Traducción para Rebelión de Loles Oliván
En medio de un clima en el que el llamamiento al boicot de los productos israelíes finalmente está ganando fuerza, existe un área de la economía israelí sorprendentemente poco investigada.
La mayoría de las zonas industriales de Israel en Cisjordania están conectadas con los ilegales asentamientos residenciales y proporcionan una base económica indispensable para la economía de los colonos locales. Mishor Adumim es la segunda zona industrial más grande de los territorios ocupados y por la que los palestinos tienen más que perder.
Benny Kashriel es el alcalde de Ma’ale Adumim (el nombre colectivo del bloque de asentamientos del que forma parte Mishor Adumim) y no se avergüenza de la importancia que tiene la zona industrial en la continua expansión del asentamiento. En un artículo en The Jerusalem Report se le cita diciendo: «Mi sueño es construir Adumim a lo largo de todo el camino hasta Jerusalén […] ser una parte legal de la tierra de Israel pero ser económicamente independientes de Jerusalén. Eso se logrará gracias a Mishor Adumim» [1]. Por desgracia para los palestinos no es el único que lo sueña. Ma’ale Adumim se está expandiendo más rápidamente que cualquier otro asentamiento de Cisjordania y su población ha crecido desde los 15.000 habitantes que tenía cuando Kashriel se convirtió en alcalde en 1992 hasta alrededor de 35.000 en la actualidad. Es parte central del polémico Proyecto E1 (East 1 [Oriente 1]) que pretende desmembrar Cisjordania de Jerusalén Oriental para facilitar la expansión de Ma’ale Adumim, destruyendo, con ello, cualquier posibilidad de lo que habitualmente se denomina «Estado palestino viable».
Explotación humana y medioambiental
Hasta la fecha hay aproximadamente 18 zonas industriales israelíes ilegales de diferentes tamaños esparcidas por toda Cisjordania [2], las más importantes en Hinnanit, Barkan, Ariel, Ma’ale Efrayim, ‘Ataroy, Qiryat Arba y Mishor Adumim. Colectivamente, estas siete ocupan 302 hectáreas de tierras palestinas, 110 de las cuales están en el mismo Mishor Adumim. Para las empresas israelíes relocalizar la zona industrial en un asentamiento puede ser una opción atractiva: reciben lucrativas reducciones de impuestos y tanto la normativa sobre medioambiente como la laboral es mucho más laxa que dentro del propio Israel. Como resultado, las zonas tienden a albergar gran número de industrias que trabajan con materiales tóxicos y residuos nocivos. Por ejemplo, la principal empresa de Mishor Adumim trabaja con plástico, cemento, curtido de cuero, detergentes, textiles, aluminio y galvanoplastia. La falta de controles adecuados sobre los derechos de los trabajadores también significa que las empresas aprovechan esta excusa para reducir al mínimo sus costes laborales. Inevitablemente, gran parte de la fuerza de trabajo en estas áreas son palestinos que trabajan por mucho menos del salario mínimo israelí (véase, por ejemplo Corporate Watch on Royal Life workers in Barkan Industrial Zone).
En noviembre de 2008, Soda Club, una de las empresas más conocidas de Mishor Adumim, fue investigada después de que organizaciones suecas de derechos humanos actuaran en un informe de la organización israelí de derechos laborales Kav LaOved, que había denunciado la explotación y la discriminación contra los trabajadores palestinos dentro de de su planta. Después de una exitosa campaña, Empire, la empresa que supervisa la distribución de los componentes de Soda Club en Suecia se vio obligada a solicitar que los productos fabricados por la empresa para el mercado sueco se fabricaran fuera de cualquier zona de asentamientos ilegales. Soda Club aceptó a regañadientes. Sin embargo, no está claro cómo se está aplicando. Como Soda Club cuenta con siete fábricas es posible que simplemente pueda haber desplazado determinadas fases de su proceso de fabricación a otra planta dentro de Israel pero los detalles son difíciles de hallar. Las solicitudes de información sobre la ubicación de la nueva fábrica hasta el momento han quedado sin respuesta por parte de los representantes tanto de Empire como de Diakonía, uno de los grupos que hicieron campaña para el traslado. Soda Club en sí sigue con el secretismo de siempre. Una reciente visita a Mishor Adumim ha puesto en evidencia que no es una empresa a la que le guste que le controlen: sus locales son los más protegidos de la zona, con cercas eléctricas de varios niveles que protegen sus perímetros y cámaras de vigilancia de todo lo que sucede fuera. De hecho, como los periodistas han descubierto, la fábrica está prohíbida a los medios de comunicación (y presumiblemente a los investigadores de Corporate Watch) debido, según sus palabras, «[…] a la protección contra espionaje industrial [3]«.
