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Los dirigentes israelíes encendieron la mecha que quemó vivo al bebé Ali Dawabsha

Fuentes: https://mariaenpalestina.wordpress.com/

El asesinato del bebé de 18 meses Ali Dawabsha, salvajemente quemado vivo en la aldea de Duma, Cisjordania ocupada, ha suscitado enérgicas condenas de los dirigentes israelíes. A cualquiera que preste atención a las expresiones generalizadas de odio que emanan desde todos los rincones de la sociedad judía israelí, esta charlatanería no sólo no es […]

El asesinato del bebé de 18 meses Ali Dawabsha, salvajemente quemado vivo en la aldea de Duma, Cisjordania ocupada, ha suscitado enérgicas condenas de los dirigentes israelíes.

A cualquiera que preste atención a las expresiones generalizadas de odio que emanan desde todos los rincones de la sociedad judía israelí, esta charlatanería no sólo no es convincente, sino que se trata obviamente de un lavado de manos público para consumo externo.

Es difícil encontrar un solo ministro israelí que no haya perpetrado o exhortado a la violencia racista contra las y los palestinos, especialmente porque este tipo de incitación -y otros peores- les hacen ganar votos.

Ali fue asesinado en la madrugada del viernes, cuando individuos -que después fueron vistos por testigos huyendo de regreso a la colonia Maale Efraim- rompieron la ventana del cuarto del bebé y arrojaron cocteles Molotov y líquido inflamable al interior de la casa. Su padre, su madre y su hermanito de 4 años apenas sobrevivieron al ataque y están luchando por sus vidas, con quemaduras severas en casi la totalidad del cuerpo.

La autopsia arrojó que el cuerpo de Ali «estaba completamente carbonizado, sus extremidades desintegradas y parte de los pulmones y la caja torácica, al igual que sus facciones, se habían derretido», informó la agencia de noticias Ma’an.

Quemando niños, de Gaza a Duma

Los atacantes pintaron una estrella de David y la palabras en hebreo «Venganza» y «Larga vida al Mesías Rey» en las paredes de una casa vecina, que también incendiaron -aunque nadie resultó herido-, dejando bien clara su motivación[1].

Similares grafitis racistas y nacionalistas fueron encontrados en las paredes de casas ocupadas por los soldados israelíes durante la ofensiva militar del año pasado en Gaza. Ésta es una de las muchas razones por las que el premio a la mayor hipocresía va para el ejército israelí, que publicó declaraciones condenando «este bárbaro acto de terrorismo» y jurando intensificar los esfuerzos «para encontrar a los responsables».

La idea de que el mismo ejército israelí que protege y permite a los colonos hostigar y atacar con impunidad a los palestinos va a hacerle rendir cuentas a los agresores de la familia Dawabsha es descabellada.

Es el mismo ejército que destruyó completamente o dañó severamente más de 25.000 viviendas en Gaza el año pasado, aniquilando a familias enteras refugiadas en ellas, «incluyendo 19 bebés y 108 preescolares de 1 a 5 años», según una investigación de AP. Lo único que separa a los soldados israelíes responsables de esos asesinatos de los colonos que quemaron vivo a Ali es un uniforme y órdenes explícitas del gobierno.

Menos de 24 horas después de jurar que llevaría a los asesinos ante la justicia, el ejército israelí disparó a matar a dos adolescentes palestinos: Mohammed Hamid al-Masri en Gaza y Laith al-Khalidi, en Cisjordania (ambos de 17 años), mientras los asesinos del bebé Ali siguen en libertad.
 
De asesinos a líderes

En cuanto a los gobernantes israelíes que corrieron a denunciar el ataque en Duma como «terrorismo», todos tienen historias bien documentadas de incitación anti-palestina. Algunos incluso han matado palestinos y se han jactado de ello.

