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De vuelta a la nariz de Cleopatra

Los denuestos contra Bush y el avance del Imperio

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Los denuestos contra Bush han llegado a ser no sólo un deporte nacional, sino internacional – y en una diversión.

Aunque Calígula, el tercer emperador romano, fue despótico y brutal, se rumorea que tuvo una idea autodegradante: nombró a su caballo favorito, Incitato, primero para un escaño en el Senado y luego para la posición de Cónsul. Puede haber sido la manera perversa de Calígula de sugerir que el Imperio Romano tenía una dinámica propia, independiente en gran medida de la cascada de emperadores.

Hoy en día, con el desastre en Iraq y una bomba de tiempo que puede estallar en todo momento en el Gran Oriente Próximo, el problema es menos la persona del presidente George W. Bush que la naturaleza del imperio USamericano – nacido de la Guerra Hispano-USamericana, y transformado después de la Segunda Guerra Mundial en la Pax USamericana.

Así como USA sobrevivió a su desaventura vietnamita (y en realidad salió fortalecido de ella), es propenso a superar el fiasco iraquí virtualmente incólume. Aunque desconcertado momentáneamente, el imperio probablemente continuará su camino, bajo dirección bipartidaria y corporativa, y santificado por bendiciones evangélicas.

Es una característica definidora del Estado imperial maduro el que pueda permitirse fracasos costosos, pagados no por sus elites sino por las clases bajas dentro del país y en el exterior. Por cierto, como todos los otros, el Imperio USamericano declinará. Pero no caerá o se derrumbará de un día al otro: como los viejos soldados, los imperios «no mueren, sólo se desvanecen poco a poco.» Incluso los rumores de su inminente decadencia son enormemente exagerados, especialmente porque sigue siendo la única superpotencia en el futuro previsible.

Pero mientras perduran, vanagloriosos y sobre-extendidos, los imperios sufren mellas de su poder y prestigio. En tales circunstancias tienden a emprenderla a golpes ferozmente y al azar, para evitar que los tomen por tigres de papel. Ante el predicamento de Washington en Iraq y su repercusión regional, ¿atacará USA a Irán o a Siria, Cuba o Venezuela? ¿Intervendrá por la fuerza militar en el Líbano? La bestia herida todavía puede cometer un daño inimaginable, con un arsenal de 10.000 ojivas nucleares como su último recurso.

Las fuerzas armadas de USA son las más poderosas que el mundo haya jamás conocido. Esto es apropiado para el imperio más extenso en la historia documentada. Preponderante en los mares, en el aire, y en el espacio, tiene la capacidad de proyectar su poder sobre enormes distancias con una velocidad poco común, como incumbe a un policía autoproclamado que se apresura a controlar o explotar crisis putativas en cualquier sitio del planeta. En las palabras del ex Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, «ningún rincón del mundo es suficientemente remoto, ninguna montaña suficientemente alta, ninguna caverna o búnker suficientemente profunda, ningún todo terreno suficientemente rápido, para proteger a nuestros enemigos de nuestro alcance.» Con un 25% de su presupuesto anual, USA gasta casi tanto en «defensa» como el resto del mundo combinado. Incluso si daña a la sociedad en su conjunto, lo que es bueno para los militares USamericanos es bueno para la economía, incluyendo a la floreciente industria de armamentos y a las lucrativas exportaciones de armas. Mientras la carrera armamentista se acelera en el Gran Oriente Próximo, sólo los estados del Golfo Pérsico, encabezados por Arabia Saudí, gastarán 60.000 millones de dólares en armas de última tecnología, en su mayor parte provenientes de USA.

En lugar de establecer colonias territoriales clásicas, USA asegura su hegemonía mediante unas 700 bases militares, navales, aéreas y de inteligencia en el exterior, en unos 100 países, incluyendo notablemente a aquellas establecidas sólo hace poco en Bulgaria, la República Checa, Polonia y Rumania, Uzbekistán, Kirguistán, Etiopía, y Kenia. Es un imperio no territorial sin precedentes, híper-intervencionista sin fronteras, que, aparte de por lo menos 16 agencias «de inteligencia,» requiere y dirige una armada y una fuerza aérea de dimensiones gigantescas.

USA tiene actualmente 12 portaaviones. Todos, menos tres, con propulsión nuclear, diseñados para llevar unos 80 aviones y helicópteros de última tecnología, así como considerables contingentes de infantes de marina, marineros, y pilotos. Una fuerza de tareas centrada alrededor de un súper-portaaviones incluye a cruceros, destructores, y submarinos, muchos con propulsión nuclear y con misiles ofensivos y defensivos listos para ser utilizados en cualquier sitio. Preubicada en bases avanzadas y patrullando constantemente vías marítimas críticas, la Armada de USA asegura la médula espinal y las arterias del Imperio de nuevo modelo.