Los beduinos Yahalin y el robo de la tierra en Mishor Adumim
La continua expansión económica y territorial de Ma’ale Adumim no solo afecta a los trabajadores palestinos. Desde su establecimiento en 1976 el asentamiento ha sido una amenaza para la supervivencia de los beduinos Yahalin que se asentaron en la zona después de 1967cuando el ejército de Israel confiscó muchas de sus tierras originales y les obligaron a renunciar a su estilo de vida nómada tradicional. Durante la década de 1990, mientras Israel trataba de apoderarse de más territorio se expidieron entre cien y 120 órdenes judiciales de desalojo. En 1996 se llevó a cabo el desalojo masivo de cerca de 4.000 beduinos.
Pocos lugares ofrecen una imagen tan visual de las catastróficas consecuencias de la ocupación. Caminando por Mishor Adumim uno tiene la impresión de que la zona industrial ha caído justo encima de los beduinos y se ha tragado toda su comunidad. En contraste con la zona residencial del asentamiento, no hay una marcada separación física entre la zona industrial y las tierras desérticas de los Yahalin, y aunque se puede ver a los beduinos por las inmediaciones de la fábrica montados a caballo o en burros, la mentalidad del apartheid israelí está plenamente vigente. Aunque los palestinos pueden trabajar en condiciones de explotación en la zona no se les permite el acceso en coche y están constantemente bajo observación desde las torres de vigilancia militar de los alrededores. Como suele ser habitual, la señal más clara de la limpieza étnica de palestinos de la zona residencial puede apreciarse en el control israelí de los recursos: mientras que el asentamiento tiene varios tanques de agua grandes protegidos por vallas, las tiendas en las que viven los beduinos no tienen acceso a agua corriente y no se les permite utilizar el agua que se encuentra justo a su lado. Por el contrario, según nos cuenta un hombre, tienen que conducir un tanque de agua móvil con un tractor hasta Jericó y pagar por llenarlo de agua a la compañía nacional de agua de Israel, Mekorot. Este trayecto dura entre media y una hora.
¿Un futuro para las zonas industriales?
Las áreas empresariales como las zonas industriales forman parte de la vanguardia de la brutal ocupación de Palestina por parte de Israel al favorecer la limpieza étnica y actuar codo con codo con el Estado de Israel en su lucha por el dominio territorial. A los gerentes de las empresas les gusta dar a entender que las fábricas de los asentamientos son armoniosos lugares de trabajo donde palestinos e israelíes trabajan con alegría, codo con codo y bajo las mismas condiciones. Eso está muy lejos de la verdad. Aunque el Tribunal Supremo de Israel dictaminó recientemente que los trabajadores palestinos del asentamiento tienen derecho al salario mínimo israelí, el Ministerio de Industria israelí ha afirmado que esta decisión no se aplica a la ejecución penal del Estado [4]. En otras palabras, es muy poco probable que los palestinos vean una mejora en sus salarios a menos que den el arriesgado paso de iniciar una demanda civil contra quien les emplea.
Los acontecimientos recientes en los tribunales europeos podrían anunciar algo de luz en el horizonte. A finales de octubre de 2009, el fiscal general Yves Bot, un antiguo asesor del Tribunal de Justicia Europeo en Luxemburgo, dio la opinión de que Brita, una empresa alemana de importación de productos de Soda Club procedentes de Mishor Adumim, debería devolver el dinero que había ahorrado por la importación de sus productos en el marco del acuerdo preferencial de comercio que existe entre Israel y la UE. Se refería a que los bienes de los asentamientos ilegales no podrían beneficiarse del acuerdo. Si esta posición se acepta puede servir como precedente para casos futuros haciendo que el comercio con los asentamientos sea menos rentable. Otras compañías que todavía parecen comerciar con Mishor Adumim son Makita, DAF, Hometex, Volvo y Scania. Para impugnar eficazmente los asentamientos industriales israelíes es vital que las actividades de estas empresas sean objeto de campañas similares a las que de manera exitosa han presionado a Soda Club.
1. Véase www.jr.co.il/ma/manews03.htm (consultado el 14/11/2009) 2. Véase www.poica.org/editor/case_
4. Véase: www.kavlaoved.org.il/media-
(consultado el 17/11/2009).
Fuente: http://www.uruknet.info/index.