El primer ministro Benjamín Netanyahu, arquitecto del ataque de 51 días que mató a 551 niñas y niños en Gaza el año pasado, respondió al ataque de los colonos afirmando que su gobierno está «unido en el firme rechazo a esos actos deplorables y atroces». Es el mismo que, después de que hace un año se hallaran los cuerpos de tres colonos adolescentes, emitió un llamamiento a la venganza de sangre, encendiendo así la mecha que quemó vivo al adolescente palestino Mohammed Abu Jdeir (16).

Como señaló el periodista Dan Cohen, tal parece que quemar a niños palestinos se ha convertido en un ritual anual israelí.

Mohammed y Ali. Dibujo de Sami Eldeek.


«Auto-genocidio»

El ministro de educación Neftalí Bennett, líder del partido ultra-nacionalista Habeyit Hayehudi (Hogar Judío), dijo: «El incendio provocado de una vivienda en Duma y el asesinato de un bebé es un acto de terror repugnante».

Es el mismo Bennett que se jactó: «Yo he matado a cantidad de árabes en mi vida; y no hay ningún problema con eso». Tal vez los colonos que asesinaron al bebé Ali seguían los pasos de Bennett, quien alcanzó notoriedad después de jugar un papel decisivo en provocar la masacre de más 100 civiles y cascos azules refugiados en la sede la ONU en Qana, Líbano, durante la invasión israelí de 1996. Más de la mitad de los muertos en ese ataque eran niñas y niños.

Si los colonos que quemaron vivo al bebé Ali hubieran vestido uniformes del ejército israelí cuando prendieron fuego al hogar de los Dawabsha, Bennett probablemente los habría elogiado en lugar de condenarlos, tal como lo hizo en respuesta a la indignación internacional ante la masacre de los cuatro niños Bakr en la playa de Gaza el año pasado. En ese momento Bennett, hablando por CNN, acusó a los palestinos y palestinas de llevar a cabo «un auto-genocidio masivo» para dañar la imagen de Israel.

Ahmad, Ali, su madre y su padre, víctimas del terrorismo sionista.


«Quimioterapia»

El ministro de Defensa Moshe Yaalon se refirió al asesinato del bebé Ali como «horribles actos de terror que no podemos permitir» y prometió «perseguir a los asesinos hasta llevarlos ante la justicia». Es el mismo Yaalon que aseguró que Israel no dudaría en matar civiles palestinos y libaneses -incluyendo niñas y niños- si consideraba que debía hacerlo en cualquier guerra futura con sus vecinos. Como muchos líderes israelíes, Yaalon tiene un patrón de incitación a y participación en actos violentos. Durante su período como jefe del Estado Mayor, comparó a los palestinos con una amenaza cancerosa que sólo puede ser eliminada «aplicando quimioterapia». Si los asesinos del bebé Ali son como Yaalon, van a evadir la justicia y así ascender en sus carreras, como hizo exitosamente Yaalon en más de una ocasión, a pesar de su participación en crímenes de guerra.

En Israel, matar palestinos y exhortar al genocidio hace avanzar una carrera política. Demagogos violentos ocupan puestos claves en el gobierno, no a pesar de su incitación contra las y los palestinos o de los crímenes que han perpetrado, sino debido a ellos. La parlamentaria Ayelet Shaked, después de exhortar el año pasado a asesinar a las madres palestinas cuando duermen para evitar que den a luz «pequeñas serpientes«, fue recompensada siendo nombrada este año ministra de Justicia.
Está permitido matar bebés

Eli Ben-Dahan, el rabino que vive en una colonia en Jerusalén Este ocupada, quien decretó que «[las y los palestinos] son bestias, no son humanos» ha sido recientemente nombrado viceministro de Defensa. Ahora está a cargo de la «Administración Civil», el nombre que Israel le da al órgano militar que gobierna a la población palestina en la ocupada Cisjordania.