Todo el mundo es el territorio preferido de USA. Y, por lo menos desde la presidencia de Woodrow Wilson, el objetivo perennemente abortivo del hegémono ha sido extender a todo lo ancho y largo los valores y principios del gobierno representativo, combinado con el capitalismo de libre mercado.

La presencia militar USamericana de 2006-2007 en el Golfo Pérsico, el Océano Índico, y las aguas circundantes, es emblemática de su poder. El despliegue persigue no dejar duda alguna en cuanto a la capacidad de Washington de demostrar su fuerza a mitad de camino hacia el otro lado del globo. Operando desde Bahrein, Qatar y Yibuti, por lo menos dos grupos de batalla de portaaviones, completos con barcazas de desembarco, vehículos anfibios, y miles de marineros e infantes de marina, junto con equipos de Operaciones Especiales, dejan en claro que – en boca del Secretario de Defensa Robert M. Gates, hablando en Kabul a mediados de enero de 2007 – USA seguirá teniendo «una fuerte presencia en el Golfo por mucho tiempo en el futuro,» una decisión que USA sólo reafirma «con la actual concentración naval y militar en toda la región.» Una semana después, hablando en Dubai, el Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, R. Nicholas Burns, declaró que «el Oriente Próximo no es una región que será dominada por Irán. El Golfo no es una masa de agua que será controlada por Irán. Por eso hemos visto que USA estaciona dos grupos de batalla de portaaviones en la región.» O, como dijo en inglés claro: «Irán va a tener que comprender que USA protegerá sus intereses si Irán trata de enfrentarnos.»

Ni Gates ni Burns dijeron algo que no pueda haber dicho cualquier secretario de defensa o de estado, cualquier director de la CIA, o cualquier presidente durante los últimos 50 años. Mientras el crucial interés geoestratégico y el quintaesencial factor petrolero son constantes en el Gran Oriente Próximo, los cambiantes regímenes y dirigentes gubernamentales en Teherán son variables: Mossadegh, Pahlavi, Jomeini, Ahmadinejad.

Lo mismo en Bagdad.

Desde luego esas fuerzas armadas y armas convencionales ultramodernas son poco adecuadas para librar la novedosa guerra contra actores no-estatales que recurren, hasta ahora, a armas y tácticas simples. Pero los súper-portaaviones, los aviones supersónicos, los misiles contra misiles, los satélites militares, los robots de vigilancia, y los vehículos y navíos teledirigidos no han pasado de moda. Mantienen su lugar excepcional en el arsenal imperial.

Además, desde 1945 la interferencia en los asuntos internos de otros Estados ha sido la moneda de cambio del reino, la benigna «intervención» o «ayuda» extranjera de una nación constituye la «injerencia» inicua de la otra. Para esta nueva política internacional, USA está particularmente bien situado, y ha considerado apropiado interferir en Afganistán, Iraq, el Líbano, Palestina, Iraq, Siria, Somalia, Sudán, Ucrania, Georgia, Kazajstán, Bolivia, etc.

Así como el predominio de los militares del imperio USamericano no tiene rival, lo mismo vale para su desbocada economía, sincrética cultura e inmensa ciencia. A pesar de gigantescos déficit presupuestarios y comerciales, que ponen en peligro su estructura financiera, la economía en general sigue robusta y liderando en la «destrucción creativa,» a pesar de los costes sociales interiores y extranjeros. USA mantiene una ventaja sustancial en la investigación cibernética, en la biología molecular, y la neurociencia, facilitada significativamente por universidades e institutos de investigación que son financiados pública, privada y corporativamente. Son la envidia del resto del mundo, que, a pesar de sí mismo, contribuye su parte de capacidad mental y de dinero al universo sin igual de la investigación y del desarrollo USamericano.

No puede sorprender por lo tanto que el país recoja cosechas desproporcionadas de Premios Nobel en ciencias naturales y economía, así como patentes en numerosos campos. No menos revelador del alcance y de la energía imperiales, el inglés USamericano se ha convertido en lo más cercano que haya jamás existido a una lingua franca global. Este fenómeno es al mismo tiempo causa y efecto de la enorme influencia de las multinacionales empresariales y financieras dominadas por, o asociadas con, USA. Alimentada por Wall Street, la cultura consumista y popular USamericana invade hasta los más remotos precintos del planeta, para bien y para mal. En el centro imperial, Wal-Mart y McDonald’s, Hollywood y Rock sirven para propiciar al populacho con pan y circo para beneficio de las clases gobernantes y dominantes.

