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A propósito de la última pelicula de Steven Spielberg, “Lincoln”

Lincoln el inflexible

Fuentes: Viento Sur

Traducción de Faustino Eguberri

Es preocupante ver que las personas con las que estás siempre en desacuerdo aprecian la película que te gusta, mientras que aquellas con las que rara vez tienes divergencias no pueden soportarla.

A los representantes más conocidos del establishment político y mediático les ha gustado la última película de Steven Spielberg, Lincoln, porque consideran que se trata de una lección sobre las maravillas del compromiso bipartidario (Demócrata-Republicano).
Ese lugar común ha debido ser manifiesto para cualquiera que haya visto la película. Algunos periodistas han leído sin duda la descripción de la película destinada a la prensa. Ésta indica que Lincoln trata de la forma en que la 13ª enmienda (de la Constitución de los Estados Unidos, que abolió la esclavitud y la servidumbre involuntaria en su territorio) fue adoptada por un Congreso dividido y partidista. Sobre esta base, han decidido que esto debería ser una fábula sobre el Washington (capital política federal) actual, con Lincoln como imagen de Barack Obama, y las maniobras para poner término legal al crimen histórico de la esclavitud como el equivalente en el siglo XIX de la cínica campaña de photo op (photo opportunity, es decir un momento particular, «histórico», durante el cual una «celebridad» puede ser fotografiada) de Obama con el gobernador de New Jersey, Chris Christie, tras el huracán Sandy. ¡Habéis leído bien, no se trata de una invención mía /1.
Esas personas están completa y espantosamente equivocadas.
Lincoln, en realidad, habla de un presidente que rechaza los compromisos cuando se trata de hacer desaparecer la esclavitud de la Constitución; un presidente que no realiza compromisos ni con sus enemigos políticos, ni con sus aliados, ni con sus consejeros más allegados, ni con los «moderados» que vacilan, y que está determinado, rozando el fanatismo, a alcanzar ese fin por todos los medios.
El hecho de que se pueda llegar a confundir esto con el Washington actual -o con cualquiera que se encuentre allí, en particular con Barack Obama- supera mi comprensión.
Por otra parte, algunas voces de izquierdas han criticado Lincoln por poner en escena «personajes afroamericanos que no hacen casi nada, si no es esperar pasivamente que hombres blancos les liberen» /2, por «impedir eficazmente la integración de los negros en tanto que actores políticos de pleno derecho» /3, así como por enseñar » que un cambio radical se desarrolla a través de los acuerdos de pasillo, y por la disposición a renunciar a toda pureza ideológica» /4.
No están equivocadas completamente. Sin embargo se equivocan en la mayor parte de los puntos.
En primer lugar, Lincoln no trata sobre todo lo que ocurrió durante la Guerra Civil.
Es cierto que Lincoln no pone en escena, entre sus principales personajes, a esclavos negros o soldados negros de la Unión y que la película, por consiguiente, no presenta la forma en que los negros jugaron un papel central, catalizador, en su propia emancipación.
También es cierto que Lincoln no presenta al movimiento abolicionista ni el papel decisivo que jugó. Con una maravillosa excepción, los opositores radicales de la esclavitud son presentados en la película como unidimensionales y un poco tontos. Sipelberg y Tony Kushner, el guionista, habrían podido hacerlo mejor. Para ser justo, dudo verdaderamente que se pueda considerar Lincoln como la última palabra sobre los abolicionistas radicales, así como sobre su importancia histórica.
Tenéis que ver Glory [película realizada por Edward Zwick, que pone en escena al 54º regimiento de Massachusetts, compuesto de soldados afroamericanos], si no lo habéis hecho aún, y leer sobre los abolicionistas hasta que alguien haga una película que sea digna de sus memorias.
Mientras tanto, Lincoln merece ser vista como algo más que una «película sobre viejos hombres blancos que llevan barba y pelucas».
La película sólo se refiere a un único episodio de una lucha de varios decenios. El episodio del voto en la Cámara de Representantes, durante los últimos meses de la Guerra Civil, de la 13ª enmienda que prohibía la esclavitud. Se trata sin embargo de un episodio crucial.