No es accidental que clérigos como Ben-Dahan hayan permanecido en gran medida silenciosos sobre el bebé Ali. Después de todo, ellos inspiran una versión del judaísmo extremista, mesiánica y aniquiladora que guía la violencia de los colonos. Dos de los más notorios son Yitzhak Shapira y Yosef Elitzur, quienes en 2009 escribieron Torat Hamelech (la Torá del Rey), una guía que enseña cuándo está permitido matar a no-judíos. Los autores afirman que la ley judía permite «matar bebés si está claro que van a crecer para hacernos daño; en ese caso se les puede hacer daño deliberadamente, y no solamente en situación de combate con adultos».

Elitzur y Shapira dirigen una yeshiva (escuela religiosa judía) radical en la colonia Yitzhar, donde viven algunos de los colonos más violentos de Cisjordania, ubicada cerca de la aldea de Duma. En julio de 2014, Dov Lior, un rabino colono de Cisjordania que adhirió a la Torat Hamelech, emitió su propio dictamen afirmando que la completa «destrucción de Gaza» estaba permitida. «En tiempo de guerra, la nación atacada puede castigar a la población enemiga con las medidas que considere adecuadas, tales como bloquear el suministro de víveres o electricidad, así como bombardear toda el área (…) tomar medidas disuasorias para aplastar y exterminar al enemigo», escribió Lior.

Los colonos israelíes, que se consideran en estado de guerra perpetua contra una «población enemiga», ciertamente seguirán las orientaciones de esos clérigos. En febrero el ejército israelí allanó Yitzhar y confiscó armamento que los colonos planeaban usar contra los palestinos y palestinas, incluyendo líquidos inflamables, granadas de gas lacrimógeno y máscaras negras. A pesar del horror expresado por los principales políticos israelíes, no han dicho una sola palabra contra los rabinos que incitan a atacar a la población palestina en nombre de su versión extremista del judaísmo.

Meir Ettinger (nieto del rabino terrorista Meir Kahane y residente en Safed), fue arrestado como principal sospechoso del ataque, pero hasta ahora no ha sido acusado y sólo está siendo interrogado (Foto: Tazpit).


Racismo en ascenso

Mientras tanto, este amplio espectro ideológico del odio tiene consecuencias que se extienden más allá de las colonias. Un informe reciente de la Coalición contra el Racismo en Israel reveló un aumento drástico de los ataques antiárabes desde 2013, coincidente con la incitación racista de los políticos israelíes durante el último ataque a Gaza y las elecciones de febrero pasado.

El informe documentó en el último año 237 ataques racistas en Israel, 192 de ellos dirigidos contra árabes (en 2013 se registraron 113). Esta cifra excluye los ataques de colonos en Jerusalén Este y Cisjordania ocupadas. La cultura de odio y extremismo que llevó al asesinato de Ali Dawabsha está enraizada no sólo en las colonias, sino en el tejido mismo de la cultura política israelí, en su régimen de discriminación y en el sionismo que lo sustenta. Los políticos que gobiernan una sociedad donde los bebés palestinos son sistemáticamente considerados «amenaza demográfica» y donde muchos celebran con júbilo su matanza, no pueden pretenderse inocentes ni afirmar sentirse «escandalizados» cuando los colonos queman vivos a niños palestinos.

*Rania Jalek es una periodista independiente residente en EEUU que escribe sobre los grupos marginados y desposeídos. Es colaboradora habitual y miembro del consejo editor de The Electronic Intifada y ha publicado en Truthout, Al Jazeera America, The Nation, AlterNet y más. Bloguea en Dispatches from the underclass y tuitea en @RaniaKhalek.

Publicado en The Electronic Intifada el 1º de agosto de 2015. Traducción: María Landi [1]

N. de la T.: En alusión a la reciente destrucción por parte de las autoridades israelíes de algunas estructuras construidas ilegalmente en un ‘puesto de avanzada’ de la colonia judía Beit El (un fenómeno que se da esporádicamente, en contraste con las permanentes demoliciones de viviendas palestinas, y del cual obviamente no son responsables las comunidades palestinas que son castigadas ‘en venganza’).

Fuente original: https://mariaenpalestina.wordpress.com/