El imperio tiene reservas extraordinarias de poder duro y blando para persistir en su intervencionismo polimorfo. Por calamitosa que sea su acción en Iraq, probablemente tendrá los medios y la voluntad para mantener su curso arrogante y pérfido. De acuerdo, hay un déficit de tropas y una disonancia estratégica ante la inesperada marea de la más reciente guerra irregular, no sólo en Iraq sino en todo el Gran Oriente Próximo y África Oriental. Pero es seguro que el déficit será remediado mediante un aumento de las fuerzas terrestres, en parte mediante firmas privadas que reunirán soldados y misioneros civiles así como mediante el recurso a mercenarios y legionarios extranjeros. Incluso hoy mismo, miles de mercenarios latinoamericanos sirven en Iraq. En cuanto a la estrategia, será puesta al día en comparación con la doctrina de contrainsurgencia que fue diseñada para corresponder, de modo imperfecto, a la guerra «interna» de la era de Vietnam.

Washington enmascara naturalmente su interés propio con proclamaciones sobre la promoción desinteresada de la seguridad, los derechos humanos, el bienestar, y la democracia para toda la humanidad. Sin embargo, – y no importa cuál sea el partido -para las elites existe una necesidad y prioridad absolutas: hasta la implosión de la Unión Soviética era agitar el espectro del comunismo; desde el 11 de septiembre es agitar la serpiente del «islamo-fascismo» terrorista y yihadista. En el primer caso se decía que la cabeza de la hidra estaba en Moscú, en el otro se dice que por el momento está en Teherán. Las prerrogativas del imperio tienen precedencia por sobre la reforma tanto en el epicentro como en las provincias, promoviendo así el crecimiento de lo que Arnold Toynbee calificó de proletariado «interno» y «externo.»

El informe del Grupo de Estudio Iraq del 6 de diciembre de 2006, no se preocupa tanto de la turbulencia en el Tigris per se como de su impacto en el ímpetu y la posición del imperio.

«Iraq es vital para la estabilidad regional e incluso global, y es crítico para los intereses de USA. Corre a lo largo de los sistemas de fallas sectarias del Islam chií y suní, y de las poblaciones kurdas y árabes. Tiene las segundas reservas petrolíferas conocidas del mundo por su tamaño. Constituye ahora una base de operaciones para el terrorismo internacional, incluyendo a al-Qaeda. Iraq es una pieza central en la política exterior USamericana, influenciando cómo se ve a USA en la región y en todo el mundo. Por la gravedad de la condición de Iraq y la importancia vital del país, USA enfrenta uno de los desafíos internacionales más difíciles y significativos.»

Iraq importa porque, si «descendiera aún más hacia el caos,» puede disminuir «la posición global de USA y los USamericanos podrían polarizarse más.»

James A. Baker III y Lee H. Hamilton, igual que Robert Gates y Brent Scowcroft, toman por un hecho que USA continuará dictando la ley en el Gran Oriente Próximo, como lo ha hecho durante el medio siglo pasado. El informe es directo:

«Incluso después de que USA haya sacado todas sus brigadas de combate de Iraq, mantendríamos una considerable presencia militar en la región, con nuestros poderosos despliegues aéreos, terrestres y navales en Kuwait, Bahrein, y Qatar, así como con una mayor presencia en Afganistán.»

El informe Iraq es una prueba más de que el apoyo para el imperativo imperial – centrado por el momento en, y complicado por, Iraq e Irán – es exhaustivamente consensual. Previsiblemente, el tándem Baker-Hamilton se volvió para obtener ayuda hacia las mejores y más brillantes de las así llamadas organizaciones no- o bi-partidarias y a los grupos de formulación de políticas que han proliferado desde el breve invierno de Vietnam.

Con la considerable influencia que ejercen, las dos fuerzas combinadas se han convertido en una especie de quinto poder. Sus patrones, consejos, administradores e intelectuales propios forman parte integral del Establishment Imperial. Varias de esas instituciones, cuyo personal de algunas de ellas, preparó temas, presentó documentos de posición, y ayudó a redactar el informe Iraq, no ocultan su compromiso.

El Instituto de la Paz de USA, por ejemplo, principal facilitador de la Comisión Baker-Hamilton «es una institución nacional independiente no-partidaria, establecida y financiada por el Congreso [cuyos] objetivos son ayudar a prevenir y resolver conflictos internacionales violentos, promover la estabilidad y las transformaciones democráticas posteriores a conflictos, y aumentar la capacidad, los instrumentos y el capital intelectual para consolidar la paz en todo el mundo [incluyendo] la participación directa en esfuerzos por la consolidación de la paz en todo el globo.»