Es también una película que trata de una figura de esta lucha. Pero Lincoln es una de las más importantes personalidades en la lucha contra la esclavitud, su historia es digna de ser comprendida. Se trata de un moderado político que ha sido transformado por los acontecimientos, que se ha puesto, a pesar de sus defectos, a la altura de la ocasión histórica que vivía, mientras que otros a su alrededor no lo han hecho. Es también la de alguien cuya contribución a la causa de la libertad ha sido profunda.
No me preocupo por corregir a los expertos que desean implicar a Lincoln en un debate sobre por qué los Demócratas y Republicanos tienen necesidad de ponerse de acuerdo sobre la reducción del déficit. Supongo que esas personas no leen esta página web [SocialistWorker.org].
Apuesto sin embargo a que hay lectores que se preguntan si Spielberg ha realizado otro espectáculo hollywoodiense vacío, dejando de lado de las reales cuestiones históricas. En mi opinión no es el caso, y mi consejo es que hay que dar una oportunidad a Lincoln.
***
¿Trata Lincoln, como ha escrito Corey Robin, de los «hombres blancos de la democracia»?
Cierto que Spielberg y Kushner han fracasado a la hora de crear un solo personaje negro que participe en los debates sobre los que gira la película.
La decoración está constituida, efectivamente, por los pasillos del poder en Washington, de los que estaban excluidos los negros, en virtud de esa Constitución que Lincoln quería cambiar. Sin embargo, como ha subrayado Kate Masur en un artículo del New York Times, dos personajes de la película, los criados de la Casa Blanca Elizabeth Keckley y William Slade, eran verdaderas personalidades, que formaban parte de «una comunidad organizada y muy politizada de afroamericanos libres» en Washington. Keckley recaudó dinero y solicitó donaciones de alimentos y vestidos para los refugiados negros del sur, mientras que Slade era un dirigente de una organización de negros que intentaba promover los derechos civiles.
En una película en la que los principales personajes hablan (y hablan sin parar) de la esclavitud, de la política y de la política antiesclavista, personajes negros habrían podido participar en algunas de esas conversaciones.
Dicho esto, dos puntos importantes deben ser mencionados en favor de Spielberg y de Kushner. En primer lugar, Lincoln trata sobre la esclavitud. Señalar esto puede parecer estúpido. Sin embargo no lo es. En los departamentos de historia de las universidades existe una amplia industria artesanal que deja de lado la esclavitud como el factor principal de la Guerra Civil. Y aún es peor cuando se mira la cultura popular. Solo hay que pensar en la cantidad de veces que se oye, como primera expresión a propósito de la Guerra Civil, que ésta enfrentó a «unos hermanos contra otros», que se trata de un conflicto trágico, que los sudistas eran gentlement, y todo eso.
Spielberg y Kushner han realizado una película en la que la esclavitud es la única cuestión política de importancia. Se trata de un claro reconocimiento de lo más revolucionario que había en la Guerra Civil. Eso es algo que hay que decir a su favor.
En segundo lugar, el solo hecho de que los negros no estén presentes a lo largo de toda la película como «actores políticos de pleno derecho», no significa que la película no les reconozca ese papel. Creo que la lucha de los negros por su propia emancipación está presente en un segundo plano a lo largo de toda la película, por la forma en que ésta comienza.
Los primeros minutos de Lincoln, como los de otra película de Spielberg que trata de la Segunda Guerra Mundial, Salvar al soldado Ryan, muestran horribles imágenes del campo de batalla. Desde el comienzo muestra lo terrible de la más sangrienta guerra de la historia de los Estados Unidos. De forma igualmente importante, se ve también otras cosas: soldados negros combatiendo en las filas de la Unión, implicados en la batalla. Los negros fueron reclutados inicialmente en los ejércitos de la Unión durante la guerra una vez que abolicionistas, como Frederick Douglass, hubieran vencido las reticencias iniciales de Lincoln. Es esa otra etapa crucial en el camino que transformó la Guerra Civil en una lucha revolucionaria con el objetivo de destruir la esclavitud.
La escena siguiente se desarrolla después de los combates. Dos soldados negros discuten con Lincoln, de visita en el campo de batalla. El primer soldado intenta mantener la conversación centrada en historias de guerra, mientras que el segundo soldado no quiere oír nada de eso: desea saber si Lincoln piensa que es justo que los negros no perciban el mismo sueldo que los blancos y que no puedan ascender.
