han obligado a dos presidentes a abandonar sus cargos por el mismo motivo. Al contrario, la defensa de los intereses nacionales ha distinguido la política que ha llevado a sustentar la popularidad del presidente venezolano Hugo Chávez. Incluso el presidente pro-usamericano Álvaro Uribe de Colombia, tiene que proceder cuidadosamente en las negociaciones comerciales de su país con EE.UU. A diferencia de Toledo, Uribe quiere ser reelegido el próximo año.

Para la mayoría de la gente en los países afectados, incluyendo a Perú una vez que el tratado sea ratificado, los efectos de estos acuerdos comerciales son notablemente negativos. Invariablemente producen extremos más agudos de pobreza y desigualdad, un trastorno generalizado en las comunidades rurales, un aumento de la degradación medioambiental, mayor inseguridad de los empleos y un dramático aumento de la huída de capitales. El presidente Toledo ha hecho la predicción absurda de que se crearán 6 millones de puestos de trabajo nuevos como resultado del acuerdo comercial. Pero existen los miserables resultados obtenidos en México después de más de una década del Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA) y es evidente que la predicción de Toledo es una idiotez. No es de extrañar que el partido de Toledo haya sido aplastado en las elecciones municipales del año pasado.

Toledo envió a hurtadillas a su equipo comercial a Washington y cerró el acuerdo sin consultar a los casi 30 millones de peruanos. Incluso cuando sea ratificado el acuerdo comercial de Perú con EE.UU. puede enfrentar intentos de revisarlo por parte del nuevo gobierno de Perú después de las elecciones de mayo próximo. Colombia es el próximo gobierno que probablemente entregará su soberanía popular. Después de eso, los depredadores comerciales de EE.UU. podrían carecer de presas fáciles. En Ecuador y Bolivia amenazan crisis políticas en una medida que pondría en duda la legitimidad de cualquier acuerdo comercial firmado por esos países en el futuro cercano. Si el líder campesino progresista Evo Morales gana las elecciones presidenciales programadas para el 18 de diciembre, EE.UU. probablemente tendrá que borrar a Bolivia de su lista de posibles víctimas del ‘libre comercio’.

EE.UU. está empeñado ahora en una desesperada operación dilatoria para mantener su decreciente autoridad y prestigio en Latinoamérica. Su impulso por un Área de Libre Comercio de las Américas ha fracasado. Cuando termine este mes la cumbre de la Organización Mundial de Comercio en Hong Kong sin llegar a acuerdo, como es muy probable, EE.UU. deberá revisar sus opciones. No pueden esperar mucho del intento de cerrar acuerdos comerciales fútiles con gobiernos oligárquicos en países en los que los pueblos podrían repudiarlos rápidamente.

Por otra parte, el esfuerzo de los países ricos por intimidar y engatusar a países más débiles para que acepten una camisa de fuerza de ‘libre comercio’ a través de la OMC tampoco parece tener el potencial de lograr una aceptación legítima. Ya que las negociaciones comerciales internacionales hacen agua, EE.UU. hará ciertamente lo posible por socavar modelos alternativos de integración soberana como el Mercosur y el más ambicioso programa venezolano, la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Podrían aumentar los esfuerzos por fragmentar los estados nacionales promoviendo el separatismo en las áreas ricas en recursos como Santa Cruz en Bolivia y Zulia en Venezuela.

El ALBA alborea sobre EE.UU.

A pesar de la hostilidad del gobierno de EE.UU. el ALBA, abrió recientemente un nuevo día en el Bronx y partes de Boston, cuando la subsidiaria CITGO de la petrolera estatal venezolana PDVSA comenzó a distribuir petróleo a precios reducidos a gente de bajos ingresos. Comentaristas desde Forbes a Bloomberg, hasta el Washington Post han tratado de ponerle una etiqueta de truco político de Hugo Chávez a la iniciativa solidaria. «El populista presidente sudamericano saborearía si puede mostrar que Venezuela, mucho menos rica que Estados Unidos, ha llegado a ayudar a la gente de bajos ingresos en este país, dijeron los analistas.» (6) Una muestra útil de cómo los medios informativos de EE.UU. mezclan fuentes anónimas con hechos para crear una propaganda adormecedora mediante noticias a medias.

En realidad CITGO reacciona ante una solicitud circulada durante este año por un grupo de nueve senadores de EE.UU. a las principales compañías petroleras para que contribuyan a ayudar a gente vulnerable a cubrir sus facturas por calefacción durante el invierno. Se espera que un total de unas 70.000 familias en Boston y en el Bronx de Nueva York – más de un cuarto de millón de personas – se beneficien con las reducciones de precio de cerca de un 40% del actual precio de mercado. Los comentaristas usamericanos parecen ser totalmente incapaces de reconocer que lejos de ser un golpe propagandístico, la iniciativa del gasoil de CITGO es sólo un ejemplo más de un modelo económico que pone en primer lugar a la gente, y que pone en evidencia que acuerdos como el cerrado entre Perú y Estados Unidos no son otra cosa que ejercicios de acción gangsteril en bien de las corporaciones. En el tercer trimestre de 2005, cinco corporaciones petroleras: Exxon, BP-Amoco, Chevron, Shell y Total – ganaron 33.000 millones de dólares. Pero se negaron a sumarse al gesto de la pequeña CITGO.

