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A la muerte de Lucios Walker, gran amigo de Cuba

Llegarás también, Lucius, con la alegría de la mañana

Fuentes: La Jiribilla

Podría parecernos que sin frases enaltecidas o multitudinarias arengas, sería poco probable que un conflicto de siglos como el del pueblo palestino o un bloqueo como el que sufre Cuba desde hace más de cuatro décadas, puedan ser vulnerados por algún resquicio. Por eso conmovía tanto escuchar al Reverendo Lucius Walker. Como un Gandhi de […]

Podría parecernos que sin frases enaltecidas o multitudinarias arengas, sería poco probable que un conflicto de siglos como el del pueblo palestino o un bloqueo como el que sufre Cuba desde hace más de cuatro décadas, puedan ser vulnerados por algún resquicio. Por eso conmovía tanto escuchar al Reverendo Lucius Walker. Como un Gandhi de estos tiempos, de hablar suave y amigo de las palabras sencillas, ganaba «corazones y mentes» del lado de la justicia social y los derechos civiles: justo lo que consideraba su misión sobre esta tierra.

La noticia de su fallecimiento en la mañana de este martes, en la ciudad de Nueva York, fue la portada de diarios y revistas del mundo entero en menos de 24 horas: aun cuando sus 80 años parecieran los de un roble, cuando le vimos pisar suelo cubano hace apenas un par de meses, el líder de Pastores por la Paz sucumbía el 7 de septiembre por un infarto y en nuestras manos tuvimos de pronto su misión histórica. Como si confiara. Como si lo hubiese planeado. Desde entonces, aun cuando algunos medios se empeñen en publicar necrologías, no cesan de aparecer cálidas notas de prensa, testimonios firmados por quienes le tuvieron cerca. En Cuba, no podría ser de otra manera.

«Ustedes son un pueblo bienaventurado –nos dijo hace siete años ‘el pastor que llevaba dentro’, frente a una multitud congregada en la Plaza de la Revolución de La Habana. Ustedes son un pueblo amado en la humanidad, son benditos en el mundo, son la luz del mundo. De ahí que resistan, ¡resistan a su visión, resistan a su sueño, resistan a sus valores, resistan a su Revolución, conscientes de que el llanto puede durar toda la noche; pero la alegría vendrá en la mañana!»

En noviembre de 1992, cuando la Isla apenas respiraba asfixiada por uno de los años más brutales del período especial, la primera Caravana de la Amistad pisaba suelo cubano. Al hombro de aquellas cien personas, frente a las cuales venía Lucius, el peso de 15 toneladas de ayuda humanitaria, defendidas con el alma ante la presión -incluso física- del gobierno de su país.

Pero el Reverendo no concebía aquellas expediciones como un proyecto destinado solo a la ayuda humanitaria. Quienes se vinculaban a ellas, hacían uso de «su derecho a dar», ese libre ejercicio de la voluntad humana que Lucius Walker entendía ajeno a cualquier decisión de gobierno: «este proyecto sigue las enseñanzas de nuestra fe».

Un infarto masivo le quitó la vida este 7 de septiembre; pero el pastor que llevaba dentro le habrá dicho que solo abandonó el cuerpo, que el corazón se le detiene solo a ciertos mortales. Nos queda entonces dedicarle la nota cálida, el testimonio de quienes sí tuvieron la suerte de tenerle cerca. Mientras, esperamos que pase el llanto de la noche y regrese Lucius, con la alegría de la mañana. Mientras, arropamos su misión sobre esta tierra: desde ahora, también la nuestra.

Fuente:http://www.lajiribilla.cu/2010/n488_09/488_13.html