La conversación es interrumpida por dos jóvenes soldados blancos. Dicen haber estado presentes cuando Lincoln pronunció su famosa proclama de Gettysburg [un discurso de 2 minutos pronunciado el 18 de noviembre de 1863] en el lugar de la batalla más importante de la guerra. Entonces comienzan a recitarla.
Esto puede parecer una nimiedad que intenta probar la «grandeza» de Lincoln. Esta anécdota es sin embargo contiene más verdad de lo que parece y comprende algo importante. Las muertes y la violencia de la Guerra Civil eran tales, que los soldados implicados sentían la necesidad de estar guiados por un objetivo político que les permitiera aguantar el sacrificio. La capacidad de Lincoln para expresar los objetivos y los ideales del «lado nordista» era, así, una de las armas secretas del Ejército de la Unión.
Los dos jóvenes reclutas se unen a sus unidades antes incluso de haber podido terminar su discurso, dejando así que el segundo soldado negro recite: «Nos corresponde a nosotros actuar de forma que esos muertos no hayan muerto en vano; nos corresponde querer que, con la ayuda de Dios, nuestro país renazca en la libertad; nos corresponde decidir que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca jamás de la superficie de la tierra».
Esas palabras me parecen un desafío a Lincoln, igual que las preguntas del soldado sobre los sueldos desiguales. Utilizando las mismas palabras que Lincoln, está peguntando por el objetivo de todos esos sufrimientos y luchas. ¿La Guerra Civil acabará en un «renacimiento en la libertad»? ¿Qué pretende hacer Lincoln para ello?
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Está demostrado que Lincoln estuvo desgarrado por esa misma pregunta: ¿Terminará o no la guerra con la muerte de la esclavitud?
Lincoln, recordemos, era un jurista y no un teórico político. Veía la cuestión de la esclavitud a través de sus anteojos jurídicos. Presentó, en 1862, una Proclamación de Emancipación en la que se declaraba que todos los esclavos de los estados rebeldes del sur eran «libres para siempre» a partir del año nuevo [1 de enero de 1863].
Esa es otra indicación de la transformación de Lincoln, incialmente un moderado que deseaba el compromiso, en un dirigente de guerra dispuesto a tomar medidas revolucionarias. A partir de ese instante, como comprendió perfectamente Lincoln, el ejército de la Unión se convirtió en un ejército de liberación, ya que la emancipación podía ser puesta en marcha allí donde iba penetrando en el sur. La revuelta de los esclavos del sur, huyendo de las plantaciones, era apoyada por las armas y los cañones de la Unión.
La Proclamación de Emancipación era sin embargo claramente una medida de guerra. Una escena del comienzo de la película muestra al presidente explicándose sobre los diferentes escenarios por los que un tribunal en tiempo de paz podría declararla inconstitucional. Si la Proclamación de Emancipación no garantiza que los antiguos esclavos serán «libres para siempre», ¿qué lo permitirá? La respuesta de Lincoln es: aprobar la 13ª enmienda, incrustando la libertad en la propia Constitución.
Sin embargo se presenta una complicación: el Sur estaba al borde de una derrota militar a comienzos de 1865. Como William Seward, el secretario de estado de Lincoln, lo muestra al comienzo de la película, una mayoría de nordistas podría apoyar la 13ª enmienda si el sur siguiera en guerra, como una forma de privar al enemigo de su principal fuente de trabajo. Los más conservadores de ellos, sin embargo, dudarían ante una medida tan radical si la guerra terminara.
Lincoln llegó pues a la conclusión que debía aprobar la 13ª enmienda antes de que terminara la guerra. La búsqueda urgente de los votos -a la vez que impedía a la Confederación aceptar los términos de la capitulación-es la intriga fundamental de Lincoln.
Una vez que ha decidido lo que debía hacerse, Lincoln utiliza todos los medios en su poder para alcanzar ese fin. Cuando puede llamar a los «mejores de ellos» [the better angels of our nature en el texto, alusión a las últimas palabras del primer discurso de investidura de Lincoln], aboga ante los opositores demócratas a fin de que estén del lado bueno en un momento histórico. Cuando no puede, emplea un trío de personajes un poco especiales para sobornarlos y obtener sus votos.