Con fideicomisarios y asesores tomados «por igual de los mundos de la política pública y del sector privado,» el «bi-partidario» Centro de Estudio Estratégico e Internacional fue otro importante consultor. Su objetivo es «hacer avanzar la seguridad y la prosperidad globales en una era de transformación económica y política suministrando perspectivas estratégicas y soluciones prácticas para los responsables de las decisiones [cuando] miran hacia el futuro y anticipan el cambio.» Entre sus miembros figuran presentes o antiguos jefes de Time Inc., Coca-Cola, Merrill Lynch, Lehman Brothers, Exxon Mobil, Morgan Stanley, y el profesor Joseph S. Nye de la Kennedy School of Government en la Universidad Harvard. El panel de consejeros incluye a Harold Brown, Zbigniew Brzezinski, Frank Carlucci, Carla Hills, Henry Kissinger, James Schlesinger, y a Brent Scowcroft. Los presidentes de seis corporaciones consultoras e inversionistas, poseedoras de información privilegiada, forman parte de este círculo.

Organizaciones de financiamiento privado trabajan en el mismo territorio. El «no-partidario» Instituto Internacional Republicano, presidido por el senador John McCain, profesa el «progreso de la libertad y la democracia en todo el mundo mediante el desarrollo de partidos políticos, instituciones cívicas, elecciones abiertas, buena administración, y el vigor del derecho.» Del mismo modo, el Instituto Nacional Democrático de Asuntos Internacionales, «sin fines de lucro,» presidido por Madeleine Albright, trabaja «para fortalecer y expandir la democracia en todo el mundo» suministrando «ayuda práctica a dirigentes cívicos y políticos que defienden los valores, las prácticas y las instituciones democráticas en todas las regiones del mundo.» Con un compás más limitado, el autoproclamado «bi-partidario,» pero de extrema derecha, Instituto para la Política de Oriente Próximo de Washington se dice establecido «para defender un entendimiento equilibrado y realista de los intereses USamericanos en Oriente Próximo [y para] promover una participación USamericana en Oriente Próximo comprometida con el fortalecimiento de alianzas, el cultivo de amistades, y la promoción de la seguridad, la paz, la prosperidad y la democracia para el pueblo de la región.»

Como norma, la Comisión también buscó la contribución de pensadores, ex funcionarios, y eruditos de institutos certificados de investigación y política como el Consejo de Relaciones Exteriores, la Brookings Institution, la Rand Corporation, y el Instituto de la Empresa USamericana. Sean cuales sean sus tendencias políticas, muy pocos, si alguno, de estos centros y genios políticos cuestionan los costes políticos, económicos y sociales y los beneficios del imperio para USA y el mundo. Por costumbre, profieren consejos estratégicos y tácticos conflictivos, pero sus desacuerdos y debates tratan de los medios y los objetivos de la toma de decisiones en lugar de sus valores y normas éticas subyacentes, declarados o no.

Mientras los neoconservadores predican descaradamente el credo de la marca USamericana de la misión civilizadora, los centristas «vitales» bi-partidarios lo hacen a sotto voce, como lo han hecho todos los gobiernos desde 1945. Incluso los críticos centristas más ardientes del orgullo desmedido de los neoconservadores no son definitivamente anti-imperiales.

Tampoco son críticos del apoyo casi incondicional de Washington para Israel. Por cierto, aunque los centristas aprueban la recomendación del Grupo de Estudio Iraq de temperar la política ideológica con realpolitik en Oriente Próximo, ellos, como los neoconservadores, se oponen a todo vínculo entre los callejones sin salida de Iraq e Israel-Palestina. Ambos rechazan la sugerencia del informe de que USA «no puede lograr sus objetivos en Oriente Próximo a menos que encare directamente el conflicto árabe-israelí y la inestabilidad regional.» El grupo de estudio recomienda que Washington cumpla con la demanda de los países árabes suníes de un genuino ímpetu hacia negociaciones de paz exhaustivas y equitativas a cambio de su ayuda para calmar las aguas en Iraq y sus alrededores, ampliamente concebidos, incluyendo el Golfo Pérsico. Respecto a Israel e Irán, demócratas y republicanos tienden a ser del mismo parecer.

Es transparente que el quid del problema imperial no es Bush, ni lo serán, mañana, John McCain o Sam Brownback, Hillary Clinton o Barack Obama. Pascal cavilaba si en caso de que la nariz de Cleopatra hubiera sido más corta, «toda la cara del mundo habría sido cambiada.» Sin duda, la pasión de Marco Antonio por la reina tuvo menos que ver con su derrota en la Batalla de Accio que la fuerza, la táctica, y la moral de las fuerzas navales que Octavio alineó en su contra.

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Arno J. Mayer es profesor de historia emérito en la Universidad de Princeton. Entre sus libros se halla: «The Furies: Violence and Terror in the French and Russian Revolution.» Para contactos, escriba a:[email protected]

http://www.counterpunch.org/mayer04072007.html