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Subversiones

Leopoldo María Panero y la perniciosa verdad

Fuentes: Rebelión

Estos días en que asistimos, una vez más, al circo inquisitorial contra la Izquierda Abertzale me viene a las mientes la respuesta con la que se cerraba una entrevista «informal» que el «dichoso» diario El País dedicó años atrás al poeta Leopoldo María Panero en una sección estival de contraportada.(«Emergentes y divergentes» 09-08-2005). Allí el entrevistador, […]

Estos días en que asistimos, una vez más, al circo inquisitorial contra la Izquierda Abertzale me viene a las mientes la respuesta con la que se cerraba una entrevista «informal» que el «dichoso» diario El País dedicó años atrás al poeta Leopoldo María Panero en una sección estival de contraportada.(«Emergentes y divergentes» 09-08-2005). Allí el entrevistador, para redondear una pretendida charla de frivolidad veraniega, aborda finalmente a Leopoldo con una pregunta un tanto capciosa: «¿Negociar con ETA?». El poeta «loco», como buen «demente», contesta claro está con la verdad sin ambages: «Por supuesto. Hace siglos dije que sólo ETA hace oposición«.


Miguel Mora y Jesús Ruiz Mantilla, periodistas que firman la entrevista, no insisten o inciden más para que Panero explique o argumente tan ardua aseveración, quizás porque cualquier pretensión de ampliar esa sentencia hubiese desencadenado un corolario de despropósitos en boca tan irreductible que el rotativo en cuestión difícilmente se hubiera permitido publicar. De manera que el «broche» de la interviú quedó, sin remedio, flotando en el aire como un exabrupto más de la lengua «disparatada» de este incómodo vate.

La interpretación de los términos usados en semejante contestación sucumben a una suerte de contradicción semántica, no se sabe bien si por descontextualización de los periodistas o por puro «rigor incongruente» del verbo paneriano. Es decir, por un lado este apoya con un «por supuesto» a la negociación con la organización vasca y tras un punto hace de inmediato una demolición, a su estilo, del panorama institucional español del que, obviamente, abomina, como es bien sabido.

Panero vendría a decir, si nos atenemos al sentido crítico de sus claras palabras, que el «factor» ETA es el único baluarte (tanto en la dialéctica como en la praxis) del cuestionamiento y confrontación «de facto» con el alineamiento adocenado de las «distintas» fuerzas vivas del espectro continuista en esta etapa de impostura borbónico-constitucional del Estado español y habría que deducir también de su respuesta que la negociación con la organización armada, por deseable, pondría en franca evidencia a toda una clase política, con representación parlamentaria, embarcada ciegamente en un continuo consenso ecuánime hacia «ningún sitio», una vez que el Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV)  hubiera conquistado, negociando, los objetivos que viene persiguiendo en sus largos cincuenta años de lucha, entre otros y en especial la independencia de Euskal Herria.

Este último supuesto despojaría de argumentos «trascendentes» a todo un hemiciclo y lo condenaría a ser la gestoría de una simple y ramplona administración de un panorama tan unánime como baldío: una institución simbólica cuyo brazo ejecutor (y legislador, si cabe) es una patronal insaciable e incontestable y una banca blindada y agresiva contra los desahuciados (por poner un espantoso ejemplo).
 
P. ¿Zapatero?
 
R. (Leopoldo)  El príncipe de las tinieblas. «Oh, Satán, tú tienes dos cosas: el oro y el regazo de la mujer» (Goethe).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.