Autorizó al líder del ala conservadora de su propio partido, Preston Blair, a emprender negociaciones secretas de paz con la Confederación como condición de un voto unitario de los republicanos a favor de la enmienda. Y esto cuando Lincoln sabía que no podía firmar la paz antes de la votación.
Pidió a los republicanos radicales hacer todo lo posible a fin de aprobar la enmienda, incluso limitar su retórica de tal forma que no comprometer los votos de los conservadores que pretendía atraer. Lincoln pinta a los radicales desconfiados frente a las motivaciones del presidente. Thaddeus Stevens, uno de los dirigentes radicales, reconoce que Lincoln ha franqueado el punto de no retorno. Dice: «Abraham Lincoln nos ha pedido trabajar con él para conseguir la muerte de la esclavitud».
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Según Aaron Bady, un crítico radical de la película, todo esto es solo «el triunfo de un político que es capaz de lograr compromisos». Lo que no comprendo, sin embargo, es: ¿dónde está el compromiso?.
Lincoln no pidió a los radicales que apoyaran una enmienda edulcorada o una medida de compromiso. La 13ª enmienda pone la esclavitud fuera de la ley, y punto. Lincoln, por otra parte, permitió a un aliado más conservador intentar negociar un término a la guerra, mientras planificaba traicionarle si la paz llegaba demasiado rápidamente.
Hay que añadir, para ser claros, que impidiendo la negociación de paz, Lincoln prolongaba una guerra que no tenía precedentes en cuanto a la amplitud de sus destrucciones y el número de muertos.
¿Era un compromiso pedir a Thaddeaus Stevens que no declarara, en el debate en el Congreso, que esperaba que la 13ª enmienda condujera a una igualdad completa entre los negros y los blancos? El Stevens de la película [interprtadoo por Tommy Lee Jones] se debate dolorosamente para contener sus convicciones más profundas. Comprende sin embargo, al final, la diferencia entre un compromiso frente a un principio y una maniobra táctica de cara a alcanzar un fin. La aprobación de la 13ª enmienda ha hecho más ruido que el más notable de los discursos de Stevens.
La ironía de la crítica formulada por Aaron Bady [del New York Times] es que, en la historia real de la Guerra Civil, Lincoln se distingue en cada giro crucial por su negativa a los compromisos. Esto contrasta con sus compañeros de partido republicanos, incluso los que gozan de sólidas referencias abolicionistas, dispuestos a hacerlos. Lincoln había rechazado anteriormente otros llamamientos a la negociación con el sur, incluso a riesgo de perder el poder en beneficio de los demócratas en las elecciones. Una vez que decidió una política sobre la emancipación o la formación de regimientos de soldados negros, Lincoln se resistió a todas las propuestas que quisieron limitar su alcance.
En este sentido, la película de Spielberg confirma las observaciones de un periodista radical, que vivía en Inglaterra en la misma época, y que escribía con perspicacia sobre la Guerra Civil de los Estados Unidos en los momentos en que no estudiaba economía política.
Karl Marx reconoció tanto la importancia titánica de la lucha contra la esclavitud, como el papel particular jugado por Lincoln [ver la notable introducción de Robin Blackburn a una recopilación de textos de Marx y Lincoln Una revolución inacabada]:
«La figura de Lincoln es original en los anales de la historia. Ninguna iniciativa, ninguna fuerza de persuasión idealista, ninguna actitud ni pose históricas. Da siempre a sus actos más importantes la forma más anodina (…). Es fácil señalar, en las acciones de estado de Lincoln, rasgos carentes de estética, insuficiencias lógicas, aspectos ridículos y contradicciones políticas (…) Sin embargo, Lincoln ocupará inmediatamente un lugar al lado de Washington en la historia de los Estados Unidos y de la humanidad. De hecho, hoy, cuando el acontecimiento más insignificante asume en Europa un aire melodramático, ¿no es significativo que en el Nuevo Mundo los hechos importantes se cubran con el velo de lo cotidiano?». [Artículo publicado el 12 de octubre de 1862 en el periódico austríaco Die Presse, el artículo trata sobre la importancia y la significación de la Proclamación de Emancipación para el 1 de enero de 1863, hecha el 22 de septiembre de 1862, y que según Marx en el mismo artículo, «es el documento más importante de la historia americana desde la fundación de la Unión puesto que desmonta la vieja Constitución americana: es el manifiesto sobre la abolición de la esclavitud»]
Lincoln merece ser celebrado no porque fuera un gran pensador abolicionista o un organizador, sino por el papel histórico particular que jugó como dirigente político de la clase dirigente nordista cuando el conflicto con el poder esclavista estalló. Cualesquiera que fueran sus defectos, Lincoln no se apartó o no renunció a ese papel. Aceptó el desafío en cada giro en la cadena continua de los acontecimientos.