El programa de gasoil barato de Venezuela encarna una alternativa práctica al capitalismo capitalista que los medios corporativos simplemente se niegan a reconocer. En el show radial «Breakfast Club» de Jamaica, el mes pasado, Fiona Mackie, especialista en Latinoamérica de Economist Intelligence Unit, hizo un resumen sucinto cómo las políticas venezolanas son sistemáticamente distorsionadas por los medios internacionales. Mackie afirmó que los países vecinos no podrían copiar las políticas venezolanas porque carecen de recursos naturales suficientes y de la voluntad política de hacerlo.

La afirmación ridícula sobre los recursos naturales de la región fue seguramente un error casual, tal vez comprensible en una entrevista en directo en la radio, sin preparación. Y es, por cierto, verdad que las oligarquías locales que dirigen esos países están aterrorizadas ante la democracia participativa practicada por Chávez. Pero evidentemente no son los pueblos de esos países los que carecen de voluntad política de cambio, especialmente en Colombia, Bolivia y Ecuador.

Integración económica con prioridad en la gente

Comentaristas de los medios corporativos como Mackie también gustan de comparar a Venezuela con Brasil. Arguyen que Chávez está aprovechando de modo irresponsable los imprevistos beneficios del petróleo para comprar apoyo político con sus programas sociales del gobierno. Según ellos, Brasil demuestra madurez al seguir una administración «sensata» de la economía y las finanzas. Estos abogados del capitalismo corporativo global argumentan que, de todas las cosas, los programas sanitarios, educacionales y de apoyo a los ingresos de Chávez no son sustentables. Los mismos comentaristas ignoran generalmente la producción descontrolada de soya de Brasil, que está arruinando la sustentabilidad a mediano y largo plazo de la economía agrícola brasileña.

No tiene sentido negar la íntima relación entre la inversión social sólida y el bienestar económico a largo plazo. Un informe reciente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe calculó que más de 213 millones de personas viven en la pobreza, o sea más de un 40% de la población del continente. (7) Presumiblemente es un resultado ‘sensato’ de veinticinco años de agresivo proselitismo a favor del ‘mercado libre’ supervisado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Por otra parte, sería posible decir sardónicamente que la pobreza es ciertamente sustentable.

Venezuela es el país en la región que hace más por contrarrestar las tonterías mendaces de los apólogos del capitalismo, suministrando los servicios sanitarios y educaciones básicos que son los requisitos previos fundamentales que permiten que las familias empobrecidas logren una vida decente. Si hay algo en lo que Brasil es sensato es en sus intentos a medias todavía por imitar los esfuerzos venezolanos por reducir la desigualdad. A pesar de un crecimiento económico general desalentador, Brasil informó este año que hay tres millones menos de personas que viven en la pobreza extrema, en comparación con 2004, gracias en gran parte a su programa de apoyo a los ingresos de la «beca familiar». (8) Programas similares en Venezuela parecen estar logrando importantes reducciones en la pobreza y en la desigualdad.

La influencia y la credibilidad del gobierno de EE.UU. en la región disminuyen de año en año ante la situación caótica de su estrategia comercial andina y la determinación de los países del Mercosur de ampliar su propio estilo de integración comercial. Al nivel político, esas realidades económicas tienen un asombroso efecto multiplicador. El fracaso de la política oligárquica tradicional y de la economía capitalista corporativa en Latinoamérica es obvio. Más y más gente quiere que los recursos de sus países beneficien a su pueblo en lugar de las corporaciones extranjeras. La reciente votación en Venezuela fue la primera en una serie de elecciones en todo el continente que se concentran en ese deseo y en otros temas relacionados. Ahora le toca a Bolivia. La mayor parte de Latinoamérica tendrá elecciones presidenciales durante 2006. Será un año decisivo en el que unos ganarán y otros perderán, pero es probable que la decadencia de la influencia de EE.UU. en Latinoamérica se haga irreversible.

NOTAS

1. «Reclama Cumbre CARICOM extradición de Posada a Venezuela» Agencia Cubana de Noticias 8/12/2005

«Condena al bloqueo y el terrorismo cumbre caribeña» Agencia Cubana de Noticias 8/12/2005

2. Entrevista, Radio Nacional de Venezuela 11/12/05

3. http://news.yahoo.com/s/afp/20051125/bs_afp/venezuelacolombia_051125111413 y el Power and Interest News Report 29 de noviembre de 2005

4. «PPK y TLC» Raúl Wiener Argenpress 10/12/2005

5. «Alerta: Uribe tras los pasos de Toledo» RECALCA Argenpress 10/12/2005

6, «Chavez Pushes Petro-Diplomacy», Justin Blum, Washington Post 22 de noviembre de 2005

7. La mitad de la población de América Latina es pobre, Enrique Gutiérrez, La Jornada, Rebelión 27-11-2005

8. «Brasil: En busca de banderas no perdidas», Mario Osava, IPS, Argenpress 09-12-2005