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Estoy convencido de que algunas de las vacilaciones que impiden comprender Lincoln derivan de que se observa la Guerra Civil con los anteojos de la política americana de los siglos XX y XXI. Nos escandalizaríamos si Steven Spielberg realizara una película sobre la forma en que Lyndon Johnson firmó la Civil Rights Act de 1964 ¿Cuál es la diferencia con Lincoln?
La diferencia es que Lincoln era el dirigente político del capitalismo nordista en una época en que este último estaba libraba una batalla por la dominación de los Estados Unidos en su conjunto contra los reaccionarios sudistas que extraían sus enormes riquezas del trabajo esclavo. Los intereses del capitalismo en los Estados Unidos coincidieron -probablemente por última vez en la historia del mundo- con una extensión masiva de la democracia y de la libertad para poner fin a la esclavitud.
A fin de llevar al Norte a la victoria, Lincoln se vio forzado a participar en una de las luchas más importantes jamás conocidas en los Estados Unidos en favor de la justicia. Lincoln no tomó ninguna parte en el comienzo de esta lucha y solo una parte pequeña en lo que debía llevar a un conflicto abierto. Sin embargo fue un actor importante al final de éste, asumiendo un papel particular. La película de Spielberg comprende este papel de una forma notable.
Esto no significa sin embargo que ignoremos los límites de Lincoln, ni sus aspectos francamente reaccionarios. Si los datos históricos son muy claros sobre que a Lincoln le disgustaba personalmente la esclavitud, está también establecido que sostenía ideas racistas. Por ejemplo en un debate de 1858, dos años antes de que ocupara la Casa Blanca, Lincoln negó que apoyara «la igualdad social y política de las razas blanca y negra», declarando que «igual que cualquier otro, estoy a favor de utilizar la posición superior asignada a la raza blanca».
Pienso que hay buenas pruebas de que sus ideas se reelaboraron a través del compromiso de Lincoln en una lucha que ha cambiado la historia, lo que por otra parte la película sugiere. Pienso igualmente que es algo bueno que Lincoln no lo oculte.
Una vez que todas sus maquinaciones para hacer aprobar la 13ª enmienda concluyeron -al final de la película- permitiéndole entonces expresar sus puntos de vista sobre la igualdad y sobre cómo ve el futuro de las relaciones entre los blancos y los negros, su respuesta es torpe y dubitativa. «Pienso que nos acostumbraremos los unos a los otros».
La potencia emocional del momento viene más bien de la reacción de Stevens, que se va con el original de la enmienda para una celebración especial. Es esa sin duda la escena más susceptible de arrancar unas lágrimas.
La transformación política de Lincoln, más que personal, no se puede poner en duda. En su primer discurso de investidura, en 1861, Lincoln declara que no tiene ninguna intención «de poner trabas a la institución de la esclavitud». En su segundo discurso, en un discurso repetido al final de Lincoln, afirma: «Esperamos desde el fondo del corazón y rogamos con fervor que este terrible azote de la guerra se acabe rápidamente. Sin embargo, si Dios quiere que prosiga hasta que se destruyan las riquezas acumuladas por 250 años de trabajo no compartido del esclavo, y que cada gota de sangre provocada por el látigo sea pagada por otra vertida por la espada, como se ha dicho desde hace tres mil años, tendremos que reconocer que ‘las decisiones del Señor son justas y verdaderamente equitativas'».
La película de Spielberg y de Kushner aporta sin duda alguna una nueva inmediatez a estas palabras. Su argumento está sencillamente en esto: Lincoln tenía la posibilidad de poner fin a una de las guerras más sangrientas ocurridas hasta entonces con la posibiliad de que la justicia -tal como la entendía- quedara como algo incierto. Lincoln optó por proseguir la guerra a fin de perseverar en la vía de la justicia.
Es algo que merecería una película.
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